Nuestra América”, una idea martiana que consuma el proyecto de Bolívar
- Análisis
“No es una ilusión la utopía,
sino el creer que los ideales se realizan sin esfuerzo y sin sacrificio.
Hay que trabajar.
Nuestro ideal no será la obra de uno, dos o tres hombres de genio,
sino de la cooperación sostenida, llena de fe de muchos,
de innumerables hombres modestos”
Pedro Henríquez Ureña
“A los idealistas se nos usa,
pero nunca se confía del todo en nosotros”
Draco en “El Muro de Adriano” William Dietrich
Nuestra América y la 2da. Independencia son dos categorías que envuelven una noción de futuro necesaria para enfrentar los grandes retos que los pueblos de nuestro continente se proponen para el Siglo XXI. Me voy a permitir, intentar exponer un debate sobre estos dos conceptos, para que nos ayude después a formular algunas conclusiones al respecto. La idea de Nuestra América esbozada por José Martí en un artículo con ese nombre publicado
Mucho antes, diferentes pensadores habían planteado propuestas referentes a tal idea en esta parte del planeta. Pero, hablar de identidades encara un debate conflictivo y no resuelto en el mundo del siglo XXI, sobre todo cuando pretendemos construir una de carácter supranacional como sería la “nuestramericana”.
En un texto escrito en el año 2003[2] en el marco de una discusión referido a la construcción de instancias supranacionales señalé que “En el proceso de creación de estructuras supranacionales de integración se debe avanzar hacia un mecanismo jurídico en el cual se acoplen las instancias nacionales con las internacionales. Estas se configurarán necesariamente sobre el marco político-jurídico del Estado-nación, sobre la base de que ésta es la única instancia capaz de resolver los problemas de los ciudadanos, toda vez que si bien es cierto que los procesos se globalizan, las gestiones se localizan y la lealtad política de los ciudadanos debe recorrer un camino para ser transferido del Estado-nación a instancias supranacionales[3]. Siendo el Estado-nación una unidad en el interior de la cual todos los individuos son ciudadanos, se puede afirmar que en el caso de América Latina “la nación aún no se completó”[4]. Al respecto, Ortiz expone que “Debemos considerar que si es el nacionalismo el que crea la nación y no a la inversa, la identidad nacional antecede a la consolidación de la nación y por tanto la construcción nacional es anterior al proyecto nacional[5].
Si aceptamos que no hemos resuelto estas definiciones aún en nuestros tiempos, ni siquiera referidas a la nacionalidad, imaginemos lo complejo que esto significa cuando esbozamos la idea de una identidad supranacional como las que nos convoca hoy, y por tanto de un proyecto de unidad supranacional después de más de 500 años de desplazamiento, marginación y exterminio de los pueblos originarios en ésta, su Abya Yala, de 300 años de colonialismo, de 200 años de explotación neocolonial y finalmente de más de 100 años de dominio imperialista por una potencia que –a su vez- se asienta en nuestro propio continente.
Los intereses presentes en cada momento de nuestra historia hacían surgir procesos identitarios que siempre fueron exógenos a los de nuestros pueblos. Así, a la idea de Hispanoamérica, que incorporaba a los territorios colonizados por España, se adosó la un poco más amplia de Iberoamérica que juntaba en una sola a aquellas naciones colonizadas por los imperios establecidos en la península ibérica, España y Portugal, con lo que se agregaba a Brasil en ese todo de naciones.
