Ayer, mientras el gobierno informaba sobre la gestión de un nuevo acuerdo nacional en el marco de la conmemoración del 25 aniversario de la firma de los Acuerdos de Paz, ARENA anunciaba su retiro de la mesa que discute la aprobación del financiamiento necesario para evitar el impago gubernamental y allanar caminos de solución al problema fiscal.

Paralelamente, en la Asamblea Legislativa, ARENA todavía se niega a aprobar el presupuesto nacional de 2017. Esta torpeza política la acompañan también GANA, PCN y PDC, ex aliados del FMLN que ya cerraron filas con el partido oligárquico para intensificar el bloqueo y la desestabilización contra la izquierda gobernante.

Al mismo tiempo, ARENA conspira contra la aplicación del incremento al salario mínimo a través de gremiales empresariales, medios de comunicación (Telecorporación Salvadoreña, La Prensa Gráfica, El Diario de Hoy) y la Sala Constitucional que podría admitir esta semana la demanda contra la elección del Consejo Nacional del Salario Mínimo y el incremento salarial.

Así, en la complicada coyuntura de inicio de año, ARENA (y los intereses que representa) se confirma como el principal obstáculo para avanzar en una agenda de país que contribuya a la solución de los problemas que afectan a la población.

En los regímenes democráticos, los partidos opositores utilizan su poder para fiscalizar al gobierno, generar contrapesos y presionar por acuerdos de país, en el marco de una oposición constructiva. Pero ésa no es la lógica de ARENA, sino el boicot y la desestabilización sin importar las consecuencias: oposición destructiva que ve en el fracaso del gobierno sus posibilidades de retomar el poder.

Y esto se ve reforzado también por las propias fallas e insuficiencias del gobierno que no hace los cambios necesarios para sacudirse el acoso arenero, tomar la iniciativa y pasar a la ofensiva. Los datos alarmantes de la última encuesta de la UCA deberían sacudir al gobierno y provocar giros importantes en su conducción y desempeño.

El referido sondeo publicado ayer refleja un gran descontento social, generalizada desesperanza en la gente y una percepción negativa del gobierno. La calificación al Presidente Salvador Sánchez Cerén es la más baja en todo su mandato.

En este sentido, una postura consecuente con la perspectiva de cambio estructural y de transformaciones para un país mas digno debe exigir a ARENA una actitud responsable con el país y al gobierno que haga los ajustes necesarios para mejorar su desempeño. Ésa debe ser la lógica de las organizaciones populares, movimientos progresistas y sectores democráticos.

Asociación de Radios y Programas Participativos de El Salvador (ARPAS)