Situación energética y proceso inflacionario:
Dos temas para caminar
11/07/2008
- Opinión
Según el experto, Roberto López Sánchez, integrante del Departamento de Ciencias Humanas, Facultad Experimental de Ciencias. Universidad del Zulia de Venezuela (1), la crisis que vive el mundo por el aumento concomitante de los precios de las materias primas y en particular el petróleo, al que los uruguayos estamos asistiendo alarmados en los últimos meses, estaría “originado en la profunda especulación que el capital multinacional viene promoviendo en los mercados bursátiles”.
Dado que “la demanda petrolera no ha aumentado ni la producción ha disminuido”, ocurriendo algo similar con los alimentos, “la única respuesta que queda es la ola especulativa en las bolsas de valores de Nueva York y Chicago” .
Esta especulación estaría soportada en los miles de millones de dólares que la Reserva Federal de los Estados Unidos ha puesto a circular para evitar la profundización de la crisis financiera. Los bancos están utilizando este dinero especulando en la bolsa para resarcirse de las pérdidas sufridas por el desplome de la burbuja inmobiliaria. Pero, “se está creando otra burbuja, que en su momento también estallará y profundizará la crisis”.
El petróleo caro también se origina por la caída del dólar en el mercado de valores. Si la caída de dólar continuara, en un tiempo no muy lejano la moneda norteamericana dejaría de ser el valor de referencia para el mercado mundial, y en ese momento estallaría todo el peso de los grandes déficits que arrastra la economía de EEUU. “La evolución de esta caída del dólar puede significar el derrumbe de la economía norteamericana, y los Estados Unidos quedarían en una posición de debilidad que los llevaría a perder su condición de superpotencia mundial “A esto se une la perspectiva del agotamiento del petróleo en pocas décadas, que prácticamente establece un plazo para que “el modo de vida americano” que impera en el mundo busque fuentes alternativas de energía, o sucumba en medio de una disputa anárquica por controlar las fuentes de energía.
Por supuesto que el camino que se está recorriendo en el mundo es el de la búsqueda de nuevas fuentes de energía, todas estas de carácter renovable, abandonándose prácticamente de manera definitiva a los combustibles fósiles, carbón, gas y petróleo, como instrumento básico para este tipo de producción, descolocan bastante a nuestro país.
Las exportaciones uruguayas, que tienen un registro ascendente en valores constantes, mantienen su nivel en volumen. No se exporta más sorgo, ni más trigo, ni más carne que el año pasado, tampoco elementos integrantes de los rubros “no tradicionales”. El mayor volumen real exportado se debe al trabajo de la empresa que fabrica celulosa, Botnia.
Es un tema para tener bien claro para cuando se analiza el desarrollo del país, porque todavía no se han expresado en exportaciones que trasmitan en los cómputos, el verdadero desarrollo agropecuario que se está produciendo a lo largo y ancho del país, que todavía no ha logrado una inserción en los mercados externos suficientemente activa como para que el volumen exportado se multiplique en forma más que significativa.
Sin embargo, eso sí, ha crecido el ingreso de divisas por el precio que se está pagando en los distintos mercados que, según el experto citado, son el reflejo de una especulación bursátil que es el reflejo de la política de la Reserva Federal. O sea, que los países productores de materias primas están viviendo una bonanza con pies de barro, en la que influye también la reducción del precio del dólar que determina – por supuesto – problemas de distinta índole para el dólar en los países en vías de desarrollo y está achicando también de alguna manera ese aumento de los precios paralelo de las materias primas.
El progresivo deterioro de la economía norteamericana – según algunos expertos - tiene su impacto tanto en la economía real, en lo que verdaderamente se produce en EEUU, como en los niveles de vida de sus trabajadores y de la población en general. Los procesos de flexibilización laboral iniciados en el gobierno de Reagan y continuados por todos los gobernantes subsiguientes, han impactado en el debilitamiento general de la capacidad productiva norteamericana, cuyo nivel competitivo se ha degradado en comparación con sus competidores europeos y asiáticos (2).
De allí ha crecido el ya mencionado déficit en la balanza comercial. En este contexto, el negocio financiero ha crecido al mismo ritmo que ha decrecido la capacidad productiva industrial. Es lo que algunos denominan desconexión entre la economía real y la economía virtual. Las medidas para superar la crisis actual se fundamentan en los clásicos preceptos keynesianos de intervención estatal en la economía. El secretario del Tesoro, Henry Paulson, anunció una serie de medidas para reestructurar el sistema y darle más poderes de control a la Reserva Federal.
Si se implementan estas medidas, la Reserva Federal podrá reglamentar a instituciones que antes no podía. Esto no es, ni más ni menos, que regresar a los controles estatales implementados en la época de la Gran Depresión. De hecho, economistas ganadores del Premio Nobel, como Joseph Stiglitz y Edmund Phelps, coinciden en afirmar que esta es la peor crisis económica desde los años treinta (3).
