La velocidad del sueño (I): Botas
30/09/2004
- Opinión
No corre la madrugada en las montañas del sureste mexicano. Como
si no tuviera prisa, se regodea en todos y cada uno de los
rincones, como amante paciente y dedicada. La niebla le va de la
mano, con su largo vestido de nube, y consigue asfixiar la luz más
empecinada, le tiende cerco, la rodea de su nívea pared, la
encierra en un aro difuso. Desde la mitad del cielo, la luna se
bate en retirada. Una voluta de humo se confunde con la neblina,
despacio, con la misma lentitud con la que la nube arropa, bajo el
amplio vuelo de su nagua, las champas dispersas. Todos duermen.
Todos menos la sombra. Todos sueñan. Sobre todo la sombra. Apenas
extiende la mano y atrapa una pregunta.
¿Cuál es la velocidad del sueño?
No lo sé. Tal vez es... Pero no, no lo sé...
En realidad, acá, lo que se sabe, se sabe en colectivo,
Sabemos, por ejemplo, que estamos en guerra. Y no me refiero sólo
a la guerra propiamente zapatista, que no acaba de satisfacer las
ansias de sangre de algunos medios de comunicación y de algunos
intelectuales "de izquierda", tan afectos como son, los unos a las
cantidades de muertos, heridos y desaparecidos, los otros a
traducir muertes en errores "por no hacer lo que yo les decía".
No sólo, también hablo de ésta a la que nosotros llamamos "IV
Guerra Mundial", que se libra por el neoliberalismo y contra la
humanidad. La que transcurre en todos los frentes y en todas
partes, incluyendo las montañas del Sureste Mexicano. Lo mismo en
Palestina que en Irak, en Chechenia o en los Balcanes, en Sudán o
en Afganistán, con ejércitos más o menos regulares. La que, de la
mano de éstas, el fündamentalismo de uno y otro bando lleva a
todos los rincones del planeta. La que, asumiendo formas no
militares, cobra víctimas en América Latina, en la Europa Social,
en Asia, en África, en Oceanía, en el Lejano Oriente, con bombas
financieras que hacen volar en pedazos Estados Nacionales enteros
y organismos internacionales.
Esta guerra que, según nosotros (insisto: tendencialmente).
pretende destruir/despoblar territorios, reconstruir/reordenar las
geografías locales, regionales y nacionales, y crear, a sangre y
fuego, una nueva cartografía mundial. Ésta que, en el camino, va
dejando su firma de identidad: la muerte.
Tal vez la pregunta "¿Cuál es la velocidad del sueño?" debería ser
acompañada de la pregunta "¿Cuál es la velocidad de la pesadilla?"
Todavía unas semanas antes de los atentados terroristas del 11 de
marzo de 2004 en España, un periodista-analista político mexicano
(de ésos a los que les dan un dulce y se sueltan cantando loas
ridiculas) alababa la visión "de Estado" de José María Aznar.
El analista decía que, al acompañar a Estados Unidos y a la Gran
Bretaña en la guerra contra Irak, Aznar había conseguido un campo
promisorio para la expansión de la economía hispana, y que el
único costo que tenía que pagar era el repudio de una "pequeña"
parte de la población española, "los radicales que nunca faltan,
incluso en una sociedad tan boyante como la española, dijo el
"analista". Y más, señaló que entonces a los españoles sólo les
tocaba esperar sentados a que el negocio de la reconstrucción de
Irak se echara a andar, y entonces sí, a recibir carretadas de
dinero. En suma, un sueño.
La realidad no tardó en pasar a cobrar la verdadera factura de "la
visión de Estado" de Aznar. Esa mañana del 11 de marzo, se cumplía
aquello de que Irak no está en Irak, quiero decir no sólo en Irak,
sino en todo el mundo. En fin, la estación de Atocha como sinónimo
de pesadilla.
Pero antes de la pesadilla estaba el sueño, pero el sueño
neoliberal. Con holgada anterioridad a los atentados terroristas
del 11 de septiembre del 2001 en territorio norteamericano, la
guerra contra Irak se había puesto en marcha.
Para ir a ese inicio nada como una foto...
Suelo llano, rojizo. Se adivina duro. Tal vez arcilla o algo
parecido. Una bota. Sola, sin su par. Abandonada. Sin pie que la
calce. Algunos escombros esparcidos. De hecho, la bota parece un
escombro más. Es todo lo que hay en la imagen, así que es el pie
de foto el que aclara que se trata de Irak. ¿Fecha? 2004,
septiembre.
No se alcanza a discernir si es la bota de alguien que murió, que
la abandonó en la huida, o que se trata, simple y llanamente, de
una bota botada. Tampoco se sabe si es la bota de un soldado
norteamericano o británico, o de un combatiente de la resistencia,
de un civil iraquí o de otro país.
