PPK entre el fuego cruzado y el dilema de la gobernabilidad

25/07/2016
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El 28 de julio Pedro Pablo Kuczynski (PPK) asumirá la presidencia del Perú. Su gobierno enfrentará la difícil tarea de garantizar la gobernabilidad en un Parlamento con mayoría fujimorista, a quien le ha ganado por una diferencia mínima. Su victoria se debe en gran parte al apoyo de una coalición con fuertes contradicciones que incluyó a la mayoría del arco político, grupos emergentes de la sociedad civil como el grupo de autoconvocados “No a Keiko”, colectivos LGTBI y organizaciones de derechos Humanos.

 

La derecha

 

El fujimorismo es una identidad política compleja y controversial que desata pasiones tanto a favor como en contra. Para quienes consideran que el ex mandatario, Alberto Fujimori, fue “el mejor presidente del Perú”, su libertad sigue siendo un tema pendiente. Sus simpatizantes han realizado una marcha viernes el 22 de julio en la Plaza San Martín pidiendo la libertad del exjefe de Estado -al que califican como “preso político”, hecho que ha generado polémica si se tiene en cuenta la gravedad de los delitos por los que fue condenado que incluyen graves y masivas violaciones a los derechos humanos durante su periodo de gobierno (1990-2000). La movilización implicó una presión desde Fuerza Popular para que Kuczynski indulte al padre de Keiko, quien actualmente cumple una sentencia de veinticinco años de prisión por su responsabilidad en los delitos de asesinato con alevosía, secuestro agravado y lesiones graves, tras ser hallado culpable intelectual de las matanzas de Barrios Altos, en 1991, y La Cantuta, en 1992.

 

Para el politólogo, Carlos Meléndez, ante la esterilidad de la política peruana el fujimorismo constituye la identidad política positiva más grande del país. Su mayor acierto ha sido caracterizar al votante como parte de un sector popular informal y sin organizaciones intermedias. Dicho sector que representa el fujimorismo linda la ilegalidad en un contexto de Estado pequeño e ineficiente. A lo que se suma una ola de criminalidad relacionada en gran medida con un crecimiento económico sin un marco legal acorde.

 

Esta ilegalidad ha sido el talón de Aquiles del que se valió PPK durante el debate presidencial para diferenciar su propuesta de gobierno y establecer una divisoria de aguas entre informalidad e ilegalidad en referencia al sector minero.

 

Cabe recordar que prácticamente la razón de ser de Fuerza Popular –partido que lidera Keiko Fujimori- es lograr quitar el estigma que recae sobre su apellido paterno. Para ello contó con un abultado fondo de campaña, un discurso imperativo y un pragmatismo acorde a los tiempos modernos. Si bien representa a gran parte de la oposición, el hecho de entorpecer demasiado al nuevo gobierno podría resultarle perjudicial y rememorar un pasado poco afecto a las instituciones democráticas. Otro de los inconvenientes es que el propio Congreso no cuenta con gran prestigio. Por lo que una excesiva presión de sus legisladores podría ser contraproducente.

 

Sin embargo el diálogo entre ambas fuerzas políticas no parece ser una opción. Parlamentarios de Fuerza Popular consideran que no están dadas las condiciones para que su lideresa dialogue con el nuevo presidente. El reelecto congresista Luis Galarreta ha manifestado que “es difícil pensar que ese señor [Kuczynski] quiera reunirse con quienes ha llamado corruptos y narco-estado”. Al mejor estilo El Padrino añadió: “le deseamos suerte al señor y a sus aliados”.

 

Aprovechando las metáforas futboleras, la congresista Martha Chávez escribió en su cuenta de Twitter una comparación entre el controversial gol de Ruidíaz -que significó la victoria frente al seleccionado brasileño- y la victoria de PPK. Una vez más deslizan la hipótesis de que la victoria de Kuczynski sobre Keiko Fujimori, por 42.597 votos, no fue legítima. El congresista Héctor Becerril dio una opinión similar: “Que hayan impedido que las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional vayan a votar ha influenciado en el resultado”. Asimismo ha manifestado que no ofrecerá disculpas a la lideresa del Frente Amplio, Verónika Mendoza, por difundir una fotografía falsificada mediante la cual intentó vincular a la ex candidata presidencial con el grupo terrorista Sendero Luminoso.

