Los sin tierra de Uruguay: ¿El regreso de "los peludos”?
13/02/2006
- Opinión
El equipo de APM (1) continúa recorriendo el núcleo de la región sojera sudamericana. Una parada en la Triple Frontera Sur desanda su historia y sus problemas actuales.
Llegar a Monte Caseros incita a rememorar distintos tiempos de un pasado cercano y lejano a la vez. La ciudad de Monte Caseros está ubicada en la Triple Frontera Sur, situada en el extremo sudeste de la provincia Argentina de Corrientes, a orillas del río Uruguay, en el punto en el que se comparte la frontera con las ciudades de Bella Unión de Uruguay y Barra do Quaraí de Brasil.
Durante la década del 70 y hasta mediados de los 80, la Triple Frontera Sur fue una de las zonas más militarizadas de la región. Según explica la investigadora Silvina Merenson, de la Universidad Nacional de Quilmes, Argentina, las razones de esta militarización se fundaron en el discurso de las “fronteras ideológicas”. Es decir, en el reemplazo de las fronteras políticas por fronteras ideológicas para luchar contra el “enemigo común” representado por el “comunismo”.
Afortunadamente estos tiempos cambiaron, y los vientos soplan hacia direcciones que demandan integración. La Triple Frontera Sur no está exenta de los problemas comunes que aquejan a un Mercado Común del Sur (Mercosur) todavía incompleto, y la presión acumulada que subyace como la lava de un volcán a veces explota, como en la actual demanda de los productores de caña azúcar de Bella Unión, conocidos como "los peludos".
En principio, un poco de historia. Las fundaciones de estas ciudades tuvieron como objetivo, como ocurrió en general con todas las ciudades de frontera, la consolidación de los límites nacionales. La ciudad de Bella Unión fue fundada en 1828, luego de la guerra de Argentina con Brasil, cuando el jefe del ejército uruguayo general Fructuoso Rivera, quien se convertiría en el primer presidente constitucional del país, conocido por ser el responsable directo de la masacre y genocidio de los últimos indígenas que quedaban en Uruguay, decidió fundar un pueblo frente a donde hoy está emplazada Monte Caseros, con el propósito de instalar allí a los pobladores de las misiones jesuíticas orientales que hasta entonces habían residido en territorios que debían entregarse por los acuerdos de paz firmados.
Ese pueblo fue denominado Santa Rosa del Cuareim o Bella Unión, en un punto en donde el río Uruguay era de fácil vadeo, llamado Paso de los Higos. Se cuenta que sus pobladores cruzaban frecuentemente hacia la orilla argentina, llevándose el ganado que encontraban en las inmediaciones. Por esta situación, desde Argentina se impulsó la fundación de un pueblo de este lado del río, en el Paso de los Higos, habilitando en 1838 un puerto para importaciones y exportaciones.
El nombre de la ciudad de Monte Caseros, puede llevar a confusión. No ocurrió ninguna batalla importante en ese lugar, sino que en 1858 se creó el departamento de Monte Caseros en conmemoración de la batalla homónima ocurrida en la provincia de Buenos Aires, donde Juan José de Urquiza derrotó en 1852 al entonces gobernador de Buenos Aires Juan Manuel de Rosas, provocando que huyera a Inglaterra, donde falleció en 1877. La creación del departamento no le cambió el nombre del pueblo, que siguió llamándose Paso de los Higos, pero al poco tiempo se adoptó la denominación del departamento, o sea Monte Caseros.
Monte Caseros tuvo un tren a partir de 1875, el Ferrocarril del Este Argentino, el primero que entró a la provincia de Corrientes desde Federación, provincia de Entre Ríos. Gracias a él se inició una etapa de notable progreso para Monte Caseros, que a partir de ese momento tuvo directa comunicación con el resto del país. Fue muy importante la influencia que ejerció en la vida de Monte Caseros la instalación de talleres ferroviarios y, también, de unidades militares.
Estos talleres pertenecieron al Ferrocarril Nordeste Argentino y fueron fusionándose sucesivamente con el Ferrocarril Entre Ríos y el Ferrocarril Central de Buenos Aires, hasta integrarse finalmente al Ferrocarril General Urquiza.
En la década del cincuenta los talleres crecieron notablemente, efectuando reparaciones mayores en máquinas y vagones para el mantenimiento de los trenes que hacían el recorrido hasta Posadas, provincia de Misiones, desde la capital de Corrientes. Su cierre ocurrido durante la década del noventa provocó un impacto devastador en la vida de Monte Caseros, ya que éstos daban empleo a una significativa fracción de la población. Hoy las fuentes de trabajo más importantes son la administración pública y, en menor medida, la producción e industrialización de cítricos, los arrozales y la ganadería, ya que la producción de soja viene desplazando a los cultivos tradicionales sin ampliar la demanda de fuerza laboral.
