El Templo del Capital tiene grietas

21/07/2007
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La ignominiosa salida de Paul D. Wolfowitz del Banco Mundial  y su patética negociación de un “certificado de buena conducta” con el directorio - aunque su incorrección fuese pública en toda la prensa mundial- atrae la mirada hacia los problemas actuales del Banco Internacional para la Reconstrucción y el Desarrollo, nombre oficial del Banco Mundial.
 
El banco fue creado para aportar el capital necesario en la reconstrucción de Europa y con el mandato de reducir la pobreza en otras partes con préstamos accesibles. Al final Europa se reconstruyó con el Plan Marshall y en cuanto a los préstamos del Banco Mundial, las condiciones con que vienen ligados incrementan la pobreza y la diferencia de ingresos en el Tercer Mundo. El Banco Mundial tuvo su auge con la deuda externa de los países en desarrollo, pero la paradoja es que a medida que estos le pagan se hunde más en la quiebra.
 
El Déficit
 
El Banco Mundial, que combate el desequilibrio fiscal con disciplina inflexible, tiene un déficit de US$20 Millardos en los proyectos de la Asociación para el Desarrollo Internacional - ADI, que es su brazo financiero para los países en desarrollo. Según el Financial Times, el déficit se debe a que los países del G-8 cancelaron -en 2005-la deuda de los Países Pobres Más Endeudados (40 Millardos). El asunto revela que son los países pobres quienes financian al Banco Mundial y no al revés.
 
Antes de la infamia, Wolfowitz había pedido un mayor aporte a los países ricos, para compensar los “ingresos perdidos” que mantenían el Banco solvente. Esa “pérdida” eran los pagos de los países más endeudados y los de otros – Argentina, Brasil, Indonesia, Corea del Sur, Venezuela - que cancelaron sus deudas y ya no le pagan intereses. Desde sitios lejanos, tanto Focus in the Global South - Bangkok- como el World Development Institute - Londres- coinciden en que por 20 años los países pobres han financiado al Banco Mundial, mientras los países ricos, que aportan sólo ¼ de los fondos, retienen ¾ del voto[1].
 
Pero el déficit no se inicia en 2005 con la decisión del G-8, como dice el Financial Times. En un estudio del período anterior al 2005 de la Universidad de Oxford, Ngaire Woods analiza como los ingresos del Banco Mundial por intereses cayeron de US$ 8,1 Millardos (2001) a 4,4 Millardos (2004) y los ingresos por inversiones de US$ 1.5 Millardos (2001) a 304 Millones (2004).
 
Las causas de la ruina  
 
Como dice Hardev Kaur, en el Yakarta Post[2]: “Han habido cambios dramáticos en la economía global, han surgido nuevos poderes económicos y el país con excedentes [financieros] inmediatamente después de la guerra,  los EE UU, es hoy el mayor deudor del mundo. Los cambios económicos globales  también han visto a países deudores en desarrollo contribuir 75% del ingreso del FMI y los fondos de EE UU sumar sólo un 18% del programa IDA del banco Mundial”.
 

Una gran grieta es la relevancia del Banco como fuente de financiamiento para el desarrollo. Según el New York Times[3], sus propias cifras muestran como la contribución del banco a los países más pobres es sólo el 7% de la ayuda que reciben. El resto viene de otras 230 agencias de ayuda internacional que incluyen a bancos de desarrollo regionales, fondos especiales europeos y préstamos blandos -sin condiciones- de China (US$ 20 Millardos)

 Otra causa de su ruina -irónica en esa institución notoria por exigir austeridad salarial a los estados clientes- es el gasto salarial burocrático. Un estudio del Cato Institute[4] dice que de los 10.000 empleados que tiene el Banco Mundial, 1396 tienen salarios más altos que el Secretario de Estado de los EE UU. El salario típico de un empleado del nivel “G” – la Sra. Riza[5] antes de su ascenso- es de US$ 124.000. El nivel “H” siguiente – la Sra. Riza después del ascenso- es de US$ 170.000. Un 17% de los empleados del banco Mundial vive en ese “arcHi” afortunado nivel. 

La cosa – continúa el Cato Institute- es aún más dulce. Todos esos salarios son libres de impuestos para los extranjeros. Los ciudadanos de EE UU los pagan porque trabajan  en territorio norteamericano, pero el Banco se los reembolsa. Además, son empleos vitalicios, que se pierden sólo por gruesa deshonestidad o incompetencia. Es evidente que el banco aplica en serio – a si mismo- el mandato de combatir la pobreza.

