Nadie espera avances -sólo presiones-, en la sitiada Cumbre argentina del G-20

27/11/2018
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En poco podrá incidir Argentina en la agenda de la Cumbre del Grupo de los 20, donde se prevé analizar tres puntos -el futuro del trabajo, infraestructura para el desarrollo, y un futuro alimentario sostenible-, en los que el gobierno neoliberal e ineficiente  de Mauricio Macri no tiene propuestas.

 

Lo que está en juego en este cónclave es quién dirige los destinos del mundo, un tema que afecta a todos y donde Argentina –sola- no tiene peso alguno.

 

Los habitantes de la ciudad de Buenos Aires fueron “invitados” por la ministra de Seguridad Patricia Bullrich a abandonar una ciudad prácticamente en estado de sitio, aprovechando el feriado decretado por el gobierno. Una Cumbre lejos de la gente.

 

El presidente estadounidense Donald Trump decidió acortar su visita a 24 horas: llegará a la Argentina el jueves por la noche, justo antes del inicio formal de la cumbre con el objetivo clave de consolidar a Argentina como aliada regional de EEUU en su estrategia contra Irán, estableciendo en la Triple Frontera (con Paraguay y Brasil) un campo de batalla contra Hezbollah, intento en los que hasta ahora ha fracasado la presión israelí.

 

El estadounidense aglutinó toda su agenda en el día viernes y luego partirá rumbo a México. Pese a los intentos de realizar una cena de honor en la residencia presidencial de Olivos, Macri y Trump sólo tendrán un rápido encuentro en la casa de gobierno a primera hora del viernes previo al inicio del G-20, no sólo para las fotos.

 

Trump ya propuso al gobierno argentino que califique a Hezbollah como "una organización terrorista" y que incorpore su aparato de inteligencia civil a un sistema mundial instalado en Washington para “controlar y reprimir todas las operaciones ilegales planificadas por Irán”. La primera medida tomada por Trump fue implosionar el acuerdo nuclear empujado por Barack Obama y Ángela Merkel, que enterraba las aspiraciones bélicas nucleares de Teherán.

 

La estrategia de Trump contra Irán no termina sólo en anular los acuerdos nucleares, sino que se extiende también a las supuestas células de Hezbollah que –insiste, sin prueba alguna- operan en la Triple Frontera, causalmente en el Acuífero Guaraní, reservorio mundial de agua, donde insiste en ubicar una base  militar estadounidense.

 

El presidente argentino también mantendrá bilaterales con Vladimir Putin, Ángela Merkel y Xi Jingping, anunció el gobierno.

 

La estabilidad financiera, lo primordial

 

Pedro Villagra Delgado, el sherpa argentino en el cónclave, será el encargado de que la cumbre llegue a buen puerto y haya un documento final consensuado entre los jefes de Estado “que fije las reglas de juego de la economía mundial". “Nuestro país está marcando hoy la agenda de discusión del mundo". Asegura que "en el 95% de los temas los presidentes están de acuerdo".

 

Claro que en el cinco por ciento restante están los temas de mayor desacuerdo y más complejos de definir: la puja entre multilateralismo y proteccionismo, el acuerdo por el cambio climático, los subsidios al acero y el tema de las migraciones. Villagra negó que esta cumbre vaya a ser un fracaso como fue la reunión del año pasado en Buenos Aires de la OMC donde no se logró arribar a un documento consensuado.

 

En una interpretación demasiado singular, señaló que “Este es el organismo más importante del mundo en materia de coordinación política, de finanzas y economía. Lo importante es que no sólo estemos adentro sino que podamos manejar esa agenda. Cualquier argentino, hasta el último que atiende un kiosco se dará cuenta de la relevancia que tiene el hecho de estar en la decisión de estar entre los países que fijan los precios de lo que se vende en ese kiosco. No somos parte sino que también fijamos la agenda. Es un desafío muy grande pero nos da una relevancia fundamental”.

