La Liberación Humana
- Opinión
Nadie puede discutir que hoy vivimos con más dignidad que hace unos siglos. O que Cada generación es mejor que la otra, los padres quieren que a sus hijos les toque un mundo mejor al que ellos vivieron, en todo caso un mundo menos duro. Pero esta generalidad social, entra en cuestión cuando se le antepone otra verdad, en tanto que sino somos animales políticos, al menos sí animales sociales.
Esta premisa nos entra en una heredad a todos los seres humanos, sin exclusión alguna, de todos los avances y progresos tecnológicos arrojados por esta ingeniosa especie. Pero el problema ha residido en el Poder piramidal que ha hecho que el sistema económico, premie a unos muy pocos que viven y mueren en la abundancia, y otros muchos, los hambrientos que solo conocen la escasez.
No estamos satanizando la sociedad industrial que ha producido el robot, el cual realiza mejor las tareas que las que el obrero hace, que hacía. Pues «el obrero siempre representa un «motor» de débil potencia, que se fatiga rápido» (Dagognet: 1995). Más que una pérdida, vemos una liberación del trabajo rutinario, que se gana para un mayor goce y dedicación a la creación que conforta el espíritu.
Pero si esta es una perspectiva tecnológica, no va en la misma dirección los Estados que median los mercados con sus mercancías incesantes, desheredando a los trabajadores de su parte para llevar una vida digna, sin aprietos. Por el contrario, los desarrollos industriales, y su consecuencia, la liberación del obrero del trabajo, no lo presentan como una ganancia de la humanidad, sino como una desgracia para los desposeídos, que tienen la mala suerte de no haber empleo.
Esta engañifa es aprovechada para que los opulentos, se sirvan de la desgracia, achiquitan los salarios y pervierten las formas de contratación ganadas en sangrientas luchas populares. Hoy pululan los salarios de hambre, los contratos inestables, la desilusión de muchos jóvenes de para vivir, cada vez se es muy viejo a los 25 años para emplearse, y muy joven de 65 para jubilarse. ¡Qué absurdo! Cuando nuestra expectativa de vida no alcanza los 68 años.
Y la mano que dan estos Estados desvergonzados, es meternos en el negocio de la guerra como una tabla de salvación para el empleo. Está de moda ser guardabosque, ligarnos a la red de cooperantes (Delatores del bando opuesto), los campesinos no son reorientados en la producción, sino atracados por terratenientes que los sacan a plomo de las tierras que les pertenece; están también los subcontratados por cooperativas, que pellizcan buenas ganancias de la paga de los contratados. ¡Qué poca responsabilidad ética de esta dirigencia!
No queremos movernos en la melancolía de la máquina que desplaza al obrero, más bien celebramos esta liberación de la humanidad. Sí reprochamos, los que se usurpan este beneficio de la humanidad, y propendemos quizá por un sistema que piense en una distribución justa y necesaria, en algo así como la Renta Básica, probado en otros terruños del planeta. Una especie, si se quiere, de una nueva religión del reparto y de la fraternidad. Hagamos votos para liberarnos de los usurpadores.
- Mauricio Castaño H es Historiador
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