La estructura fiscal del Paraguay y los problemas para aprobar un Código Aduanero del MERCOSUR
- Opinión
Tal como era de esperar el MERCOSUR no pudo acordar un Código Aduanero común antes del 30 de junio de 2008, como estaba resuelto. Las informaciones periodísticas hablaron de diversas cuestiones como un pedido argentino para que se reconozca el derecho soberano de los países miembros a aplicar impuestos a las exportaciones y los comentarios de algunos funcionarios sobre los impedimentos de los representantes paraguayos para concretar avances cuando está próxima la instancia en que Fernando Lugo reemplace a Nicanor Duarte Frutos son correctos. Sin embargo hay algo mucho más de fondo que está ligado a la esencia misma de la estructura fiscal del Paraguay y hasta el propio esquema económico de ese país.
Ahora las expectativas están puestas en que el Código pueda quedar definitivamente cerrado en este nuevo período de seis meses durante el cual la Presidencia Pro Tempore del bloque regional estará a cargo del jefe del estado brasilero, Luiz Inácio Lula da Silva en la medida en que dentro de 45 días Fernando Lugo asumirá la Presidencia del Paraguay poniendo fin a las más de seis décadas de gobiernos colorados en ese país y que ello permitirá cambios de todo orden no sólo hacia su interior sino, también, y de especial interés para el MERCOSUR, en lo que hace a su estrategia internacional y, en particular, con sus vecinos. Pero el tema no será fácil más allá de la voluntad favorable de todas las partes.
Lugo se encontrará, cuando asuma en agosto próximo, con la necesidad de revertir el esquema de una economía basada en la corrupción y una altísima concentración de la riqueza, lo cual no es una cuestión de mero voluntarismo, sobre todo en el marco de consenso que exigen las instituciones democráticas y a la necesidad de convivir con un parlamento en el que no cuenta con mayoría propia, ni aún contando a los aliados que lo acompañaron en el proceso electoral que culminó con su victoria. Ello hizo necesario que ya se hayan buscado acuerdos con los seguidores del general Lino Oviedo y hasta con grupos disidentes de la propia Asociación Nacional Republicana (ANR-Partido Colorado).
¿Y con qué se encontrará Lugo? Además de todas las cuestiones que tienen que ver con profundizar la democratización política en lo que ya caminó Duarte Frutos y de resolver viejas cuentas pendientes de la represión de los tiempos de Alfredo Stroessner o de la indocumentación de los brasileros indocumentados propietarios de tierras en el Paraguay -los brasiguayos-, entre otras, el punto central es conseguir remover el sistema por el cual en lugar de una economía de producción, de cualquier naturaleza, tanto muchísimos privados como el propio estado desarrollaron una práctica que con el correr del tiempo se fue profundizando y que hoy involucra a amplios sectores de la población.
En la actualidad, observando los números de la economía formal del Paraguay se observa que la soja, las remesas y la ganadería constituyen los principales reracionamientos económicos con el mundo. No es casual que su gobierno esté entre los muy duros contra la nueva normativa migratoria europea que puede reducir abruptamente la llegada de las divisas que remiten los migrantes a sus parientes. Pero lo que no registran esos números de la formalidad, son los ingresos por la vía del contrabando que alimentan a miles de familias que operan en las zonas fronterizas, sobre todo con la Argentina y con el Brasil, con el beneplácito oficial y hasta con una suerte de obligada tolerancia por parte de los gobiernos de los países vecinos.
Ese “contrabando hormiga”, multiplicado por miles, se convierte en un gran comercio cuyas redes se extienden por mil kilómetros o más, aunque se centre en las provincias argentinas del noreste y en los estados brasileros del sureste. Y no es ajeno, junto con las remesas de los emigrados, al ingreso de moneda extranjera, como que el guaraní, ha sido, junto con el real brasilero, la moneda regional que más se ha apreciado frente al dólar estadounidense y para lo cual hay que tener en cuenta las diferencias abismales de las economías paraguaya y brasilera en volumen y calidad. Un fenómeno para el cual han sido inútiles los intentos del Banco Central del Paraguay (BCP) para sostener la moneda estadounidense.
Los números hablan por sí solos. Tomando como referencia el ultimo trimestre contabilizado por el BCP, el tercero de 2007, se observa que el Paraguay importó por u$s 4.636 millones y exportó por u$s 2.390 millones, lo que da un déficit en su balanza comercial de u$s 2.246 millones. ¿Cómo es, entonces, ese asunto de la apreciación de la moneda local? En el Paraguay no hay ingresos invisibles para revertir esos números, como lo hacía el viejo imperio comercial del Reino Unido cuando tenía superávits en su balanza de pagos, pese a los déficits comerciales, en función de lo que recaudaba por seguros, fletes, préstamos, royalties y otros. Las remesas y el contrabando dan las explicaciones adecuadas.
Por lo tanto la ruptura del contrabando debe insertarse en una política económica global que permite absorber a los miles de “pasadores” que tienen como actividad normal esa ilegalidad. Es un tema a resolver, pero hay más: la estructura fiscal del Paraguay basada en dos terceras partes en la recaudación aduanera. La aduana recauda para el tesoro nacional más de 20.000 millones de guaraníes, más de u$s 5 millones, diarios. Por lo tanto se trata de una cuestión que tiene dos aspectos esenciales. Por un lado la recaudación en sí misma y por otro lado el ritmo constante con el cual se produce la misma, lo que permite al estado tener donde meter la mano en forma permanente; está disponible todos los días.
En esa estructura tributaria, que se parece a la argentina anterior a 1932 cuando se creó el Impuesto a los Réditos, un año después que Australia y a 2.400 años de que lo inventara en Roma el rey Servio Tulio, no puede prescindir de esos fondos y siendo el Paraguay un país mediterráneo, es obvio que si hay un arancel a cobrarse en la región, a percibir por el país de ingreso, todo el sistema de recaudación estatal se desmoronará y, en consecuencia, el estado en su conjunto. De tal suerte que para el gobierno paraguayo es imprescindible que se le asegure la recompensa de esa pérdida y que ello se haga también en forma cotidiana, tal como ocurre ahora con su aduana.
Todo ello con el agregado de que va a requerir algo más, porque al no importar legalmente no podrá reexportar ilegalmente con lo cual, como ya se señalara, se perderán ingresos y muchos miles se quedarán sin trabajo, cosa que no dejará de tomar en cuenta el mismo Lugo a la hora de firmar el deseable acuerdo sobre el Código Aduanero y de encontrar para su país un futuro mejor que la perpetuación en la ilegalidad y la marginalidad. Así es que no son los reclamos argentinos para tener libertad para aplicar retenciones el centro de las dificultades y tampoco hay garantías de que las cosas se puedan solucionar en este próximo semestre, más allá de que puedan estar, como se dice, acordados el 97% de los temas, si uno de los no acordados es el comentado.
Fernando Del Corro
Enviado especial a San Miguel del Tucumán, Argentina. Miembro de la redacción de MERCOSUR Noticias, historiador y docente de la Facultad de Ciencias Económicas (FCE) de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
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