A su vez, los cuarteles militares de Monte Caseros tuvieron su protagonismo histórico. El Regimiento de Infantería N°4 se asentó en 1943 y en 1947 se instaló la Compañía de Ingenieros N°3. Monte Caseros tiene también un destacamento de Gendarmería Nacional y es asiento de una unidad de la Prefectura Naval, cuya permanencia se remonta al año 1882. El nutrido conjunto de familias dependientes directamente de las fuerzas de seguridad instaladas, aún mantiene peso en la vida económica de la ciudad.
El nombre de Monte Caseros será recordado por la participación de sus cuerpos militares en el conflicto bélico con el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte por las Islas Malvinas y por los alzamientos militares "carapintadas", nombre que recibieron al llevar sus protagonistas los rostros pintados de "camouflage".
En la Guerra de las Malvinas participaron varias unidades de los cuerpos asentados en Monte Caseros, arribando a las islas y formando parte de las fuerzas que las defendieron. De ahí se recuerdan los livianos comentarios sobre las habilidades de los "cuchilleros correntinos" que se opondrían a los mercenarios nepaleses conocidos como "gurkas", perfectamente entrenados y pertrechados.
En los alzamientos militares "carapintadas", el teniente coronel Aldo Rico acuarteló sus fuerzas en Monte Caseros el 18 de enero de 1988. Ese día, Rico, quien ya había encabezado una rebelión militar en la Semana Santa de abril de 1987, lideró un nuevo alzamiento acuartelándose en el Regimiento 4 de Infantería, donde logró la adhesión de unos 60 oficiales y 200 suboficiales. Rico repudió de esta forma la prolongación de su arresto por los hechos de Semana Santa.
Fue en Monte Caseros donde Rico se dirigió a la prensa y, tras decir que jamás se rendiría, pronunció la frase que marcaría su posterior carrera política y de la cual se enorgullece cada vez que vuelve a pronunciarla: "La duda es una jactancia de intelectuales".
Allí, Rico estaba dispuesto a resistir; sin embargo, el lugar fue cercado por las fuerzas leales al gobierno constitucional de Raúl Alfonsín y se rindió sin que se produjeran enfrentamientos.
Posteriormente, Rico se convertiría en líder de su propio partido político, el Movimiento por la Dignidad y la Independencia (MODIN), con el cual logró ser intendente de la localidad bonaerense de San Miguel por el voto democrático.
Pese a los intentos militares de continuar manteniendo funciones en la llamada "seguridad nacional", en abril de 1988 el Congreso Nacional sancionó una nueva ley de defensa nacional, estableciendo una clara distinción entre "seguridad interior" y "defensa nacional", impidiendo a los militares actuar en el marco interno.
Actualmente, la terrestre es la única vía de comunicación de Monte Caseros con el resto del país, el transporte se realiza a través de una ruta provincial en muy mal estado por la que se accede a la ruta nacional 14. La distancia que separa a Monte Caseros de esta otra carretera es de 34 kilómetros, lo que hace que la ciudad esté hoy prácticamente al margen del circuito comercial y aún del transporte de pasajeros. Hoy esta ciudad busca sobrevivir diversificando sus ingresos a través del turismo, promocionando entre otras cosas el único carnaval "artesanal" del país.
Esta Triple Frontera propone a sus habitantes una serie de tránsitos y pasajes diarios que los involucran y que le dan una identidad particular. Silvina Merenson en el trabajo de campo llevado a cabo en Bella Unión, en 2003, analizó la configuración del sujeto social condensado en un término nativo: "peludo". Los mismos "peludos" que hoy están ocupando tierras en Bella Unión para poder trabajar.
Merenson, desarrollando un marco histórico, explica que "a diferencia de otros sistemas de plantación, la producción de caña de azúcar en Bella Unión no es consecuencia del sistema colonial europeo, sino parte del proceso que siguió Uruguay para insertarse en el mercado capitalista, a mediados del siglo XX. En 1940 el Estado experimentó por primera vez este cultivo en Bella Unión. Desde entonces, el término “peludo” se utilizó en Bella Unión para designar a los trabajadores zafrales uruguayos, argentinos y brasileros empleados en las “chacras” productoras de azúcar. “Peludo” es el nombre que reciben los hombres que trabajan en la zafra por su similitud con el Tatú. Como este animal de la zona, los zafreros caminan encorvados sobre la tierra, ennegrecidos por la melaza adherida a la piel después de cortar la caña quemada. Las terribles condiciones en las que los “peludos” llevaban a cabo la zafra impactó la sensibilidad de quienes, decididos a cuestionar la representación del Uruguay como “la Suiza de América”, volvieron su mirada al campo".
