La historia me absolverá, de Fidel Castro

Un discurso político que cambió el rumbo de América Latina

28/11/2016
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Las palabras son, a veces, como imágenes escondidas en la memoria. La memoria es como un laberinto por donde caminan los recuerdos. Los recuerdos como las palabras, pueden tener la libertad de los escritores o estar presas en ese laberinto de la memoria. Hay palabras que se pierden en el camino, hay palabras marcadas por la pasión o el miedo, hay palabras cubiertas de dolor, hay palabras eternas y fugaces. Pero las palabras, sean eternas o fugaces, nos sirven para construir el mundo que queremos o el mundo que no queremos. De los encontronazos con la realidad que queremos y con la realidad que no queremos nacieron, y nacen, palabras que en el instante de su alumbramiento, son parte palpitante de la historia, se hacen síntesis de ideales y pasiones. La palabra revolución, por ejemplo, con el andar de los siglos se fue ahuecando, envileciendo, entrampando en su propio laberinto. Sin embargo, hay momentos históricos que no solo reivindicaron la palabra, si no que se constituyeron en hechos fundamentales para posicionar la revolución social en la memoria colectiva.

 

En los procesos revolucionarios existen derrotas militares que finalmente se transformaron en victorias políticas y hechos que marcaron el rumbo de los acontecimientos en el futuro. Los Asaltos a los Cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes en julio de 1953 en Cuba, fueron una derrota militar del movimiento revolucionario cubano, que Fidel Castro transformó en victoria política, pronunciando el discurso más trascendente del siglo XX en América Latina. Ese hecho se produjo en un momento histórico particular.

 

En febrero de 1950 después que China y la Unión Soviética reconocieron el gobierno de Ho Chi Minh en Vietnam, Estados Unidos lo consideró un “instrumento del comunismo internacional” y por lo tanto peligroso para los intereses estadounidenses en Asia si finalmente ganaba la guerra de independencia contra Francia. Meses después otorgaba los primeros quince millones de dólares en ayuda militar al gobierno francés para combatir al movimiento revolucionario vietnamita.

 

El senador Joseph McCarthy inició la persecución contra aquellos que el gobierno estadounidense consideraba de tendencia “comunista”. Primero fueron los integrantes del Partido Demócrata y luego los dirigentes sociales, artistas, escritores, consolidando una política de terrorismo de estado.

 

Estados Unidos y otros países de Europa rompieron el aislamiento del dictador Francisco Franco e hicieron alianza con él para perseguir a los partidarios de izquierda. La ONU suspendió los acuerdos que, en 1946, provocaron la retirada de embajadores de varios países y la exclusión de España de los organismos vinculados. Fue un cheque en blanco para profundizar la represión y el terror sobre la población opositora. Dos años después el país será admitid en la Unesco limpiando así los crímenes el franquismo. También en 1950 se inicia la guerra de Corea.

 

 En 1952 ganó las elecciones presidenciales estadounidense el general retirado Dwight D. Eisenhower llevando como compañero de fórmula a Richard Nixon. Personajes acordes con un momento histórico de avance del conservadurismo en Estados Unidos y su acelerado enfrentamiento con la Unión Soviética (URSS). Ese año, en argentina murió Eva Duarte y empezó la caída del gobierno de Juan Domingo Perón. En noviembre de 1952 Estados Unidos hizo explotar su primera bomba H,  quinientas veces más potente que la bomba atómica que destruyó Hiroshima y Nagasaky.

 

En marzo de1952 en Cuba, Fulgencio Batista dio un Golpe de Estado y se declarándose dictador e instalando un gobierno represivo y corrupto en alianza con latifundistas, empresas estadounidenses y la Mafia, que controlaba los casinos y cabarets de La Habana. Los sectores opositores al régimen fueron perseguidos, encarcelados y asesinados. En 1953 finalizó la guerra de Corea luego de tres años de duros enfrentamientos entre el norte y el sur y miles de muertos en el camino.

