Para Mauricio Macri, las segundas partes fueron buenísimas
- Opinión
Cuando la historia argentina repase el capítulo del 22 de octubre de 2017 una de las pocas cosas buenas que podrá rescatar es que votó el 80 por ciento del padrón y no hubo incidentes ni denuncias de fraude. El resultado político en sí, lamentable.
El kirchnerismo no sólo fue derrotado en las legislativas sino que, además, fue desairado en pronósticos previos. Sus voceros dijeron que habría fraude del PRO-Cambiemos, al punto que organizaron un centro de cómputos propios.
Error. Fue una noche feliz por partida doble para Adrián Pérez y el Director Nacional Electoral, quienes festejaban los resultados del macrismo y aquel pronóstico K desairado. Sobre casi 100.000 mesas en todo el país no hubo casi denuncias y a las 23 horas estaba escrutado el 99 por ciento del país. Veinte minutos después la expresidenta empezó su discurso en Arsenal, admitiendo que no le había alcanzado la cosecha pero pontificando a la semilla que se regaría todos los días. Muy raro en ella: tenía apuntes escritos y acudía a los papeles más de una vez.
En el otro extremo del espectro, Esteban Bullrich, su vencedor de anoche, y sus popes María E. Vidal y Mauricio Macri, en su local habitual de Costa Salguero, bailoteaban y repetían su libreto de pastores bien aprendido, de memoria, sin papeles.
Que el exministro de Educación y la gobernadora, negadores ambos del derecho a paritaria nacional a los docentes, hayan sido grandes vencedores de este comicio es algo que enluta a un ámbito mayor a la docencia. Paradoja, muchos maestros les dieron la victoria a sus verdugos.
Tal contradicción recorrió a toda esa provincia pues hubo muchísimos bonaerenses humildes que votaron a los amarillos, cuya representación de clase responde a las cúpulas de la sociedad. Fue un fenómeno de alcance nacional, porque el gobierno tuvo casi el 42 por ciento de los votos, 10.2 millones de sufragios. Con los millonarios de la Unión Industrial, Sociedad Rural y coloquio de Idea no se llega a esas cifras…
Victoria macrista
Si los 4 puntos de ventaja de Bullrich sobre CFK fueron lapidarios, tanto o más lo fue el 50.9 por ciento de Elisa Carrió en Capital, dejando a Daniel Filmus muy lejos, con el 21,7. La matrona obtuvo 1.5 más de lo que había colectado en las PASO. Un inmerecido premio después de haber declarado que Santiago Maldonado podía estar vivo en Chile y posteriormente compararlo con Walt Disney. Carrió iba a ganar, pero que lo hiciera sin pagar ningún costo político por sus inhumanas declaraciones, fue un chorro de hiel que desbordó el vaso de la miseria humana.
En una competencia conviene atenerse a los números y distritos. El macrismo ganó en 12 distritos, entre ellos los más importantes: Buenos Aires, Capital, Córdoba, Santa Fe y Mendoza. Otros donde triunfó tienen un valor extra, como Santa Cruz -pago chico del kirchnerismo-, La Rioja -de Carlos Menem-, Jujuy (agravio para Milagro Sala), Chaco, Corrientes, Entre Ríos y Neuquén. Ese oficialismo perdió muy ajustadamente en La Pampa y Tierra del Fuego. Y fue vencido con más claridad en San Juan, Catamarca, Formosa, Misiones, Río Negro, Chubut, San Luis, Santiago del Estero y Tucumán. De estos distritos, el matiz kirchnerista fue más nítido en Tierra del Fuego, San Juan, Santiago del Estero, Río Negro y en parte en San Luis, de su aliado Adolfo Rodríguez Saá.
De todos modos, hay coincidencia generalizada en que, al interior del peronismo, incluso dirigentes que en esta ocasión fueron aliados con el kirchnerismo, están cocinando a fuego lento refritos para dejar de lado a Cristina Fernández de Kirchner.
A veces quien es la primera fuerza nacional pierde en las principales provincias, como le ocurrió al FPV en 2013. En cambio Macri ganó en los 5 distritos más importantes y a la vez se convirtió en la primera fuerza nacional.
Por eso no se entiende que grupos K multiplicaran mensajes de Whatsapp diciendo que Cambiemos había perdido 2 diputados. Falso. El macrismo tenía 89 diputados y ahora tendrá 108: incrementó en 19 su bancada. Y con los 2 aliados de ECO serán 110. Y en senadores tenía 17 y ganó 8 por lo que a partir del 10 de diciembre tendrá 25.
Lo que viene
En su conferencia de prensa de ayer, fortalecido por el apoyo popular, Macri admitió que redoblará esfuerzos para lo que llama “reformismo” laboral, previsional, impositivo, electoral, judicial y un largo etcétera.
