Ricos nobles, pobres villanos
03/06/2012
- Opinión
Otra ayuda para los bancos
El gobierno de España planea poner 19 mil millones de euros como “rescate adicional” en Bankia SA, cuyos bonos fueron recientemente declarados bonos basura por Standard & Poors. Lo que significa que cada familia española, que actualmente está sufriendo recortes de todo tipo, va a poner aproximadamente otros 1500 euros para rescatar una empresa recientemente nacionalizada, lo cual también significa que quienes vendieron hicieron un excelente negocio.
A la gente, no se les pregunta si quieren recortar servicios públicos ni se les pregunta si quieren seguir poniendo su dinero para salvar bancos y millonarios.
Sólo se les dice que hay que ser más responsables y gastar menos.
Igual que en Argentina en el 2001 y que en Estados Unidos más recientemente. Cada vez que hay una crisis se recortan los servicios a la gente común y además se les pide que colaboren con ayudas especiales a los bancos y las corporaciones en general, que cuando no son privadas han sido estatizados en ruina por gobiernos benefactores de millonarios.
Algún día los pueblos dejarán de confundir generosidad con estupidez.
Capitalismo y religión
El capitalismo y la economía del libre mercado son el más perfecto equivalente práctico e ideológico de la Teoría de la evolución, donde las leyes premian al más fuerte y justifican la aniquilación del más débil. De hecho, es muy posible que las distintas teorías evolucionistas del siglo XIX se hayan inspirado en las teorías económicas del siglo XVIII, aparte de los griegos, claro.
Por otro lado, como si se tratase de una broma de algún dios o demonio, el comunismo está mucho más próximo a la religión judeocristiana donde el Estado representa al padre, aquel que interviene periódicamente en las leyes del mundo material o poniendo en suspenso las reglas del mercado para proteger, al menos en teoría, a los más débiles.
No deja de ser una magnífica y trágica paradoja que los conservadores de hoy odien al Estado tanto como aman el libre mercado.
Pero el odio al Estado se puede entender por dos razones: primero, es un sustituto secular del Padre; segundo, las donaciones para los pobres a través de los impuestos pueden conducir a la salvación de algún grupo humano desconocido, pero no a la salvación individual. Según los neoconservadores, Dios sólo puede ver las limosnas que arrojan los fieles al salir de una iglesia y odia los impuestos, sobre todo aquellos que pagan los ricos. Los ricos son los que siempre dejan las mejores limosnas, lo que prueba la generosidad de los que han sido elegidos antes de nacer.
De la misma forma, llueve porque nacen las plantas.
Tal vez esta idea o la confusión que protege a los ricos de pagar más impuestos y predica el desprendimiento y el sacrificio entre los pobres se podría entender si recordamos que Jesús elogió las dos monedas que daba la viuda y despreció las limosnas que los ricos echaban en el arca del Tesoro, porque aquella daba lo que necesitaba y éstos arrojaban lo que les sobraba, según Lucas. Pero jamás se entendería la preferencia de Dios por los ricos ni la preferencia de los ricos por las limosnas en lugar de los impuestos, si recordamos una intervención más explícita del carpintero de Nazaret, cuando afirmó que de las posibilidades de que un rico pudiese subir al cielo sin desprenderse de sus riquezas eran las mismas que tenían un camello o una soga de atar barcos de pasar por el ojo de una aguja.
Pero como sabemos que las religiones se basan en la negación de sus propios textos sagrados (poner la otra mejilla significa bombardear por las dudas; ser rico significa ser uno de los elegidos por el Dios de los pobres), para explicar semejantes paradojas tenemos que recurrir más a la psicología o a los intereses más diabólicos del egoísmo y la avaricia sin límites que al mismo Jesús de Nazaret o a la mera razón humana.
Arribistas y abajistas
Si alguien se posiciona en uno de los extremos del espectro ideológico aparece como cojo o como tuerto: aparece como alguien que no puede ver “la otra cara” de la realidad. Entonces, aquellos que se ubican al medio, abusando de la misma metáfora horizontal, se ubican en el eje de la balanza y, consecuentemente, son representados como equilibrados. Aunque este centro es virtual, porque inevitablemente depende de la distancia en que puedan estar los extremos. En ocasiones, ambos extremos, izquierda y derecha, podrían están perfectamente ubicados en un rincón cualquiera de los dos extremos, por lo que ser de izquierda podría significar ser un conservador reaccionario en un contexto, o un revolucionario progresista en otro.
Estamos atrapados, históricamente, de una ilusión visual que oculta otra realidad, probablemente una realidad más lógica, más verdadera y, por eso mismo, diabólicamente soslayada. La dicotomía y la lucha entre izquierda y derecha usa un artilugio geométrico de alta neutralidad (la horizontalidad) para ocultar el hecho de que nuestros diversos sistemas políticos son, en última instancia, una encarnizada lucha entre arriba y abajo, entre las imponentes clanes, sectas, familias, lobbies o corporaciones que presionan, conducen gobiernos, eligen presidentes y, por otro lado (el lado de abajo) los trabajadores y consumidores comunes, que no sólo consumen artículos, muchas veces innecesarios, sino, sobre todo, consumen narrativas, moralidades, valores, verdades prefabricadas por la ingeniería de los arribistas, que son quienes ostentan un poder desproporcionado a su número. De otra forma, ninguna forma de esclavitud hubiese existido nunca. La mera fuerza sería inútil sin una moral para los esclavos que son representados a la izquierda de un espectro horizontal, democrático.
https://www.alainet.org/pt/node/158385?language=es
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