La Cumbre Iberoamericana se hace más latinoamericana
Entretelones de la Cita Iberoamerica en Chile
16/11/2007
- Opinión
Los presidentes latinoamericanos se parecen a sus pueblos, dijo el presidente argentino Néstor Kirchner al valorar los resultados de la Cumbre Iberoamericana celebrada en Santiago de Chile. Es que por primera vez, las voces de Cuba y Venezuela no resolaron aisladas en la defensa de un modelo alternativo. De todas maneras, los resultados concretos siguen siendo lentos, y hasta pobres si sólo se compara con lo que está logrando la Alternativa Bolivariana para América Latina y El Caribe (ALBA).
La disputa entre los presidentes de Venezuela y España, Hugo Chávez y José Luís Rodríguez Zapatero, y la intervención prepotente del rey Juan Carlos, opacaron la disputa inicial entre los presidentes de Argentina y Uruguay, Néstor Kirchner y Tabaré Vázquez, en la Cumbre Iberoamericana celebrada en la capital chilena. El objetivo de lograr mayor "cohesión social" en el continente, tema de la reunión, apenas se reflejó en la declaración final y los escasos acuerdos concretos alcanzados.
La Cumbre Iberoamericana celebrada en Santiago de Chile, tenía como tema central el impulsar la "cohesión social" en el continente americano, a propuesta de la anfitriona del evento, la presidenta de Chile, Michelle Bachelet.
En un contexto en que las economías latinoamericanas crecerán a más del 5% en 2007, completando seis años de crecimiento sostenido, los nuevos desafíos de la región pasan por cerrar la brecha de la desigualdad.
La cumbre, pese a algunos tímidos pasos, demostró que no hay cohesión social, ni siquiera cohesión política o de objetivos entre los gobernantes, y que las propuestas que se presentan y se concretan en las cumbres –desde su inicio en 1991- son escasas y están muy por debajo, por ejemplo, de las iniciativas presentadas y concretadas en el ALBA.
En concreto, se aprobó un Convenio Iberoamericano de Seguridad Social y la creación de un Fondo dotado con unos 640.000 dólares para su puesta en vigor durante tres años financiado por España, México y Chile. Al mismo tiempo España prometió financiar un Fondo Iberoamericano del Agua Potable con 1.500 millones de dólares, en cumplimiento de uno de los Objetivos del Milenio de la ONU contra la pobreza.
El eje de discusión de la Cumbre chilena fue la cohesión social, entendida esta como la lucha contra la dramática desigualdad en Latinoamérica. El continente, que en los últimos 4 años ha presentado índices de crecimiento económico, todavía mantiene una ancha brecha social que condena a la pobreza a más de 200 millones de personas en la región.
Los mandatarios acordaron un convenio de seguridad social para respetar los años de trabajo de los migrantes en los países firmantes. El acuerdo, en opinión de expertos, mejora las condiciones de los migrantes al permitir que esas personas puedan usar sus ahorros en el sistema de previsión local y jubilen en cualquier país de la región.
Al mismo tiempo, los mandatarios llamaron a los países ricos a "acoger mejor a los inmigrantes, muchos de los cuales abandonan sus países de origen en busca de mejores condiciones y oportunidades de vida".
Al mismo tiempo, a través de los acuerdos del ALBA, en poco más de dos años, los países de la región han recibido en distintos acuerdos, 5.000 millones de dólares.
La ecuación objetivos propuestos y concretados parece volcarse decididamente hacia el ALBA, pero los cambios que desde abajo se desarrollan en el continente, no ha llegado a la cabeza de sus gobernantes, algunos de los cuales han retrocedido en sus planteos políticos iniciales.
La cumbre, según varios observadores, presentó tres bloques internos definidos y un protagonismo español en defensa de sus empresas, muy criticadas por varios mandatarios.
Por un lado los presidentes que mantienen la defensa de las políticas neoliberales, aunque no tan abiertamente como en décadas anteriores, pero que siguen defendiendo las privatizaciones, la inversión extranjera indiscriminada, acuerdos comerciales con Estados Unidos o la Unión Europea, y que sostienen que primero se debe lograr el crecimiento económico para después buscar la "cohesión social".
