Migrantes y refugiados: víctimas de nuevas formas de guerra

22/11/2018
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Una paradoja más de este tiempo perversamente problematizado es la que esconde el fenómeno de las migraciones y los refugiados: Estados Unidos y Europa son los causantes del desplazamiento masivo de seres humanos por todo el planeta, y a la vez, el destino más deseado por migrantes y refugiados.

 

Dobles discursos, falsas poses humanitarias, manipulación de los derechos humanos como pretexto intervencionista, son algunos de los platillos del cínico menú ofrecido por los poderes fácticos mundiales.

 

Poder internacional capaz de instrumentalizar tragedias humanas para sacar beneficios geopolíticos y económicos, es la forma más elemental de explicar el concepto de imperialismo.

 

II

 

Por debajo de ese poder internacional están los gobiernos satélites, conformados casi siempre por oligarquías locales parasitarias, politiqueros ambiciosos y tecnócratas corrompidos. Éstos pueden ser civiles o militares según la época y la región; monarquías sanguinarias que decapitan poetas y azotan a mujeres que dan la cara por sus derechos conculcados; o democracias formales, respetuosas de las sacrosantas propiedad y separación de poderes, pero sumisas al gran poder del capital transnacional.

 

Es el caso del régimen que oprime al pueblo colombiano, un antológico maquillador de la prostitución de los principios democráticos, que se pavonea por el mundo cacareando la perfección de la putrefacción.

 

Resulta ofensivo, por inmoral, el requerimiento incesante de recursos que el presidente y el canciller de ese país hacen a la comunidad internacional y que para atender la migración venezolana que pasa por Colombia, cuyo número no terminan de exagerar.

 

Yo le lanzo un reto a la OIM y al ACNUR: realicen un estudio serio de la verdadera migración de Venezuela hacia Colombia, que tome en cuenta el retorno de ciudadanas y ciudadanos con nacionalidad colombiana y sus descendientes.

 

Seguro se encontrarán con la gran sorpresa de una estadística invisibilizada hasta hoy.

 

III

 

El tema da para un seminario. Tiene muchas complejidades. Permítanme enumerar algunas que por escandalosas deberían ser perogrulladas, sin embargo la campaña mediática antivenezolana, tan bien confeccionada como abrumadora y envolvente, ha ocultado maliciosamente.

 

1) Colombia tiene el récord en materia de desplazados internos, con más de siete millones de personas en esta condición. ¿Cuál es la “ayuda” que les dan a quienes engrosaron los cordones de miseria de ciudades como Bogotá o Medellín?

 

2) Se calcula que hay nueve millones de nacionales colombianos fuera de su país, casi seis de los cuales han vivido en Venezuela. ¿Cuántos han retornado y se les ha reconocido el carácter de víctimas, con derecho a justicia y reparación?

 

3) Si le han negado o recortado los presupuestos a los centros de memoria histórica que le hacen seguimiento a las víctimas de la violencia sistémica, ¿cómo es que pregonan unas supuestas asignaciones a la migración venezolana?

 

4) Si la pobreza atroz azota a decenas de miles de niñas y niños en la Guajira o el Chocó, con tasas de desnutrición, deshidratación y mortalidad infantil de las peores del mundo, ¿cómo es que piden recursos y que para los niños venezolanos que han llegado a Colombia?

 

No parece tener autoridad moral quien no atiende como prioridad a esas personas desvalidas de su país, y además utilizó en su campaña electoral un discurso xenófobo contra los venezolanos, para venirse ahora a presentar como su benefactor.

 

IV

 

Un análisis básico del tratamiento que ha dado la mediática colombiana a la migración venezolana, lleva a la conclusión de que se ha incurrido en delitos de lesa humanidad como la xenofobia o el odio por la nacionalidad.

 

Basta revisar los titulares de un diario como La Opinión de Cúcuta para darse cuenta de que toda noticia negativa, por absurda o aislada que parezca, la vinculan a la presencia de venezolanos. Este diario, por cierto, ha jugado un papel clave en la conspiración fronteriza para destruir el bolívar como signo monetario, publicando diariamente en su primera página las tasas que el cambismo paramilitar determina.

 

No son casuales entonces las agresiones cotidianas que se producen contra venezolanos en Colombia, al extremo que una horda enfurecida asesinó un venezolano y dejó muy mal herido a otro, en una barriada periférica de Bogotá, luego que medios de comunicación insinuaran que “algunos extranjeros” practicaban el robo de niños.

 

Especial mención debe hacerse de los crímenes contra mujeres venezolanas, realizados con una saña muy particular y total impunidad de sus perpetradores; hechos que remedan la aplicación de violencia sexual de género como arma de guerra, practicada por las fuerzas paramilitares colombianas.

 

V

 

Uno observa el trato dado a la multitudinaria migración hondureña que camina hacia Estados Unidos, consecuencia directa del golpe de Estado contra Zelaya y la imposición de una dictadura pro yanqui, y causa bochorno la hipocresía de la OEA y la transnacional informativa. La bestia Trump los espera con alambradas y fusiles.

 

El Mediterráneo cambió su nombre a Necroterráneo por ser el mar de la muerte africana que huye de la muerte europea que les imponen la pobreza y las guerras. Del asesinato de Mohamar Gadafi por manos mercenarias pagadas en euros, vinieron estas precarias flotas de los “condenados del mar”.

 

Irak, Afganistán, Siria, Yemen: estigmatización, opresión, injerencia, martirio. Palestina y Sahara Occidental: ocupación y genocidio. A la sombra (que no la luz) de las cifras, Naciones Unidas y esa entelequia renombrada como “comunidad internacional”, han fracasado en materia de refugiados.

 

VI

 

Ciertamente existe una masiva e inusitada emigración venezolana. Se trata de un fenómeno inédito en nuestra historia y debemos intentar entenderlo en su plenitud.

 

Soy solidario con esas personas y con sus familiares, y espero que los países receptores los traten con la consideración que aquí en Venezuela hemos recibido siempre a los inmigrantes, especialmente y por razones obvias, a nuestros hermanos latinoamericanos.

 

Pero no puedo dejar de apuntar que estas personas han sido víctimas de nuevas formas de guerra e intervención imperialista. La destrucción del poder adquisitivo del salario, el desabastecimiento provocado por mafias del contrabando de extracción, la macro devaluación dirigida desde USA y el cambismo colombiano, la hiperinflación, la caída de la producción, no son responsabilidad exclusiva de errores de política económica que haya podido cometer el gobierno; son, ante todo, consecuencias de la acción premeditada de los enemigos históricos del proyecto bolivariano, que han aplicado todas las formas de conspiración económica y política que prevén los manuales de la CIA, incluidas sanciones unilaterales, bloqueos financieros, promoción de violencia interna, intentos de magnicidio, y el alto componente psicológico por la propaganda apocalíptica que han instalado en la opinión general.

 

Las guerras de cuarta y quinta generación tienen un plano virtual de operaciones, que destroza muchas vidas, sin el despliegue militar tradicional. Migrantes y refugiados, son esa nueva modalidad de víctimas colaterales de la guerra imperialista.

 

Yldefonso Finol

Economista e historiador. Experto en DDHH y Derecho Internacional de Refugiados.

Fue durante ocho años (2009-2017) presidente de la Comisión Nacional para los Refugiados de Venezuela y representante de ésta en el Comité Ejecutivo del ACNUR.

Desde mayo de 2017 funge como Garante por Venezuela en la Mesa de Diálogos del Gobierno de Colombia y el ELN.

https://www.alainet.org/pt/node/196708
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