Todos vamos a votar

02/10/2016
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La democracia representativa se basó en varios principios y presupuestos. Que la soberanía residía en la Nación y que por consiguiente los cambios se hacían a través del Congreso, que era el único cuerpo que representaba la Nación. Lo anterior suponía que los ciudadanos delegaban en sus representantes, los congresistas, diputados, concejales, la toma de todas las decisiones acerca de los asuntos públicos; la participación de los ciudadanos iba solamente hasta la elección de los representantes; eran los tiempos de la democracia de representación y que en nuestro caso lo expresaba la vieja Constitución de 1886.

 

Pero los tiempos cambian. Las sociedades contemporáneas consideraron que no era adecuado delegar en sus representantes la decisión de todos los asuntos públicos y emergen las democracias participativas (la Constitución de 1991 no sólo considera que la soberanía reside en el pueblo, sino que incorpora instituciones de democracia participativa). Por ello surgen mecanismos como el plebiscito, el referendo, la consulta popular, la asamblea nacional constituyente, todos ellos formas de participación ciudadana en la toma de decisiones relevantes para la sociedad.  Este fue uno de los cambios sustanciales que introdujo la Constitución de 1991. 

 

Por eso en las conversaciones de La Habana entre el Gobierno y las FARC, desde el inicio, en el acuerdo firmado en agosto de 2012, se dice que hay necesidad de refrendar por los ciudadanos los acuerdos a que se llegue. Y ya se llegó al Acuerdo Final para la terminación del conflicto armado y este primer domingo de octubre estamos todos los colombianos convocados a refrendar, a través de un plebiscito, esos acuerdos. Es el ejercicio de la democracia participativa. Igual como fueron convocados nuestros padres el primer domingo de diciembre de 1957 al plebiscito, resultado del pacto político –en la Constitución de 1886 no era posible un mecanismo de participación como éste, pero ante la inexistencia de instituciones como el Congreso se acordó convocarlo- que terminó con la violencia entre liberales y conservadores y dio origen al Frente Nacional. 

 

Yo voy a votar SI porque consideró que el Acuerdo es razonablemente bueno para terminar este conflicto armado con las FARC, no es perfecto porque los seres humanos no hacemos obras perfectas, pero fue lo que de manera realista lograron las dos delegaciones y garantiza políticas agrarias para  las regiones más azotadas por el conflicto armado, sustitución de cultivos ilícitos, reformas políticas para mejorar nuestra democracia, atención prioritaria a las víctimas, juzgamiento y sanción a todos los autores de graves crímenes de guerra y masivas  violaciones de los derechos humanos. Ojalá muchos coincidamos en eso y el Acuerdo tenga una masiva refrendación por los colombianos.

 

Pero quienes tienen otra opinión igualmente deben ir a expresarla con su voto. Esa es una de las reglas básicas de la democracia. Y  por supuesto a partir del ‘día después’, debemos hacer esfuerzos con estos sectores de compatriotas para recomponer relaciones políticas y facilitar que ellos contribuyan con sus opiniones críticas en el proceso de implementación de los acuerdos. No se trata de graduar de ‘enemigos’ a esos sectores de colombianos, sino sectores de opinión que tienen diferencias, fundadas o infundadas, pero con quienes debemos convivir en la diferencia.

 

 

- Alejo Vargas Velásquez, Profesor Universidad Nacional.

 

https://www.alainet.org/pt/node/180647?language=es
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