¿Hay vida después del TLCAN 2.0?

01/12/2017
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Foto: laportadacanada.com
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En fechas recientes funcionarios de México, Estados Unidos y Canadá parecen estar asistiendo a las exequias de la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), a juzgar por el tono de las declaraciones de las delegaciones participantes en torno a lo que ha venido sucediendo en las pasadas cinco rondas, la última de las cuales se celebró en la Ciudad de México. De hecho, un análisis de cada una de ellas, desde la que arrancó en agosto hasta la más reciente, revela un tránsito del optimismo a casi la aceptación de que el proceso se encamina al fracaso. ¿Qué ha ocurrido? A grandes rasgos se atribuye a la postura estadunidense la falta de acuerdos. Este hecho parecería estar sellando la suerte de la renegociación: si no son satisfechas las demandas del vecino país del norte, no habrá acuerdo. Al respecto, México y Canadá han dejado saber que entienden lo que la Unión Americana desea y que por ello participan en la renegociación, si bien es claro que el sentido del proceso es ese: ceder y obtener. Pero pareciera que EEUU apuesta a una suerte de suma-cero: yo gano y tú pierdes. Ello es un despropósito, por supuesto. Se entiende, sin embargo, que si deseara retirarse del tratado, Washington no se tomaría la molestia de sentarse al regateo con México y Canadá, si bien ello revela que más allá de lo económico, lo que determinará la suerte del TLCAN 2. 0 será político.

 

Del 16 al 20 de agosto arrancó la primera ronda de negociaciones en la capital estadunidense. En esa oportunidad, los participantes, en particular las partes mexicana y canadiense señalaron que estaban dispuestas a negociar de manera constructiva, si bien el representante comercial de la Unión Americana, Robert Lighthizer insistió en lo ambicioso de la agenda de temas propuestos por su país.

 

La segunda ronda se celebró en la capital mexicana del 1 al 5 de septiembre. De nuevo, México y Canadá coincidieron en llevar a cabo una negociación expedita e integral, exaltando la amistad entre las tres naciones como un factor que permitiría sortear las dificultades que se presentasen. Una vez más, Lighthizer fue discordante anteponiendo los beneficios esperados a favor de su país.

 

La tercera ronda de negociaciones tuvo verificativo en la capital canadiense del 23 al 27 de septiembre. Si bien esta reunión en particular mostró empatía con la delegación mexicana de parte de las representaciones de Canadá y EEUU tras los devastadores terremotos que azolaron al país, fue evidente que los desencuentros crecían. La parte mexicana afirmó que era normal tener desacuerdos, mientras que la canadiense calificó a la administración de Donald Trump, abiertamente, de proteccionista. Lighthizer tocó el espinoso tema de la reducción del déficit comercial estadunidense como uno de los objetivos centrales del proceso.

 

Para la cuarta ronda, que aconteció en Arlington del 11 al 17 de octubre, afloraron las fricciones más que nunca. México exhortó a eliminar los obstáculos que impiden llegar a un acuerdo. Canadá manifestó que era imposible llegar a entendimientos cuando EEUU busca ser el ganador absoluto. Lighthizer a su vez, se dijo decepcionado por la resistencia de sus contrapartes a cambiar su actitud, culpando al TLCAN de la pérdida de miles de empleos en el sector manufacturero en la Unión Americana y reiterando una vez más la necesidad de reducir el déficit comercial que Washington guarda con sus socios norteamericanos.

 

En la ronda más reciente, la quinta, celebrada del 17 al 21 de noviembre en la Ciudad de México, no se logró concluir ni uno sólo de los 30 apartados debatidos. Previo a su inicio, el discurso de los participantes era discordante respecto a lo expresado en agosto y los funcionarios de México y Canadá manejaron el discurso de que “no sería catastrófico si el TLCAN termina” -palabras puntuales de la parte mexicana- en contraste con lo dicho por los estadunidenses respecto al efecto devastador que tendría en México y Canadá el fracaso de las negociaciones.