 

 En marzo de 1953 murió Joseph Stalin a los 73 años, tras 29 años de gobernar la URSS consolidando la unidad mediante un régimen represivo. En agosto de 1953 los gobiernos de Estados Unidos y Gran Bretaña, presididos por Eisenhower y Churchil, con la dirección de la Central de Inteligencia Americana (CIA) y mercenarios contratados, provocaron un golpe de Estado en Irán, a favor de Mohamed Reza Pahlevi, que instauró una dictadura. Las piezas claves de la operación fueron el Secretario de Estado de Estados Unidos, John Fuster Dulles, su hermano Allen, director de la CIA, y Kermit Roosevelt, también de la CIA e hijo de Theodore Roosevelt. Dos años antes, el entonces Primer Ministro iraní Muhammad Mossadegh había nacionalizado la Anglo-Iranian Oil Company. También en 1953 Camboya (Kampuchea) declara su independencia de Francia. De a poco se fue consolidando la guerra fría.

 

En Cuba a principios de 1953, el movimiento opositor a Batista liderado por Fidel Castro contaba ya con unos 1200 integrantes entre obreros, campesinos, profesionales universitarios y estudiantes. La realidad política hacía necesaria una acción importante para posicionar al movimiento y luego provocar una insurrección que llevará a la caída de Batista. Entonces, planificaron la toma de dos cuarteles.

 

Ubicado en Santiago de Cuba, el Cuartel Moncada era el segundo del país, con unos mil efectivos, pero estaba alejado como para recibir ayuda militar inmediato en caso de ser tomado. Santiago se hallaba situada en la costa sur, junto al mar, rodeada de montañas, lo que, en parte podía facilitar la defensa posterior a la ocupación y el inicio de la lucha guerrillera en las montañas si había que retirarse.

 

En la elección del lugar había además un contenido de reivindicación histórica y simbólica, ya que las tres guerras independentistas del siglo XIX, fueron en esa zona del país. También el pueblo de esa región era reconocido por su rebeldía ya que ahí se produjeron importantes insurrecciones populares en el siglo XX. En paralelo al asalto del Moncada se tomaría el cuartel Carlos Manuel de Céspedes en el municipio de Bayamo.

 

El mando militar del operativo era dirigido por Fidel Castro y el mando civil por Abel Santamaría. Los pocos recursos que habían logrado reunir sirvieron para adquirir 165 armas, entre fusiles calibre 22 y escopetas de caza, los uniformes y realizar el entrenamiento previo al asalto ya que nadie tenía experiencia militar.

 

El 26 de julio era domingo de carnaval, un festejo popular tradicional en Santiago, al que concurría gente de distintos lugares del país. Esa fiesta por un lado mantendría distraída a la población y a las fuerzas represivas y por otro no despertaría sospechas de que jóvenes de otras provincias estuvieran en la ciudad. Participaron 131 combatientes, organizados en tres grupos. El primero al mando de Fidel atacaría el Moncada. Los otros dirigidos por Abel Santamaría y Raúl Castro ocuparían el Hospital y el Palacio de Justicia que estaban al lado.

 

Antes de la acción Fidel Castro pronunció las siguientes palabras: "Compañeros: Podrán vencer dentro de unas horas o ser vencidos; pero de todas maneras, ¡óiganlo bien, compañeros!, de todas maneras el movimiento triunfará. Si vencemos mañana, se hará más pronto lo que aspiró Martí. Si ocurriera lo contrario, el gesto servirá de ejemplo al pueblo de Cuba, a tomar la bandera y seguir adelante. El pueblo nos respaldará en Oriente y en toda la isla. ¡Jóvenes del Centenario del Apóstol! Como en el 68 y en el 95, aquí en Oriente damos el primer grito de ¡Libertad o muerte! Ya conocen ustedes los objetivos del plan. Sin duda alguna es peligroso y todo el que salga conmigo de aquí esta noche debe hacerlo por su absoluta voluntad. Aún están a tiempo para decidirse. De todos modos, algunos tendrán que quedarse por falta de armas. Los que estén determinados a ir, den un paso al frente. La consigna es no matar sino por última necesidad”.

