Una ventana a Venezuela

Apuntes para comprender su realidad actual

25/04/2017
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24 de abril: violentas acciones de la oposición en Caracas
Foto: Telesur
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Para comenzar

 

Si usted despertará en Venezuela, cada mañana tuviera a disposición la programación de los canales de televisión abierta y en ella encontraría al menos dos tendencias.

 

La primera donde se incorpora el Sistema Nacional de Medios Públicos, donde de manera inequívoca encontrará la línea comunicacional del Gobierno Bolivariano, caracterizada por exaltar el liderazgo del Presidente Maduro y sus logros en la conducción del gobierno. El discurso es homogéneo y en el mismo no se reflejan algunas problemáticas que se experimentan en la sociedad venezolana actual.

 

En la segunda tendencia encontramos los medios de comunicación privados, quienes hoy asumen la “imparcialidad y la ecuanimidad” como slogan.  Estos últimos tratan temas y problemáticas más diversos, el discurso es más heterogéneo, pues aquí se incorporan las voces de la oposición al gobierno Bolivariano. Digamos que el tratamiento de algunos temas/problemáticas “sensibles” son abordadas con superficialidad. Este comportamiento de los medios de comunicación privados es producto de la implementación de la Ley de Responsabilidad Social en Medios, desde 2.010, la cual establece claramente que el espacio radio-eléctrico es público, que las concesiones son limitadas en el tiempo, la supervisión es rigurosa, además las sanciones hasta ahora inéditas en caso de infracciones; en los tiempos precedentes fueron abiertamente canales de los sectores de oposición al proceso bolivariano.

 

Ahora usted no vive en Venezuela, y cada mañana despierta con las noticias que son procesadas por las agencias de información internacional, que tienen una muy bien definida línea editorial. Estas agencias son las proveedoras de la mayoría de canales de televisión abierta y de radios en el mundo. De manera alternativa es afortunado si puede acceder a Telesur o Russia Today, que son la antítesis de las agencias informativas dominantes. Supongo que cada mañana o en algún momento del día, en las últimas semanas; cuando ha visto las noticias en la televisión o las ha escuchado por la radio, Venezuela es un tema recurrente.

 

Si su experiencia de estar informado, se fundamenta en las redes sociales predominantes (Facebook, Twitter o WhatsApp), encontraremos un panorama más heterogéneo, pero que tiende a hacer retratos de un país en caos.

 

Si le interesa un poco lo que ocurre en nuestro país, seguro ha podido observar que las tendencias noticiosas predominantes a nivel internacional se han ido desplazando en el marco de varios temas: “Crisis humanitaria”, “crisis democrática” y ahora la violencia hacia la oposición venezolana, a través de la represión a las “manifestaciones pacíficas” que estos desarrollan.

 

No es raro entonces que usted hayan escuchado a algún compatriota suyo decir que en Venezuela nos morimos de hambre o lo poco que comemos es de la basura, que estamos en una dictadura liderada por Maduro y que quienes se oponen a él están todos arrestados o extorsionados.

 

Tanto en Venezuela y como a nivel mundial, la lucha es en el plano de la construcción de lo que real o no. El conflicto se basa en poseer la hegemonía para construir los discursos/relatos que se repiten o son recurrentes, con el fin de configurar determinadas maneras de pensar y con ello limitar los campos de acción de determinados sujetos (grupos o sectores en la sociedad) y lo que ocurre dentro ellos.

 

En estas líneas pretendo compartir de manera sintética algunos aspectos de nuestra realidad venezolana como trabajador y militante, con el objeto de aportar a contribuir a una visión alternativa del tema: Venezuela. Una visión que trascienda en lo posible lo que vemos y escuchamos en la televisión y radio y lo que leemos en las redes sociales, tomando como base las matrices globales enunciadas.

 

Sobre la “represión hacia las manifestaciones pacíficas de la oposición” o el terrorismo

 

Vivo en Maracaibo, que está al occidente de Venezuela, dentro del Estado Zulia (fronterizo con Colombia). Fue la cuna de la explotación petrolera desde principios del siglo XX y en consecuencia la mayor parte de la industria de la zona está asociada a lo que queda de ella, y al comercio. En las últimas dos semanas se han desarrollado tomas de violentas de algunos sectores de la ciudad. Grupos pequeños de personas que impiden el libre tránsito colocando barricadas de basura y otros elementos.  Han hecho énfasis ahora en las noches y por estos días feriados de semana santa. Los cuerpos policiales generalmente hacen un cerco la zona y al cabo de algunas horas los manifestantes desisten. La oposición venezolana no reconoce discursivamente a estos grupos, aunque quienes lo conforman son militantes de sus partidos, adicionalmente no condena esta acción contundentemente.