En este bloque se puede situar a los presidentes de Colombia, Perú, México, El Salvador, entre otros.
Un segundo bloque de países que apuesta a políticas desarrollistas sin romper con el sistema y que proponen ir creciendo al mismo tiempo que se aplican políticas de distribución social. Entre estos se podrían incluir los presidentes de Argentina, Brasil, Chile y Uruguay, por ejemplo.
Finalmente, un tercer bloque de presidentes que apuestan a cambiar las estructuras sociales y económicas, creciendo e invirtiendo socialmente al mismo tiempo. Un grupo por ahora reducido y que encabezan Cuba, Venezuela y Bolivia.
Claro que estos bloques no son compactos ni funcionan como tales.
Una Cumbre más "radical"
Una de las grandes diferencias de la pasada cumbre chilena es que ya no está sola la voz disidente de Fidel Castro de las primeras cumbres iberoamericanas. Aunque el líder cubano no está presente, el discurso cuestionador y revolucionario de Cuba sigue presente y se ha extendido a otros países.
En este sentido, el vicepresidente cubano, Carlos Lage, el presidente venezolano Hugo Chávez, y hasta el moderado Néstor Kirchner han cuestionado las políticas neoliberales impuestas en el continente en décadas pasadas. Además se han escuchado fuerte las voces de los presidentes de Ecuador, Rafael Correa, de Bolivia, Hugo Morales, y de Nicaragua, Daniel Ortega.
El vicepresidente cubano, Carlos Lage, cuestionó la posibilidad de lograr una "cohesión social" dentro del sistema capitalista, y subrayó que la misma sólo puede ser el fruto de un sistema de justicia e igualdad.
Para Lage, la meta que aspira la cumbre de naciones iberoamericanas no se alcanzará nunca como consecuencia de las supuestas bondades del mercado. Por el contrario, expresó que es necesario garantizar a los pueblos equidad en el acceso a derechos fundamentales como la educación y la salud.
Al mencionar el papel de las empresas de comunicación, afirmó que "si la libertad de prensa incluye la libertad de mentir; si lo privado se adueña del patrimonio cultural, no se alcanzará la cohesión social".
El presidente boliviano, Evo Morales, aunque dedicó gran parte de su intervención a la situación interna de su país, dijo que para lograr la cohesión social en el continente, primero debería existir una cohesión presidencial, en alusión a la necesaria unidad entre los mandatarios de la región, pero sobre la base de un modelo ajeno al neoliberalismo, destacó.
En su comparecencia, de casi 10 minutos, Morales afirmó que pese a todos los ataques opositores, su gobierno apuesta por la transformación pacífica y democrática, en la cual el pueblo siempre tendrá la última palabra.
Asimismo destacó avances en la esfera económica como parte de la nacionalización de los hidrocarburos, entre ellos el auge de los ingresos por esa vía de 300 millones a más de dos mil millones de dólares anuales antes que finalice el 2007.
Según Morales, la recuperación de los recursos naturales ha permitido la implementación de medidas sociales, entre ellas el bono escolar Juancito Punto para evitar la deserción en las aulas, y una renta universal y vitalicia de vejez.
Por su parte, el presidente del Ecuador, Rafael Correa afirmó que América Latina es la región más desigual del mundo y consideró que tal situación debe constituirse en punto de partida para abordar el debate sobre la cohesión social.
En ese sentido afirmó que la cohesión entre los pueblos latinoamericanos fue dañada durante la "larga noche neoliberal que sufrió nuestro continente", y calificó el neoliberalismo como un nefasto legado.
A su juicio, al hablar de cohesión social el concepto sólo puede comprenderse a través de la consagración a los intereses de la mayoría. "Una democracia que encauce la transformación social", acotó.
El jefe de Estado nicaragüense, Daniel Ortega, reclamó la necesidad de la unidad de las naciones latinoamericanas. Ese paso -manifestó- será un avance histórico en defensa de las naciones latinoamericanas, frente a las políticas de libre mercado y los afanes expansionistas de Estados Unidos y países europeos.
Señaló que el libre mercado "nos hace pelear entre nosotros mismos, cuando Estados Unidos y otros países desarrollados practican el proteccionismo y subsidian a sus productores, y por eso es necesaria la creación de un mercado justo y de la solidaridad".
