Sistema-mundo capitalista en fase terminal (IV)
- Opinión
“Washington no puede gobernar el mundo como un imperio”
Editorial de The Beijing Global Times, del 3 de abril 2018 (1)
Dos preguntas parecen cruciales en los actuales momentos:
¿Cómo se va a traducir esta transición “financiero-capitalista” del sistema económico internacional en la arena de lo político, y particularmente, en la geopolítica?
¿Cómo va a impactar todo esto en la situación política y económica de América Latina?
Todo parece indicar que los ritmos de la presente transición (de un viejo hacia un nuevo orden financiero internacional), se tornan cada vez más acelerados. Antes de cualquier consideración al respecto, es importante subrayar la naturaleza real de la misma, su trasfondo verdadero.
En la perspectiva de Engdahl, detrás de la pugna comercial USA-China, lo que tenemos es en realidad un choque de dos visiones de la economía, de la sociedad (e incluso del mundo y de la vida misma), visiones por cierto completamente antagónicas (2).
Por una parte, la agenda norteamericana encabezada por el Banco Mundial (elaborada por Washington a través de R. Zoellick), conocida como “China 2030”, y por el otro, “Made in China 2025”, la agenda estratégica China de desarrollo industrial-tecnológico de plazo más inmediato.
En la agenda “China 2030”, Estados Unidos pretende que China oriente sus profundas reformas económicas hacia una economía abierta de “libre mercado”, dominada por el sector privado y con escasa o marginal incidencia del Estado (3).
En “Made in China 2025”, agenda creada por esta misma nación y sin imposiciones externas, esta gran potencia se plantea el reto y la meta de convertirse en el líder mundial en industria de alta tecnología de quinta generación (4).
Dicho esto, es importante además resaltar la velocidad que toman las dinámicas en torno a estas dos visiones en pugna. Por ambas razones, y por razones distintas, ambas potencias tienen prisa por hacer avanzar sus agendas.
China, por su lado, entre otros retos importantes, enfrenta una gran presión de orden demográfico, pues extensos segmentos de su población se están envejeciendo rápidamente, lo que en el corto y mediano plazo le hace perder competitividad.
Por ende, debe acelerar sus planes económicos estratégicos para blindar su economía y el bienestar de su sociedad. Una sociedad que en muy poco tiempo deberá sustentar a varios centenares de millones de personas de edad avanzada imposibilitadas de sostenerse así mismas (5).
Para Estados Unidos, por su parte, las presiones vienen en gran parte definidas por su necesidad de frenar su rápida pérdida de competitividad económica en el mundo.
Una pérdida de competitividad en gran medida causada por el imparable expansionismo militarista, que drena considerable cantidad de recursos financieros en desmedro de las necesidades propias de inversión en sectores claves de la economía doméstica norteamericana, que quedan abandonados y desfinanciados (infraestructura industrial, inversión en investigación y desarrollo científico -R&D-, inversión educativa, en salud entre otros).
Como acertadamente señala James Petras, mientras China exporta productos industriales y tecnológicos, Estados Unidos exporta armas y guerra… China invierte en más de 50 países en infraestructura industrial (en la llamada “Nueva Ruta de la Seda”) (6), y al mismo tiempo, USA invierte billones en casi 800 bases militares alrededor del mundo (7).
De hecho, hace pocas semanas Trump anunció la reciente aprobación de incrementos históricos al presupuesto de la Defensa para el presupuesto nacional del 2019 (8). Según datos del propio Banco Mundial, tan solo en el año 2016 el monto global de gastos en ese rubro ya era de 606 billones de US dólares, alrededor del 18.6 % del PIB de esa nación.
Escenarios previsibles de la guerra comercial USA-CHINA
Una rápida revisión de diversas fuentes informativas serias, nos indica que con respecto a la guerra comercial USA-China, los analistas en general se han dividido entre el alarmismo, el escepticismo y el realismo.
Los alarmistas (BM/FMI entre otros), señalan que cualesquiera sean los resultados y consecuencias de esta guerra comercial entre los 2 gigantes, esta terminará afectando e incidiendo negativamente en la dinamicidad de la economía mundial.
Los escépticos reducen la importancia de los efectos negativos de esta guerra comercial. Esgrimen, entre otras razones, la relativamente “baja” incidencia que las tarifas proteccionistas impuestas tendrán sobre el conjunto global de ambas economías (incluso para el caso de México, cuyas exportaciones a EEUU de acero argumentan, podrían suplantarse mediante la venta de productos industriales ya terminados).
