Presidente Maduro defiende la revolución bolivariana
19/02/2015
- Opinión
La revolución liderada por Salvador Allende en Chile, durante los años 70, fue aplastada por un golpe militar sangriento de militares felones y anticomunistas, patrocinados por el gobierno imperialista de R. Nixon. Poderosas corporaciones yanquis asociadas con los aparatos de inteligencia de dicho país y con el concurso de la oligarquía ultraderechista de la nación austral, organizaron un estrategia para aplastar y destruir el gobierno socialista y sus medidas reformistas que se orientaban a construir el socialismo. El eje contrarevolucionario se focalizó en el sabotaje a la economía y el bloqueo de la actividad productiva. Sembraron caos, anarquía y colapsaron la naciente democracia popular que tenía el respaldo mayoritario de la sociedad.
El resto ya lo sabemos. Asesinaron a Salvador Allende, masacraron a miles de revolucionarios y patriotas. Se instauró una repugnante dictadura fascista que barrio con los derechos y libertades democráticas. Pinochet gobernó muchos años y el corazón de su dominio priorizó la implantación del modelo neoliberal que sirvió de modelo para el resto de oligarquías latinoamericanas, como la colombiana.
En Venezuela el pueblo protagonizo desde 1989 una vibrante rebelión antineoliberal. Su más destacado líder, el Comandante Hugo Chávez, devino en principal símbolo de la movilización popular y en 1999 accedió al poder con el respaldo de las grandes mayorías nacionales. Desde aquel año, Venezuela ha vivido grandes transformaciones políticas que han beneficiado a millones de personas. Los cambios se han reflejado en una amplia democracia popular que se construye con el poder de la multitud. Igualmente las reformas han orientado reformas sociales, económicas, ambientales y culturales las cuales se han traducido en mejores condiciones de vida para la inmensa mayoría popular, gracias a la recuperación de la riqueza petrolera que caracteriza a Venezuela.
La revolución bolivariana ha sido un potente estímulo a la lucha de los pueblos de América Latina que padecen el yugo imperialista y de las élites oligárquicas. La lucha del Presidente Chávez y de Nicolás Maduro contra la hegemonía norteamericana ha representado una de las aspiraciones más profundas de millones de latinoamericanos que padecen la explotación, la violencia y el saqueo de los Estados Unidos.
Por supuesto, un proceso tan profundo de cambios ha sido sometido al sabotaje y el bloqueo permanente para liquidarlo. A eso han estado dedicadas las camarillas oligárquicas venezolanas y los poderes imperiales de los Estados Unidos.
Desde hace más de un año, el gobierno del Presidente Nicolás Maduro es objeto de una guerra económica y de un "golpe blando" orquestado desde Washington. Los núcleos de la ultraderecha más recalcitrante son la punta de lanza de tales planes contrarevolucionarios. Ledezma, Machado, Capriles, Ramos, Blanco, son los nombres más caracterizados de los protagonistas del golpe para barrer la institucionalidad popular bolivariana.
Recientemente fue develado un plan muy concreto para asesinar al Presidente Maduro. Sus autores fueron descubiertos y el Estado ha procedido en consecuencia. Como corresponde.
Ledezma, uno de los comprometidos en los actos criminales, quien se creía intocable, ha sido detenido y será juzgado por sus delitos contra la revolución bolivariana. Medida acertada y oportuna. Misma que debe extenderse a las y los otros cómplices posicionados en las maquinas mediáticas de la ultraderecha fascista.
Apoyamos la enérgica decisión de la Fiscalía venezolana de ordenar la detención de estos golpistas. Es la manera de evitar que se repita lo de Chile y Salvador Allende en 1973. Es la manera de impedir que nos monten otro Pinochet en la región, que es lo que buscan personajes siniestros como Uribe Vélez, Pastrana, Piñera y Calderón.
Nota. La empresa Caracol, propiedad del grupo Prisa de España, es el principal toxico mediático contra el gobierno de Nicolás Maduro en Colombia. Desde sus oficinas se alienta y promueve el golpismo de la ultraderecha fascista contra la revolución socialista bolivariana. Lo mínimo que debe hacer el gobierno del señor Santos, que dice ser respetuoso del Estado venezolano y su gobierno legítimo, es exigir a ese imperio español de la casta dominante en la península, con testaferros bien remunerados en Bogotá, que respeten las leyes y el derecho internacional. Es inadmisible que una camarilla plutocrática corrupta, como el grupo Prisa, determine las relaciones entre dos pueblos hermanos, hijos de Simón Bolívar, el héroe de nuestras naciones.
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