Transcurrió “impecable” la primera semana del triunfo electoral, sin precedente, de Andrés Manuel López Obrador: 53.19% de la votación y 30 millones 113 mil 483 sufragios. El adjetivo es de agudos críticos desde el oligopolio mediático, como una prueba de que “la cargada”, esa horrenda práctica del sistema político mexicano y una rémora para la democracia, también estuvo (y continuará) a todo lo que da. Y los dueños de México más beligerantes y combativos contra el tabasqueño de Macuspana a lo largo de 13 años, se travistieron en aliados y comprometidos con el programa laboral para jóvenes, la inversión y el crecimiento económicos.

Fue la segunda mejor semana de 2018 para la Bolsa Mexicana de Valores, con un rendimiento de 6.8% en dólares, con lo que se ubicó en 48,981 unidades. El peso recuperó 4.5% de su valor y cerró en 19.09 por dólar; Santander estima que continúa subvaluado 20% y todavía puede recuperarse más.

También una semana de definiciones iniciales pero muy significativas de planes, políticas y objetivos para el gabinete con el que gobernará AMLO a México, incluida la primera declinación, la de Héctor Vasconcelos quien presidirá la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado a solicitud propia, como si la próxima bancada del Movimiento Regeneración Nacional no estuviera en capacidad de decidirlo y el Legislativo no fuera un poder independiente respecto del Ejecutivo.

La cargada que permanece a la orden del día impidió que los críticos señalaran el evidente error cometido por AMLO, justo en el delicado terreno de los limitados pesos y contrapesos con que gobernará tras el “carro (casi) completo” con que ganó el domingo 1 en el Legislativo, incluidos los congresos locales, y en gubernaturas y alcaldías. Tan abundante es la cosecha de cargos de elección popular que algunos analistas estiman que el contrapeso a Obrador estará en su propio gabinete.

Se equivocan, radicará en la plutocracia, el crimen organizado, la sociedad civil –esto es, la sociedad organizada– y el movimiento social, el que muy pocos analistas mediáticos de moda toman en cuenta.

Semana de nombramientos para encabezar Relaciones Exteriores, el Seguro Social y el Infonavit; reforzar Gobernación y Seguridad Pública, entre otros, y aquí sí las críticas y observaciones surgieron enseguida por abrir las puertas a Mondragón y Kalb, un funcionario señalado como corrupto y represor, además de lambiscón con los jefes y autoritario con los colaboradores.

Está muy bien que el virtual presidente electo reciba observaciones y críticas sobre la manera y los nombres con que está integrando su gobierno; sin embargo, el cuadro estaría más completo si contemplaran las políticas y objetivos en materia petrolera, en particular las refinerías a reconfigurar y construir, así como la importación de gasolinas; en el estratégico sector educativo y en materia indígena.

Con todo, la casi unánime cargada es uno de los datos más sobresalientes de la semana que concluyó y de las próximas, ya no digamos de las posteriores a cuando Enrique Peña Nieto le entregue a Obrador la banda presidencial. Sólo Marcos (Galeano) y su Ejército Zapatista de Liberación Nacional destacaron por su crítica a AMLO, pero con los reflejos cansados y maniqueos de años.

Mientras el subdesarrollo político no supere el arcaísmo de la cargada con el tlatoani, lo que depende tanto de los gobernantes como de los gobernados, las posibilidades de fortalecer la democracia política seguirán siendo limitadas.

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