En ese contexto de comienzos del siglo XIX es que Bolívar esboza una idea distinta de lo que debía ser nuestra identidad. En diferentes documentos propone un nuevo concepto de unión para nuestros países. Pensaba que la victoria de Ayacucho y la derrota definitiva de España creaban condiciones óptimas para comenzar a construir la soñada unidad. En la convocatoria al Congreso de Panamá de 7 de diciembre de 1824, dos días antes de Ayacucho y apenas un año después de la enunciación de
El Libertador inició su transitar en el pensamiento de unión bajo la influencia de Francisco de Miranda, Juan Picornell, Manuel Gual y José María España. Como señala Vitale,[7] los expresó por primera vez por escrito en el Morning Chronicle, el 15 de septiembre de
Posteriormente, y en momentos en que España había recuperado el control sobre Venezuela, al hacer un análisis de las causas de la caída de
En
Mucho antes de consolidar
La idea de Bolívar era crear una confederación de repúblicas americanas “antes españolas” y no una sola nación como erróneamente se cree. Aunque en
Mucho antes de la convocatoria al Congreso, Bolívar daba pasos para la unidad de las repúblicas que se habían liberado e iniciaban su camino independiente. En octubre de 1821, pocos meses después de Carabobo, definitiva derrota realista en Venezuela Bolívar despachó misiones diplomáticas hacia Perú, Chile, las Provincias Unidas del Río de
Entonces, si aceptamos lo que se dijo anteriormente en el sentido de que “…, la identidad nacional antecede a la consolidación de la nación y por tanto la construcción nacional es anterior al proyecto nacional”[19] y lo extrapolamos a la idea bolivariana de la construcción de una confederación de repúblicas, podríamos afirmar entonces que la identidad supra-republicana de una América que es
La solución de este debate es la que expone Martí al escribir su extraordinario artículo “Nuestra América” publicado primero en
Cabe mencionar que esta Primera Conferencia de Estados Americanos inició sus deliberaciones en Washington el día 2 de octubre se 1889 y sesionó hasta el 19 de abril de 1990. Asistieron 17 países incluyendo el anfitrión y con ella se venía a concretar en una organización la antigua ambición de control y hegemonía continental expuesta en
Esta organización es el antecedente de ese bodrio creado casi 50 años después, llamado Organización de Estados Americanos (OEA) con el que se apuntaló el ideal monroista y el carácter de colonia de nuestros países respecto de Estados Unidos. Como señalé en un artículo escrito hace un par de años y recientemente publicado, no hay “nada más antibolivariano que la OEA”[21]
Todo esto resalta la valentía del apóstol, su denuncia en las ”entrañas del monstruo” como el mismo lo llamó. Vale la pena -aunque largo- leer un párrafo hermoso, pletórico de un sentimiento de hidalguía pura, de ese sentimiento nuestramericano que brotaba de su alma y de su corazón en las palabras que Martí le señalaba a los delegados “… ¿Cómo podremos pagar a nuestros huéspedes ilustres esta hora de consuelo? ¿A qué hemos de esconder, con la falsía de la ceremonia, lo que se nos está viendo en los rostros? Pongan otros florones y cascabeles y franjas de oro a sus retóricas; nosotros tenemos esta noche la elocuencia de
Martí, cual catarata hace descender su hermoso alegato, realza a los Libertadores y diseña su pensamiento identitario, en el que incorpora a indios, a negros, a los pobres de uno y otro rincón del continente, sin los que aquellos no hubieran podido logra su hazaña “…libres se declaran los pueblos todos de América a la vez. Surge Bolívar, con su cohorte de astros. Los volcanes, sacudiendo los flancos con estruendo, lo aclaman y publican. A caballo,
Vuelve a esa idea cuando en un discurso pronunciado en la velada de
El apóstol cierra esa magnifica pieza de oratoria y de pensamiento patrio con una arenga a quienes lo escuchaban, “Por eso vinimos aquí, orgullosos de nuestra América para servirla y honrarla. No vinimos, no, como siervos futuros ni como aldeanos deslumbrados, sino con la determinación y la capacidad de contribuir a que se la estime por sus méritos, y se la respete por sus sacrificios; porque las mismas guerras que de pura ignorancia le echan en cara los que no la conocen, son el timbre de honor de nuestros pueblos, que no han vacilado en acelerar con el abono de su sangre el camino del progreso y pueden ostentar en la frente sus guerras como una corona. En vano, faltos del roce y estímulo diario de nuestras luchas y de nuestras pasiones, que nos llegan de mucha distancia. Del suelo donde no crecen nuestros hijos, nos convida este país con su magnificencia, y la vida con sus tentaciones, y con sus cobardías el corazón, a la tibieza y al olvido. Donde no se olvida, y donde no hay muerte, llevamos a nuestra América, como luz y como hostia; y ni el interés corruptor, ni ciertas modas nuevas de fanatismo, podrán arrancárnosla de allí. Enseñemos el alma como es a estos mensajeros ilustres que han venido de nuestros pueblos, para que vean que la tenemos honrada y leal, y que la admiración justa y el estudio útil y sincero de lo ajeno, el estudio sin cristales de présbita ni de miope, no nos debilita el amor ardiente, salvador y santo de lo propio; ni por el bien de nuestra persona, si en la conciencia sin paz hay bien, hemos de ser traidores a lo que nos mandan hacer la naturaleza y la humanidad. Y así, cuando cada uno de ellos vuelva a las playas que acaso nunca volvamos a ver, podrá decir, contento de nuestro decoro, a la que es nuestra dueña, nuestra esperanza y nuestra guía: "¡Madre América, allí encontramos hermanos! ¡Madre América, allí tienes hijos!"[26].