Ello, más allá de mostrar la difícil realidad de mundo, parecería mostrar que la actual “bonanza” que está favoreciendo el precio de las exportaciones de materias primas uruguayas, podría revertirse volviendo los precios – como algunos también le auguran al petróleo – a niveles más acordes con la realidad de los costos internos del país en que tiene un papel fundamental el de la mano de obra, cuyo costo no tiene un paralelismo ni de cerca con lo que se paga por los “commodities” en los mercados externos.
Ello, obviamente, tiene influencia en la distorsión que se está produciendo en las últimas semanas que se verifica, en uno de sus aspectos, con el potente crecimiento de los guarismos inflacionarios que, de mantenerse el proceso exterior sin resolverse la crisis que se sigue incubando, continuará presente en nuestra realidad cotidiana sin que se puedan arbitrar muchas soluciones más allá de algunas puntuales que aplacan el valor en las góndolas de algunos productos de primera necesidad. Por ello comprendemos de alguna manera la actitud reticente o ponderada del gobierno en torno a las mejoras salariales que, de aplicarse sobre la ficticia realidad que está viviendo el país, insertado en un mundo que sufre una sui géneris crisis, cuando esta se revierta podrían convertirse en un evidente factor inflacionario de origen interno, alejando de las posibilidades reales de competitividad a nuestra economía.
Sin embargo, en verdad, también tienen razón los representantes de los trabajadores que quieren salvaguardias, “cláusulas gatillo”, o como se las llame, si el proceso inflacionario sigue en el futuro carcomiendo el poder del compra del salario. Ello sumado a que si se siguen sin resolver los temas sobre las nuevas fuentes de energía, que obviamente, no debieran basarse en combustibles fósiles, lo que es un tema de principal importancia. Claro está, el camino de las pequeñas centrales que producen energía al estilo a las de Punta del Tigre y se instalan rápido, es el más sencillo, pero sumamente peligroso. El costo de producción que tienen es atroz, porque funcionan con derivados del petróleo que, de seguir en el actual proceso ascendente, superará la capacidad contributiva de nuestra gente que ya paga tarifas “gigantescas” por consumos prácticamente mínimos de energía.
No sabemos lo que pasa con las otras formas de producción, los parques eólicos, por ejemplo. ¿Es que los técnicos de UTE siguen con reparos para impulsar este tipo de soluciones y tapizar el país de molinos productores de electricidad, como está ocurriendo en Cuba, o en Brasil, por ejemplo y como se extiende en todo el mundo desarrollado en donde se pueden ver los gigantescos generadores hasta surgiendo del mar?
Una crisis que plantea, sin duda, el inicio de un período de ponderación que, obviamente, no debe paralizar al país, pero si abrir un paréntesis de estudio de una realidad, la que puede cambiar rápidamente, revirtiendo los términos del hoy y en algunos aspectos el “alagüeño intercambio”
¡Veremos que nos depara el futuro! Un futuro que tiene más sombras que luces y que nos exige a todos caminar “con pies de plomo”.
Dado que “la demanda petrolera no ha aumentado ni la producción ha disminuido”, ocurriendo algo similar con los alimentos, “la única respuesta que queda es la ola especulativa en las bolsas de valores de Nueva York y Chicago” .
Esta especulación estaría soportada en los miles de millones de dólares que la Reserva Federal de los Estados Unidos ha puesto a circular para evitar la profundización de la crisis financiera. Los bancos están utilizando este dinero especulando en la bolsa para resarcirse de las pérdidas sufridas por el desplome de la burbuja inmobiliaria. Pero, “se está creando otra burbuja, que en su momento también estallará y profundizará la crisis”.
El petróleo caro también se origina por la caída del dólar en el mercado de valores. Si la caída de dólar continuara, en un tiempo no muy lejano la moneda norteamericana dejaría de ser el valor de referencia para el mercado mundial, y en ese momento estallaría todo el peso de los grandes déficits que arrastra la economía de EEUU. “La evolución de esta caída del dólar puede significar el derrumbe de la economía norteamericana, y los Estados Unidos quedarían en una posición de debilidad que los llevaría a perder su condición de superpotencia mundial “A esto se une la perspectiva del agotamiento del petróleo en pocas décadas, que prácticamente establece un plazo para que “el modo de vida americano” que impera en el mundo busque fuentes alternativas de energía, o sucumba en medio de una disputa anárquica por controlar las fuentes de energía.
Por supuesto que el camino que se está recorriendo en el mundo es el de la búsqueda de nuevas fuentes de energía, todas estas de carácter renovable, abandonándose prácticamente de manera definitiva a los combustibles fósiles, carbón, gas y petróleo, como instrumento básico para este tipo de producción, descolocan bastante a nuestro país.
Las exportaciones uruguayas, que tienen un registro ascendente en valores constantes, mantienen su nivel en volumen. No se exporta más sorgo, ni más trigo, ni más carne que el año pasado, tampoco elementos integrantes de los rubros “no tradicionales”. El mayor volumen real exportado se debe al trabajo de la empresa que fabrica celulosa, Botnia.
Es un tema para tener bien claro para cuando se analiza el desarrollo del país, porque todavía no se han expresado en exportaciones que trasmitan en los cómputos, el verdadero desarrollo agropecuario que se está produciendo a lo largo y ancho del país, que todavía no ha logrado una inserción en los mercados externos suficientemente activa como para que el volumen exportado se multiplique en forma más que significativa.