Ubicada en el departamento norteño de Artigas, Bella Unión es el centro poblado ubicado a mayor distancia de la ciudad de Montevideo. Bella Unión y Barra do Quaraí están conectadas por el Puente Internacional Quaraí que, por lo general, los “peludos” cruzan a pie o en bicicleta. En cambio, los contactos entre Bella Unión y Monte Caseros dependen de un servicio de lanchas que cruza el río Uruguay. Las relaciones diferenciales que "los peludos” mantienen con Barra do Quaraí y con Monte Caseros son objeto de esta investigación de Merenson, al igual que la incidencia que tendrían dos fronteras de orden e institución distinta.
"En el año 1961, la creación de la Unión de Trabajadores Azucareros de Artigas (UTAA) y el rol que asumió en este sindicato Raúl Sendic –futuro fundador y máximo referente del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T)– reforzó, especialmente en la representación de las clases medias montevideanas, la asociación del término “peludo” con las luchas sindicales y políticas en los años 1960 y 1970".
"Varios autores estudiaron el vínculo entre la UTAA y el MLN-T. Con algunos matices, esta literatura presenta a la UTAA y a sus integrantes como una suerte de “vanguardia revolucionaria” que brindó a la organización armada una inscripción nacional y latinoamericana. Esta representación de “los peludos” estaría anclada en la definición del sindicato por la lucha armada, en su reedición de la lucha por la Reforma Agraria que en 1815 postulara el general Artigas, y en las cinco marchas a la ciudad de Montevideo que la UTAA protagonizó entre los años 1962 y 1971".
"En los años previos y en el transcurso del golpe de Estado (1973-1985), Bella Unión, la UTAA y sus integrantes no fueron la excepción de la terrible y sangrienta represión social y política que desarrolló la dictadura militar en Uruguay. Bella Unión se transformó en una de las zonas más "militarizadas del país. Las habituales “rondas nocturnas” llevadas a cabo por las Fuerzas Armadas dejaron como saldo la desaparición, la tortura y el encarcelamiento de reconocidos militantes políticos y/o dirigentes sindicales. La proscripción de la UTAA y la desarticulación de sus integrantes hasta la apertura democrática, en 1985, imprimió nuevos significados para la categoría nativa “peludo”.
"El binomio amigo/enemigo que atravesó las dictaduras en Latinoamérica parece haber calado en las “prácticas de historización” de los habitantes de Bella Unión que por lo general, cuando recuerdan los años del terrorismo de Estado, se refieren al enfrentamiento entre los “azules” y/o “verdes” (de este modo nominan y distinguen por el color de sus uniformes a la policía y al ejército respectivamente) y los “tupamaros”, nominación que incluye a "los peludos” integrados al MLN-T. En principio, la disrupción del orden considerado “normal” que significó en Bella Unión el terrorismo de Estado abonó el empleo del término “tupamaro” con una acepción negativa, como sinónimo de “revoltoso” o como “mala palabra”, según expresó uno de los dirigentes de la UTAA en los años 1960".
"El largo proceso hacia la democratización que sigue Uruguay desde 1985, las disputas generacionales que tienen lugar en la reorganización del sindicato y la retracción de la industria azucarera uruguaya (la superficie agrícola sembrada con caña de azúcar pasó de 11.000 hectáreas en 1977 a 3.500 hectáreas en 1995) parece impulsar nuevos sentidos y prácticas sociales que redefinen el sujeto social".
"Tramado entre la mítica revolucionaria y la estigmatización, hoy, el término nativo “peludo” no sólo contiene extensivamente a las familias de los cortadores, también da cuenta de un complejo heterogéneo que incluye: la actividad sindical en la UTAA; la interlocución permanente con agentes estatales; la militancia política alternada en agrupaciones políticas -en apariencia ideológicamente opuestas- a uno y otro lado de la triple frontera territorial; la inscripción fluctuante en diversas denominaciones del pentecostalismo en Uruguay y Brasil; la adscripción a prácticas y ritos afro-brasileños; el trabajo temporal en las arroceras del sur de Brasil, en la construcción en la ciudad de Montevideo, Punta del Este, o el ingreso al ejército; la compra casi diaria de artículos de consumo en Argentina y/o Brasil para su reventa en Bella Unión y el consumo cotidiano de diversos productos culturales brasileros y argentinos privilegiados por sobre los uruguayos".
