CIMMYT y FAO: promoviendo los transgénicos
11/10/2004
- Opinión
Como una bofetada para los millones de campesinos del mundo, el
Centro Internacional de Mejoramiento del Maíz y el Trigo
(CIMMYT) acaba de anunciar públicamente que no sólo seguirá con
el desarrollo de trigo transgénico, sino también con el de
maíz, a espaldas de las fuertes críticas emitidas en todo el
mundo contra este tipo de cultivos, incluyendo las actitudes de
este centro internacional en el tema de la contaminación del
maíz campesino en México.
Parece una provocación deliberada, ''a tiempo'' para la próxima
reunión que se celebrará en México del Grupo Consultivo
Internacional de Investigación Agrícola (CGIAR, por sus siglas
en inglés), entre el 25 y 29 de octubre, y deja en claro lo
poco que le importa la opinión de miles de organizaciones
campesinas y de la sociedad civil que los cuestiona.
Se suma así al coro de instituciones internacionales, como la
Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO), que
le hace el trabajo sucio de lavar la cara a las cinco
multinacionales que dominan el negocio de los transgénicos en
el mundo. No es demasiado sorprendente, si se tienen en cuenta
los orígenes del CIMMYT y la estrecha relación que
históricamente ha mantenido tanto con agencias del gobierno de
Estados Unidos, como con la industria agrobiotecnológica. Por
ejemplo, en su propio consejo de directores hay un
representante de la Fundación Novartis, institución ''de
investigación'' de una de esas cinco multinacionales.
El anuncio viene envuelto en una serie de datos falsos o
parciales y justificaciones como las ya gastadas de ''alimentar
a los pobres'' y de que ''no existen tecnologías sin riesgo'',
formuladas ahora en el documento "Principios directrices para
el desarrollo y distribución de variedades maíz y trigo
genéticamente modificados".
Si alguien tuviera dudas, el documento aclara que el CIMMYT
''tiene el compromiso de complementar la investigación del
sector privado para que esas tecnologías puedan llegar a los
campesinos pobres y los consumidores desnutridos''. Que estos
mismos rechazan enérgicamente el maíz y el trigo transgénicos,
o las muchas alternativas que proponen sin tecnologías
riesgosas ni patentadas por las multinacionales de ese ''sector
privado'', no lo toma en cuenta.
El CIMMYT integra la red CGIAR junto a otros 17 centros de
investigación agrícola pública internacional. Basan sus
investigaciones en las más de 600 mil muestras de variedades de
cultivos básicos que han recolectado de campesinos en todo el
mundo y que tienen en sus bancos de genes. Se deben, por tanto,
de hecho y de derecho, a los campesinos que produjeron esa
enorme riqueza para la alimentación de toda la humanidad.
Por el contrario, el CGIAR ha sido históricamente el promotor
por excelencia de la llamada ''revolución verde'', que
incentivó el uso de paquetes de alta tecnología para el campo
(semillas híbridas que no pueden reproducirse por los propios
campesinos; mecanización de las tareas agrícolas con gran
demanda de capital; fuerte impacto en los suelos y reducción de
mano de obra; uso intensivo de agrotóxicos que han dejado un
saldo terrible de contaminación de suelos, cuencas y personas).
El argumento de la revolución verde fue, igual que ahora con la
biotecnología, ''terminar con el hambre en el mundo'', cosa que
no lograron. Al contrario, el número de personas con hambre y
campesinos desplazados aumentó en las mismas décadas.
Actualmente existe suficiente volumen de producción agrícola
para alimentar -incluso para hacer obesa- a toda la población
mundial, pero mil millones de personas sufren hambre.
Es claro que no se trata de un problema tecnológico, sino de
acceso y distribución de los recursos y los medios para
producir. Los paquetes tecnológicos han empeorado esa
situación. Esto ha sido una crítica permanente de la sociedad
civil al sistema CGIAR, incluido el CIMMYT.
La promoción y justificación de los transgénicos parte de ese
mismo enfoque tecnológico estrecho que sólo favorece a la
agricultura industrial y a las grandes empresa que lucran con
ella. En el caso del CIMMYT es aún más grave porque tiene su
sede en México, centro de origen del maíz, pero se ha dedicado
a ignorar las demandas de los campesinos mexicanos que
consideran los transgénicos y la contaminación transgénica como
uno de los ataques más graves a las culturas, las economías y
la vida campesinas.
Todo esto será un tema obvio en el Foro Campesino por las
Semillas y la Vida y otras actividades donde organizaciones
campesinas, indígenas y de la sociedad civil se expresarán
paralelamente a la próxima reunión del CGIAR. También en
ocasión del Día Mundial de la Alimentación (16 de octubre), la
red internacional Vía Campesina, junto con otras
organizaciones, llama a un día de protesta en todo el mundo
contra los transgénicos y por la soberanía alimentaria,
particularmente en respuesta al informe de la FAO que hace
propaganda a favor de los transgénicos. Con este anuncio, el
CIMMYT se ha ganado su puesto entre las instituciones que serán
denunciadas en esas jornadas.
* Silvia Ribeiro es investigadora del Grupo ETC www.etcgroup.org
https://www.alainet.org/pt/node/110704?language=en
Del mismo autor
- Guerra y alimentos 29/03/2022
- La disputa sobre quién nos alimenta 16/02/2022
- Científicos llaman a parar la geoingeniería solar 31/01/2022
- Vacunas transgénicas: experimento masivo 28/09/2021
- Cumbre de los dueños de la alimentación 07/07/2021
- Datos biométricos y capitalismo de vigilancia 14/05/2021
- COVAX: la trampa 29/04/2021
- Maíz, transgénicos y transnacionales 29/04/2021
- Prohibir cubrebocas con nanomateriales 12/04/2021
- El legado de la pandemia 16/02/2021