Los avatares del crecimiento y desarrollo político (XIII)
- Opinión
13ª Parte
Venimos informándonos del proceso puntual que recorren los países que, en la Región Latinoamericana y Caribeña, optaron por rutas de crecimiento con amplio sentido social, enfrentando intereses internos y externos que impulsan el mantenimiento de un status quo, que prolongue y acentúe la explotación de nuestros recursos para beneficio externo, hundiendo en la pobreza y miseria a la mayoría de la población que habita las ricas tierras de América y el Caribe.
En el recorrido por la evolución del Brasil, llegamos a la 1ª elección de Luiz Inácio Lula da Silva, máximo representante de la izquierda brasileña, en el 2002, tras dos intentos previos fallidos. Éste recibía una nación en condiciones endebles. La victoria del candidato del Partido de los Trabajadores (PT) Lula, fue un impacto que atrajo la atención latinoamericana y planetaria. En las relaciones regionales, hemisféricas e interregionales fue enorme por las orientaciones políticas que el presidente concertó con la mayoría del Congreso Nacional, logrando crédito en los mercados y la comunidad internacional. Para el análisis de esta parte consideramos: La victoria de Lula: dilemas y desafíos de Brasil. Bruno Ayllón
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Lula, tras veinte años de lucha política y fracasos en sus intentos de llegar a la presidencia, tenía ahora la ardua tarea de dirigir al país, afrontando retos extraordinarios, herencia o rezago de los gobiernos anteriores, tanto en el ámbito interno como en el externo. Las condiciones de gobernabilidad para el nuevo Gobierno del PT, no eran fáciles de lograr. Primero, su equipo logró encajar las partes del rompecabezas electoral. Arduas negociaciones conformaron un soporte parlamentario debido a la mayoría minoritaria lograda por el PT. Urgente también que Lula formara su gabinete, ante presiones internas y externas: adentro, para el manejo de los recursos y afuera para conocer las líneas de acción en una economía global pendiente de las finanzas y así reforzar la credibilidad. Antes de tomar posesión (enero-2003) anunció a los responsables de asuntos económicos de Brasil: el médico Antonio Palloci, del ala moderada del PT, Ministerio de Economía y Hacienda y Henrique Meirelles, ex directivo del Bank of Boston y diputado federal por el Partido (PSDB), al Banco Central.
Por otra parte, si bien Lula gana las elecciones se cuestiona si el PT también. Totalizando la distribución de escaños, la antigua base política de Cardoso mantiene el 54.1% de los asientos, frente al 25% del PT y sus aliados, el 11% de otros partidos oposicionistas y el 10% de partidos heterogéneos. De allí que los escaños conseguidos por el PT eran insuficientes para garantizar el respaldo legislativo a los proyectos de Lula. Más difícil que ganar las elecciones era gobernar a partir del 1 de enero de 2003, en un sistema político calificado como “presidencialismo de coalición”.
La verdadera batalla comienza cuando el presidente negocia, cede y pacta con los líderes, los votos necesarios para cumplir sus promesas electorales. El dilema inicial de Lula era lograr la gobernabilidad de Brasil, sin ceder frustrando esperanzas puestas en su proyecto político, las esperanzas de cambio, acordando con porciones del grupo de Cardoso en el Congreso y, a la vez, conteniendo a sus aliados históricos (Movimiento de los Sin Tierra y Central Única de Trabajadores) para no claudicar a las demandas del “funcionalismo público”, que le rinde tantos votos. Toda esa tarea dio la dimensión de las posibilidades del Gobierno, ponderada por las tensiones internas del PT, entre los socialdemócratas que lideran la estrategia de moderación y el más radical, exigiendo el cumplimiento de los compromisos históricos del partido (ruptura con la política económica del Fondo Monetario Internacional, entre otros), preveía un proceso de lucha entre facciones, debilitando la fortaleza y cohesión del ejecutivo.
