Cosas que nada tienen que ver ni con el país ni con el Estado

Vázquez calienta los motores para sus últimos dos años

20/02/2008
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Técnico
Perteneciente o relativo a las aplicaciones de las ciencias y las artes.
Persona que posee los conocimientos especiales de una ciencia o arte.
Conjunto de procedimientos y recursos de que se sirve una ciencia o un arte.
Pericia o habilidad para usar de esos procedimientos y recursos.
Habilidad para ejecutar cualquier cosa, o para conseguir.

Del Diccionario de la Real Academia Española

Los “sorpresivos” cambios en el gabinete ministerial han puesto en funcionamiento la imaginación de politólogos y analistas políticos que, más allá de mostrar que el hermetismo con que se maneja el presidente Tabaré Vázquez para tomar sus decisiones, es efectivo, han proporcionado a la opinión pública análisis, muchos de ellos insólitos, que poco tienen que ver con la obvia realidad y menos con el sentido común.

Se habla de ministros “técnicos”, que sustituirán a los actuales, que según esos analistas serían “políticos”, con el fin de que el gobierno enfrentara los dos últimos dos años de gestión sin distorsiones provocadas, según surge de lecturas y comentarios, de la actitud de secretarios de Estado que han hecho en cada cartera una labor “enteramente política”. Si repasamos los nombres de los “técnicos” designados, lo que sí vemos, es que el presidente tuvo un especial cuidado por bajar el nivel generacional de los ministros, sacando del ruedo a los que habían pasado largamente los 70 años, con la excepción de Lepra, que se va para la embajada en Francia, como “premio” a su labor al frente de un Ministerio que tuvo como rasgo preponderante olvidarse de ocuparse de la industria, nada menos, cuando el país está en una etapa de crecimiento y las políticas para ese sector debieron sucederse una tras otra. ¡Parece evidente!

Por otra parte, la obviedad más evidente, es que el mayor tecnicismo que debiera exigírsele a un gabinete ministerial, es una alta dosis de poder político que no sabemos a ciencia cierta si con los nuevos nombres se mantendrá al nivel anterior, porque alguno de los salientes – no todos – tuvieron evidente influencia ante la opinión pública frenteamplista por el peso de sus opiniones que, de alguna manera – y valga la contradicción -, fue la causante principal de su baja popularidad a nivel general en donde sus opiniones merecieron siempre las críticas de la oposición y de los sectores que representan intereses enfrentados a la política redistributiva del gobierno progresista. Por supuesto que hablamos de canciller Reinaldo Gargano, una especie de pato de la boda en todo este asunto.

Claro, sigue en pie el tema generacional y este es atendible, porque abrir el juego es siempre positivo y Vázquez que es “un bicho” político entiende que su gobierno ingresa en años complejos, de definiciones, y como muchos otros pensará que la coalición que sustenta su gobierno puede desangrarse en una lucha intestina, sin cuartel, por imponer el candidato presidencial, tema  sobre el que sigue la danza interminable de nombres. Obviamente que Vázquez buscará que se produzca un claro consenso dentro del Congreso del Frente Amplio y de allí salga una fórmula medianamente potable para la interna y el electorado a nivel general, porque ir a elecciones internas, como posibilita la Constitución de la República, sería un camino desgastante, imprevisible y, para peor, no manejable. “El caballo del comisario” puede salir por consenso, especialmente ahora, cuando la estructura del frente se sigue reduciendo, la Mesa Política deja paso a un secretariado que reduce aún más la incidencia de los sectores díscolos; pero en una elección a padrón abierto el tema adquiere ribetes distintos, muchos menos claros, imprevisibles, en donde los candidatos pueden ser varios y las bases tomar el protagonismo decisivo que ahora ha perdido.

Por todo esto, que algunos politólogos y analistas sostengan a diario que Vázquez ha optado por un gabinete “técnico”, es un análisis que tiene poco fundamento y mucho de términos repetitivos. En primer lugar por el nombre de los nominados, a quienes conocemos a casi todos y, por otra parte, porque la “ciencia y el arte” que se debe manejar en un Gabinete (definición de la Real Academia Española), no tiene nada que ver con matrices y tubos de ensayo, ni con hectáreas de producción, ni rotación de cultivos, ni especies marinas, ni derecho internacional, etc. sino con temas políticos de la más profunda raigambre. Si los nuevos ministros carecen de esa pesada mochila política que algunos de los que salen llevan (o llevaron) a cuestas, el gobierno ingresará en una etapa distinta, de búsqueda mucho más permanente y reiterada de los necesarios sustentos que hagan viables las acciones de unos y otros., pero el camino no será una autopista sin obstáculos, sino un camino plagado de difíciles contingencias que, veremos, como se sortean.

