Trump y el nuevo Vietnam

20/07/2017
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El libro “El Arte de la Guerra” del general, estratega y filósofo chino Sun Tzu (considerado el mejor libro de estrategia de todos los tiempos y libro de cabecera de estadistas como Maquiavelo, Napoléon o Mao Tse Tung), es un tratado que enseña la estrategia suprema de aplicar con sabiduría el conocimiento de la naturaleza humana en los momentos de confrontación. La doctrina geopolítica de Obama diseñada por Zbigniew Brzezinski sería en gran parte deudora de dicho manual pues intenta desentrañar las raíces de un conflicto y buscar una solución, aplicando la máxima de Sun Tzu “la mejor victoria es vencer sin combatir y esa es la distinción entre el hombre prudente y el ignorante”, con lo que se adelantaría casi 2.500 años al desenlace del contencioso nuclear iraní.

 

Así, tras 21 meses de negociaciones, Irán y los países del Grupo 5+1 (Estados Unidos, Rusia, China, Gran Bretaña, Francia y Alemania) alcanzaron un acuerdo por el que el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) e Irán acuerdan un calendario de actividades para poder certificar «todos los asuntos pasados y presentes pendientes, que todavía no han sido resueltos por el OIEA e Irán». Dicho acuerdo incluiría el beneplácito de Washington para que Teherán enriquezca su uranio y lo transforme en combustible para el reactor iraní, (siempre bajo control de la OIEA), lo que permitiría un mejor control del stock de uranio enriquecido de Irán y fuente de inquietud entre los occidentales e Israel, que temen que Teherán lo pueda emplear para fabricar armas atómicas, (acusaciones que Irán ha desmentido siempre categóricamente) y en el supuesto de restablecerse las relaciones diplomáticas entre ambos países, Rowhani conseguiría su objetivo de que se reconozca el papel de Irán como potencia regional logrando de paso el incremento de cooperación irano-estadounidense y la resolución del avispero sirio e iraquí.

 

La teoría del “caos constructivo”

 

La Doctrina Carter inspirada por Brzezinski (1980), tenía como objetivo la implementación en Oriente Próximo y Medio del llamado “caos constructivo”, concepto que se basaría en la máxima atribuida al emperador romano Julio César “divide et impera”, para lograr la instauración de un campo de inestabilidad y violencia en la zona (balcanización) y originar un caos que se extendería desde Líbano, Palestina y Siria a Iraq y desde Irán y Afganistán hasta Pakistán y Anatolia (Asia Menor). Recordar que Oriente Medio y Próximo presentan un paralelismo sorprendente con los Balcanes y la Europa centro-oriental de los años que provocó la Primera Guerra Mundial, tras la que los vencedores procedieron a rediseñar las inestables fronteras de dicha zona dibujando unas fronteras virtuales que provocaron un extenso periodo de agitación, de violencia y de conflictos en la zona como consecuencia de los conflictos étnicos derivadas de unas fronteras artificiales amén del choque de intereses económicos de las principales potencias europeas en la zona.

 

Así, el ex-presidente de Egipto, Hosni Mubarak, (derrocado por su negativa a la instalación de bases norteamericanas en suelo egipcio), reveló en una entrevista al diario egipcio El-Fagr la existencia del presunto plan para dividir a toda la región de Medio Oriente, consistente en la instauración del citado “caos constructivo” mediante la sucesiva destrucción de los regímenes autocráticos de Irak, Libia, Sudán, Siria e Irán y reservando para Jordania el rol de “nueva patria del pueblo palestino”, para lo cual ,EEUU se serviría de los grupos takfiríes (especie de hidra cuya cabeza primigenia sería Al Qaeda), para mediante sus acciones terroristas destruir la imagen pacífica del Islam e impedir el enaltecimiento político del mundo musulmán.

 

Dicho proceso de balcanización de la zona estaría ya en marcha y tendría su plasmación en países como Irak , devenido en Estado fallido y desangrado por la reavivación de la guerra civil chií-suní y la aparición del EI, en la endémica división palestina entre las facciones de Hamás y la OLP; en la anarquía reinante en Libia con el wahhabísmo salafista instaurado en Trípoli mientras grupos takfiríes (satélites de Al-Qaeda) dominan tribalmente el interior de Libia y en la aplicación de la yihad suní contra el régimen laico de Al Assad y sus aliados chiíes, Irán y Hezbolá que por efecto mimético habría convertido ya al Líbano en un país dividido y presto para ser fagocitado por Israel, quedando el régimen teocrático chíita del Líder Supremo Ayatolah Jamenei como única zona todavía impermeable a la estrategia balcanizadora de EE.UU.

