Análisis situacional de la economía global

18/06/2018
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La política es la expresión concentrada de la economía.

Lenin

 

  1. Breve caracterización de la situación: decadencia y crisis de hegemonía

 

La situación de la economía global en la actualidad, está signada por la exteriorización y expansión multidimensional de notables contradicciones, las cuales amenazas con desencadenar una guerra comercial que podría socavar las bases del mercado y del orden financiero mundial, y que además tendría el potencial de perturbar de manera drástica el metabolismo del sistema-mundo.

 

De acuerdo con Jorge Beinstein (2018), “La crisis en la que estamos sumergidos debería ser considerada como el capítulo actual de un largo proceso de decadencia pensado como fenómeno de carácter planetario”, iniciada a principios de la década de 1970 con las crisis i) energética; ii) de estanflación; iii) de caída tendencial de la tasa de ganancia; iv) de declinación de la tasa de crecimiento económico global y dominio de la dependencia respecto a la especulación financiera y el capital ficticio; v) de profundización de la lógica de acumulación por desposesión (Harvey, 2007); fenómenos que se prolongan hasta la actualidad y se profundizan ante el conflicto por la hegemonía que se ha desplegado durante la última década.

 

Precisamente la crisis de hegemonía, es el factor que ha permitido poner en evidencia las tensiones y turbulencias interimperialistas, en su pugna por el dominio sobre el mapa geopolítico actual (Petras, 2018). El viraje estratégico y la política de shock, implementados por la facción burguesa que gobierna en los Estados Unidos de América –cuya orientación ideológica es ultraconservadora y supremacista y militarista-, responde al interés de conservar el dominio del sistema-mundo, el denominado imperio global, y de repeler la creciente influencia de China –y su nuevo modelo de gobernanza- sobre la economía y la política mundial.

 

La perspectiva de guerra comercial que se vislumbra, no es más que el climax de las contradicciones dadas por la crisis estructural del sistema del capital (Mészáros, 2009), y es una expresión concreta de la “determinación de los Estados Unidos de re-mapear el imperio global” (Petras, op. cit), como medida para evitar su colapso como potencia hegemónica.

 

  1. La estrategia estadounidense para contrarrestar la decadencia y conservar la hegemonía

 

Sobre la base de su poderío militar y de su control sobre el sistema financiero, así como de la red de alianzas tejidas desde 1945, el complejo militar-industrial estadounidense espera imponer sus designios para contrarrestar el ascenso de China, específicamente para frustrar el proyecto de instauración de un nuevo polo de las finanzas globales mediante el petro-yuan-oro, así como para obstaculizar con medidas proteccionistas la carrera tecnológica emprendida por el gigante asiático (Zibechi, 2018)1.

 

La imposición unilateral de aranceles y sanciones, y la implementación de un nuevo enfoque en la política exterior estadounidense –explícito ante su cambio de dirección ante los conflictos de Siria y la península coreana, así como ante la relación con Irán-, forman parte de toda una contraofensiva estratégica para fracturar el entramado de alianzas construidas por Pekín a través de instrumentos como la Organización de Cooperación de Shangai, del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura, los megaproyectos de Ruta de La Seda y Franja de La Seda, así como para revertir la presencia china en Eurasia, África, América Latina y el Caribe y el sudeste asiático.

 

La escalada de aranceles y sanciones (que afectarán severamente el Producto Bruto Global), así como el abandono unilateral del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) y del acuerdo con Irán por parte de Washington, tienden a producir fisuras en el orden económico y geopolítico global, que destruyen el tejido institucional y normativo que rige dicho orden (como es el caso de la ONU, la OMC e incluso el G-72), pues además de acentuar las contradicciones con potencias emergentes, han socavado los intereses estratégicos de aliados tradicionales de EE.UU., tales como Alemania, Francia, Japón y Canadá.

 

Lo cierto es que la contraofensiva norteamericana para defender su hegemonía, ha desatado conflictos de intereses de amplio espectro y gran escala, los cuales han derivado en tensiones que ponen en riesgo la estabilidad del sistema e incluso representan una amenaza de desencadenar un conflicto bélico (cabe reseñar que las dos grandes guerras del siglo XX, estuvieron precedidas por crisis económicas agudas-profundas y por guerras comerciales).

 

En el plano geopolítico, Washington adelanta un proceso de recomposición y nueva acumulación de fuerzas en torno a su estrategia económica. Para tal efecto, desarrolló una política que le permitió: i) fracturar la Unión Europea, mediante el BREXIT; ii) recuperar el dominio sobre América Latina y el Caribe a través de la reducción de iniciativas de integración como CELAC y UNASUR y del posicionamiento de gobiernos conservadores subordinados a la órbita de Washington en la región; iii) y la estructuración de una alianza estratégica de signo anglosajona con Gran Bretaña, Israel y Australia como aliados de primer orden3.