En una tercera categoría están los “realistas”. Allí podemos situar a los dos analistas citados en el presente artículo, e incluso, al propio medio “The Economist”, que como se sabe, es uno de los principales Think Tanks ligados al famoso grupo “Bilderberg” (representante de la élite global empresarial), que acepta dos cosas fundamentales; una, esta pugna conlleva elementos de fondo y por ende es de largo alcance (“no será de fácil resolución ni en la OMC ni en acuerdos bilaterales”), y la otra, aceptan que la globalización es un fenómeno irreversible (9).
Para William Engdahl, analista de Global Research, existe el peligro real de que Trump provoque una crisis financiera peor que la experimentada en el 2008, creando una enorme burbuja en los mercados financieros y bursátiles (10).
Para Petras, el actual proteccionismo norteamericano sencillamente impactará negativamente en la ya deteriorada salud de la economía doméstica de Estados Unidos. Entre otras consecuencias, prevé una escalada de precios, una guerra de deudas, mayor posicionamiento de monopolios financieros y un estancamiento en cuanto al trabajo calificado (11).
En complemento a esto, yo agregaría también, un mayor deterioro de las condiciones en el sistema de salud y en el sistema educativo (sector donde actualmente ya hay bastante malestar por problemas de bajos salarios en docentes), y un mayor deterioro, por falta de financiamiento, en la infraestructura vial e industrial.
En relación a la economía China, este analista prevé que puedan reorientar sus exportaciones de EEUU hacia otros mercados, y re-dirigir sus inversiones hacia la “profundización” hacia su economía doméstica, así como fortalecer sus alianzas y vínculos con Rusia, África, América Latina y Oceanía (12).
Desde mi modesta perspectiva particular, sencillamente no puede haber “dos tigres en una misma colina”. “El choque de trenes” resulta a todas luces inevitable, y nada nos garantiza que de la “guerra comercial” no podamos pasar a una “guerra de verdad”.
Hoy en día Pekín ya tiene acuerdos comerciales (TLCs) con 21 países (uno más que Washington) y planea a corto plazo negociar una docena más… (13).
Mientras tanto, la Unión Europea ni Washington no se han quedado de brazos cruzados: el presidente francés Macron ha llamado los 27 países socios de la UE a no perder terreno frente al avance de China, y la Casa Blanca, por su lado, ha instado a algunos de sus socios comerciales más cercanos (Japón, India y Australia entre otros), a planificar y ofrecer un plan alternativo al de “la ruta de la seda” (14).
América Latina y el Caribe en la guerra comercial y en la “segunda guerra fría”.
¿Cómo nos afectará todo esto en América Latina?
En un entorno internacional así caracterizado, la democracia estorba, en particular, a los grandes poderes facticos que, desde el centro del viejo capitalismo hegemónico (EEUU-UE), sin duda alguna, intentaran alinear a sus agendas prioritarias al resto de Estados de la periferia.
Y, al interior de estos Estados periféricos (en donde los latinoamericanos nos ubicamos), a los sectores y movimientos populares autónomos se les estrechará (aún más), sus márgenes de maniobra, organización y movilización, excepto si renuncian a sus intereses y reivindicaciones de clase (es decir, si se dejan cooptar).
El gran problema ahora (en relación a la crisis del viejo orden hegemónico mundial), es que, excepto el fascismo, ya no hay más herramientas de “oxigenación económica”. Tanto la promoción de la “democracia superficial” como el neoliberalismo (la primera como herramienta política y la segunda como herramienta económica), agotaron sus potencialidades, en el sentido de que las tasas de ganancia y de crecimiento económico global del viejo orden capitalista-hegemónico ya tocaron su “techo”.
El recurso extra-económico mejor conocido e inmediato para salvar este otro bache histórico del capitalismo hegemónico tradicional, no es otro más que el militarismo autoritario y expansionista, enemigo acérrimo de la democracia política y la democracia económica.
El polvorín en que han convertido al Oriente Medio en los últimos 6 o 7 años (Siria es tan solo uno de los “puntos calientes”), combinado con la continua apertura de una serie de focos de tensión política-militar a lo largo del planeta, la apertura de nuevos focos de tensión económica y comercial (contra China, Rusia, Venezuela, Cuba, Bolivia y otras naciones no alineadas al viejo orden hegemónico), no dejan duda alguna sobre las intenciones por reestructurar el esquema y las lógicas de agresión e intervención imperial bajo el manto y figura de una “segunda guerra fría”.
La elevada vulnerabilidad de la región a los factores externos sigue siendo la mayor debilidad de América Latina y el Caribe. Peor aún, esta vulnerabilidad se acentúa en tiempos de turbulencia mundial.