 

En otras ciudades de Venezuela ha habido tomas violentas de espacios públicos (como escuelas, centros de salud y el sistema de transporte público) y privados que han supuesto peligro a grupos de ciudadanos y la destrucción de bienes públicos o privados y la fuerza pública ha actuado. En el desempeño de recuperar los espacios públicos ha habido excesos y en relación a esto el Defensor de Pueblo se ha pronunciado y la Fiscalía ha procesado a los funcionarios involucrados. Ahora bien, en un sistema de justicia como el venezolano, caracterizado por su ineficiencia, la impunidad es la norma y las acciones son más efectista.

 

La mayoría de la población rechaza en términos prácticos las acciones violentas y por eso se han extinguido, más por soledad que por la represión de los cuerpos policiales. Somos más de veintinueve millones de habitantes, y en estas acciones solo participan decenas de opositores.  Esto no significa de manera automática la aprobación de la gestión del presidente Maduro, la base de rechazo de estas acciones son la afectación de la vida cotidiana que estas tienen como consecuencia.

 

Es importante recordar que, en 2014, en Venezuela se desarrollaron lo que llamaron: “las guarimbas”. Esas tomas de grupos violentos, que no solo impidieron en uso de espacio público, sino que también lo destruyeron (desde arboles hasta saqueo y quema de edificios públicos). El accionar de la fuerza policial fue tardío y los daños en vidas y materiales fue alto.

 

Tanto en 2014, como hoy estos no son actos espontáneos de la población, pues informaciones de inteligencia y de la Fiscalía venezolana constatan que son acciones deliberadas de sectores de oposición que disponen de una metodología, logística y financiamiento para sostener estos actos, a mi juicio terroristas.

 

Por otro lado, las organizaciones de oposición han organizado y desarrollado marchas en varias zonas de la ciudad de Maracaibo y estas han sido custodiadas por fuerza pública. En una de ellas, incluso se llegó hasta la residencia oficial del gobernador del Estado sin ningún impedimento. Solo hubo intervención de la fuerza pública cuando los manifestantes intentaron entrar por la fuerza a la instalación.

 

La oposición ha propuesto y desarrollado marchas a nivel nacional (en la mayoría como está previsto legalmente, debe autorizarse su recorrido previamente). En algunas de ellas los dirigentes de oposición han querido variar su ruta hacia zonas sensibles y la fuerza pública ha actuado. Recordemos que, en 2011, el inicio de los eventos de abril (que terminaron en un golpe de estado) se dio cuando, la marcha opositora cambio de ruta, para dirigirse al Palacio de Miraflores a solicitar la renuncia del presidente Chávez en ese entonces.

 

Ahora bien, en los medios de comunicación televisivos o radiales estas acciones no son visibilizadas con gran cobertura, pero en las redes sociales, en particular en Twitter, hay una animación a la movilización de los sectores de oposición sin diferenciar entre la manifestación pacífica y la violenta, solo como la vía para” salir de Maduro”.

 

Sobre la “crisis humanitaria” o el cambio en los patrones de consumo de los venezolanos

 

El modelo de consumo de la familia trabajadora venezolana hoy experimenta cambios drásticos. Es importante recordar que este modelo de consumo que se abandona, se fraguó al calor de la renta petrolera y a la imagen y semejanza de la sociedad de los Estados Unidos de América.

 

En Venezuela desde el inicio de la explotación petrolera a principios del siglo pasado, se ha desarrollado un creciente proceso de importación de los bienes que requerimos. La infraestructura de manufactura se ha centrado fundamentalmente en el ensamble o importación de materias primas para la elaboración de productos con fórmulas foráneas. Esto hizo de Venezuela para las marcas extranjeras un paraíso, donde podían vender muchos de sus productos.

 

La base material para sustentar este proceder es la renta petrolera, que a su vez se constituyó en una fórmula magistral para a extraer dólares. En 1983 hubo un pico de crisis que afecto este comportamiento de los patrones de consumo, y la formula seleccionado por los partidos (social demócrata y demócratas cristianos) fue el ajuste estructural en 1988, bajo el enfoque neoliberal.