 

La expectativa argentina, dijo, es que éste sea un mecanismo fundamental para la estabilidad y la gobernabilidad del estado financiero mundial. Y a partir de allí surgen temas sociales y políticos que empiezan a ser relevantes y fundamentales precisamente para esa estabilidad del sistema financiero mundial, como el futuro del empleo, el comercio, la educación, temas como la lucha contra la corrupción, el tema de género, cambio climático.

 

“Son temas que tienen peso pero el canal de finanzas es el que tiene centralidad en el G20. Buscamos una declaración de líderes que sea consensuada y que tenga no sólo de lo que hay que hacer ante esta agenda, sino también que tenga específicamente instrumentos para saber cuáles son las medidas por adoptar”, agregó el diplomático.

 

Los problemas son diversos en el sistema mundial contemporáneo, expresados en la disputa por la hegemonía, en el ámbito económico, político, militar e incluso cultural. En Buenos Aires difícilmente pueda avanzarse en “resolver” estas contradicciones del sistema mundial, y apenas quedará alguna declaración pública escrita en el anodino lenguaje de la diplomacia internacional, y quizá, algún acuerdo bilateral.

 

La política económica argentina quedó al mando de los funcionarios del Fondo Monetario Internacional (FMI) y en lo que respeta a la política regional, se apresuró a ayudar a desmantelar todas las instancias de articulación creadas en 40 años (Merscosur, Unasur, Celac). Y en su ineficiencia y en las políticas de desregulación y liberalización comercial y financiera dejó caer la alianza estratégica que Argentina mantenía con Brasil.

 

Con la idea fija de “pertenecer” al primer mundo el macrismo desbarató los trabajos con otros países emergentes reformar la arquitectura financiera internacional, equilibrar el sistema multilateral de comercio, sancionar la evasión fiscal y luchar contra las guaridas fiscales.

 

El G20 de Buenos Aires se abre con agendas nacionales más que agendas globales. En este contexto, el rol de “mediador confiable” entre las potencias que intenta jugar el macrismo, facilitando acuerdos desde una posición subordinada, es un camino sin beneficios ostensibles, atento a que el rediseño de las reglas que rigen la economía internacional tiene un valor estratégico para el país ya que puede ofrecer un marco (más o menos) propicio para impulsar el desarrollo, señala el economista Julio Gambina.

 

Trump mantiene una guerra comercial contra China y otra contra la Unión Europea, donde la posibilidad de que Alemania y Francia organicen una fuerza militar fuera de la OTAN y se abastezcan con armamento made in UE, responde a la simpatía de Washington por las posturas rusas en Europa Central.

 

Esta cumbre se da en momentos en que el auge de China resquebrajó el dominio económico de Estados Unidos, al tiempo que puso en aprietos a ramas enteras de producción a escala global y a una amplia gama de empleos, también bajo amenaza ante la irrupción de nuevas tecnologías.

 

México firmará en el marco de la Cumbre su tratado de libre comercio con Estados Unidos en el que promete respetar 70 años la autoría de los inventos y EEUU le mantiene los aranceles de 25% y 10% al acero y al aluminio. Y quizá Canadá haga otro tanto.

 

Un tema que divide es el asesinato del periodista Jamal Khashoggi en el consulado Saudí en Estambul, que Turquía insiste que fue un asesinato de Estado por los saudíes. Todos estarán sentadas juntos: Mohammed bin Salman, príncipe heredero de Arabia Saudita (¿un Estado asesino?), Ervep Erdogan, el mandatario turco, y Trump con viejos negocios con la monarquía saudí.

 

La Cumbre tampoco podrá evitar los problemas económicos de las economías altamente endeudadas frente al alza de la tasa de interés (que repercute sobre los costos de la deuda de los países ricos altamente endeudados de Europa, Canadá, Estados Unidos y Japón), la caída del comercio internacional, los aranceles contra las importaciones de la UE.

 

Los europeos están furiosos con la ruptura del sistema multilateral de comercio por parte de Washington y lo mismo pasa con los países los latinoamericanos. “El G20 es multilateralista. Muchos países no entienden que el multilateralismo es un modo de facilitar la cooperación internacional”, señaló el sherpa argentino Pedro Villagra.