 

En el plano financiero, aunque el dólar haya perdido terreno en los últimos años, y el petro-yuan-oro chino signifique una nueva y seria amenaza para el sistema de Wall Stret (Dierckxsen y Formento (2017), la moneda estadounidense sigue dominando el grueso de las transacciones financieras globales (según el Banco Mundial el 70% de las transacciones de comercio exterior), y un cambio en esa correlación de fuerzas no parece factible en el corto plazo4.

 

Además, la Reserva Federal está desarrollando acciones de intervención directa sobre la economía, a través de flujos y reflujos inducidos en la cotización del dólar americano respecto a otras divisas. El último evento de este tipo está relacionado con el aumento de la tasa política de interés, con lo cual se produjo un aumento en el valor de la moneda estadounidense en el mercado global de divisas, situación que según el economista británico Michael Roberts (2018), podría acelerar el estallido de una crisis de deuda5, que según sus estimaciones derivaría en un crack económico más severo que el dado en 2008.

 

  1. Perspectivas

 

El escenario descrito permite inferir que la clase dirigente de los EE.UU., no está dispuesta a perder la hegemonía global, sin antes producir un traumatismo del orden mundial. La administración actual de la Casa Blanca, ha inducido una situación caótica –con posiciones temerarias- de la cual pretende beneficiarse, sobre la base de la vigencia de sus ventajas en las dimensiones político-militar y económico-financiera. Por tanto, resulta poco factible la estrategia de Pekín de fomentar una transición sin convulsiones sistémicas.

 

Desde el punto de vista económico-financiero, se prevén tensiones y turbulencias ante la inestabilidad-volatilidad del dólar y ante el aumento de transacciones en otras divisas. Asimismo, la combinación de esa inestabilidad con la creciente influencia de la Inteligencia Artificial –enmarcada en la denominada Cuarta Revolución Industrial- (Bonilla, 2017), en los circuitos de capital, redundará en la creación de medios de pago innovadores, ante lo cual los aparatos financieros que regentan el sistema diseñarán sus propias monedas digitales para evitar su marginación en un mercado que en el mediano plazo tenderá a desplazar a las monedas fiduciarias tradicionales.

 

Desde el punto de vista geopolítico, las perspectivas para los próximos meses suponen la materialización de movimientos tectónicos de gran impacto, que trastocarán el orden mundial vigente. Los hechos dirán si se confirma la tesis del analista político estadounidense Graham Allison, quien postuló que toda potencia emergente entra en conflicto en algún momento con la potencia dominante6 (la denominada Trampa de Tucídides), o si es posible una transición hegemónica consensuada y sin conflictos bélicos.

 

Referencias

 

 

 

 

  • Harvey, David (2007): El nuevo imperialismo. Akal, Madrid.

 

  • Mészáros, István (2009): La crisis estructural del capital. Ministerio del Poder Popular para la Comunicación y la Información, Caracas.

 

 

 

  • Zibechi, Raúl (2018): Contraofensiva de EEUU contra la Ruta de la Seda. Sputnik.com

 

1 Zibechi sugiere que la hegemonía de los EEUU es más sólida de lo que parece (pues es de carácter multidimensional e incluye un dominio económico, político-militar y cultural arraigado), y que una transición en la dirección del sistema-mundo no es un proceso lineal y mucho menos de corto plazo.

2 La reciente cumbre del G-7 realizada en Canadá, puso sobre el tapete los conflictos de intereses que emergen ante la crisis actual.

 

3 Estados Unidos busca contener a China y en caso de que fracase en ese objetivo, aspira instaurar una especie de gobernanza bipolar sustentada en un G-2.

 

4 De igual manera, aunque las criptomonedas suponen una innovación como medio de pago y se vislumbre el desarrollo de monedas digitales emitidas por Bancos Centrales de Estados Nacionales (incluso en la Reserva Federal de los EE.UU., hay un proyecto de criptomoneda auspiciado durante la gestión Obama), el rango de participación de estos instrumentos en la actualidad en el comercio exterior es mínimo.

 

5 Con nefastas repercusiones sobre “las llamadas economías emergentes, ya que los niveles de deuda han alcanzado niveles récord en esas economías. También la deuda global está en un máximo histórico porque los gobiernos y las corporaciones se han endeudado mucho a tasas bajas con el fin de estabilizar el sistema bancario e impulsar los mercados de valores y el gasto”.

 

6 Cabe recordar que se produjera la transición hegemónica occidental entre Gran Bretaña y los Estados Unidos, estallaron dos guerras mundiales (que posicionaron al mundo bipolar EE.UU.-URSS; y avasallaron otras potencias emergentes, como Alemania y Japón).

https://www.alainet.org/pt/node/193567
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