 

Cuando Chávez asume la conducción del gobierno en 1.999, lo hace con un precio del petróleo bajo, pero paulatinamente contribuye con una política acertada y se van dando las condiciones para la recuperación del barril del petróleo. Lo que nos trajo nuevamente a la bonanza petrolera. De tal manera que hubo recursos para elevar la cobertura del Estado de Bienestar (salud, educación, entre otros) por un lado y por otro para acceder a divisas extranjeras, lo que permitió que nuevamente las marcas tuvieron la oportunidad de vender sus productos y la industria de la manufactura recupero el esquema de empaque y venda.

 

Hoy los precios del petróleo están bajos en relación a aquel barril de petróleo a 100 $ o más y el caudal de dólares se redujo. Esta situación combinada con una industria manufactura limitada explica en parte que hoy no dispongamos de productos para la dieta básica, la higiene personal, servicios de salud, medicamentos, repuestos para vehículos, prendas de vestir, calzado, entre otros.

 

Sobre la base de los escases, se ha cimentado la especulación, una expresión de la corrupción.  En Venezuela coexisten varios espacios para acceder a los productos que una familia trabajadora necesita. El mercado con precios regulados por gobierno, donde hay que invertir mucho tiempo en largas filas para poder acceder a ellos (aquí fundamentalmente están los alimentos y medicamentos). El mercado especulativo, donde se consiguen los productos a altos precios (aquí también se consiguen los alimentos y medicamentos). Y el mercado de productos con precios no regulados, como por ejemplo vestido, repuestos para vehículos, algunos materiales para la construcción y electrodomésticos.

 

El Banco Central de Venezuela, desde el año pasado no ha publicado el Índice de Precios al Consumidor. Pero no hace falta, dado que mes a mes suben los precios de los productos.

 

Desde el Gobierno Bolivariano, se han desarrollado varias estrategias superar esta situación, además de mantener las políticas sociales que vienen desde Chávez, a las que dedica gran parte del presupuesto nacional.  Una de ellas la protección del salario, mediante aumentos constantes del salario mínimo nacional (incluyendo una bonificación sin incidencia salarial denominada Cesta Ticket Socialista). Otra es asumir la producción (o importación) y distribución de productos esenciales, como ejemplo de esto tenemos la dotación de una bolsa de productos (a precio subsidiado) a las familias trabajadoras, bajo un esquema organizativo nuevo llamado Consejos Locales de Alimentación y Producción (Clap).   Ha celebrado acuerdos con empresarios y gremios para incentivar la producción nacional. Ha anunciado el reimpulso las empresas estatales y estatizadas.

 

Los logros son parciales en este aspecto, pues el ingreso de los trabajadores se devalúa semana a semana, dado que los comerciantes ajustan los precios de manera permanente y los controles gubernamentales son permeados por múltiples esquemas de corrupción. La cobertura de los Clap es limitada e inconstante. De igual manera los empresarios que manufacturan tienen básicamente una sola petición para reactivar actividad: acceso a dólares para importar materias primas, maquinarias y otros insumos. No se alcanzan los niveles de productividad en las empresas estatales y estatizadas, en parte porque padecen del mismo síndrome “parasitario” del empresariado venezolano aunado a una creciente burocratización.

 

Dentro de este contexto existe una línea comunicacional que exacerba la añoranza por el modo de consumo que se abandona y no se visibiliza a los actores que promueven los escases. Amén de reconocer lo torpe y tardío de algunas acciones gubernamentales.

 

En fin, hoy los venezolanos transitamos de la Venezuela del derroche, a la Venezuela de la austeridad. Lamentablemente en este tránsito están creciendo las víctimas y no todas fallecen.

 

Sobre la “crisis de la democracia” o la construcción conflictiva del orden

 

Desde que Chávez irrumpió en el escenario político venezolano y ganó las elecciones en 1.998, en nuestra sociedad asumió el conflicto como la fórmula para la construcción del orden, en contraposición a la democracia de pactos entre los grandes partidos que caracterizo el periodo 1961-1998.

 

Este conflicto siempre tuvo como actores al chavismo versus la oposición, ese grupo de actores con diversos proyectos (aquí tenemos a la derecha recalcitrante, como Primero Justicia, los traidores a la revolución como la Causa R, hasta la autodenominada ultra-izquierda Bandera roja) que tienen un objetivo en común: acabar con la revolución bolivariana y como meta: sacar a Chávez primero y ahora a Nicolás Maduro de la presidencia.

