Anillo óptico suramericano
21/03/2012
- Opinión
Pequeños cambios que muestran nuevos rumbos
El 9 de marzo los ministros de Comunicaciones de los doce países que integran la Unasur (Unión de Naciones Suramericanas) tomaron la decisión de construir un anillo de fibra óptica para permitir la interconexión directa de los países de la región sin depender de los Estados Unidos. En 18 meses se podrá finalizar la conexión de las redes en los países y se avanzará en el tendido de cables oceánicos entre América del Sur, Europa, Estados Unidos y África.
La iniciativa partió del gobierno de Brasil que llevó la propuesta al Consejo Suramericano de Infraestructura y Planeamiento (Cosiplan), que es uno de los ocho consejos sectoriales de carácter ministerial de la Unasur para la discusión política y estratégica de programas y proyectos para la integración de la infraestructura regional que comenzó a funcionar en 2010. En su primera reunión elaboró un Plan de Acción que busca “sustituir la lógica de los ejes de exportación por la de los ejes de desarrollo regional”, según Joâo Mendes Pereira, coordinador de asuntos económicos de América Latina de la cancillería de Brasil.
Con el anillo de fibra óptica comienza a desatarse uno de los múltiples nudos que amarran a la región a las potencias del Norte y de forma muy particular a los Estados Unidos. No se trata de una gran obra ni de un paso radical, pero la decisión de Unasur muestra dos hechos: el primero es cómo las relaciones con las potencias centrales debilitan y fragmentan a las regiones periféricas, y el segundo es la existencia de voluntad política para dar pasos concretos para construir autonomía.
Conexión Sur-Sur
Las comunicaciones de Internet en Suramérica tienen un recorrido exótico e irracional. Un mail enviado entre dos ciudades limítrofes de Brasil y Perú, por ejemplo entre Rio Branco, capital de Acre, y Puerto Maldonado, va hasta Brasilia, sale por Fortaleza en cable submarino, ingresa a Estados Unidos por Miami, llega a California para descender por el Pacífico hasta Lima y seguir viaje hasta Puerto Maldonado. Un recorrido de 8.000 kilómetros para cubrir una distancia de sólo 300 kilómetros. Sobre esta base es imposible hablar de soberanía y de integración.
Pero también hay una dependencia de los países europeos. Para conectar algunos sitios entre Brasil o Argentina y Ecuador o Colombia, la conexión debe cruzar el Atlántico hasta Europa y retornar al continente. Un país como Brasil, que este año se convertirá en la quinta economía del mundo y es ya una potencia global emergente, vive una situación de dependencia en las comunicaciones: el 46% de su tráfico internacional de Internet viene de fuera del país, y de esa cantidad el 90% hace una “parada” (pit stop) en Estados Unidos.
En cuanto a la región en su conjunto, el 80% del tráfico internacional de datos de América Latina pasa por Estados Unidos, el doble que Asia y cuatro veces el porcentaje de Europa. Esa exagerada dependencia hace que las comunicaciones sean más caras. El ministro de Industria y Energía de Uruguay, Roberto Kreimerman, dijo luego de la reunión de Asunción que entre el 30 y el 50% de los costos de interconexión responden al pago a empresas que ofrecen servicios de conexión con los países desarrollados.
El primer paso acordado es hacer un relevamiento y mapeo de todas las redes existentes en cada uno de los países. A partir de ahí se establecieron tres etapas: la conexión de los puntos físicos ubicados en las fronteras, algunas de las cuales serán conectadas ya este año, como Argentina, Paraguay, Venezuela Bolivia y Uruguay. En la segunda las empresas estatales de comunicaciones, como Telebras de Brasil y Arsat de Argentina, y las privadas, realizarán el tendido de la columna vertebral de sus redes y en la tercera llevarán el tendido hasta las fronteras de sus vecinos.
En las fronteras se crearán los Puntos de Intercambio de Tráfico de los que podrán colgarse las empresas. El anillo de fibra óptica tendrá una extensión de 10 mil kilómetros y será gestionado por las empresas estatales de cada país para que las comunicaciones sean más seguras y baratas. Paulo Bernardo, ministro de Comunicaciones de Brasil, dependencia que elaboró el proyecto, el anillo “disminuye la vulnerabilidad que tenemos en caso de atentados así como en cuanto al secreto de los datos oficiales y militares”.
La conexión directa va a aumentar la velocidad de conexión entre los países suramericanos entre un 20 y un 30% y sus costos serán menores. Las inversiones en esta etapa serán muy bajas, en torno a los cien millones de dólares, lo que hace inexplicable que no se haya hecho antes.
Autonomía y soberanía
El proyecto se completa con la instalación de varios cables submarinos. Uno de ellos entre Brasil (el país más interesado en el tema) y Estados Unidos, ingresando por Miami, Jacksonville o Virginia y pasando por el Caribe, lo que permite la conexión con Colombia y Venezuela. Otro unirá el continente directamente con Europa pasando por Cabo Verde e ingresando preferentemente por Amsterdam. Y un tercero unirá Fortaleza (norte de Brasil) con Angola (África) con una derivación hacia Argentina y Uruguay.
Esta parte del proyecto va a ser realizada por Eletrobrás, la estatal brasileña encargada del Plan Nacional de Banda Ancha, una iniciativa del gobierno federal para masificar el acceso a toda la población antes de la Copa del Mundo de fútbol de 2014. El objetivo es crear 40 millones de accesos de banda ancha fija y 60 millones de banda ancha móvil.