 

En la citada quinta ronda de negociaciones se observó una cierta flexibilidad de parte de México y Canadá en torno a un tema de suyo ríspido: las reglas de origen en torno al sector automotriz. Como se recordará, Washington pide elevar de 62. 5 al 85 por ciento el contenido regional en automóviles en un plazo de tres años, en el que también se debería fijar un mínimo estadunidense. México resentiría mucho un acuerdo en esa dirección, toda vez que apenas el 4 por ciento de la producción automotriz en el país tiene contenido mexicano, amén de que la propuesta de la delegación de EEUU encarecería el precio de los vehículos en la región. Canadá también ha criticado la propuesta de Washington pero estuvo de acuerdo en considerarla. Aun así, no bastó esa disposición de mexicanos y canadienses en este tema para lograr un avance sustantivo en el proceso. Otros temas discordantes incluyeron la caducidad del TLCAN -se propone renovarlo cada cinco años-, las compras del sector público y el anti-dumping. Por lo pronto se anunció que la sexta ronda de negociaciones se celebrará del 23 al 28 de enero en Montreal, Canadá. Habrá también un encuentro en Washington, en diciembre, una suerte de “ronda 5. 5” sin la participación de los ministros, pero sí de los grupos negociadores a efecto de buscar coincidencias.

 

Al día de hoy se sabe que son siete las rondas planeadas y que a fines de marzo debería tenerse ya un documento de consenso entre los tres países, de manera que pueda ser sometido a los legisladores de cada nación y tener, idealmente, ratificado el TLCAN 2. 0 antes del proceso electoral que se desarrollará el próximo año en México. Sin duda, el tiempo apremia. Pero las alarmas se han encendido en México y Canadá toda vez que si en cinco rondas los desacuerdos cada vez son mayores -cuando la lógica apuntaría en un sentido inverso-, no parece plausible pensar que en las dos restantes, milagrosamente, se pueda evitar que el barco se hunda.

 

Claro que esto no se acaba hasta que se acaba. Con todo, hacia enero de 2018, Donald Trump estará cumpliendo un año al frente del gobierno estadunidense y deberá presentar su informe sobre el estado que guarda su administración, justo luego de la sexta ronda de negociaciones del TLCAN -de hecho se espera que su discurso sea el 28 de febrero, siguiendo los pasos de Obama, quien en 2009, no hizo un balance de su primer año de gobierno en enero sino hasta finales del mes siguiente. Un recuento sobre las promesas de campaña frente a los logros de su gobierno, arroja un saldo desfavorable para Trump. Ello podría sellar la suerte del TLCAN, porque estará necesitado de probar que de todo lo dicho, al menos cumplió una de sus promesas: retirarse del tratado comercial norteamericano. ¿Será?

 

Al margen de lo que decida EEUU es urgente contar con un plan de contingencia en México, porque más allá de afirmar que “no sería catastrófico” para el país si su vecino del norte abandona el TLCAN, hay que explicar claramente qué se hará para afrontar un escenario tan desfavorable como el que se podría producir, amén de que ello ocurriría en plenas campañas electorales. Dicen que cuando se acepta que el problema existe, ya se tiene parte de la solución. Pero no reconocer el desafío, podría devenir en una catástrofe. Seguramente hay vida después del TLCAN y dado ya que se acepta públicamente por parte de las autoridades nacionales que el tratado comercial norteamericano casi está muerto, sería deseable dar a conocer no sólo los planes funerarios del acuerdo trilateral, sino, especialmente el proceso de resucitación de la economía nacional.

 

María Cristina Rosas es profesora e investigadora en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la

Universidad Nacional Autónoma de México.

https://www.etcetera.com.mx/opinion/hay-vida-despues-del-tlcan-2-0/


 

 

 

 

 

 

https://www.alainet.org/pt/node/189574?language=en

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