 

En mi opinión Chávez no calculó que su existencia iba a terminar antes y configuró una relación con el pueblo con la prevalencia de su liderazgo y organizó una estructura de poder en consecuencia. Administro hábilmente y como solo él con su liderazgo podía hacerlo las contradicciones dentro y entre los actores del proceso revolucionario. Hoy Chávez no está y Maduro no consigue afianzar su liderazgo, lo que lo coloca en una situación más compleja, pues debe hacer esfuerzo por conciliar con las tendencias internas en el proceso revolucionario, y en este escenario ha optado en la mayoría de los casos por hacer concesiones, lo que nos ha llevado a un estado de la política del siglo XIX, es decir la prevalencia de los caudillos regionales. Lamentablemente este actuar significa limitaciones para la implementación de políticas nacionales, cuando estas atentan a los intereses del caudillaje.

 

Por otro lado, Maduro debe enfrentar a la oposición venezolana, con el apoyo de Estados Unidos de América y las derechas latinoamericanas, que se han fortalecido gracias a la toma del poder (de manera ilegal, como Temer en Brasil o por elecciones como Macri).

 

Así pues, Maduro tiene la dura tarea de cohesionar los actores del proceso revolucionario, para enfrentar a la oposición (con la cual se ha dado un inacabado dialogo con algunos sectores y acuerdos con otros, como por ejemplo un sector del empresariado) y dar la batalla en el escenario internacional.

 

A Venezuela se le reservó y asignó en el concierto internacional su papel como proveedor de energía seguro y confiable dentro un mundo unipolar, por eso antes de la llegada de Chávez al poder no fue problema, a pesar que las condiciones que teníamos ameritaban la atención del hemisferio. Con Chávez se promovió una ruptura del papel de Venezuela a nivel mundial y como país contribuimos a la construcción de nuevos referentes de emancipación en nuestra América, por eso hoy es tal crucial descalificar de cualquier manera el proceso bolivariano.

 

De allí que hoy se hable de una crisis democrática, que es suma es una crisis de la oposición para tomar el poder, una crisis de más de una década, que vio un respiro en las últimas elecciones legislativas.

 

La oposición se moviliza para exigir elecciones y el gobierno le propone un diálogo, pero ninguno tiene la capacidad de lograr sus pretensiones lo que agudiza la conflictividad en el debate público.

 

Hasta ahora la correlación de poder no favorece a la oposición, y las acciones del Estado que no le favorecen son calificadas como ilegales, pero todas salvo prueba de lo contrario han estado ajustadas a derecho. Ahora para no engañarnos debemos comprender que toda acción jurídica en el mundo, son arreglos desarrollados en el ámbito de lo político.

 

A manera de cierre

 

Desde 1.998 en el discurso político de los actores y voceros de la revolución, siempre hubo un estímulo a la organización, como parte de estrategia para profundizar los procesos de cambio. Chávez se convirtió en el principal animador de la democracia participativa y protagónica, que se contrapuso a la democracia de las cúpulas prevaleciente durante décadas. Así se logró la movilización de vastos sectores de la población en diversas organizaciones populares, comunitarias, de trabajadores. Vale resaltar que los niveles de organización, aunque creciente se vieron afectados por un proceso de burocratización fomentado por el Estado Venezolano, aun así, fue importante el avance.

 

En este momento la organización popular en el discurso de Maduro y de los voceros del gobierno o revolución, cuando existe tiene una función instrumental, como en el caso de los Clap. Su demanda de participación se limita a expresar la lealtad al legado de Chávez, sin organización o movilización sustancial. La entidad organizativa mayor cobertura y reconocimiento es el policlasista Partido Socialista Unido de Venezuela, que se activa como maquinaria en coyunturas muy específicas y en las elecciones.

 

Así pues, nos toca a quienes militamos en Venezuela, como en cualquier tiempo participar en todas las organizaciones del pueblo, de la clase trabajadora para construir incidencia en políticas públicas, aportar soluciones a todos los niveles, promover debates políticos, cimentar referente éticos válidos alternativos a los corrompidos, en suma: no dejar perder de ninguna manera la revolución bolivariana.

 

Jesús A. Rondón

Sociólogo

@jxrondon

 

Agradezco los comentarios y aportes de Marcos Rondón, José Guadalupe Armenta y Eduardo Ríos para la construcción de este documento.

 

Cualquier aporte, comentario o recomendación por favor escriba a jesusalbertorondon@gmail.com

 

 

 

 

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