En tal sentido, la palabra “maldita” para nuestra región sigue siendo una; “dependencia”. Y esta dependencia tiene varias aristas; económica, política, financiera, tecnológica, militar.
En términos económicos y comerciales, todos sabemos que la mayor parte de naciones latinoamericanas padecen una elevada dependencia de sus exportaciones hacia el mercado estadounidense (15).
En tal sentido, la guerra comercial USA-China impactará sin duda alguna al dinamismo de la economía global, y al dinamismo de la economía norteamericana en particular, ejerciendo un efecto “rebote” sobre sus niveles de importación de productos procedentes de Latinoamérica.
También sabemos que en esta guerra comercial entre potencias, una buena parte de exportaciones de la región latinoamericana hacia EEUU, corresponde precisamente, a materias primas con bajo grado de valor agregado, un rubro que se ha dicho sufrirá en sus precios, tornándose a la baja.
Y, aunque varias de las economías de América del Sur (Brasil, Argentina, Venezuela, Chile y Bolivia entre otras), tienen alguna diversificación de sus economías, en cuanto al destino de sus exportaciones fuera del mercando estadounidense, sus márgenes de maniobra se podrían estrechar, en especial, en el caso de que la economía China, líder y protagonista del gran polo económico del Asia, también contraiga sus importaciones.
En síntesis, en un entorno recesivo en las economías internas de América Latina y el Caribe, como resultado de la ralentización de la economía mundial, es altamente previsible un escenario general (en algunas zonas latinoamericanas más y en otras un poco menos), caracterizado por creciente descontento social, incremento de la pugna redistributiva por los recursos nacionales al interior y entre las principales fuerzas y sectores sociales, agudización del cuadro de ingobernabilidad, incremento en los niveles de organización y movilización social de los sectores populares, y en consecuencia, mayores niveles de represión gubernamental y cierre de espacios democráticos.
En medio de este panorama un tanto desalentador, es también previsible que se produzcan al menos 2 escenarios políticos positivos: por un lado, que se profundice (y/o consolide) el interés de varias economías latinoamericanas, por acercarse y fortalecer sus vínculos con las economías asiáticas (y su principal motor, China), lo cual generaría más espacios de manejo económico en la dirección de debilitar la extrema dependencia latinoamericana hacia el mercado de EEUU.
Por otra parte, el segundo probable escenario positivo, en particular, de cara a los intereses de los sectores populares y revolucionarios, es el rápido debilitamiento de la actual corriente populista de derecha (en países como Brasil, Argentina, Colombia, Venezuela, El Salvador, México), al “perder piso” o margen de maniobra política, en un entorno de estancamiento económico y elevado descontento social.
Notas
Citado por William Engdahl, en su artículo “Trump´s China trade war has deeper agenda”, Global Research, 09 de abril 2018.
Ibíd.
Ibíd.
De acuerdo con Engdahl, “El plan chino está inspirado en el modelo alemán de industria 4.0”, el cual busca amarrar la producción industrial a la era digital… (artículo citado).
Para 2050, cuando China espera convertirse en una gran potencia, este país contará con 400 millones de jubilados; en tan solo un par de años (en el 2020), unos 42 millones de ancianos no podrán cuidar de sí mismos, y 29 millones de personas superarán los 80 años (“Xi Jimping, el Nuevo Emperador”, El País, 11/03/2018).
“La Nueva Ruta de la Seda”, es un plan para construir infraestructura alrededor del mundo. China ya incorporó a América Latina y en el 2019 celebrará su 2da. Cumbre (El País, artículo citado).
J. Petras, “Trump´s Protectionism and China´s Emergence as a World Economic Power”, Global Research, 02/04/2018.
El Pentágono solicitó el mayor presupuesto en Defensa (incrementándose hasta un monto total de 716 mil millones de dólares, un 7 % más del incremento que el propio Trump había inicialmente solicitado. Democracy Now, (1/feb./2018).
“China y EEUU no pasarán de un “frágil” acuerdo”, The Economist (reproducido por el medio local guatemalteco Prensa Libre, 16/04/2018, p. 18).
W. Engdahl, artículo citado.
J. Petras, artículo citado.
Ibíd.
El País, artículo citado.
Ibíd.
Para 26 de los 33 países latinoamericanos, Washington es su primer o segundo socio comercial: Ver listado de países: http://www.bbc.com/mundo/noticias-43677336
Sergio Barrios Escalante
Científico social e investigador independiente. Editor de la revista virtual Raf-Tulum. Activista por los derechos de la niñez y juventud en el Proyecto ADINA. https://revistatulum.wordpress.com/
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