 

Irak y el Plan Biden

 

El Plan Biden-Gelb, aprobado por el Senado de EEUU en el 2007 y rechazado por Condolezza Rice, Secretaria de Estado con George W. Bush, preveía la instauración en Irak de un sistema federal con el fin de evitar el colapso en el país tras la retirada de las tropas estadounidenses y proponía separar Irak en entidades kurdas, chiíes y sunitas, bajo un gobierno federal en Bagdad encargado del cuidado de las fronteras y de la administración de los ingresos por el petróleo. Así, asistiríamos a la aparición del Kurdistán Libre presidido por Masoud Barzani con capital en Kirkust y que incluiría zonas anexionadas aprovechando el vacío de poder dejado por el Ejército iraquí como Sinkar o Rabia en la provincia de Ninive, Kirkuk y Diyala así como todas las ciudades de etnia kurda de Siria (excepto Hasaka y Qamishli) ocupadas por la insurgencia kurda del BDP. El nuevo Kurdistán contará con las bendiciones de EEUU y dispondría de autonomía financiera al poseer el 20% de las explotaciones del total del crudo iraquí con la “conditio sine qua non” de abastecer a Turquía, Israel y Europa Oriental del petróleo kurdo a través del oleoducto de Kirkust que desemboca en el puerto turco de Ceyhan.

 

De otra parte, el Sunistán que abarcaría las ciudades suníes de Ramadi, Faluya, Mosul, Tal Afar y Baquba ( triángulo suní), con fuertes conexiones con Arabia Saudí y Emiratos Árabes y que derivará posteriormente hacia un radical movimiento panislamista que utilizará el arma del petróleo para estrangular las economías occidentales en el horizonte del próximo quinquenio. Finalmente, como tercera pata del trípode, tendríamos al Irak chíi con capital en Bagdad que ejercería de contrapeso al wahabismo saudí y que gravitaría en la órbita de influencia de Irán, lo que convertiría Irán en gran potencia regional en clara pugna con sus enemigos acérrimos (Israel y Arabia Saudí).

 

¿Se está gestando un nuevo Vietnam en Oriente Medio?

 

Irán adquirió una dimensión de potencia regional gracias a la política errática de Estados Unidos en Iraq, (fruto de la miopía política de la Administración Busch obsesionada con el Eje del Mal ) al eliminar a sus rivales ideológicos, los radicales talibanes suníes y a Sadam Husein con el subsiguiente vacío de poder en la zona, por lo que ha reafirmado su derecho inalienable a la nuclearización, pero tras la elección de Hasan Rowhani como nuevo Presidente electo de Irán se abrió un escenario nuevo y una oportunidad para la resolución del contencioso nuclear EEUU-Israel-Irán. Así, sería factible retomar el acuerdo de cooperación energética del 2010 entre Irak, Irán y Siria para la construcción del gasoducto de South Pars a Homms que conectaría el Golfo Pérsico con el Mar Mediterráneo y permitiría la llegada del gas iraní a la Unión Europea relativizando de paso la importancia estratégica de Turquía dentro del Proyecto del Gasoducto Trans-Adriático (TAP) así como el papel relevante de Arabia Saudí y Emiratos Árabes como suministradores de crudo a Occidente, con lo que Obama se granjearía la enemistad de Turquía, Arabia Saudí, Emiratos Árabes e Israel.

 

En consecuencia, el Congreso y Senado de EEUU aprobaron una declaración preparada por el senador republicano Lindsey Graham y el demócrata Robert Menéndez que señalaba con rotundidad que “si Israel se ve obligado a defenderse y emprender una acción (contra Irán), EEUU estará a su lado para apoyarlo de forma militar y diplomáticamente”, previsiblemente, lo que conllevará el aumento de la presión del lobby pro-israelí de EEUU ( AIPAC) para proceder a la desestabilización de Siria e Irán por métodos expeditivos. Así, el Senado de EE.UU. renovó de forma unánime hasta el 2.026 la Ley de Sanciones contra Irán (ISA por sus siglas en inglés) y tras el lanzamiento de un nuevo misil balístico por Irán, Trump ha ampliado las sanciones contra varias empresas iraníes relacionadas con los misiles balísticos sin violar el Acuerdo Nuclear firmado entre el G+5 e Irán en 2.015 , conocido como Plan Integral de Acción Conjunta (JCPOA por sus siglas en inglés), aunque todo ello tan sólo serían simples fuegos de artificio para distraer la atención del maquiavélico Plan esbozado por la Alianza anglo-judía en 1960.

 

Así, Siria sería tan sólo el cebo para atraer tanto a Rusia como a China e Irán y tras desencadenar una concatenación de conflictos locales (Yemen, Qatar, Gaza y Líbano), desembocar en un gran conflicto regional que marcará el devenir de la zona en los próximos años con el objetivo inequívoco de implementar el Gran Israel (“Eretz Israel”). Dicha guerra será un nuevo episodio local que se enmarcaría en el retorno al endemismo recurrente de la Guerra Fría EEUU-Rusia e involucrará a ambas superpotencias teniendo como colabores necesarios a las potencias regionales (Israel, Egipto, Arabia Saudí e Irán), abarcando el espacio geográfico que se extiende desde el arco mediterráneo (Libia, Siria y Líbano) hasta Yemen y Somalia y teniendo a Irak como epicentro (rememorando la Guerra de Vietnam con Lindon B. Johnson (1963-1.969).

 

Germán Gorraiz López

Analista

 

 

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