Antes de las elecciones, otro ingrediente pondrá a prueba la capacidad de Lula para construir consensos. Brasil se constituye por estados federados que poseen, por mandato constitucional, competencias notables. Junto a ello, el poder en ese ámbito presenta, tras las elecciones, fragmentación entre las diferentes opciones políticas. El PT consiguió entrar en la lucha electoral del segundo turno, para elegir gobernador en donde su presencia no era frecuente (São Paulo), en otras posesiones tradicionales y de alto contenido simbólico, como Río Grande do Sul, pierde su hegemonía. Sólo logra elegir tres gobernadores (Mato Grosso do Sul, Acre y Piauí) de un total de 27, en estados con poco peso político o económico y alejados del poder, como: São Paulo-Río-Minas Gerais. El PSDB de Cardoso obtiene siete gobernadores con: Geraldo Alckmin en São Paulo y Aécio Neves (nieto del ex Presidente Tancredo Neves) en Minas Gerais, entre otros. El PFL (derechista) mantiene feudos en el noreste brasileño; el PMDB significativos triunfos en Río Grande do Sul (Germano Rigotto) y Paraná (Roberto Requião). Es de considerarse la elección de Rosana Garotinho como gobernadora de Río de Janeiro, con apoyo de evangélicos, que cuentan con líderes en el Congreso, actuando como grupo de presión. Los gobernadores elegidos serán más independientes, política y financieramente, que en la época de Cardoso quien pudo controlarlos por su endeudamiento, Lula enfrentará estados con más autonomía, con plena capacidad de negociación después de ser ajustados financieramente. Por tanto no dependerán en demasía del Gobierno Federal. Además, por recientes reformas legales, Lula no dispondrá del margen de discrecionalidad para decretar “medidas provisorias” (decreto ley) con que contó Cardoso para emitir más de 4.800 de esas medidas, en sus primeros seis años de gobierno.
A los condicionantes políticos que mermaban su margen de maniobra, Lula conjuntó una crisis de magnitudes inciertas, indicadores que proyectaban sombra a su gestión económica: tipos de interés del 22%; el Real, devaluado casi un 60% (2002) un cambio respecto al dólar oscilando entre 3.50 y 3.80; deuda administrable, moderada en relación al PIB, pero amplia (en torno a 600.000 millones de reales la pública y 30.000 millones de dólares la exterior); una economía sin crecimiento y un desempleo cerca del 19% en la región metropolitana de São Paulo; baja de la inversión extranjera y previsiones de crecimiento económico debilitadas así como el retorno de la temida inflación, consecuencia de la indexación de la economía al dólar.
Tal panorama proyectaba dudas sobre el potencial del Estado para generar recursos y apuntalar los prometidos programas sociales y económicos: combate a la pobreza, fomento de exportaciones, generación de empleos, reducción de altas tasas de criminalidad e integración de los excluidos. Ello sin soslayar condicionantes presupuestales: obligación de cumplir con la ley de responsabilidad fiscal y compromisos financieros, asumidos por el anterior Gobierno que deberán ser respetados. Todo ello en el cuadro amplio del acuerdo entre el Gobierno de Cardoso y el FMI, por valor de 30.000 millones de Dls. Incluye la obligación de mantener superávit fiscal del 3.7%. Lula debería lograr emitir señales que transmitieran calma a los mercados y, en paralelo, impulsar las reformas necesarias (política, fiscal, administrativa) con alternativas al reprobado modelo neoliberal.
