Los veneros que nos escrituró el diablo (III)
- Opinión
3ª parte y última
Hablábamos del informe Stern que da elementos para que la explotación petrolera, en manos de empresas nacionales o transnacionales, y la tala incontrolada, puedan realizarse sin afectaciones graves a las formas de vida de los pobladores originarios de las regiones involucradas en tales actividades. En muchos casos se trata de dueños de las tierras afectadas por dichas explotaciones y los consecuentes o colaterales resultados.
Así se conforma “A Human Crisis: Climate Change and Human Righ in Latin America” que presenta la Asociación Interamericana para la defensa del ambiente (AIDA) en que se hacen precisiones y propuestas para detener las afectaciones y, en su caso, revertirlas. La principal conclusión a que llega la Comisión Interamericana para los Derechos Humanos (IACHR por sus siglas en inglés) en la Asamblea General de la OEA (2008) es el reconocimiento de las condiciones negativas que impactan en los derechos humanos, debidas al cambio climático y aprueba “recomendaciones” a sus miembros para tomar en cuenta las obligaciones acordadas en los organismos internacionales para proteger y garantizar los derechos humanos, en las fases y situaciones diversas del cambio climático.
Tal Informe recoge y muestra los efectos negativos y el peligro de la intensificación del Cambio Climático en el futuro, ofreciendo lista de la mayoría de consecuencias en la vida humana de dicho cambio en las Américas, basada en las evidencias registradas y más directamente atribuibles a los cambios globales en el clima planetario.
Una de las graves consecuencias, por su impacto en millones de personas es la dramática reducción de agua fresca, tanto de la proveniente del derretimiento de los glaciares, como del agua capturada en los ecosistemas, procedente de montañas degradadas y debido a lluvias que se han vuelto erráticas, aumentando con ello la severidad de las tormentas e inundaciones que acrecientan su impacto en la merma de pertenencias de los afectados y la destrucción de centenares de casas-habitación, así como la grave pérdida de cosechas y profundos daños a la infraestructura existente.
Refiere también el Informe los cambios negativos en océanos, esencialmente por el aumento del nivel del mar, que ya está cubriendo multitud de pequeñas islas y amenaza a países isleños, avanzando sobre las costas más bajas, afectando la vida humana y decreciendo volumen y cantidad de especies, útiles a la vida de miles de pequeñas y grandes comunidades en las Américas. Tal Informe describe como los impactos señalados, pueden conducir a aumentos en la temperatura de las regiones y al retorno o formación de nuevas enfermedades, incluso mortales o que afectan a la reproducción humana y animal.
La positiva obligación de proteger y garantizar los derechos humanos, choca con intereses de empresas empoderadas de tierras, aguas y subsuelo de las zonas afectadas. Los gobiernos están en posibilidad legal –que escasamente ejercen- para usar todos los mecanismos a su alcance a fin de evitar esos y otros males, producto de los excesos señalados, como la polución que daña la vida de los pobladores, pero debido a los movimientos del aire, afecta a naciones muy alejadas de los lugares en que se produce.
Es relevante considerar que son las naciones pobres del Continente quienes mayor afectación directa e indirecta reciben, ya que la explotación irracional de sus recursos energéticos (Petróleo, gas, carbón fundamentalmente) son ancestrales. No hay consideración de que con sus materias primas prohijaron y sostienen el confort de los pobladores de los países poderosos, mismos que no han sido capaces de meter al orden a sus transnacionales para que respeten normas locales y se conviertan en polos de desarrollo que permitan el crecimiento productivo de los pobladores, tanto para su consumo como para el de los trabajadores y funcionarios traídos de otros lados y que irresponsablemente actúan en tierras que no les pertenecen. Ver: http://crisolplural.com/2016/05/09/los-avatares-del-crecimiento-y-desarrollo-politico-el-caso-latinoamericano-y-caribeno-28a-parte/ anteriores y siguientes.
Por el contrario, los países poderosos con actitudes imperiales, se oponen a gobiernos progresistas y utilizando mecanismos modernos de “golpe blando” o cooptando funcionarios de todos los niveles -o las dos formas en paralelo- quitan y ponen gobiernos, generalmente constituidos bajo normas democráticas de elección popular, sancionadas positivamente por organismos multilaterales y ONGs que les califican en alta.
El ejemplo de mayor consideración es el del imperio mayor. E.U. viene contribuyendo históricamente con el 28.75% de gases de invernadero (GHG por sus siglas en inglés) contrastando con los países de que provienen sus hidrocarburos (de México a la Patagonia, Argentina), naciones que apenas contribuyen con un 1.38% (Centroamérica) y 2.30% el resto. De ahí la obligación creciente de E:U. y Canadá para prevenir y mitigar, además de facilitar la adaptación al cambio climático, en todo el hemisferio.