 

 El Hospital y el Palacio de Justicia fueron tomados. En el Moncada, el grupo principal, logró desarmar la guardia pero llegó una patrulla y se provocó un tiroteo. Eso alertó a la tropa que se movilizó rápidamente para atacar a los rebeldes. Tras un duro enfrentamiento y ante un enemigo superior en efectivos y armas, Fidel Castro vio que era imposible continuar la lucha y ordenó la retirada. Los 28 combatientes que intentaron tomar el Cuartel de Bayamo, también fracasaron.

 

Tras la derrota, Batista decretó Estado de Sitio y aumentó la represión contra diversos sectores opositores, clausuró medios de comunicación de izquierda y aplicó medidas de censura a la prensa y la radio. Seis combatientes de los dos cuarteles murieron en los enfrentamientos, más de cincuenta fueron asesinados después por el ejército pero los presentaron como caídos en el combate, unos pocos escaparon y los demás fueron capturados y torturados.

 

 Como nadie es amigo de las derrotas, en la época muchos sectores de la izquierda latinoamericana criticaron la acción diciendo que fue una aventura.

 

Meses después, en octubre, el juicio a Fidel Castro se transformará en una tribuna para denunciar los asesinatos y torturas, cuando el líder revolucionario pronunciará su alegato de autodefensa, conocido posteriormente como La historia me absolverá, por la última frase pronunciada al realizar su defensa.

 

 El discurso de cuatro horas provocó la reacción de distintos sectores de la sociedad y se transformó en un golpe directo a la imagen de Batista. La indignación de la población por el trato a los prisioneros dañó seriamente la imagen de Batista. Hubo pronunciamiento de jueces, religiosos y diversas organizaciones condenando el asesinato y la tortura de los prisioneros. Tras el discurso Fidel Castro se convirtió en un héroe para los sectores populares. En el alegato, al decir de diversos analistas, Fidel Castro se transformó de acusado en acusador y logró quebrar el silencio impuesto por la dictadura, posicionando el discurso revolucionario y provocando un crecimiento de su imagen como líder. “No se mató durante un minuto, una hora o un día entero, sino que en una semana completa, los golpes, las torturas, los lanzamientos de azotea y los disparos no cesaron un instante como instrumento de exterminio manejados por artesanos perfectos del crimen. El cuartel Moncada se convirtió en un taller de tortura y muerte, y unos hombres indignos convirtieron el uniforme militar en delantales de carniceros", explicó Fidel.

 

El cuestionamiento de Fidel al pedido de sentencia realizado por el fiscal acusador fue en un cuestionamiento político al régimen de Batista y su Sistema Judicial. “Es un principio elemental de derecho penal que el hecho imputado tiene que ajustarse exactamente al tipo de delito prescrito por la ley –aseguró el líder cubano. Si no hay ley exactamente aplicable al punto controvertido, no hay delito. El artículo en cuestión dice textualmente: ‘Se impondrá una sanción de privación de libertad de tres a diez años al autor de un hecho dirigido a promover un alzamiento de gentes armadas contra los Poderes Constitucionales del Estado. La sanción será de privación de libertad de cinco a veinte años si se llevase a efecto la insurrección’. ¿En qué país está viviendo el señor fiscal? ¿Quién le ha dicho que nosotros hemos promovido alzamiento contra los Poderes Constitucionales del Estado? Dos cosas resaltan a la vista. En primer lugar, la dictadura que oprime a la nación no es un poder constitucional, sino inconstitucional; se engendró contra la Constitución, por encima de la Constitución, violando la Constitución legítima de la República. Constitución legítima es aquella que emana directamente del pueblo soberano”.