Ortega también señaló que para el desarrollo de la cohesión social -eje central de esta Cumbre- es imprescindible el desarrollo en el continente de un modelo económico y social más equitativo y solidario.
Sostuvo, por otra parte, que el planeta se extingue con el calentamiento global ya que los países capitalistas desarrollados no dan los pasos necesarios para reducir la creciente contaminación ambiental por temor a perder sus enormes ganancias financieras.
El medio ambiente se afecta con las políticas desarrollistas y consumistas impuestas por el capitalismo global, el cual emplea los productos agrícolas y alimentos de seres humanos para producir biocombustibles, apuntó.
El presidente argentino, Néstor Kirchner, en lo que será su última cumbre, ya que su esposa Cristina Fernández asumirá el 10 de diciembre, hizo suya las palabras del mandatario ecuatoriano.
Kirchner se refirió a las palabras de Correa como propias de una clara visión de estadista, al compartir la necesidad de que se impulsen verdaderas políticas orientadas a la atención de lo social. Expresó que comparte la idea de que hay que defender la cohesión social, pero consideró que para ello deben aplicarse políticas que garanticen la distribución justa de los ingresos. "Atrevámonos a hablar de la construcción del modelo que necesita la región", dijo.
El Presidente argentino señaló que hoy por hoy los gobernantes de Iberoamérica se parecen a sus pueblos, y eso es muy importante.
Incluso en mensaje final de la anfitriona, la chilena Michelle Bachelet, fue cuestionadora de las políticas liberales.
Bachelet defendió que en América Latina "hay diversidad en la manera de enfrentar muchas cosas" y "tenemos que respetar nuestra diversidad y manifestarla con respeto" y "no hay que dramatizar".
Lo más importante de la cumbre de Santiago para Bachelet es que "por primera vez reconocemos y acordamos impulsar una política de enfoque público" para garantizar acceso universal a los servicios sociales.
Ello es necesario, porque "la experiencia demuestra que el mercado no garantiza el acceso a los servicios sociales de aquellos que no pueden pagarlo". En este contexto, recordó que América Latina cuenta con 205 millones de pobres.
Críticas a empresas españolas
Los mandatarios de Nicaragua, Venezuela y Argentina, coincidieron en cuestionar las acciones de varias empresas españolas que desembarcaron en el continente cuando la ola privatizadora de las décadas de los 80 y 90.
Las empresas españolas con inversiones en petróleo, energía eléctrica, transporte y comunicaciones, y financieras, han obtenido ganancias extraordinarias en estos años, casi sin invertir y presionan a los gobiernos para aumentar sus tarifas.
Una cumbre paralela de empresarios españoles con empresarios locales, emitió una declaración injerencísta al sostener que en el continente se está generando "inseguridad jurídica" y cuestionaron los procesos de transformación en Venezuela, Bolivia y Ecuador.
Temas laterales
La cumbre en la capital chilena fue escenario de encuentros bilaterales entre presidentes y de revelación de visiones enfrentadas entre naciones hermanas que perjudican la ansiada unidad continental.
La primera jornada fue escenario del enfrentamiento entre los presidentes de Argentina, Néstor Kirchner, y de Uruguay, Tabaré Vázquez, por el inicio de las operaciones de la planta de celulosa de la empresa finlandesa Botnia, al margen del río Uruguay que divide a ambos países.
El presidente uruguayo autorizó el inicio de las operaciones de la planta en plena cumbre, lo que fue interpretado por el mandatario argentino como "una puñalada en la espalda" a su pueblo. El jefe del gabinete de ese país, Víctor Fernández, calificó a Uruguay de "país agresor" en una escalada del conflicto. Por su parte Uruguay cerró la frontera en el puente que une a los dos países en Fray Bentos, para evitar enfrentamientos con los ecologistas. El puente lleva bloqueado dos años por piquetes de ambientales argentinos.
Otro de los temas presentes en la cumbre fue el reclamo boliviano de salida al mar. El presidente de Bolivia Evo Morales se reunió con la presidenta chilena Michelle Bachelet, pero no se logró ningún avance.
También se avanzó durante la cumbre en las negociaciones para la liberación de los detenidos de las FARC en Colombia, en la mediación que lleva adelante el presidente venezolano Hugo Chávez.
