La neumonía de Hillary y las gerontocracias
- Opinión
En el marco del 15° aniversario de los ataques terroristas perpetrados contra Estados Unidos, la candidata por el Partido Demócrata a la presidencia estadunidense, Hillary Rodham Clinton, evidenció una salud precaria. Por ello, hubo de retirarse antes de que concluyera la ceremonia solemne y al abordar el vehículo que la trasladaría, prácticamente colapsó en brazos de sus asistentes y del personal del Servicio Secreto. La imagen, que dio la vuelta al mundo, abrió nuevamente el debate acerca de la salud de los aspirantes a la primera magistratura estadunidense, quienes, hay que decirlo, no son precisamente jóvenes. Hillary, nacida el 26 de octubre de 1947, estará cumpliendo, antes de los comicios presidenciales de noviembre, 69 años. Su adversario por el Partido Republicano, el millonario Donald Trump, nacido el 14 de junio de 1946, recién festejó sus 70 primaveras.
Sólo a manera de comparación hay que recordar que cuando Ronald Reagan asumió la presidencia estadunidense en 1981, tenía justamente 69 años –la edad que próximamente tendrá Hillary Rodham. George Bush padre, a su vez, para el tiempo en que sucedió a Reagan, contaba con 64 primaveras. Su hijo, George W. Bush –también conocido comobaby Bush- tenía 54 años de edad al jurar como Presidente. El defenestrado Richard Nixon, cumplía 56 años días antes de arribar a la Casa Blanca. Yendo un poco más atrás en la historia de Estados Unidos, su primer Presidente, George Washington, tenía 65 o 66 años –la discrepancia estriba en la forma en que se contabilizaba la edad de las personas en aquellos tiempos- cuando ocupó el cargo. James Monroe, el quinto Presidente de la Unión Americana, contaba con 58 años para el momento en que ascendió al poder. Otras figuras icónicas como Abraham Lincoln, Teodoro Roosevelt, Franklin Delano Roosevelt y Harry Truman, tenían, respectivamente, 52, 42, 51 y 60 años. Barack Obama, se convirtió en el primer mandatario afroestadunidense en el vecino país del norte, a los 47 años de edad.
Tanto Hillary Rodham Clinton como Donald Trump son dos aspirantes, para decirlo en lenguaje políticamente correcto, de la “tercera edad” o “adultos en plenitud.”. Ello ha dado pie a muchos debates, especialmente en lo que concierne al estado de salud de los candidatos. No se trata de un tema menor. En Estados Unidos, la esperanza de vida promedio es de 78. 86 años, siendo mayor entre las mujeres -81. 3 años- y menor entre los hombres -76. 3 años. Así, si estos datos son correctos, Trump tendría que estar más preocupado que Hillary, simplemente porque la longevidad es mayor entre las mujeres estadunidenses. Pero para mayor seguridad, hay que echar un vistazo a la esperanza de vida en los estados de donde son oriundos ambos personajes. Hillary Rodham Clinton nació en Chicago, y en el estado de Illinois, la esperanza de vida para las mujeres es igual respecto a la media nacional -81. 37 años. ¿Qué hay de Trump? En su natal Nueva York, la esperanza de vida para los hombres es ligeramente superior a la media nacional -77. 92 años.
Siguiendo con este razonamiento, suponga Usted que Hillary Rodham gana las elecciones presidenciales y que en enero de 2017 asume la presidencia. Como ya se explicó, para ese momento, tendrá 69 años. Hacia el final de su primer período, habrá cumplido 73 y, de reelegirse para un segundo mandato, concluiría a los 77 años. Para el caso de Trump sólo hay que sumar un año más. Es decir, si gana los comicios y arriba a la Casa Blanca, tendrá 70 años. Al término de su primer período 74 y de reelegirse, culminaría a los 78 años, por arriba de la esperanza de vida imperante, para los hombres, en su natal Nueva York y en Estados Unidos.
La pregunta obligada es si los ahora candidatos, poseen un estado de salud que les permita asumir las responsabilidades del cargo que muchos consideran el más importante, pero también desafiante a nivel mundial. Nadie querría que el –o la- Presidente (a) de Estados Unidos, luzca como Constantín Chernenko, quien a sus 72 años de edad llegó a la cúspide del poder soviético el 13 de febrero de 1984 y estando gravemente enfermo, apenas podía estar de pie, muriendo el 10 de marzo de 1985 para ceder la palestra a Mijaíl Gorbachov. Los ciudadanos estadunidenses –y seguramente de todo el mundo- desean que quien se aloje en la Casa Blanca a partir del 20 de enero de 2017, esté en pleno uso de sus facultades mentales, que goce de un buen estado físico y que pueda llevar a cabo una gestión adecuada de la política interna y externa de la Unión Americana.
Por eso los compañeros de fórmula de Hillary Rodham Clinton y de Donald Trump, revisten tanta importancia. Al respecto, hay que recordar que el Senador demócrata por Virginia, Tim Kaine, fue la opción por la que decantó la candidata demócrata. Kaine nació el 26 de febrero de 1958 y tiene 58 años de edad, 10 menos que la ex Primera Dama. En el caso de Trump, eligió al gobernador de Indiana, Michael Pence, nacido el 7 de junio de 1959 y, por lo tanto, 11 años más joven que el polémico millonario republicano.
