Las tensiones naturales de una negociación
17/10/2012
- Opinión
Cuando se esperaba que la instalación de los equipos del Gobierno y de las FARC en Oslo, Noruega, estuviera dominada por el protocolo y la formalidad, las intervenciones de las partes explicitaron las diferencias y las tensiones sobre un proceso en el cual no se camina sobre el mismo libreto.
Esto no es ninguna novedad y era de esperarse después de muchos años, en los que ha imperado el lenguaje de las balas y en los que se ha hecho más por desarrollar la desconfianza que por decir las verdades.
Por ello suena poco realista empeñarse en demostrar, gobierno y FARC, que estamos en una confrontación entre buenos y malos o entre victimas y victimarios. La pose de las FARC y del Gobierno como victimas no deja de irritar, pues se pretende ocultar que, como actores centrales de esta guerra, la llevaron unos y otros a unos niveles de degradación y victimización extremos.
El gobierno se mantuvo en el libreto de que debe respetarse el acuerdo consignado en el documento “Acuerdo General para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera”, particularmente lo referente a su componente, lo cual explicita el acuerdo concreto. Esto es: avanzar en los cinco puntos de la agenda e insistir en que esta segunda etapa debe caracterizarse por ser: seria, digna, realista y eficaz.
Adicionalmente, el gobierno se opone a un proceso largo, a que se pacte un cese al fuego sin contar antes con un acuerdo, sobre los cinco puntos de la agenda, y exige que se den resultados en corto tiempo.
En el caso de las FARC, que llegan a esta negociación después de sufrir serios reveses militares y políticos, era explicable que quisieran mostrar al mundo su condición de fuerza armada beligerante y centraran por ello su discurso en las ideas del preámbulo de dicho acuerdo general, extendiéndose en su proyecto político y por lo tanto de sociedad y, desde allí, explicitar sus expectativas sobre el proceso que se inicia.
El grupo subversivo se opone a una negociación que esté presionada por el tiempo, reivindica que la real negociación es con la sociedad y que mantiene su oferta de pactar rápidamente un cese al fuego.
Un balance de este primer round, indica que como era de esperarse las diferencias son grandes; no obstante, que ambas partes coincidan en la necesidad de ponerle fin a la guerra que adelantan desde hace más de medio siglo. El camino por recorrer no es simple y como se ha dicho, se camina en el borde del abismo.
Varios aspectos merecen destacarse:
1. La relevancia dada al tema de la tierra y el desarrollo agrario al colocarlo como el primer punto de la agenda. El reconocimiento por ambos de que este tema es medular como factor estructural altamente positivo. Pero en el tratamiento emergieron diferencias importantes. Sobre esto, el gobierno insinúa que ya se camina sobre esto con disposiciones concretas y que de alguna manera a las FARC le toca sumarse a las mismas. Para las FARC, la ley de tierras aprobada recientemente es una farsa y que lo que se está haciendo es la entrega de las mejores tierras al capital extranjero. Proponen por lo tanto un desarrollo agrario que involucra el subsuelo, lo cual incorpora los temas de recursos energéticos y medio ambiente. Conocidas estas diferencias, este punto puede convertirse en un obstáculo mayor, habida cuenta del rechazo explicitado por las Farc dentro del marco de esta instalación a la ley de víctimas y de restitución de tierras.
2. Es preocupante que el gobierno en materia de victimas no reconozca sino las víctimas ocasionadas por las FARC y el paramilitarismo y excluya de manera deliberada al Estado como agente victimizador, lo cual será un problema de fondo cuando se aborde el tema de las victimas. No deja de ser esto una inconsecuencia de parte del Gobierno cuando por otro lado reclama seriedad, transparencia y pretende inscribir dicho proceso en la perspectiva de la reconciliación. Al respecto, Sentencias nacionales e internacionales han demostrado la responsabilidad del Estado por acción o por omisión en crímenes de lesa humanidad.
3. Finalmente, el discurso de las FARC en cabeza de Iván Márquez, da pie a la preocupación de que se quiera reeditar el error de colgarle al proceso de negociación toda la agenda social y política. No se trata, pues, de pactar sólo la desmovilización pero tampoco es el espacio, por lo menos en la etapa que se inicia, en donde se negocien los grandes cambios estructurales. Ambos extremos no corresponden a la realidad. Es necesario, entonces, que las discusiones logren centrase en los cinco puntos de agenda y que la sociedad organizada de manera paralela se disponga a colocar sus propuestas; y que dentro del optimismo que nos debe animar, se prepare para una tercera como el momento de implementación y verificación.
- José Girón Sierra es Socio del Instituto Popular de Capacitación
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