Alerta a los delegados acerca del gigante del norte porque puede afectar “…con sus tentaciones, y con sus cobardías el corazón…”, y llevarlo a “…la tibieza y al olvido”. Enseña a amar a esta América Nuestra, a
En “Nuestra América”, Martí reafirma las ideas expresadas dos años antes Esta vez no es el verbo encendido ante los delegados a
Esta definición, es el aporte teórico más revolucionario de la historia de nuestro continente en materia identitaria, al hablar “de las naciones románticas del continente” Martí incluía a los pueblos originarios, aquellos que ya había puesto como principales protagonistas de su obra – en particular en “Madre América” y rescata con ellos nuestra maravillosa argamasa surgida también de negros y blancos. El concepto martiano de Nuestra América nos aporta elementos que dan una idea totalizante para construir el espacio de integración y unidad que necesitamos de cara al futuro. Ningún país por si solo podrá vivir el mundo del mañana, ni siquiera Brasil o México con sus territorios gigantescos, su población numerosa, sus importantes recursos naturales y su gran desarrollo tecnológico. La globalización capitalista –además- nos enfrenta a importantes retos si queremos conquistar la segunda independencia.
Hablar de ella nos remonta obligatoriamente a la primera. Se ha debatido hasta el cansancio sobre el carácter de la misma. Inglaterra fue la gran ganadora al finalizar esta gesta, a cambio del apoyo que dio a nuestras luchas en la etapa final de la misma, obtuvo de las oligarquías que se hicieron del poder, importantes concesiones que devinieron en la imposición de un modelo neocolonial caracterizado ya no por la sujeción política a la metrópoli, sino por el control económico que ejerce la misma
El extraordinario historiador cubano Sergio Guerra Vilaboy[27], se ha preguntado si
En esta lógica, y si nos atenemos a que el sistema imperante era feudal y terrateniente, las guerras de independencia se propusieron eliminar la gran propiedad feudal y las “formas precapitalistas de producción”[28]. Los padres de la patria lucharon por una amplia redistribución agraria y la liquidación del régimen de esclavitud y servidumbre, que alterara la correlación de fuerzas de clase, que cambiara la ideología dominante y la superestructura de la colonia. En este sentido se le puede caracterizar como un gran movimiento social de “envergadura histórica”[29]
Vista así,
Las aristocracias criollas que usurparon la victoria y le dieron un giro conservador a
Plantearse la segunda independencia habla de culminar aquello que se inició hace casi 200 años, estableciendo una sociedad más justa en la que haya una redistribución equitativa del ingreso, un sistema de impartición de justicia igual para todos y un modelo económico que garantice todos los derechos para todos los ciudadanos.
La única manera de lograrlo es estableciendo el socialismo como régimen económico y político que impere en la organización social. En ese camino y en la larga transición que nos llevará a ese punto del desarrollo de la sociedad debemos avanzar hacia la unidad de Nuestra América para que los recursos con que contamos sean un instrumento válido que nos permita superar las asimetrías establecidas en la construcción nacional que nos deparó la primera independencia.
La lucha por una identidad nuestramericana que nos lleve a cimentar un espacio de integración y unidad no es tarea fácil, pero ya empezó con diferentes ritmos y formas de expresión. En nuestro continente es interesante estudiar las manifestaciones que ello tiene en aquellas regiones fronterizas en la que los pueblos interactúan por encima de decisiones superestructurales o acuerdos de Estado[31]. Allí podemos observar la construcción de una identidad que supera las líneas fronterizas impuestas por las potenciales coloniales, decididas a mucha distancia de nuestro territorio y por personas que nunca estuvieron en él.