Chávez se reunió con el presidente colombiano Alvaro Uribe, para acordar aspectos de esa negociación. Uribe respaldó lo actuado por Chávez.
- Ricardo Daré, periodista uruguayo, es analista e investigador. Barómetro Internacional.
La disputa entre los presidentes de Venezuela y España, Hugo Chávez y José Luís Rodríguez Zapatero, y la intervención prepotente del rey Juan Carlos, opacaron la disputa inicial entre los presidentes de Argentina y Uruguay, Néstor Kirchner y Tabaré Vázquez, en la Cumbre Iberoamericana celebrada en la capital chilena. El objetivo de lograr mayor "cohesión social" en el continente, tema de la reunión, apenas se reflejó en la declaración final y los escasos acuerdos concretos alcanzados.
La Cumbre Iberoamericana celebrada en Santiago de Chile, tenía como tema central el impulsar la "cohesión social" en el continente americano, a propuesta de la anfitriona del evento, la presidenta de Chile, Michelle Bachelet.
En un contexto en que las economías latinoamericanas crecerán a más del 5% en 2007, completando seis años de crecimiento sostenido, los nuevos desafíos de la región pasan por cerrar la brecha de la desigualdad.
La cumbre, pese a algunos tímidos pasos, demostró que no hay cohesión social, ni siquiera cohesión política o de objetivos entre los gobernantes, y que las propuestas que se presentan y se concretan en las cumbres –desde su inicio en 1991- son escasas y están muy por debajo, por ejemplo, de las iniciativas presentadas y concretadas en el ALBA.
En concreto, se aprobó un Convenio Iberoamericano de Seguridad Social y la creación de un Fondo dotado con unos 640.000 dólares para su puesta en vigor durante tres años financiado por España, México y Chile. Al mismo tiempo España prometió financiar un Fondo Iberoamericano del Agua Potable con 1.500 millones de dólares, en cumplimiento de uno de los Objetivos del Milenio de la ONU contra la pobreza.
El eje de discusión de la Cumbre chilena fue la cohesión social, entendida esta como la lucha contra la dramática desigualdad en Latinoamérica. El continente, que en los últimos 4 años ha presentado índices de crecimiento económico, todavía mantiene una ancha brecha social que condena a la pobreza a más de 200 millones de personas en la región.
Los mandatarios acordaron un convenio de seguridad social para respetar los años de trabajo de los migrantes en los países firmantes. El acuerdo, en opinión de expertos, mejora las condiciones de los migrantes al permitir que esas personas puedan usar sus ahorros en el sistema de previsión local y jubilen en cualquier país de la región.
Al mismo tiempo, los mandatarios llamaron a los países ricos a "acoger mejor a los inmigrantes, muchos de los cuales abandonan sus países de origen en busca de mejores condiciones y oportunidades de vida".
Al mismo tiempo, a través de los acuerdos del ALBA, en poco más de dos años, los países de la región han recibido en distintos acuerdos, 5.000 millones de dólares.
La ecuación objetivos propuestos y concretados parece volcarse decididamente hacia el ALBA, pero los cambios que desde abajo se desarrollan en el continente, no ha llegado a la cabeza de sus gobernantes, algunos de los cuales han retrocedido en sus planteos políticos iniciales.
La cumbre, según varios observadores, presentó tres bloques internos definidos y un protagonismo español en defensa de sus empresas, muy criticadas por varios mandatarios.
Por un lado los presidentes que mantienen la defensa de las políticas neoliberales, aunque no tan abiertamente como en décadas anteriores, pero que siguen defendiendo las privatizaciones, la inversión extranjera indiscriminada, acuerdos comerciales con Estados Unidos o la Unión Europea, y que sostienen que primero se debe lograr el crecimiento económico para después buscar la "cohesión social".
En este bloque se puede situar a los presidentes de Colombia, Perú, México, El Salvador, entre otros.
Un segundo bloque de países que apuesta a políticas desarrollistas sin romper con el sistema y que proponen ir creciendo al mismo tiempo que se aplican políticas de distribución social. Entre estos se podrían incluir los presidentes de Argentina, Brasil, Chile y Uruguay, por ejemplo.