La afectación al medio ambiente se mueve de modo inverso al nivel de crecimiento y bienestar de los países. Mientras más pobres y marginados los pueblos, mayor la afectación de su hábitat, que en muchos lugares es prácticamente invivible. Son las mujeres y niños de las entidades marginadas, generalmente de ascendencia indígena, así como los campesinos que aún trabajan la tierra –una gran maza se mueve año con año a destinos inciertos en busca de ingresos- quienes soportan los desastres ya descritos, producto de la explotación de hidrocarburos, minerales, carbón y otros productos que dejan a las zonas afectadas, desolación y múltiples males, sin atención o muy escasa e insuficiente.
¿Cómo pueden nuestros pueblos disfrutar de su cultura viviendo tales calamidades? Ante impactos en tierras y ecosistemas, su historia, cultura y visión espiritual de la vida, no se muere, queda allí en la memoria histórica para su rescate oportuno. Varias veces ha ocurrido. Desde los invasores-conquistadores venidos de Europa (siglo XV y siguientes) y las invasiones en el XIX y demás, que mutilaron nuestros territorios para acrecentar el de los imperios, no pudieron borrar -ni con mitos y presiones religiosas- la cosmogonía de nuestros pueblos y su afán por preservar o reconquistar sus territorios, destrozados por la avaricia de pueblos aún bárbaros.
La CIDH nota cómo la mitigación del cambio climático que se aplica, así como algunas estrategias de adaptación, atentan contra los derechos humanos. Diversos mecanismos de mitigación de gases-invernadero presentan serias preocupaciones de equidad, tales como: programas de comercio de carbono que pueden llevar a concentrar contaminantes de las industrias, cerca de núcleos humanos pobres o desfavorecidas comunidades. Empresas de biocombustibles que con sus cultivos pueden competir por tierras de labrantío, limitando que agricultores cultiven alimentos, provocando aumento de precios que interfieren con el derecho a la alimentación y a una vida digna. Hay programas de adaptación con reubicación de comunidades costeras, que pueden provocar desplazamientos forzados, si no se realizan negociadas. Al planificar y aplicar medidas para limitar daños del cambio climático, los Estados deben respetar los derechos de todos los pueblos, mantenerles informados y buscar participación de involucrados para evitar graves conflictos.
http://www.aida-americas.org/pubs/human-rights-impacts-climate-change-latin-america
Varios años después del Acuerdo en la OEA (2008), en París (2015) 175 países firman el Acuerdo Universal de París sobre Cambio Climático. El objetivo principal del acuerdo es mantener el aumento de la temperatura en este siglo, muy por debajo de los 2 grados centígrados, e impulsar esfuerzos para limitar la temperatura incluso más, por debajo de 1,5 grados centígrados sobre los niveles preindustriales.
Además, el acuerdo busca reforzar la habilidad para hacer frente a los impactos del cambio climático. Se pretende hacerlo de manera más extensa, cumpliendo la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible. Habrá que mostrar los compromisos y las asociaciones de ciudades, regiones, empresas y organizaciones de la sociedad civil, a menudo con los gobiernos, mediante los que se reducen las emisiones de gases de efecto invernadero y se construye resiliencia contra el cambio climático. http://www.un.org/sustainabledevelopment/es/2016/05/los-gobiernos-entran-en-una-nueva-era-de-colaboracion-contra-el-cambio-climatico/
En paralelo estarán las acciones de los organismos regionales (CELAC en particular) para buscar soluciones efectivas, con el apoyo colectivo general de la Región o porciones de ella (Centroamérica, UNASUR) que se caracterizan hasta ahora como promotoras de la soberanía sobre los recursos naturales de nuestros pueblos. Allí se trabaja para lograr un frente común de países petroleros de la Región –ya identificados anteriormente- tanto para la negociación de los precios que tanto dañan las economías locales, como para avanzar en políticas de mejor aprovechamiento regional de los hidrocarburos, la baja de su uso por el avance en la producción de energía limpia –hidráulica, eólica, solar, geotérmica, de los volcanes y demás- que continúe el impulso al desarrollo, mediante la conformación de un modelo de desarrollo sustentable y sostenible, que avance en donde estén dadas las condiciones geopolíticas y espere a las naciones rezagadas porque sus gobiernos siguen ungidos al yugo imperial.
Puebla, Pue. 26- julio- 2016.
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