En ambos casos se invierte lo visto, hasta hoy, en la administración de Barack Obama, pues su compañero de fórmula y actual Vicepresidente, Joseph Biden, nació el 20 de noviembre de 1942 y a sus 74 años, es 18 años mayor que el Presidente. Tiene cierta lógica que el Presidente sea más joven que el Vicepresidente, pero, en cualquier caso, tanto Hillary Rodham Clinton como Donald Trump están desafiando esa premisa.
Por supuesto que a mayor edad hay más experiencia. Tanto Hillary Rodham Clinton como Donald Trump la tienen, si bien la exPrimera Dama es más versada en asuntos políticos e internacionales, y el polémico millonario lo es en los asuntos económicos. No hay que olvidar, sin embargo, que a mayor edad, mayor riesgo de padecer enfermedades crónico degenerativas no transmisibles, mismas que generan incapacidades y muerte. La lista de padecimientos posibles en esta categoría es larga, e incluye cánceres, diabetes mellitus, enfermedades cardiovasculares, insuficiencias renales, demencia senil, enfermedad de Alzheimer y otras más. Tristemente, a propósito de Hillary Rodham Clinton, es sabido que en 2008, cuando tenía 61 años -7 menos que ahora-, sufrió una caída que le ocasionó un coágulo en el cerebro. Claro, se puede argumentar que todo mundo está expuesto a accidentes y enfermedades. El tema con ella es que la Oficina Federal de Investigación (FBI) publicó recientemente los interrogatorios que se le hicieron a la hoy candidata demócrata, a propósito de los correos electrónicos mal empleados cuando fungió como Secretaria de Estado en la administración de Obama. Los interrogatorios pueden consultarse y lo que salta a la vista es la gran cantidad de veces en que Hillary Rodham Clinton responde a quienes la interrogan con un “no lo recuerdo”, justificando su falta de memoria en la citada conmoción cerebral producto de aquella caída. Si la exPrimera Dama está mintiendo, y fingió, literalmente, demencia para librarse de ese penoso episodio, eso es malo. Pero si dijo la verdad, eso es peor. Significa que ha perdido o puede perder facultades mentales esenciales para desempeñarse como Presidenta de Estados Unidos. Donald Trump, quien dio a conocer su chequeo médico más reciente –también, literalmente, para curarse en salud-, aventaja en este tema a Hillary Rodham Clinton, quien incluso suspendió sus actividades proselitistas en el importante estado de California, argumentando que padece neumonía.
Ahora bien, en el mundo hay mandatarios septuagenarios, octogenarios y hasta nonagenarios. Se puede estar o no de acuerdo con el desempeño que tienen, pero, salvo algunas excepciones, han podido gobernar, en ciertos casos, en medio de situaciones críticas y conflictivas. A continuación, algunos ejemplos. Jacob Zuma, actual Presidente de Sudáfrica, tiene 74 años de edad y ocupa el cargo desde 2009. Paul Biya, con 83 años a cuestas, es Presidente de Camerún desde 1982. El defenestrado Robert Mugabe, nacido el 21 de febrero de 1924 y actual Presidente de Zimbabwe, tiene 92 años y ha estado en el poder desde 1987. Raúl Castro, a sus 85 años, encabeza el Consejo de Estado de Cuba desde 2008. El carismático José “Pepe” Mujica, quien actualmente tiene 81 años, fue Presidente de Uruguay de marzo de 2010 a marzo de 2015, asumiendo el cargo cuando tenía 75 primaveras. Su sucesor, el no tan carismático Tabaré Vázquez, nació el 17 de enero de 1940 y cuenta con 76 años de edad. Y si de líderes longevos se trata, por supuesto la lista quedaría inconclusa si no se mencionara a la Reina de Inglaterra, Isabel II, nacida el 21 de abril de 1926 y que fue coronada el 2 de junio de 1953. Hoy a sus 90 años de edad, goza de buena salud y es un símbolo nacional para el Reino Unido y ciertamente para la Comunidad Británica de Naciones (Commonwealth).
En cualquier caso, la salud es un tema de importancia capital para cualquier persona, y a propósito de las figuras políticas, es insoslayable. Un líder enfermo, incapaz de gobernar, puede generar vacíos de poder. Asimismo, estaría impedido de tomar decisiones con buen juicio y objetividad. Podría ser rehén de otras figuras políticas que buscarían tomar ventaja de la situación. En el peor de los escenarios, sumiría a su país en una terrible crisis política.
Desafortunadamente en este tema impera la opacidad. Transparentar los chequeos médicos y cualquier otra información relevante acerca de la salud de los mandatarios y de los políticos en general, no es una práctica común. A menudo se invoca el derecho a la privacidad que, como personas, tienen. Sin embargo, por tratarse de figuras públicas, con responsabilidades directivas y políticas, su salud es un tema de seguridad nacional. De ahí la importancia de que Hillary Rodham Clinton se recupere y demuestre que tiene la salud requerida para, llegado el momento, desempeñar el cargo más importante de su vida. De persistir la opacidad de la candidata demócrata en torno a este tema, podría pagar un precio muy alto, tanto antes como después de los comicios de noviembre próximo.
María Cristina Rosas es profesora e investigadora en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México
Etcétera, 13 de septiembre 2016
http://www.etcetera.com.mx/articulo/La+neumon%C3%ADa+de+Hillary+y+las+gerontocracias/49138
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