Finalmente, un tercer bloque de presidentes que apuestan a cambiar las estructuras sociales y económicas, creciendo e invirtiendo socialmente al mismo tiempo. Un grupo por ahora reducido y que encabezan Cuba, Venezuela y Bolivia.
Claro que estos bloques no son compactos ni funcionan como tales.
Una Cumbre más "radical"
Una de las grandes diferencias de la pasada cumbre chilena es que ya no está sola la voz disidente de Fidel Castro de las primeras cumbres iberoamericanas. Aunque el líder cubano no está presente, el discurso cuestionador y revolucionario de Cuba sigue presente y se ha extendido a otros países.
En este sentido, el vicepresidente cubano, Carlos Lage, el presidente venezolano Hugo Chávez, y hasta el moderado Néstor Kirchner han cuestionado las políticas neoliberales impuestas en el continente en décadas pasadas. Además se han escuchado fuerte las voces de los presidentes de Ecuador, Rafael Correa, de Bolivia, Hugo Morales, y de Nicaragua, Daniel Ortega.
El vicepresidente cubano, Carlos Lage, cuestionó la posibilidad de lograr una "cohesión social" dentro del sistema capitalista, y subrayó que la misma sólo puede ser el fruto de un sistema de justicia e igualdad.
Para Lage, la meta que aspira la cumbre de naciones iberoamericanas no se alcanzará nunca como consecuencia de las supuestas bondades del mercado. Por el contrario, expresó que es necesario garantizar a los pueblos equidad en el acceso a derechos fundamentales como la educación y la salud.
Al mencionar el papel de las empresas de comunicación, afirmó que "si la libertad de prensa incluye la libertad de mentir; si lo privado se adueña del patrimonio cultural, no se alcanzará la cohesión social".
El presidente boliviano, Evo Morales, aunque dedicó gran parte de su intervención a la situación interna de su país, dijo que para lograr la cohesión social en el continente, primero debería existir una cohesión presidencial, en alusión a la necesaria unidad entre los mandatarios de la región, pero sobre la base de un modelo ajeno al neoliberalismo, destacó.
En su comparecencia, de casi 10 minutos, Morales afirmó que pese a todos los ataques opositores, su gobierno apuesta por la transformación pacífica y democrática, en la cual el pueblo siempre tendrá la última palabra.
Asimismo destacó avances en la esfera económica como parte de la nacionalización de los hidrocarburos, entre ellos el auge de los ingresos por esa vía de 300 millones a más de dos mil millones de dólares anuales antes que finalice el 2007.
Según Morales, la recuperación de los recursos naturales ha permitido la implementación de medidas sociales, entre ellas el bono escolar Juancito Punto para evitar la deserción en las aulas, y una renta universal y vitalicia de vejez.
Por su parte, el presidente del Ecuador, Rafael Correa afirmó que América Latina es la región más desigual del mundo y consideró que tal situación debe constituirse en punto de partida para abordar el debate sobre la cohesión social.
En ese sentido afirmó que la cohesión entre los pueblos latinoamericanos fue dañada durante la "larga noche neoliberal que sufrió nuestro continente", y calificó el neoliberalismo como un nefasto legado.
A su juicio, al hablar de cohesión social el concepto sólo puede comprenderse a través de la consagración a los intereses de la mayoría. "Una democracia que encauce la transformación social", acotó.
El jefe de Estado nicaragüense, Daniel Ortega, reclamó la necesidad de la unidad de las naciones latinoamericanas. Ese paso -manifestó- será un avance histórico en defensa de las naciones latinoamericanas, frente a las políticas de libre mercado y los afanes expansionistas de Estados Unidos y países europeos.
Señaló que el libre mercado "nos hace pelear entre nosotros mismos, cuando Estados Unidos y otros países desarrollados practican el proteccionismo y subsidian a sus productores, y por eso es necesaria la creación de un mercado justo y de la solidaridad".
Ortega también señaló que para el desarrollo de la cohesión social -eje central de esta Cumbre- es imprescindible el desarrollo en el continente de un modelo económico y social más equitativo y solidario.
Sostuvo, por otra parte, que el planeta se extingue con el calentamiento global ya que los países capitalistas desarrollados no dan los pasos necesarios para reducir la creciente contaminación ambiental por temor a perder sus enormes ganancias financieras.