Sin embargo, a pesar de la falta de más información, la imagen da
una idea de lo que es el Irak de la "post guerra" de Bush:
violencia, muerte, destrucción, desolación, confusión, caos.
Todo un programa neoliberal. Si el falaz argumento de que la
guerra contra Irak era una guerra "contra el terrorismo" se ha
venido abajo, las verdaderas razones emergen ahora, más de un año
después de que, ayudada por los tanques de guerra
norteamericanos, fuera derribada la estatua de Hussein y un
eufórico Bush se erigiera otra a sí mismo declarando el fin de la
guerra. (Probablemente la resistencia iraquí no escuchó el mensaje
de Bush: el número de soldados norteamericanos y británicos
muertos y heridos no ha hecho sino aumentar desde que "terminó la
guerra", y ahora se suman las bajas de civiles procedentes de
varias naciones.)
La ideología neoconservadora en Norteamérica tiene un sueño:
construir la "disneyíandia" neoliberal. En lugar de una "aldea
modelo", reflejo de los manuales de contrainsurgencia de los 60's,
se trataba de edificar una "nación modelo". Se eligió entonces el
territorio de la antigua Babilonia.
El sueño de la construcción de un "ejemplo" de lo que debe ser el
mundo (siempre según los neoliberales), se nutrió de "(...) la más
apreciada creencia de los arquitectos ideológicos de la guerra
(contra Irak): que la codicia es buena. No buena sola para ellos
y sus amigos sino buena para la humanidad, y ciertamente buena
para los iraquíes. La codicia crea ganancias, las cuales crean
crecimiento, el cual crea trabajos, productos y servicios, y
cualquier otra cosa que alguien pudiera posiblemente necesitar o
querer.
El papel de un buen gobierno, entonces, es crear las condiciones
óptimas para que las corporaciones prosigan su codicia sin fondo,
de modo que, a su turno, puedan satisfacer las necesidades de la
sociedad.
El problema es que los gobiernos, aún los gobiernos
neoconservadores, raramente tienen la oportunidad de probar lo
correcto de su sagrada teoría: a pesar de sus enormes esfuerzos
ideológicos, aún los republicanos de George Bush son, en sus
propias cabezas, eternamente saboteados por entrometidos
demócratas, obstinados sindicatos y alarmados ambientalistas. Irak
iba a cambiar todo esto. En un lugar de la tierra, la teoría
finalmente sería puesta en práctica en su más perfecta e
incomprometida forma.
Un país de 25 millones no seria reconstruido como era antes de la
guerra; sería borrado, desaparecido. En su lugar aparecería una
deslumbrante sala de exposiciones para las políticas del laissez-
faire, una utopía como el mundo jamás había visto. (Bagdad Año
Cero. El pillaje de Irak tras una utopía neoconservadora. Naomi
Klein, en Harper's Magcaine, Septiembre 2004. Traducción: Julio
Fernández Baraibar).
En lugar de eso, Irak es un ejemplo sí, pero de lo que le espera
al mundo entero si los neoliberales ganan la gran guerra, la IV
guerra mundial: desempleo de casi el 70%, la industria y el
comercio paralizados, aumento exorbitante de la deuda externa,
muros antiexplosiones por todos lados, crecimiento geométrico del
fündamentalismo, guerra civil... y exportación del terrorismo a
todo el planeta.
No voy a saturarlos con algo que sale a diario en las noticias:
ofensivas militares de la coalición (ojo: en una guerra que "ya
terminó"), movilización de la resistencia iraquí, atentados,
ataques a objetivos militares y civiles, secuestros, ejecuciones,
nuevas ofensivas de la coalición, nueva movilización de la
resistencia iraquí, etcétera. Estoy seguro de que podrán encontrar
abundante información en la prensa de todo el mundo. En
castellano, sin lugar a dudas la mejor fuente es el periódico
mexicano La Jornada, que cuenta entre sus colaboradores a algunos
de los analistas más serios y documentados sobre el tema de Irak.
Lo cierto es que este video ya lo hemos visto antes en otras
partes... y lo seguimos viendo: Chechenia, los Balcanes,
Palestina, Sudán, son sólo ejemplos de esta guerra que destruye
naciones para tratar de "reconvertirlas" en "paraísos"... y
terminan convertidos en infiernos.
Una bota abandonada en suelos del Irak "liberado" resume el nuevo
orden mundial: la destrucción de naciones, la desertificación de
cualquier indicio de humanidad, la reconstrucción como el
reordenamiento caótico de las ruinas de una civilización.
Hay, sin embargo, otras botas, aunque sean unas...
