Abuelas de Plaza de Mayo recuperaron otro nieto apropiado
- Opinión
Con cada nieto que las Abuelas recuperan, triunfa la política de Memoria, Verdad y Justicia. Además, ganan las familias que encuentran a alguien que buscaron 40 años. Esta vez fue el nieto número 121 y las búsquedas siguen por los restantes.
Algún mal intencionado pudo haber pensado en agosto de 2014 que Estela de Carlotto “ahora se dejará de joder con eso de buscar nietos” apropiados por la dictadura militar-cívica. Es que en esa fecha, el 5 de agosto para ser más precisos, una jueza le comunicó que su nieto, que buscó durante 36 años, había sido finalmente identificado. Ignacio Guido Montoya Carlotto fue el nieto número 114 y su reunificación familiar fue todo un acontecimiento para la familia, Abuelas y los organismos de Derechos Humanos, además de una buena parte del país, sensibilizado con esa causa noble.
Aquellos mal pensados no tenían ni pizca de razón. Estela, titular de la entidad fundada el 22 de octubre de 1977 para buscar a casi 500 niños nacidos en cautiverio y robados durante el terrorismo de Estado, no iba a dejar de buscarlos por haberse encontrado con el hijo de Laura Carlotto.
Y la mejor prueba de que no iba a cejar en esa búsqueda es que desde entonces fueron hallados siete nietos y nietas más. Así cimienta Abuelas su bien ganado prestigio, al punto de ser la más respetada de las entidades que defienden los derechos humanos.
Ayer miércoles 5 Carlotto encabezó una conferencia de prensa en la sede de la entidad, con motivo del hallazgo del nieto 121, que resultó ser hijo de Domingo “Gringo” Menna y Ana María Lanzillotto, ambos militantes del PRT-ERP secuestrados el 19 de julio de 1976 en el departamento que habitaban en Villa Martelli. En ese operativo murieron o quedaron gravemente heridos el jefe de la organización, Mario Roberto Santucho y Benito Urteaga, y fueron secuestrados la pareja del primero, Liliana Delfino, y los dueños de casa, así como su pequeño hijo de dos años, Ramiro Menna. Delfino y los padres de Ramiro fueron llevados a Campo de Mayo, donde Lanzillotto dio a luz un niño, apropiado por alguno de los represores.
Todos esos militantes del PRT fueron asesinados y desaparecidos. En el caso de Menna los testimonios de sobrevivientes de Campo de Mayo dijeron que había sido torturado hasta la muerte, sin haberle podido arrancar sus torturadores ningún dato ni delación. Esos militares se iban a almorzar y dejaban a Menna con una picana eléctrica conectada para que siguiera recibiendo descargas eléctricas aún cuando ellos se tomaban un respiro. El del “Gringo” fue uno de los casos más resonantes de dirigentes setentistas que salieron airosos de la tremenda prueba de la tortura brutal, sin límites de tiempo. En eso demostró lealtad total a la divisa de su organización “A vencer o morir por la Argentina”.
Al niño de dos años, Ramiro, los secuestradores lo dejaron abandonado y los familiares de Lanzillotto lo vinieron a buscar desde La Rioja hasta la localidad bonaerense de San Martín, donde pudieron recuperarlo un mes después de la tragedia. Al bebé nacido en cautiverio lo buscaron mucho pues hubo testimonios de que “la mujer del Gringo dio a luz”, pero esa búsqueda había sido infructuosa hasta el 3 de octubre, cuando Abuelas dio la buena nueva.
Y si la conferencia de prensa planificada para el 4 debió postergarse un día fue porque había muerto en un accidente automovilístico el ex yerno de Estela, Bruno Huck.
Prueba de ignominia
Como en los 120 casos anteriores de nietos identificados por Abuelas, también en Menna Lanzillotto -vaya a saber con qué apellido lo anotaron como propio los apropiadores, una vez que lo recibieron de manos de los verdugos de Campo de Mayo- surge el contraste entre la guerrilla y la represión ilegal.
Los militares también tuvieron su baja cuando irrumpieron en el departamento de Villa Martelli ya que en el tiroteo murió el jefe del operativo, el capitán Juan Carlos Leonetti. Pero eso fue en medio de una batalla, por llamarla de algún modo, no provocada por Santucho y sus compañeros. Al contrario, el jefe del PRT-ERP se iba del país al día siguiente, y daba los últimos toques a una alianza con Montoneros que se iba a llamar Organización para Liberación de Argentina (OLA).
En cambio, el Ejército -que buscó ese enfrentamiento- se llevó de Villa Martelli a todos sus prisioneros, incluso heridos y a una mujer con un embarazo de ocho meses, torturó y asesinó a todos menos a aquélla, hasta que dio a luz. Tras eso también la mató y al igual que a los anteriores, hizo desaparecer sus restos no sin antes robarle el bebé y darlo a otra familia. El otro menor, Ramiro, pudo ser ubicado y rescatado por su familia riojana, no por amabilidad ni sensibilidad de los desaparecedores de sus padres biológicos.