El medio ambiente se afecta con las políticas desarrollistas y consumistas impuestas por el capitalismo global, el cual emplea los productos agrícolas y alimentos de seres humanos para producir biocombustibles, apuntó.
El presidente argentino, Néstor Kirchner, en lo que será su última cumbre, ya que su esposa Cristina Fernández asumirá el 10 de diciembre, hizo suya las palabras del mandatario ecuatoriano.
Kirchner se refirió a las palabras de Correa como propias de una clara visión de estadista, al compartir la necesidad de que se impulsen verdaderas políticas orientadas a la atención de lo social. Expresó que comparte la idea de que hay que defender la cohesión social, pero consideró que para ello deben aplicarse políticas que garanticen la distribución justa de los ingresos. "Atrevámonos a hablar de la construcción del modelo que necesita la región", dijo.
El Presidente argentino señaló que hoy por hoy los gobernantes de Iberoamérica se parecen a sus pueblos, y eso es muy importante.
Incluso en mensaje final de la anfitriona, la chilena Michelle Bachelet, fue cuestionadora de las políticas liberales.
Bachelet defendió que en América Latina "hay diversidad en la manera de enfrentar muchas cosas" y "tenemos que respetar nuestra diversidad y manifestarla con respeto" y "no hay que dramatizar".
Lo más importante de la cumbre de Santiago para Bachelet es que "por primera vez reconocemos y acordamos impulsar una política de enfoque público" para garantizar acceso universal a los servicios sociales.
Ello es necesario, porque "la experiencia demuestra que el mercado no garantiza el acceso a los servicios sociales de aquellos que no pueden pagarlo". En este contexto, recordó que América Latina cuenta con 205 millones de pobres.
Críticas a empresas españolas
Los mandatarios de Nicaragua, Venezuela y Argentina, coincidieron en cuestionar las acciones de varias empresas españolas que desembarcaron en el continente cuando la ola privatizadora de las décadas de los 80 y 90.
Las empresas españolas con inversiones en petróleo, energía eléctrica, transporte y comunicaciones, y financieras, han obtenido ganancias extraordinarias en estos años, casi sin invertir y presionan a los gobiernos para aumentar sus tarifas.
Una cumbre paralela de empresarios españoles con empresarios locales, emitió una declaración injerencísta al sostener que en el continente se está generando "inseguridad jurídica" y cuestionaron los procesos de transformación en Venezuela, Bolivia y Ecuador.
Temas laterales
La cumbre en la capital chilena fue escenario de encuentros bilaterales entre presidentes y de revelación de visiones enfrentadas entre naciones hermanas que perjudican la ansiada unidad continental.
La primera jornada fue escenario del enfrentamiento entre los presidentes de Argentina, Néstor Kirchner, y de Uruguay, Tabaré Vázquez, por el inicio de las operaciones de la planta de celulosa de la empresa finlandesa Botnia, al margen del río Uruguay que divide a ambos países.
El presidente uruguayo autorizó el inicio de las operaciones de la planta en plena cumbre, lo que fue interpretado por el mandatario argentino como "una puñalada en la espalda" a su pueblo. El jefe del gabinete de ese país, Víctor Fernández, calificó a Uruguay de "país agresor" en una escalada del conflicto. Por su parte Uruguay cerró la frontera en el puente que une a los dos países en Fray Bentos, para evitar enfrentamientos con los ecologistas. El puente lleva bloqueado dos años por piquetes de ambientales argentinos.
Otro de los temas presentes en la cumbre fue el reclamo boliviano de salida al mar. El presidente de Bolivia Evo Morales se reunió con la presidenta chilena Michelle Bachelet, pero no se logró ningún avance.
También se avanzó durante la cumbre en las negociaciones para la liberación de los detenidos de las FARC en Colombia, en la mediación que lleva adelante el presidente venezolano Hugo Chávez.
Chávez se reunió con el presidente colombiano Alvaro Uribe, para acordar aspectos de esa negociación. Uribe respaldó lo actuado por Chávez.
- Ricardo Daré, periodista uruguayo, es analista e investigador. Barómetro Internacional.
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