 

 Más adelante incluso ironizó utilizando un lenguaje que llegaba a la mayoría de la gente. “En segundo lugar, el artículo habla de Poderes, es decir, plural, no singular, porque está considerado el caso de una república regida por un Poder Legislativo, un Poder Ejecutivo y un Poder Judicial que se equilibran y contrapesan unos a otros –argumentó Fidel. Nosotros hemos promovido rebelión contra un poder único, ilegítimo, que ha usurpado y reunido en uno solo los Poderes Legislativos y Ejecutivo de la nación, destruyendo todo el sistema que precisamente trataba de proteger el artículo del Código que estamos analizando. En cuanto a la independencia del Poder Judicial después del 10 de marzo, ni hablo siquiera, porque no estoy para bromas... “.

 

El alegato también se transformó en un cuestionamiento al sistema económico e indirectamente al propio sistema capitalista. “El porvenir de la nación y la solución de sus problemas no pueden seguir dependiendo del interés egoísta de una docena de financieros, de los fríos cálculos sobre ganancias que tracen en sus despachos de aire acondicionado diez o doce magnates -afirmó. El país no puede seguir de rodillas implorando los milagros de unos cuantos becerros de oro que, como aquél del Antiguo Testamento que derribó la ira del profeta, no hacen milagros de ninguna clase. Los problemas de la República sólo tienen solución si nos dedicamos a luchar por ella con la misma energía, honradez y patriotismo que invirtieron nuestros libertadores en crearla. Y no (…) consiste en dejarlo todo tal cual está y pasarse la vida farfullando sandeces sobre la ‘libertad absoluta de empresa’, ‘garantías al capital de inversión’ y la ‘ley de la oferta y la demanda’, como habrán de resolverse tales problemas. En un palacete de la Quinta Avenida, estos ministros pueden charlar alegremente hasta que no quede ya ni el polvo de los huesos de los que hoy reclaman soluciones urgentes. Y en el mundo actual ningún problema social se resuelve por generación espontánea”.

 

 Fidel denunció, describió y analizó la realidad política, social y económica de Cuba resumida en seis temas fundamentales y desarrolló propuestas para superar los problemas a partir de un gobierno revolucionario. La necesidad de distribuir de la tierra entre os campesinos para mejorar la producción, la urgencia de un proceso de industrialización para promover el desarrollo, la construcción de vivienda para los sectores populares en las ciudades, políticas para mejorar la educación con planes de alfabetización y mejora del salario de los maestros, y acciones urgentes para desarrollar el sistema de salud.

 

 Para cumplir las propuestas sería necesario promulgar cinco leyes revolucionarias. Primero establecer la vigencia de la Constitución cubana de 1940 y restablecer el estado de derecho. Segundo realizar la Reforma Agraria. Tercero establecer que los trabajadores industriales reciban el 30 por ciento de los beneficios de sus empresas. Cuarto, decretar que los trabajadores de la industria azucarera reciban el 55 por ciento de los beneficios generados por su empresa. Quinto, confiscar los bienes de las personas culpables de fraude al Estado. Así, con estas y otras políticas se superaría el desempleo tan alto que existía en Cuba. Además, el discurso de Fidel estuvo atravesado por una reivindicación permanente de José Martí, de su figura histórica y de su pensamiento, generando simpatía en la población.

 

Luego describió las acciones que debería tomar un gobierno para solucionar los problemas económicos y sociales con propuestas que hasta hoy están vigentes. “Un gobierno revolucionario con el respaldo del pueblo y el respeto de la nación después de limpiar las instituciones de funcionarios venales y corrompidos, procedería inmediatamente a industrializar el país, movilizando todo el capital inactivo que pasa actualmente de mil quinientos millones a través del Banco Nacional y el Banco de Fomento Agrícola e Industrial y sometiendo la magna tarea al estudio, dirección, planificación y realización por técnicos y hombres de absoluta competencia, ajenos por completo a los manejos de la política”, afirmó Fidel Castro.