Alguna vez se dijo que Domingo Bussi había armado con los restos de Santucho un “Museo de la Subversión” en Campo de Mayo. Si lo hubo, posteriormente lo levantaron o destruyeron, porque los familiares de esas víctimas buscaron pero nunca dieron con los restos de esos desaparecidos.
Eso sí, siempre buscaron justicia. Por los crímenes de Campo de Mayo hubo varios juicios. En uno de ellos, el 28 de agosto de 2013, el Tribunal Oral en lo Criminal Federal 5 de San Martín condenó a tres represores por delitos de lesa humanidad en Campo de Mayo. A Santiago Omar Riveros le dieron 25 años de prisión a cumplirse en Ezeiza, siendo revocada la domiciliaria; a Servando Ortega 9 años de prisión y Juan Fernando Meneghini 6 años. Otro militar, Sergio Buitrago, había fallecido poco antes de la condena.
No vaya a pensarse que Lanzillotto fue la única secuestrada embarazada en ese centro de tortura y exterminio. La Comisión de Juicio de Campo de Mayo tiene un listado de otras seis mujeres en esa condición: Marta Graciela Alvarez, María Eva Duarte, Beatriz Recchia, Susana Stritzler, Myriam Ovando e Isabel Acuña. En esta nómina está la prueba de que seguirán apareciendo más nietos que serán hallados por el tesón puesto por las Abuelas, la Comisión Nacional por la Identidad (Conadi) y su comisión de acercamiento, encargada de abordar a las personas que pueden haber sido bebés apropiados. Ellos hablaron con Menna Lanzillotto, que ahora tiene 40 años de edad, quien les dijo estar convencido de que él no era hijo de desaparecidos pero que igual se haría los análisis de sangre. Y estos dieron positivo. Era hijo del matrimonio revolucionario secuestrado en Villa Martelli.
Es imaginable el choque psíquico que supuso para esa persona saber que su vida no era como la creía. Que no es quien pensaba que era. Lo bueno y extraordinario será conocer la verdad, por dolorosa que sea. Y eso al final depara felicidad, un sentimiento que ya embargó a su tía Alba Lanzillotto, presente junto a Estela ayer en la conferencia de prensa, y a su hermano Ramiro, de 42 años, también venido de La Rioja para la ocasión.
Herencia no se borra
El caso de Ramiro muestra que, aún por diversos caminos, la herencia de los '70 sigue viva en estos años y con este joven que casi no conoció a sus padres porque los perdió cuando tenía 2 años.
En sendos reportajes en Página/12, uno en agosto de 2012 con Alejandra Dandán y otro ayer, de Ailín Bullentini, Ramiro contó que se hizo cura salesiano e hizo trabajo social en el sur del país, luego en África y actualmente en La Rioja, los pagos del obispo mártir Angelelli. Que en su juventud tenía muchas críticas al pasado militante de sus padres, pero que ahora no, son mínimas. Él dejó la iglesia, se casó y tiene cuatro hijos, y se prepara para el encuentro con su hermano recién hallado. Preguntado sobre que le dirá a éste sobre sus padres, contestó: “que eran muy jóvenes cuando fueron secuestrados, torturados y asesinados por querer mejorar la vida. Tenían 29 años, que vivieron con mucha intensidad una época en la que se creía y se sentía que se podía transformar la realidad, volverla más justa. Desde esa fe y convicción de que los pueblos de América Latina podían independizarse de la dominación del imperialismo, de que el hombre podía ser un hombre nuevo, libre, autónomo, tendieron su lucha. Una lucha que tuvo una dimensión cultural, una sindical, una estudiantil y también una dimensión en la lucha armada con la que mis padres, los suyos, buscaban un mundo más justo para mí y para él, y para todos los otros”.
Ramiro, milita en el Frente Riojano de Organización Popular y trabaja con una radio comunitaria y una cooperativa de cueros de cabritos. Son otros tiempos, sin lucha armada, pero se necesitan las ideas para cambiar un mundo y un país muy injusto.
Que en la conferencia de ayer haya estado el secretario de DD HH, el macrista Claudio Avruj, fue destacado por Carlotto. De todas maneras, ese gesto no cambia la política hostil del gobierno del PRO-Cambiemos hacia las problemáticas de derechos humanos. Y sino, se puede preguntar a Iván Navarro y jóvenes de la Villa 21 privados ilegalmente de la libertad, torturados y amenazados de muerte por los prefectos de Patricia Bullrich, a pesar de haber hecho la denuncia judicial, reiterándolas ante Gustavo Sylvestre en C5N.
La Memoria, Verdad y Justicia volvió a imponerse sobre el terrorismo de Estado, con el rescate del nieto 121, y así se pudo comprobar una vez más (y van...) que los derechos humanos no son ningún curro.
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