Habrá que conocer los proyectos, pero conociendo el paño empresarial concentrado que luce el gobierno nacional tales reformas requieren comillas. Más que reformas serán regresiones, de sentido negativo. Reformas hubo muchas, aunque sin llegar al hueso del sistema capitalista dependiente, en los doce años de kirchnerismo, como la Asignación Universal, la recuperación de fondos previsionales y de la mayoría de YPF, la ley de medios con sentido antimonopólico, etc. Lamentablemente el paso del tiempo confirmó que si no se lucha por todo, al final se pierde lo poco que se haya logrado.
Macri en 20 meses no se ha caracterizado por reformista ni progresista. Es un neoliberal que quita lo bueno anterior, como con las 160 mil pensiones a discapacitados de las que repuso sólo 10.000. Paradoja no vista por muchos votantes ayer: la ministra que quitó esos beneficios es Carolina Stanley. Su esposo, Federico Salvai, fue el jefe de campaña de Cambiemos en Buenos Aires.
No hace falta ser un lince para darse cuenta que ahora, con el apoyo urnístico, Macri va por más. El lunes subieron 12 por ciento los combustibles. El pobre argumento a favor de las petroleras, en la conferencia de prensa, fue que los argentinos debemos pagar por las naftas lo que paga todo el mundo. Todo el mundo no, en Venezuela es mucho más barata la nafta. Y si vamos a pagar lo que “todo el mundo”, entonces hay que cobrar iguales salarios que los europeos.
Lo bueno es que en pocos días se llamará al “gran acuerdo nacional”, de triste memoria, con legisladores, gobernadores, sindicalistas, empresarios y supremos, para congeniar esta segunda parte del ajuste. Y se podrá ver quién le presta apoyo y quién lo denuncia.
Marche autocrítica
Como la victoria tiene muchos padres y la victoria es huérfana (cita atribuida a Napoleón), en Unidad Ciudadana se está elaborando el luto sin admitirlo. CFK el domingo a la noche reivindicó la actuación de enfrentar una gran concentración de poder y aseguró que este será el núcleo de una oposición más amplia pues no la abarca en su totalidad. De autocrítica no dijo nada aunque más de un militante suyo se habrá preguntado por qué Fernanda Vallejos encabezó la lista de diputados o por qué no le dejaron a Florencio Randazzo competir en las PASO para tenerlo adentro, perdidoso, y sumar su 5 por ciento.
La derrota debería llevar a interrogantes como ¿quién aconsejó a Cristina copiarse de Cambiemos en el estilo de pastor que habla desde un escenario 360 y pronuncia discursos lavados, sin banderas políticas ni consignas como en la cancha de Arsenal?
¿Cómo se eligieron a los candidatos, a Vallejos y al poco prestigioso Daniel Scioli? ¿Por qué se hicieron alianzas con intendentes, cuando los únicos firmes resultaron Ferraresi en Avellaneda, Magario de La matanza y Seco de Ensenada? ¿Quién puso las manos al fuego por Insaurralde, de Lomas de Zamora, Mussi de Berazategui y Menéndez de Merlo?
La campaña se limitó a denunciar el ajuste de Macri sobre los más humildes, y en ese punto fue meritoria. Sin embargo no tuvo propuestas concretas, sin profundizar sus primeras alusiones a las emergencias laboral, alimentaria y sanitaria. Lo de Cristina fue “light”, sin puntos programáticos de profundidad, como las nacionalizaciones de la banca y el comercio exterior. Si se consideraba que eso es viejo -el cronista no lo cree- al menos se debió plantear la nacionalización del sector petrolero, la vigencia de la ley de medios nº 26.522, y la reposición de las retenciones a las exportaciones de soja y minería.
Si el sector “duro” de UC fue blando en política y lo programático, por falta de autocrítica puede hacerse aún más “light” tratando de amigarse con otros sectores del Partido Justicialista y el extinto FPV.
Y eso, en caso de producirse, impedirá dar la batalla política y cultural necesaria a la luz de la dolorosa derrota. Es que si 10.2 millones de argentinos votaron por Macri es porque les han hecho creer que los 12 años fueron todo corrupción y saqueo. Obviamente no fue así, aunque sí hubo muchos López, Jaime, Schiavi, Baratta, Milani, inflación, Monsanto, Gendarmería, Insfrán, etc.
Si Cristina cree que la clave ahora es la amplitud, buscará cerrar alianzas con personajes indevidos (sic). En ese caso se atará de manos para dar la batalla política y cultural. El dicho es “mejor solos que mal acompañados”. Citando a Menotti: para saber entrar, hay que saber salir. Con un núcleo opositor y programa antimonopolios, con fuerte contacto con las bases sociales, dando importancia a la calle como prioritario y las bancas como lo secundario-importante, entonces se podría dar una buena pelea y ganar en el futuro franjas de la sociedad hoy confundidas y ganadas por Cambiemos.
A riesgo de ser reiterativo: en la derrota lo primero es la autocrítica. Es difícil, sobre todo para el peronismo, kirchnerismo o cristinismo, como quiera llamarse. No sabe ni le gusta conjugar el verbo equivocarse en primera persona del singular y el plural.
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