Botas rotas. Sí, las botas de la insurgenta Erika están rotas. En
la puntera derecha, la suela está desprendida y le da a la bota un
aspecto de boca insatisfecha. Los dedos no son visibles aún, así
que la Erika no parece haberse dado cuenta que sus botas,
marcadamente la derecha, están rotas.
Desde los primeros días en la montaña, el mirar hacia abajo se me
hizo costumbre. El calzado suele ser uno de los sueños/pesadillas
del guerrillero (¿otros?: el azúcar, tener los pies secos, y otras
obsesiones más bien húmedas), así que dedica a él buena parte de
su atención. Tal vez por eso uno adquiere esa manía de mirar
siempre a los pies del otro.
La insurgenta Erika ha venido a avisarme que ya acabaron de editar
el cuento de "La Naranja Mágica" (última producción de Radio
Insurgente que trata de..., bueno, mejor escúchenlo). Yo le
respondo que tiene rota la bota. Ella baja la mirada y me dice "tú
también". Saluda militarmente y se va.
La Erika va a cambiarse porque al rato juegan fútbol dos equipos
de insurgentas, uno se llama "8 de Marzo" y el otro "Las Princesas
de La Selva". No sé mucho de fútbol pero, a mi entender, las
"princesas" juegan con un estilo bastante alejado de las buenas
costumbres de la corte real, y las del "8 de marzo" lo hacen como
si fuera el alzamiento del primero de Enero. O sea que buena parte
de ellas termina en el puesto de salud insurgente. Es más, cada
vez que van a jugar, las de sanidad tienen la camilla a un lado de
la cancha. "Para no dar la vuelta", dicen.
Empataron. O sea que en el fútbol las insurgentas empataron. Se
fueron a penaltis y llegó la hora de la formación sin que
desempataran. A decirme eso viene la insurgenta Erika. La Erika es
como la asesora sentimental de las insurgentas, pero esta vez no
viene a contarme que a una compañera "le duele su corazón" por mal
de amores, sino que ya acabó el partido y ella ya se va a dar
plática a los pueblos, más en concreto, a las mujeres de los
pueblos. Va de civil, o sea con ropa civil. Bueno, eso dice ella.
Porque yo veo que trae unas botas hechas en talleres zapatistas y
que tienen grabado un "EZLN" en un costado.
"Mmh, si vas a llevar esas botas mejor lleva el uniforme
completo", le digo intentando ser sarcástíco. Se va la Erika. Al
rato regresa con el uniforme puesto. "¿A dónde vas?", le pregunto.
"Al pueblo", responde. "Pero, ¿cómo se te ocurre ir de uniforme?,
le pregunto- regaflo "Pues así me dijiste", dice que le dije.
Entiendo que es inútil tratar de explicar las cualidades de la
ironía sutil, así que sólo ordeno: "No, ponte de civil y quítate
esas botas". Se va. Al rato regresa, con ropa civil... y descalza.
Yo suspiré, ¿qué otra cosa podía hacer?
No le crean a la Erika, mi bota no está rota. Está descosida, que
no es lo mismo. Además, es un ojillo el que se ha desprendido, y
por eso el entrecruce de las agujetas parece sistema político en
el neoliberalismo, o sea que es un revoltijo y no se sabe a dónde
va la derecha y a dónde va la izquierda.
Le estoy explicando esto a Rolando, cuando llega...
La Toñita Primera-Generación, o sea la Toñita I (la del beso
negado porque "mucho pica", la de la tacita rota, la del olote de
maíz habilitado como muñeca) tiene ya 15 años. "O sea que cumplió
14 pero entró en 15 o sea que ya va para 16" me dice su papá, un
responsable zapatista de los más antiguos con nosotros.
Yo asiento sin confesar que nunca he entendido las altas
matemáticas que rigen los calendarios en las comunidades rebeldes
zapatistas (después de tratar de explicarme, inútilmente, el
Monarca se resigna y sólo agrega: "creo que es porque así es
nuestro modo, que de por sí es muy otro"),
El papá de la Toñita I (o sea la Toñita Primera-Generación) viene
para que yo la mire, porque tiene más de 10 años que la vi por
última vez. Diez años no pasan en vano, así que la Toñita I no
sólo no me niega un beso, sino que, sin que yo alcance a decir
nada, me abraza y me estampa un beso en la acolchada mejilla del
pasamontañas y se pone de todos colores (la Toñita I, no el
pasamontañas). Yo no digo nada, pero pienso "Mmh, ando mal este
año... y eso que no me he quitado el pasamontañas ni para
bañarme".
Entonces la Toñita I saca de una su mochila unas sus botas y se
las pone. Yo voy a preguntarle por qué se pone las botas después
de caminar descalza 6 horas desde su pueblo, en lugar de
ponérselas para el camino y quitárselas al llegar, pero la Toñita
I se adelanta y me pregunta si puede ir "allá" -y señala para
donde están un grupo de insurgentas-. La Toñita I sabe lo que un
beso, manque sea sobre el pasamontañas, puede conseguir, así que
no espera la respuesta y se va.