Agazzi se escudaba en un peso pesado, como Mujica. Pero, ahora, su labor parecería que será mucho más dificultosa en lo político.  Habría que analizar cambio por cambio, ministro por ministro, porque en algunos casos se daban apoyos de la opinión pública frenteamplista pero no, implícitamente, de dirigentes del propio conglomerado político del secretario de Estado. ¿Se necesitan ejemplos? 

¿Y que pasará en Defensa Nacional? Azucena Berrutti era el riñón mismo del presidente Vázquez, no iba más allá de lo que aquel le “susurraba”, con el cual, además, “jugaban de taquito”, porque la veterana dirigente socialista sumaba además de personalidad y capacidad de mando una larga experiencia junto a Vázquez, con quién compartió su gestión al frente de la Intendencia de Montevideo.

El subsecretario que asciende a ministro lo hace, un poco, montado en una acción que calificamos de “improvisada” por el Presidente, porque los otros candidatos le fallaron: a saber el senador José Korzeniak le dijo que no, porque esa secretaría de Estado difiere con su vida y además porque el constitucionalista prefiere, aunque deje el Senado por el regreso de Gargano, dedicarse a tareas más académicas. El segundo candidato a Defensa era el doctor Gonzalo Fernández, al qué se le planteó la opción entre esa cartera y la Cancillería. 

Fernández, como en nuestro concepto era obvio razonar, optó por el Ministerio de Relaciones Exteriores, pese a que en ese campo – pese a sus contactos con el otro Fernández por el conflicto de la pastera – no tiene nada de técnico. Sin embargo, a diferencia de Gargano que había logrado experiencia en el tiempo, el abogado que ocupa hasta hoy la secretaría de la Presidencia de la República, no tiene mucho de “técnico”, porque una cosa es el derecho penal y otra, muy distinta, son las relaciones exteriores.  Sin embargo Fernández, se dice, es un “negociador nato” y además integra el círculo áulico de Vázquez, por lo cual la gestión que cumplirá será fiel reflejo del pensamiento del primer mandatario sin entrecruzamientos con el gobierno atendiendo a las bases programáticas de la fuerza política.

Existen otros ministros políticos que perdieron su condición de líderes por lo qué, en definitiva, la sangre nueva en la secretaría de Estado que ocupaban es una buena noticia.

Ya nos referimos a la anodina gestión de Lepra al frente del Ministerio de Industrias, Energía y Minería. El ingeniero Daniel Martínez, sin duda, podría imprimirle a esa cartera una fuerza que hoy no tiene, pero la cuesta a remontar es empinada. Si bien es factible adoptar medidas de apoyo a la industria nos parece mucho más complejo el tema de que el país pegue un salto adelante en materia de energía, uno de los rubros en que – lamentablemente – nos encontramos más retrasados, pero además sin soluciones inmediatas (solo una providencial lluvia nos vendría bien), y lo que es peor, sin previsiones, planes ni inversiones previstas ni a corto, ni a mediano ni a largo plazo.

Un tema, el de la energía, en que parecería “no se sabe que hacer”. Recién tímidamente se están levantando algunos molinos de producción eólica, que en Europa se ven a cada paso (por no decir en zonas de Brasil). UTE no le abre el juego a los privados, ni siquiera establece soluciones probadas en el mundo, como los paneles solares, que aparecen sobre la mayoría de las viviendas en el interior del viejo mundo. ¿Qué se piensa hacer? Parecería que se quiere realizar una inversión millonaria para facilitar la interconexión con Brasil, porque ya con Argentina prácticamente no podemos contar porque allí hay tantos problemas como aquí, con la diferencia que para el año 2010, se pondrá en marcha la central nuclear Atucha III, que servirá para cubrir parte de la demanda insatisfecha, la que hoy se debe achicar con restricciones, lámparas de bajo consumo, etc.

No es menuda la tarea del ingeniero Martínez, que deberá timonear un barco en un mar embravecido por los intereses corporativos, las cerrazones ideológicas y las visiones seudo nacionalista o estatistas, que nada tienen que ver, por supuesto, ni con el país ni con el Estado.

¡Qué todo sea para bien!
           
- Carlos Santiago  es periodista.   
https://www.alainet.org/pt/node/125782?language=en
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