Hasta ahora Brasil tiene cuatro salidas de cables submarinos en Fortaleza, Salvador, Rio de Janeiro y Santos que conectan América del Sur con Estados Unidos. Todos son operados por empresas privadas, con lo que el país pierde parte de su soberanía en un aspecto estratégico. Los demás países de la región tienen acceso a esos cables pero algunos no cuentan con redes de fibra óptica conectadas entre sí o las que tienen están saturadas. Eso explica que el “link” internacional represente el 45% del costo de banda ancha.
En paralelo, Brasil está negociando con las Naciones Unidas la democratización de la gestión de Internet, que actualmente está en manos de empresas de los Estados Unidos que tienen el control de los números IP (Internet Protocol), las direcciones de la red y los nombres de los dominios. El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Tovar da Silva Nunes, explicó que “la gestión de los flujos de información está muy concentrada” porque “el dominio de Internet está bajo la tutela del gobierno norteamericano”. Por lo que “no sea seguro, ni justo ni deseable”.
Por esa razón, Brasil y otros países emergentes, pero también algunos europeos, defienden para la conferencia Rio+20 la creación de una convención global de acceso a la información que permita la democratización del control de las comunicaciones. En ese marco se debe comprender la construcción del anillo de fibra óptica, como infraestructura física para la integración de las comunicaciones.
Nuevos riesgos
La nueva realidad que vive la región muestra que es posible avanzar en un tipo de integración que vaya más allá del libre comercio y promueva un desarrollo equilibrado de la región. Sin embargo subsisten muchas dudas e incertidumbres. Hay procesos que avanzan con mucha rapidez, como el anillo de fibra óptica, carreteras y represas hidroeléctricas, pero otros naufragaron, como el Gasoducto del Sur que iba a realizar la interconexión energética. Y otros van muy lentos, como el Banco del Sur que promueve una nueva arquitectura financiera regional.
La razón es que Brasil está interesado en despegarse del control del Norte y promueve esas políticas en la región. Pero no tiene tanto interés en promover otras iniciativas como el Banco del Sur porque ya cuenta con un poderoso banco de fomentos, el BNDES, que está siendo el encargado de financiar buena parte de las obras de infraestructura de la región.
En ese sentido, la Unasur a través del Cosiplan se trazó el objetivo de dar continuidad a los “logros y avances” de la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA), de darle continuidad al proyecto que considera “una respuesta consensuada a los retos de la integración efectiva y a las crecientes necesidades de infraestructura de América del Sur iniciada en 2000”.
De ese modo la Unasur recoge los objetivos de la IIRSA, que han sido seriamente cuestionados por los movimientos sociales, que en sus diez años de existencia cuenta con una cartera de 524 proyectos con una inversión total de 100,000 mil millones de dólares. En enero de 2011 había 53 proyectos concluidos, casi 200 en fase de ejecución y 150 en fase de preparación. El 85% de los proyectos son de transporte y el 12% de energía.
En 2010 el Cosiplan elaboró un Plan de Acción que impulsa “la construcción de una visión suramericana estratégica e integral de la infraestructura regional que propende al equilibrio y cohesión territorial, como así también al desarrollo humano en armonía con la naturaleza”.
Esta nueva “visión estratégica” es positiva en la medida que responde a los intereses de los propios suramericanos pero puede reproducir viejas formas de dominación ya que se inspira en los intereses de un país y de las empresas multinacionales. Las obras de la IIRSA-Unasur están siendo respondidas por pueblos que se sienten afectados, como sucede con la carretera que pretende atravesar el TIPNIS en Bolivia y el acuerdo energético Perú-Brasil firmado en 2010 que prevé la construcción de cinco represas en el Río Inambari.
Además de las represas que se construirán en los ríos amazónicos brasileños, la estatal Eletrobras tiene previstas la construcción de once represas en Argentina, Perú, Bolivia, Colombia y Uruguay que tendrán una potencia instalada de 26,000 MW, casi el doble que Itaipú que abastece el 17% del consumo energético de Brasil. Los proyectos energéticos y de carreteras que ahora han sido asumidos por la Unasur, tienden a reproducir las mismas estructuras que hasta ahora fueron la causa de la dependencia de América Latina.
Es posible que el anillo de fibra óptica tenga las mismas características ya que fue propuesto y diseñado por Brasil y tiende a servir a sus intereses. La salida de los cables submarinos más importantes seguirá estando en las costas brasileñas, la conexión con África fomenta los múltiples intereses comerciales y empresariales de Brasil en ese continente. La empresa encargada de la construcción de buena parte del anillo óptico es la estatal Eletrobrás y la financiación está a cargo del BNDES.
Por eso podemos decir que iniciativas como la interconexión de fibra óptica es un paso adelante en la autonomía regional, pero puede estar sentando las bases de nuevas desigualdades. Corresponderá a los gobiernos y pueblos de la región debatir sobre la conveniencia de estos proyectos.
- Raúl Zibechi es analista internacional del semanario Brecha de Montevideo, docente e investigador sobre movimientos sociales en la Multiversidad Franciscana de América Latina, y asesor a varios grupos sociales. Colabora mensualmente con el Programa de las Américas
Recursos
“Brasil quer integrar internet com países sul-americanos”, Folha de Sâo Paulo, 9 de marzo de 2012.
“Brasil vai propor debate na ONU sobre democratização da web”, Agencia Brasil,
29 de noviembre de 2011.
29 de noviembre de 2011.
“El Consejo de Infraestructura de Unasur impulsa la IIRSA”, Fobomade, 4 enero de 2011
“Interligaçao sul-americana custará us$ 100 milhoes para o brasil”, Exame, 29 de noviembre de 2011.
“Países projetam mega-anel de fibra óptica de 10 mil km”, Valor, 28 de noviembre de 2011.
Fuente: Americas Program www.cipamericas.org
https://www.alainet.org/pt/node/156672?language=en
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