Mientras la Toñita I corre a ver si la dejan jugar en el partido
de fútbol de las insurgentas, su papá me cuenta de su pueblo (al
que yo siempre he llamado, cuidando de que nadie me escuche,
"Cumbres Borrascosas"). He alcanzado a ver la cicatriz de un
rasguño en el brazo izquierdo de la Toñita I, así que le pregunto
de eso.
Me cuenta el papá de la Toñita I que un joven del pueblo quería
llevársela a la letrina. (Nota: Le aclaro al improbable lector de
estas líneas, que la letrina en algunos pueblos no sólo cumple sus
olorosas /unciones higiénicas, también suele ser lugar de
encuentro de parejas. No son pocos los matrimonios en comunidades
que tienen como origen el nada romántico sitio de la letrina. Fin
de la Nota). El caso es que la Toñita I no quiso ir a la letrina.
"O sea que no era su gusto", me confirma su papá. Y entonces el
muchacho la quiso obligar y entonces, "como no era su gusto" -
reitera su papá-, forcejearon. La Toñita I logró escaparse, pero,
como luego dicen, se publicó y el asunto llegó a la asamblea del
pueblo. Me cuenta su Papá de la Toñita I que la querían meter a
ella a la cárcel. Yo interrumpo: "Pero, ¿por qué si a ella la
atacaron y hasta trae rasguñado el brazo? " "Ah Sup, es que viera
cómo quedó el joven... ", me dice el papá., "de plano quedó
privado, y es que la Toñita es, como luego se dice, muy brava".
La Toñita I, además de un rostro agraciado, tiene un físico
corpulento, o sea que... ¿cómo les explico?, bueno, para que me
entiendan sólo les diré que Rolando quiere que juegue de defensa
central en la selección zapatista de fútbol.
"Pero el equipo de las insurgentas ya está completo ", le digo a
Rolando. El sólo agrega: "'Acaso es para el equipo de insurgentas,
yo la quiero para el equipo de los hombrea. En eso pasan las de
sanidad con dos insurgentas bastante golpeadas. La Toñita I está
llorando porque por su culpa le marcaron dos penaltis a su equipo.
Yo entiendo a Rolando y volteo hacia el papá y le pregunto "¿No ha
dicho la Toñita si quiere ser insurgenta? "
La Toñita I se quitó las botas y las puso en una su mochila. Se va
con su papá, caminando descalza.
No tiene mucho que se fue, cuando aparece, acompañando a su
mamá... la Toñita Segunda-Generación, o sea la Toñita II.
La mamá de la Toñita II.o Segunda Generación, se llama Elena. Es
teniente insurgenta de sanidad y cuenta en su haber que, en enero
de 1994, salvó la vida de varios insurgentes y milicianos que
salieron heridos de los combates de Ocosingo. En un más que
modesto hospital de campaña, Elena operó heridas de bala y extrajo
pedazos de metralla del cuerpo de zapatistas. "Se nos murió un
compa", dijo cuando informó. No mencionó a los más de 30
combatientes, que hoy viven y luchan en estas tierras, a los que
salvó.
La Toñita II tiene 3 años. "O sea que cumplió 2 y va para 4" me
adelanto a la explicación de Elena. Ella ríe. Quiero decir, Elena
ríe. Porque la Toñita II está pegando unos chillidos dignos de
mejor causa. Y es que resulta que, asumiendo mi mirada coqueta (la
número 7 de mi exclusivo "catálogo de miradas seductoras") le pedí
un beso. La Toñita II ni siquiera dijo "mucho pica" (o sea que no
es una versión mejorada), simplemente se echó a llorar con tal
vehemencia que ya tiene a su lado a un grupo de insurgentas que le
ofrecen caramelos, una bolsita con cara de conejo (aunque a mí me
parece que tiene cara de tlacuache -la bolsita, se entiende-), y
hasta le están cantando la del chivito, una rola que tiene
inusitado éxito entre los niños y niñas zapatistas.
"•No te quieren", me dice, lloviendo sobre mojado, la Mayor Irma.
Yo respondo: "Bah, está loca por mí y hago como que no tengo roto
el corazón.
Saliendo de la bodega. Rolando me da una de esas agujas llamadas
"capoteras" y un rollo de hilo de nylon.
Ya en la champa de la comandancia general del EZLN dudo...
Si no sé cuál es la velocidad del sueño, tampoco sé si remendarme
las botas o el corazón.
(Continuará...)
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
Subcomandante Insurgente Marcos.
México, Septiembre del 2004, 20 y 10
México, Septiembre del 2004, 20 y 10
https://www.alainet.org/pt/node/110640
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