 

La izquierda

 

El Frente Amplio (FA) es una alianza electoral que articula iniciativas organizativas bajo el liderazgo nacional de Verónika Mendoza. Este proyecto político parte de la premisa de una sociedad civil activa y participativa. Encarna una izquierda que cuenta con la segunda bancada del Legislativo, un recambio generacional y una candidata con proyección futura. La izquierda apuesta a una representación más corporativa de la sociedad.

 

Verónika Mendoza, abordada por la prensa, respondió las críticas de la fujimorista Luz Salgado, quien recientemente manifestó que los antifujimoristas representan “una mezcla de Sendero y el MRTA”. En su descargo sostuvo que “quienes durante la campaña electoral expresaron sus preocupaciones por el tema de los derechos humanos, de la democracia y, con sus acciones lograron cerrarle el paso al fujimorismo lo han hecho por su profunda convicción democrática y su convencimiento de que los derechos humanos son innegociables en nuestro país”.

 

La ex candidata presidencial por el Frente Amplio, Verónika Mendoza -quien había apoyado a PPK frente a Keiko Fujimori-, considera dudoso que el futuro gobierno de Kuczynski respete los derechos laborales. En su descargo añadió que en el pasado PPK había respaldado la –derogada- ley “pulpín”, la cual establecía un régimen especial para los jóvenes trabajadores recortando sus derechos laborales.

 

Mendoza tampoco se fía de los compromisos firmados en campaña con organizaciones como la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP). Otro foco de tensión es el Ministerio del Ambiente, debido a la posibilidad de desaparecerlo, alegando la búsqueda de inversiones. Cabe señalar que el virtual presidente se pronunció a favor de la reducción de estándares ambientales para promover las refinerías. Afirmó que el valor de las exportaciones mineras en el país podría crecer un 25% con la instalación de refinerías de metales, siempre y cuando contaran con “los debidos estándares ambientales”. A su entender menos es más.

 

En medio del fuego cruzado

 

La izquierda, expresada en el Frente Amplio y el fujimorismo expresado en Fuerza Popular expresan ideologías diametralmente opuestas. El propio PPK reconoció que los resultados de la elección indican que “el voto estuvo partido por la mitad”. Para convertirse en un factor de unidad quedan los poderes fácticos tanto económicos como mediáticos.

 

La falta de fortaleza de los partidos políticos tradicionales, el nomadismo electoralista -con partidos creados a medida del candidato- y la concentración de la identidad política en términos negativos completan el panorama político peruano. PPK está al frente de un partido de reciente creación, sin trayectoria partidaria, que buscará incrementar su legitimidad gracias al expertise individual de sus miembros. Se trata de un partido de escasa expansión geográfica que representa intereses centralistas, limeños, tecnocráticos y transnacionales bastante antipáticos al resto de la población.

 

La cuestión geográfica no es un asunto menor. La región sur del país es tradicionalmente antifujimorista, aún con Alberto Fujimori presidente y su popularidad en la cresta de la ola. Por ello el virtual presidente enfatizó la necesidad de una “revolución social” que permita “igualar las provincias con la capital, los que viven en los Andes y la Amazonía con los que viven en la costa”. Cuzco fue la región donde PPK obtuvo su segunda mejor votación después de Arequipa, sin embargo su propuesta sobre la creación de un ministerio de apoyo a las regiones necesitará el aval de un Congreso en disputa.

 

Actualmente, Peruanos por el Kambio es una agrupación política que carece de organización y apoyo social propios. Una facción inherentemente conservadora que no fue creada con miras a la participación ciudadana, sino para favorecer el statu quo. El desafío de PPK es generar una gestión tecnocrática que tenga en cuenta al sector informal que tradicionalmente rechaza al Estado. Muy difícilmente presentará una legitimidad al estilo partido de masas, es decir, presencia territorial y articulación con organizaciones de la sociedad. “Les pido que hagamos una alianza (…) cuyo eco llegue hasta al Parlamento en la avenida Abancay en Lima”, dijo PPK durante su exposición en Cuzco. En éste contexto la gobernabilidad estará sitiada por un gobierno débil cuya fortaleza dependerá del delicado equilibrio de una alianza que en principio sólo baso su acuerdo en la coyuntura electoral. Y que ahora deberá gobernar los próximos cinco años.

 

http://www.celag.org/ppk-entre-el-fuego-cruzado-y-el-dilema-de-la-gobernabilidad/

 

https://www.alainet.org/pt/node/179039
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