 

Explicó además cómo resolver el problema agrario. “Un gobierno revolucionario, después de asentar sobre sus parcelas con carácter de dueños a los cien mil agricultores pequeños que hoy pagan rentas –afirmó el líder revolucionario-, procedería a concluir definitivamente el problema de la tierra, primero: estableciendo como ordena la Constitución un máximo de extensión para cada tipo de empresa agrícola y adquiriendo el exceso por vía de expropiación, reivindicando las tierras usurpadas al Estado, desecando marismas y terrenos pantanosos, plantando enormes viveros y reservando zonas para la repoblación forestal; segundo: repartiendo el resto disponible entre familias campesinas con preferencia a las más numerosas, fomentando cooperativas de agricultores para la utilización común de equipos de mucho costo, frigoríficos y una misma dirección profesional técnica en el cultivo y la crianza y facilitando, por último, recursos, equipos, protección y conocimientos útiles al campesinado”.

 

Sobre la falta de viviendas también hizo propuestas que seguramente sorprenden todavía a muchos. “Un gobierno revolucionario resolvería el problema de la vivienda rebajando resueltamente el cincuenta por ciento de los alquileres, eximiendo de toda contribución a las casas habitadas por sus propios dueños, triplicando los impuestos sobre las casas alquiladas, demoliendo las infernales cuarterías para levantar en su lugar edificios modernos de muchas plantas y financiando la construcción de viviendas en toda la Isla en escala nunca vista, bajo el criterio de que si lo ideal en el campo es que cada familia posea su propia parcela, lo ideal en la ciudad es que cada familia viva en su propia casa o apartamento –argumentó Fidel Castro. Hay piedra suficiente y brazos de sobra para hacerle a cada familia cubana una vivienda decorosa. Pero si seguimos esperando por los milagros del becerro de oro, pasarán mil años y el problema estará igual. Por otra parte, las posibilidades de llevar corriente eléctrica hasta el último rincón de la Isla son hoy mayores que nunca, por cuanto es ya una realidad la aplicación de la energía nuclear a esa rama de la industria, lo cual abaratará enormemente su costo de producción. Con estas tres iniciativas y reformas el problema del desempleo desaparecería automáticamente y la profilaxis y al lucha contra las enfermedades sería tarea mucho más fácil”.

 

También remarcó la importancia de la Educación para el avance de los pueblos y señala la necesidad de una reforma estructural. “Finalmente, un gobierno revolucionario procedería a la reforma integral de nuestra enseñanza, poniéndola a tono con las iniciativas anteriores, para preparar debidamente a las generaciones que están llamadas a vivir en una patria más feliz -explicó. No se olviden las palabras del Apóstol: ‘Se está cometiendo en [...] América Latina un error gravísimo: en pueblos que viven casi por completo de los productos del campo, se educa exclusivamente para la vida urbana y no se les prepara para la vida campesina. El pueblo más feliz es el que tenga mejor educados a sus hijos, en la instrucción del pensamiento y en la dirección de los sentimientos. Un pueblo instruido será siempre fuerte y libre’. Pero el alma de la enseñanza es el maestro, y a los educadores en Cuba se les paga miserablemente; no hay, sin embargo, ser más enamorado de su vocación que el maestro cubano. ¿Quién no aprendió sus primeras letras en una escuelita pública? Basta ya de estar pagando con limosnas a los hombres y mujeres que tienen en sus manos la misión más sagrada del mundo de hoy y del mañana, que es enseñar. Debe concedérseles además a los maestros que desempeñan su función en el campo, el uso gratuito de los medios de transporte; y a todos, cada cinco años por lo menos, un receso en sus tareas de seis meses con sueldo, para que puedan asistir a cursos especiales en el país o en el extranjero, poniéndose al día en los últimos conocimientos pedagógicos y mejorando constantemente sus programas y sistemas”.

