Perú: Cumbre borrascosa

15/04/2018
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Una cumbre borrascosa es la de Lima, Perú, un país fermentado con el récord de cinco expresidentes en procesos judiciales por ladrones o criminales, y con un nuevo mandatario que surge no de las urnas, sino de las tecas de la putrefacción.

 

En ese emporio de la descomposición ética y moral parece una broma de mal gusto que presidentes abiertamente deshonestos y mafiosos como Michel Temer, de Brasil, o Juan Orlando Hernández, de Honduras, compartan tribuna para hablar de gobernabilidad y corrupción.

 

Inventadas por Estados Unidos en 1994 para canalizar órdenes a Latinoamérica, en particular entonces contra Cuba, la única nación excluida de ese foro hasta la última en Panamá, esta edición peruana fue diseñada por el Departamento de Estado y la OEA para dar tribuna y legitimar al autodenominado Grupo de Lima con la finalidad de estrechar más el cerco a Venezuela.

 

La estrella rutilante debió ser Donald Trump, pero ni siquiera un objetivo supremo como es el caso de Venezuela, fue motivo suficiente para que se arriesgara a enfrentar la ira de los pueblos en la cumbre paralela de la América profunda, ni a escuchar las reclamaciones en Lima de los gobernantes latinoamericanos y caribeños que no se inclinarían para besarle la mano.

 

Lima fue militarizada, pero no solamente en prevención del rechazo universal que generaría Donald Trump, el presidente más repudiado y desacreditado que ha tenido Estados Unidos incluido Richard Nixon, sino también por testaferros como Temer a quien los pueblos del hondón americano les piden cuenta del abuso judicial del que es víctima Luiz Inácio Lula da Silva.

 

Los inmorales como Temer, el fraudulento hondureño Juan Orlando Hernández, el golpista paraguayo Horacio Cortés, el pronorteamericano y recalcitrante representante del Opus Dei, el panameño Juan Carlos Varela, son turbiones en una reunión que jamás podría ser radiante y soleada por premeditadamente tendenciosa y subalterna.

 

Pero el show que con tanto esmero preparó Luis Almagro, el derretible soldadito de plomo de la Casa Blanca, se vino al piso con la ausencia de Trump.

 

Almagro y sus compinches se quedaron con los crespos hechos y, para colmo, se les viró la tortilla en los foros civil y juvenil organizados por la OEA en los que quedaron al desnudo y fueron repudiados los contrarrevolucionarios venezolanos y cubanos algunos de ellos llevados desde Miami. Ambos eventos son partes de la borrasca de la cumbre.

 

Venezuela y Cuba fueron ejemplarmente defendidos en Lima, como también lo ha sido Lula, por cientos de representantes de más de 150 organizaciones latinoamericanas en la Cumbre de los Pueblos, el único foro que se puede rescatar de esa cumbre borrascosa la cual ha servido para confirmar que la brecha entre Estados Unidos y América Latina es muy ancha y profunda y que Trump contribuye a hacerla más insondable.

 

 

https://www.alainet.org/pt/node/192262
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