Intentando debatir sobre este tema, en un artículo de un libro que tuve el orgullo de coordinar y que se publicó en España en el año 2000, exponía que el concepto de identidad ha tenido múltiples interpretaciones a través de la historia. Para unos, expresa igualdad, también se entiende como uniformidad consigo mismo o con otros, y otra acepción la entiende como desaparición de diferencias. Si partimos de Hegel que mostraba que todo está en permanente movimiento y cambio, podemos concluir que referirse a la identidad es referirse a algo relativo y temporal. Esto nos permite afirmar que al hablar de Nuestra América no se pretende borrar las enormes diferencias entre nuestros pueblos y sus identidades, sino encontrar “un denominador común reconocido a través de la conciencia colectiva y que puede varias según el devenir histórico”[32]
Se ha dicho también que el camino a una identidad supranacional conduce a la pérdida de soberanía, tampoco debemos obviar que ha habido -a través de la historia- intereses imperiales encaminados a debilitar la identidad nacional y con ella debilitar a los estados nacionales. Pero, en este caso, se trata de una situación en que la pérdida de la identidad nacional y por tanto de soberanía, conduce a la construcción de una supra-identidad y una supra-soberanía, la nuestramericana.
Todo este análisis nos lleva a afirmar sin temor a equivocarnos que la idea de José Martí nos crea condiciones para construir esa supra-identidad que necesitamos y con ello avanzar hacia la supra soberanía que precisamos para actuar en tiempos de globalización y tener relevancia en el mundo del futuro. Sólo así, haremos realidad el proyecto de Bolívar y el sueño de nuestros padres de la patria, así reivindicaremos para siempre la sangre y el sacrificio de todos aquellos que en estos cinco siglos han entregado sus vidas para fundar ésta, Nuestra América.
Ponencia en
Santiago de Chile
Junio de 2009
Fuente: Barómetro Internacional, Análisis Político y Social Nacional e Internacional de Venezuela y el Resto del Mundo. www.barometrointernacional.org
[1] Martí, José “Nuestra América”. en Obras Completas. Editorial de Ciencias Sociales.
[2] Rodríguez, Sergio “Puerto Rico, un caso de colonialismo en un mundo global” Benemérita
Universidad de Puebla, México, 2003.
[3] Mateo, Carlos “Procesos internacionales y sociedad internacional”, en Integración solidaria América Latina en la era de la globalización, Universidad Simón Bolívar. Instituto de Altos Estudios de América Latina, Caracas, 1996.
[4] ortiz, Renato “Notas sobre la mundialización y la cuestión nacional”, en Nueva Sociedad, nº 149, Caracas, mayo-junio de 1997: 88-99.
[5] Ibid
[6] Francia poseía en el continente de comienzos del siglo XIX -además de Canadá-, a
[7] Vitale, Luis, “La contribución de Bolívar a
[8] Bolívar Simón, “Discurso pronunciado en
[9] Bolívar, Simón “Memoria dirigida a los ciudadanos de
[10] Bolívar, Simón “A
[11] Bolívar, Simón, “Contestación de un americano meridional a un caballero de esta isla”. 6 de septiembre de 1815 IbId. Vol. I
[12] Bolívar Simón “Carta al Excelentísimo Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de
[13] Vitale, Luis, Op. Cit
[14] Bolívar, Simón, Obras Completas T.1 Editorial Lex.
[15] Silva Otero, Arístides “La diplomacia hispanoamericanista de
[16] Bolívar Simón “Carta al Excelentísimo Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de
[17] Bolívar, Simón, “A los gobiernos de las Repúblicas de Colombia, Méjico, Río de
[19] Ortiz, Renato. Op.Cit.
[20] Martí, José. “Madre América” Discurso pronunciado en
[21] Rodríguez Gelfenstein, Sergio, “Salirnos de
[22] Martí, José, Op.Cit
[23] Ibid.
[24] Ibid
[25] Martí, José. Discurso pronunciado en la velada de
[26] Ibid
[27] Guerra Vilaboy, Sergio El dilema de
[28] Ibid.
[29] Ibid
[30] Kossok, Manfred,
[31] Al respecto ver Rodríguez G. Sergio “Relaciones internacionales, Estado nacional e identidades en el siglo que comienza” en Rodríguez G., Sergio (coord.) La posibilidad de seguir soñando. Las ciencias sociales de Iberoamérica en el umbral del siglo XXI. Colección “Las dos orillas” Número 1. Literastur, Gijón, Asturias, España. 2000
[32] Medina Núñez, Ignacio. “La identidad latinoamericana en el debate cultural” en Ko´eyú latinoamericano N° 81. Caracas 1999
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