Una evaluación de sus actividades de investigación, comisionada a un panel por el propio Banco Mundial[6], tiene datos reveladores: “El hecho es que a pesar de ser central para la misión del Banco, la investigación cuenta sólo con el 2,5% del presupuesto administrativo. En contraste, y como ejemplo, la fracción para apoyar el personal ejecutivo es más del doble. El futuro de la función de investigación en el Banco depende de desarrollar un mecanismo más estable”.

Los resultados adversos
 

La causa original de las políticas del Banco Mundial y del FMI suele ser olvidada. El Banco Mundial y el FMI rescataron de la quiebra – con dinero de los contribuyentes- a los grandes bancos internacionales que vendieron al Tercer Mundo créditos irresponsables. Créditos para colocar la lluvia de dólares que siguió al alza del petróleo[7] y la “flotación” del Dólar en 1973, cuando EE UU renegó el respaldo en oro comprometido en Bretón Woods.

 

Los dóciles países deudores aceptaron las condiciones del Banco Mundial & FMI para recibir fondos con que pagar los préstamos. Esas recetas de austeridad son para cobrar deudas y no son para el desarrollo. No por nada dice Robert Rubin – Presidente del Comité Ejecutivo del Citigroup y antiguo Secretario del Tesoro – que “El sistema de Bretton Woods es anticuado, pero nos ha servido bien por largo tiempo”[8]

La evaluación del Banco Mundial citada reconoce lo inadecuado de sus recetas cuando dice[9]: “Enormes problemas pueden suceder cuando los resultados de una investigación poco robusta son vendidos como verdades irrefutables en forma de recomendaciones políticas, asistencia técnica o como parte de las condiciones de programas de préstamos”.

 

La sociedad civil, celebridades académicas como Joseph Stiglitz, James Petras, Henry Veltmeyer[10] y muchos otros grupos de estudio también señalan que el Banco Mundial se enfoca sólo al crecimiento económico y es indiferente al desempleo y la pobreza. Para colmo, el crecimiento – cuando ocurre- es en sectores orientados a la exportación o en empresas públicas privatizadas, lo que concentra la ganancia en muy poca gente o encarece los servicios públicos.

 
Conclusión
 

La conclusión sobre las peripecias del Banco Mundial la delegamos al Cato Institute de Washington, una entidad conservadora elocuente: “El banco Mundial es un inválido financiero, sostenido por garantías estatales y rescates disfrazados”. A pesar de ese diagnóstico, en partes de América Latina -Centroamérica en particular- aún se obedece ese dictado que lleva al fracaso socioeconómico. El modelo a seguir son los países que desde situaciones económicas más precarias nos superan en crecimiento y disminución de pobreza: China, Vietnam, India, Malasia. Aquellos comparten un detalle: todos han desacatado cada regla en la receta del Banco Mundial.  

 
Robert B. Zoellick, el substituto de Wofowitz, es servidor de las transnacionales. Fue el Representante para Comercio de EEUU que logró el CAFTA, pero fracasó con ALCA y la Ministerial OMC de Cancún. Su rasgo distintivo es una altanería autoritaria poco favorable a los países en desarrollo. Sus primeros pasos han sido para apoyar las aspiraciones de apertura de mercado de Estados Unidos -a cambio de nada- en la Ronda Doha de la OMC.


[1] Los miembros son 184 países, pero lo controla el Grupo de los Siete (Estados Unidos, el Reino Unido, Japón, Alemania, Francia, Canadá e Italia) cuyos gobiernos son influenciables por las empresas transnacionales.

[2] Hardev Kaur, « World Bank, IMF feel the monetary squeeze », Jakarta Post, March 20, 2007. Trad. Mazzei.

[3] N Y Times, May 23, 2007, 3 Global Financial Institutions’ Roles Questioned

[5] Amiga íntima del Sr. Wolfowitz et causæ scandalum.

[6] An Evaluation of World Bank Research, 1998 – 2005. 24 septiembre, 2006, página 138. Trad. Mazzei.

[7] Se les llamó « Petrodólares » porque era una devaluación para anular el alza nominal del petróleo.

[8] N Y Times, articulo citado.

[9] Idem. Pag. 141. Trad. Mazzei

[10] James Petras y Henry Veltmeyer : El Imperialismo En El Siglo XXI ;Henry Veltmeyer and Anthony O\'Malley, Transcending Neoliberalism; Community-Based Development in Latin America

 

- Umberto Mazzei/ Instituto de Relaciones Económicas Internacionales (IREI)  Ginebra

Ventana Global

http://www.ventanaglobal.info

https://www.alainet.org/pt/node/122325?language=es
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