 

 “¿De dónde sacar el dinero necesario?”, se preguntó Fidel. Y respondió con una acusación que golpea hasta hoy. “Cuando no se lo roben, cuando no haya funcionarios venales que se dejen sobornar por las grandes empresas con detrimento del fisco, cuando los inmensos recursos de la nación estén movilizados y se dejen de comprar tanques, bombarderos y cañones en este país sin fronteras, sólo para guerrear contra el pueblo, y se le quiera educar en vez de matar, entonces habrá dinero de sobra –explicó”.

 

 El manifiesto fue además un llamado a la conciencia colectiva poniendo en evidencia la indiferencia de la sociedad ante la realidad social. “Lo inconcebible es que haya hombres que se acuesten con hambre mientras quede una pulgada de tierra sin sembrar; lo inconcebible es que haya niños que mueran sin asistencia médica, lo inconcebible es que el treinta por ciento de nuestros campesinos no sepan firmar, y el noventa y nueve por ciento no sepa de historia de Cuba; lo inconcebible es que la mayoría de las familias de nuestros campos estén viviendo en peores condiciones que los indios que encontró Colón al descubrir la tierra más hermosa que ojos humanos vieron -aseguró. La sociedad se conmueve ante la noticia del secuestro o el asesinato de una criatura, pero permanece criminalmente indiferente ante el asesinato en masa que se comete con tantos miles y miles de niños que mueren todos los años por falta de recursos, agonizando entre estertores de dolor y cuyos ojos inocentes, ya en ellos el brillo de la muerte, parecen mirar hacia lo infinito como pidiendo perdón para el egoísmo humano y que no caiga sobre los hombres la maldición de Dios".

 

La historia me absolverá, es la defensa de la causa revolucionaria y la base teórica fundamental del plan de gobierno que sería asumido luego por el Movimiento 26 de Julio y diversos sectores políticos y sociales, que se aglutinarán en torno al documento político. Su posterior impresión y distribución clandestina aportó a un rápido crecimiento del movimiento revolucionario.

 

La historia me absolverá, no fue solamente un manifiesto de denuncia de los crímenes de las fuerzas represivas y defensa de los combatientes, si no, sobre todo, un pronunciamiento político que se transformará en antecedente fundamental para el triunfo de la Revolución en Cuba y pieza política clave en los distintos procesos revolucionarios que surgirán en toda América Latina.

 

En el imaginario cubano primero y latinoamericano luego, se posicionó la idea de que la revolución era única forma de cambiar la realidad social, política y económica. Si bien no es posible analizar qué hubiese ocurrido si Fidel Castro no realizaba su defensa y pronunciaba su alegato, si es posible determinar que el mismo se convirtió en un hecho político que superó la derrota militar.

 

 La historia me absolverá no es un discurso más de Fidel Castro. Si bien son muchos sus discursos trascendentes al triunfar la Revolución y durante el proceso de construcción revolucionaria, éste es el más importante porque estableció las bases y marcó el camino hacia un triunfo revolucionario a pocos kilómetros de las costas estadounidenses en un momento histórico en que las luchas sociales empezaron a propagarse por todo el mundo. Pero además, es un documento político estratégico y de increíble vigencia en la actualidad. Ese alegato, que hoy la Campaña de Lectura Eugenio Espejo acerca en este libro, transformó la derrota militar en una victoria política de los revolucionarios cubanos. Al leer La historia me absolverá, los jóvenes podrán comprender de mejor forma la relevancia histórica que adquirió Fidel Castro, más allá de la Revolución Cubana.

 

 En su excelente novela El año de la muerte de Ricardo Reis, José Saramago señala “A esta ciudad le basta saber que la rosa de los vientos existe, este no es el lugar donde los rumbos se abren, tampoco es el punto magnífico donde los rumbos convergen, aquí precisamente cambian los rumbos”. Con La historia me absolverá, se abren, convergen y cambian los rumbos…

 

Texto del Prólogo de La historia me absolverá, editado por la Campaña de Lectura Eugenio Espejo, Quito, 2016.

 

https://www.alainet.org/pt/node/181994
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