América Latina entre lo viejo y lo nuevo
26/04/2005
- Opinión
Las convulsiones por las que pasa América Latina actualmente son
síntomas de una lucha entre lo viejo y lo nuevo, entre lo que el
neoliberalismo produjo en el continente, su desgaste y las fuerzas
que luchan para superarlo. En poco tiempo –menos de tres décadas-,
el modelo que pretendía ser la solución para la crisis
latinoamericana revelo el fracaso de sus promesas y colocó al
continente en una situación límite, similar a la que vivió en los
años de 1930, en una crisis hegemónica que pide nuevos rumbos y
propuestas para su superación positiva.
Señales de muerte
Las falsas promesas de retomar el desarrollo impulsaron a América
Latina al estancamiento que la afecta desde 1999, mientras tanto, la
desigualdad y la exclusión social se profundizan, las fragilidades
externas aumentan, la renuncia a la afirmación de nuestras
identidades se extiende y el continente se ve transformado en el más
inestable del mundo en términos económicos y sociales.
Esa inestabilidad es producto del agotamiento de lo viejo –las
políticas neoliberales- y la fuerza todavía insuficiente de lo nuevo
–un mundo en que la justicia y la solidaridad tengan preponderancia
sobre las leyes del mercado- para así constituirse en alternativa.
Esa es la marca actual del momento vivido por nuestro continente.
Lo viejo insiste en sobrevivir a través de gobiernos que mantienen y
reproducen las deshumanas y antidemocráticas políticas de ajuste
fiscal, priorizadas con respecto a las políticas sociales.
Indiferente de las necesidades apremiantes de la masa poblacional, se
apoyan en el capital especulativo, en los organismos financieros
internacionales y en el monopolio privado de los medios de
comunicación, que los ampara y sustenta.
Procura sobrevivir a través de las políticas belicistas de
Washington, que militariza los conflictos y se empeña en resolverlos
por la fuerza. Aislados, los Estados Unidos intentan impedir que en
2006 América Latina cuente con un amplio frente de gobiernos que se
oponen a esa política, que puede ir de México al Uruguay, pasando por
Brasil, Venezuela, Argentina, Cuba, Bolivia, en el único bloque de
fuerzas, ya existente, que resiste de forma organizada al gobierno
Bush en el mundo-. Intentan impedir que el pueblo mexicano decida
libremente su destino, buscando fraudulentamente impugnar la
candidatura del gobernador del Distrito Federal, López Obrador, líder
en las encuestas electorales desde hace mucho tiempo.
Indicios de esperanza
Lo nuevo revela señales de la fuerza ya acumulada para construir
alternativas al neoliberalismo y al belicismo. Lo nuevo comenzó a
surgir hace mucho tiempo –desde el grito de Chiapas de los
zapatistas, en 1994-, pero tomo nuevo impulso cuando los campesinos
bolivianos impidieron la privatización del agua y derrumbaron al
presidente que la promovía, construyendo una fuerza política social
alternativa al gobierno. Surge cuando los movimientos sociales
latinoamericanos –comenzando por el MST-, luchan por la reforma
agraria, contra los transgénicos y por la seguridad alimentaria. Lo
nuevo está presente en la victoriosa reestructuración de la deuda
externa argentina, realizada por Néstor Kirchner. Lo nuevo se
expresa en la elección del Frente Amplio para dirigir al Uruguay, en
la victoria de Hugo Chávez en el referendo venezolano, en la política
de integración latinoamericana, renovada y fortalecida en la reunión
de Lula, Kirchner y Hugo Chávez, en Montevideo, para programar
cumbres de los ministerios sociales, de energía y económicos de sus
gobiernos y de los que quieran ser parte de esas iniciativas.
También forma parte de lo nuevo las propuestas de creación de una
televisión pública de los países del continente, de integración de
las empresas petroleras de América Latina y del Banco de la Semilla,
para proteger nuestro patrimonio natural. Lo nuevo está presente en
los acuerdos estratégicos firmados entre los gobiernos de Brasil,
Venezuela, Cuba, Argentina, Uruguay, entre sí y con China, Irán,
Rusia y España, proyectando una nueva inserción internacional del
continente.
Obstáculos que superar
Pero esa fuerza acumulada por lo nuevo todavía encuentra muchas
dificultades para afirmarse, para constituirse en alternativa a la
crisis hegemónica que vive América Latina. La primera es la
sobrevivencia del eje de las políticas neoliberales en gobiernos tan
decisivos en la región como los de Brasil y Argentina. Las políticas
de ajuste fiscal, de “libre comercio”, de desregulación de los
mercados financieros son parte integrante de lo viejo, del “Consenso
de Washington” y se constituyen en barreras para que se puedan
construir sociedades solidarias y justas. De la misma forma que las
políticas agresivas del gobierno de los EUA –expresadas, entre otras
formas, en el Plan Colombia y en los ataques sistemáticos contra Cuba
y Venezuela- representan la expresión de la “guerra infinita” de Bush
en el continente y deben ser aisladas y derrotadas para que la
América Latina pueda salir de la crisis actual y convertirse en un
continente integrado y soberano.
La solución positiva de la crisis actual, la victoria de lo nuevo
sobre lo viejo depende de la izquierda, de las fuerzas políticas, de
los movimientos sociales y culturales, de la prensa independiente, de
la intelectualidad crítica, de la ciudadanía militante-. Depende de
la formulación de una plataforma de salida del modelo actual y de la
creación de un nuevo patrón de relaciones sociales,
antimercantilista, solidario y justo. Depende de la aglutinación de
las fuerzas sociales, políticas y culturales interesadas en su
realización, de la lucha ideológica constante contra los valores
neoliberales y mercantiles y a favor de un mundo fundado en la
universalización de los derechos y no de la mercantilización.
Depende de la movilización popular y de la capacidad de la ciudadanía
de América Latina para derrotar lo viejo y construir lo nuevo.
https://www.alainet.org/pt/node/116613
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