Establecidos los desafíos y limitaciones en lo interno, veamos retos y oportunidades para Brasil y Lula en el plano exterior. Se repetían, en el análisis del triunfo del líder del PT, expectativas sobre su simbolismo en relación al liderazgo de Brasil en la región y su impacto en las relaciones internacionales latinoamericanas. Sin duda la consolidación del liderazgo se produjo en el mandato de Cardoso, álgido en la celebración de la Cumbre de presidentes de América del Sur en (Brasilia-31-agosto-1º-Sep-2000). En tal momento –se cumplían 500 años del descubrimiento del Brasil- Itamaraty lanzó la idea de que Sudamérica dejaba de ser una mera noción geográfica para representar un concepto político, cuya funcionalidad era, a través de la consolidación de la identidad suramericana, fortalecer posiciones de negociación de sus países con el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) ante una eventual asociación entre el Mercado Común del Sur (Mercosur) y la Comunidad Andina (CAN). http://www.integracionsur.com/sudamerica/CumbreSudamericanaBrasilia2000.pdf
En este sentido, las bases para que Lula ejerciera el liderazgo en los próximos y decisivos años, estaban firmemente asentadas. Cardoso asumió los beneficios de esta práctica, pero no cargó con sus costos, como se manifestó al “mirar hacia otro lado” en las elecciones peruanas de 2000 o mantener pasividad en el debate del Plano Colombia. https://es.wikipedia.org/wiki/Elecciones_generales_de_Perú_de_2000
Lula estaba decidido a buscar equilibrio activo entre costos y beneficios. De allí que su éxito será un referente para la izquierda latinoamericana. Se acentuaría una etapa de rechazo a las políticas neoliberales implantadas en la década de los noventa del siglo XX, esperando su secuela en las elecciones argentinas de 2003. El mensaje que se transmitía desde Brasil para el continente es que hay alternativas al fracasado modelo neoliberal, que no redujo desigualdades ni logró un crecimiento económico sostenible. Desde la circunstancia del presidente, la política exterior será fundamental para instrumentar un desarrollo alternativo que permita superar la fragilidad del país. La agenda de intereses exteriores de Brasil en diversos horizontes y casilleros diplomáticos de actuación, se trabaja con propuestas a Lula. Especial trato se da a las relaciones con Argentina y a la integración subregional. El fortalecimiento del Mercosur fue, junto a su reconstrucción, compromiso de campaña con prioridad uno, para transformar el bloque en zona de convergencia de políticas industriales, agrícolas, comerciales, científico-tecnológicas, educativas y culturales, enfrentar desafíos macroeconómicos y avanzar hacia una política monetaria única, creando un Banco de Fomento y Desarrollo.
El instrumento para ello sería la construcción de instituciones políticas y jurídicas y una política exterior común inspirada en el modelo de integración europeo. La preferencia por la intensificación de relaciones con Argentina, fue sellada. Su 1er viaje como presidente electo, a Buenos Aires, privilegia la relación política con el gran vecino del sur y se integran a la agenda los conflictos comerciales bilaterales. Lula dirige un mensaje a la nación argentina para formar una alianza táctica entre los dos países en tratos sobre el ALCA. La reaproximación entre los dos principales socios del Mercosur tiene carácter estratégico para el Gobierno brasileño, sin olvidar que la política exterior argentina estuvo muy influenciada, en la última década, por los EEUU.
El segundo nivel lo comparten EEUU y la UE, en conexión directa con las negociaciones en que Brasil -por extensión el Mercosur- se encuentran metidos. Los temas diplomáticos son: la integración hemisférica vía ALCA y la interregional vía un acuerdo de libre comercio entre la UE y el Mercosur. A Brasil le interesa mantener abierta la opción europea, como moneda de cambio y presión en las negociaciones del ALCA, de cuyos resultados dependerían el ritmo y grado de concesiones para el acceso al mercado europeo en la negociación UE-Mercosur. El presidente del PT, José Dirceu, afirmaba que Lula no tendría confrontación ideológica con los estadounidenses. Pero preocupaban las buenas relaciones personales de Lula con Venezuela, (Hugo Chávez) y Cuba, (Fidel Castro). Pero ¿cómo reaccionó el imperio mayor? (Continuará)
Puebla, Pue. 17-enero-2016.
Correo electrónico: v_barcelo@hotmail.com
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