Sin embargo, eso sí, ha crecido el ingreso de divisas por el precio que se está pagando en los distintos mercados que, según el experto citado, son el reflejo de una especulación bursátil que es el reflejo de la política de la Reserva Federal. O sea, que los países productores de materias primas están viviendo una bonanza con pies de barro, en la que influye también la reducción del precio del dólar que determina – por supuesto – problemas de distinta índole para el dólar en los países en vías de desarrollo y está achicando también de alguna manera ese aumento de los precios paralelo de las materias primas.
El progresivo deterioro de la economía norteamericana – según algunos expertos - tiene su impacto tanto en la economía real, en lo que verdaderamente se produce en EEUU, como en los niveles de vida de sus trabajadores y de la población en general. Los procesos de flexibilización laboral iniciados en el gobierno de Reagan y continuados por todos los gobernantes subsiguientes, han impactado en el debilitamiento general de la capacidad productiva norteamericana, cuyo nivel competitivo se ha degradado en comparación con sus competidores europeos y asiáticos (2).
De allí ha crecido el ya mencionado déficit en la balanza comercial. En este contexto, el negocio financiero ha crecido al mismo ritmo que ha decrecido la capacidad productiva industrial. Es lo que algunos denominan desconexión entre la economía real y la economía virtual. Las medidas para superar la crisis actual se fundamentan en los clásicos preceptos keynesianos de intervención estatal en la economía. El secretario del Tesoro, Henry Paulson, anunció una serie de medidas para reestructurar el sistema y darle más poderes de control a la Reserva Federal.
Si se implementan estas medidas, la Reserva Federal podrá reglamentar a instituciones que antes no podía. Esto no es, ni más ni menos, que regresar a los controles estatales implementados en la época de la Gran Depresión. De hecho, economistas ganadores del Premio Nobel, como Joseph Stiglitz y Edmund Phelps, coinciden en afirmar que esta es la peor crisis económica desde los años treinta (3).
Ello, más allá de mostrar la difícil realidad de mundo, parecería mostrar que la actual “bonanza” que está favoreciendo el precio de las exportaciones de materias primas uruguayas, podría revertirse volviendo los precios – como algunos también le auguran al petróleo – a niveles más acordes con la realidad de los costos internos del país en que tiene un papel fundamental el de la mano de obra, cuyo costo no tiene un paralelismo ni de cerca con lo que se paga por los “commodities” en los mercados externos.
Ello, obviamente, tiene influencia en la distorsión que se está produciendo en las últimas semanas que se verifica, en uno de sus aspectos, con el potente crecimiento de los guarismos inflacionarios que, de mantenerse el proceso exterior sin resolverse la crisis que se sigue incubando, continuará presente en nuestra realidad cotidiana sin que se puedan arbitrar muchas soluciones más allá de algunas puntuales que aplacan el valor en las góndolas de algunos productos de primera necesidad. Por ello comprendemos de alguna manera la actitud reticente o ponderada del gobierno en torno a las mejoras salariales que, de aplicarse sobre la ficticia realidad que está viviendo el país, insertado en un mundo que sufre una sui géneris crisis, cuando esta se revierta podrían convertirse en un evidente factor inflacionario de origen interno, alejando de las posibilidades reales de competitividad a nuestra economía.
Sin embargo, en verdad, también tienen razón los representantes de los trabajadores que quieren salvaguardias, “cláusulas gatillo”, o como se las llame, si el proceso inflacionario sigue en el futuro carcomiendo el poder del compra del salario. Ello sumado a que si se siguen sin resolver los temas sobre las nuevas fuentes de energía, que obviamente, no debieran basarse en combustibles fósiles, lo que es un tema de principal importancia. Claro está, el camino de las pequeñas centrales que producen energía al estilo a las de Punta del Tigre y se instalan rápido, es el más sencillo, pero sumamente peligroso. El costo de producción que tienen es atroz, porque funcionan con derivados del petróleo que, de seguir en el actual proceso ascendente, superará la capacidad contributiva de nuestra gente que ya paga tarifas “gigantescas” por consumos prácticamente mínimos de energía.
No sabemos lo que pasa con las otras formas de producción, los parques eólicos, por ejemplo. ¿Es que los técnicos de UTE siguen con reparos para impulsar este tipo de soluciones y tapizar el país de molinos productores de electricidad, como está ocurriendo en Cuba, o en Brasil, por ejemplo y como se extiende en todo el mundo desarrollado en donde se pueden ver los gigantescos generadores hasta surgiendo del mar?
Una crisis que plantea, sin duda, el inicio de un período de ponderación que, obviamente, no debe paralizar al país, pero si abrir un paréntesis de estudio de una realidad, la que puede cambiar rápidamente, revirtiendo los términos del hoy y en algunos aspectos el “alagüeño intercambio”
¡Veremos que nos depara el futuro! Un futuro que tiene más sombras que luces y que nos exige a todos caminar “con pies de plomo”.
Notas
1) Publicada en boletín de ARGENPRESS
https://www.alainet.org/pt/node/128649?language=en
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