"Engendrado en una “situación de frontera”, el término “peludo” excede el criterio laboral para abarcar nuevas experiencias, sentidos y prácticas sociales. El sujeto social “peludo” parece construirse en los cruces, pasajes, tránsitos y mezclas de lo moderno y lo tradicional (de la cultura, la política y la religión) para interrogar, en el mismo movimiento, las distinciones que propone el binomio".
Hoy, "los peludos" regresaron, o es que siempre estuvieron. Según propios comunicados, firmados por la Unión de Trabajadores Azucareros de Artigas (UTAA), el Sindicato de Obreros de CALNU, Artigas (SOCA) y la Asociación de Pequeños Agricultores y Asalariados Rurales de Bella Unión (APAARBU), "los peludos" de Bella Unión ocupan tierra para trabajar, cansados de esperar justicia, agotadas las instancias de diálogo con el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, con el Instituto Nacional de Colonización y con otros organismos del gobierno uruguayo. Dicen que fueron bien escuchados, pero que sólo recibieron promesas incumplidas.
Hoy, "los peludos" dicen que "negros nubarrones cubren los cielos de Bella Unión. Había 9.000 hectáreas de caña plantada, hoy sólo quedan 3.000; las zafras de siete meses, quedaron reducidas a dos; de 450 productores que había, sólo quedan 124; los salarios de los obreros industriales y agrícolas, cayeron en más de un 50 por ciento; los niveles de desocupación subieron a más de un 80 por ciento".
Hoy, "los peludos" exclaman que "la pobreza hace estragos entre las familias trabajadoras de Bella Unión, el hambre atenaza los estómagos del pobrerío; mueren niños de hambre: el más horrendo de todos los crímenes cometidos por el capitalismo. Las poblaciones miserables brotan como hongos: "Las láminas", "El farolito", "Las Malvinas", "La aguja" y otras".
Hoy, "los peludos" gritan que "en situación tan desesperante, sólo la tierra puede salvarnos", que "en posesión de la tierra podemos trabajar todos los días, comer, levantar nuestras casas confortables, atender la salud y el bienestar de nuestras familias, educar bien a nuestros hijos". Gritan, "¿es acaso delito, luchar por defender el primer derecho del hombre, de la mujer, que es el sagrado derecho a la vida?".
Hoy, "los peludos" explican que "con la ocupación de tierras estamos defendiendo al Instituto de Colonización de la feroz embestida, de especuladores sin escrúpulos que se están apropiando ilegalmente de las tierras, no para trabajarlas sino para utilizarlas como mercancía de compra-venta".
Hoy, "los peludos" dicen que "326 productores se fundieron, perdieron sus tierras y sus herramientas pasaron a manos de un pequeño grupo de agiotistas y usureros que les compraron la hectárea a cien dólares y hoy están ofreciéndolas a más de mil doscientos dólares".
Hoy,"los peludos" quieren "hacer una verdadera experiencia de trabajo solidario: en ella no existirá la explotación del hombre por el hombre. Todos trabajaremos para todos y para cada uno. En estas 36 hectáreas que hemos ocupado brotará la semilla de una nueva vida para todos".
Hoy, "los peludos" expresan que "las 36 hectáreas ocupadas son el comienzo de una larga pelea que queremos y debemos dar conjuntamente con el pueblo de Bella Unión y con el conjunto del pueblo uruguayo".
Por último, hoy, "los peludos" niegan lo que los grandes patrones dicen: "Así como el patrón no puede vivir sin el trabajador, el trabajador tampoco puede vivir sin el patrón". Dicen que "los hechos demuestran lo contrario", preguntándose, "¿quién rotura la tierra?, ¿quién planta, riega, fertiliza, quita los yuyos, corta la caña, la despunta, la amontona, la lleva a la cabecera del surco, la carga en los camiones y, una vez en el ingenio, elabora el azúcar?... ¿Quién?... Todo, todo... todo lo hacen los peludos".
Y lo último de lo último, hoy, "los peludos" dicen que sus ideas "las bebimos del Reglamento de Tierras de Artigas que vio la luz en el año 1815, hace casi doscientos años, y en las enseñanzas dejadas por ese formidable luchador por la tierra y contra la pobreza que se llamó Raúl Sendic, hijo adoptivo de Bella Unión, donde dio sus principales luchas".
(1) Fernando Glenza, enviado especial a Monte Caseros de la Agencia Periodística del MERCOSUR (APM). La APM está integrado por el redactor Fernando Glenza y el fotógrafo Marcelo Sosa Aubone.
https://www.alainet.org/pt/node/114334?language=en
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