 

La ventaja de Trump es que los tres gobiernos latinoamericanos que estarán presentes, no tendrán posición adversa mientras estén estos gobiernos neoliberales y dependientes. La desventaja, es que los asiáticos si la tendrán y pesan mucho.

 

Un tema que se ha esquivado, son los problemas financieros de la gran banca, cuyas acciones vienen en caída desde hace una década. Si bien Trump protege a la estadounidense (tres de 30 grandes bancos), no puede proteger a la del resto del mundo. Mientras, la diplomacia del yuan seguirá y hoy China ya tiene más bancos grandes (para quebrar) que EEUU, y muestra liderazgo mundial y dinero para hacer efectivas sus ofertas.

 

Si bien EEUU decretó la guerra comercial a China, ésta responde al nivel de la agresión y con iniciativa mundial por instalar su moneda en la disputa global. La mundialización del yuan actúa contra la hegemonía del dólar en el sistema monetario. Además, el despliegue militar de China y sus aliados contienen las agresiones estadounidenses en diversos territorios amenazados desde Washington, sean Siria, Venezuela o cualquier punto de interés estratégico para EEUU.

 

La última semana, China junto a la Unión Europea demandaron ante la Organización Mundial de Comercio a EEUU por las restricciones arancelarias a la comercialización del acero. Es de destacar, asimismo, la alianza de China con Rusia, con Irán y otros países con capacidad de intervención en el sistema mundial desde ciertas ventajas en la producción petrolera o en capacidades militares.

 

Las protestas

 

El viernes, en la víspera de la inauguración de la Cumbre y en una ciudad en estado de sitio, Confluencia Fuera G-20 FMI, el grupo de 80 agrupaciones, entre ellas 22 internacionales (como Attac, Action for Argentina UK y Anticapitalistas en Red), locales (CTEP, Barrios de Pie, la CTA Autónoma, el MST y Diálogo 2000) y de movimientos sociales y sindicales de la región, marcharán en el centro de Buenos Aires.

 

"Fuera Trump y demás líderes imperialistas", es la única de las cinco consignas elegidas para la movilización que lleva el nombre de un presidente extranjero, y que tiene otros cuatro lemas: "No al G-20", "Abajo el acuerdo Macri-FMI", "Por el no pago de la deuda externa" y "No al ajuste, la entrega y la represión". Una sexta consigna estaba dedicada a Jair Bolsonaro, pero sería dejada de lado si se confirmara que no visitará la Argentina.

 

Los organizadores de la marcha afirman que será una protesta pacífica y acusan al gobierno de instalar un clima de violencia. El jueves a la mañana se realizarán charlas en carpas instaladas en la Plaza de los Dos Congresos y a la noche está previsto allí un festival musical. Pero se trata de una zona que desde las 20 horas entrará en la zona de exclusión, de seguridad.

 

Erika Guevara Rosas, directora para las Américas de Amnistía Internacional, alertó: “El mundo entero va a estar mirando a Argentina durante la Cumbre del G-20. Las autoridades deben estar a la altura de las circunstancias y mandar un mensaje muy claro a los cuerpos de seguridad, de respeto al derecho a manifestarse por encima de la lógica represiva que pueda derivar en el uso excesivo de la fuerza.”

 

La seguridad

 

El escándalo de la suspensión del partido de fútbol entre River Plate y Boca Juniors por la final de la Copa Libertadores de América, dejó al descubierto las falencias, descoordinación, ineficacia e ineficiencia de los distintos cuerpos de seguridad argentinos, en su gran prueba antes de la Cumbre del G-20, a fin de semana.

 

La vuelta de la final no se pudo jugar el sábado ni tampoco el domingo, tras la emboscada y los piedrazos al micro que transportaba a los jugadores de Boca, llamativamente desprotegido por las fuerzas de seguridad.

 

Pese a que el operativo fue realizado en conjunto por fuerzas nacionales y de la ciudad, la ministra de Seguridad Patricia Bullrich hizo mutis por el foro y se abstuvo de dar explicaciones por las irregularidades. El jefe de gobierno de la ciudad responsabilizó a los barrabravas, grupos de choque y amedrentamiento de los clubes de fútbol, aupados por dirigentes, policías y políticos.

 

“Lo de mi país es lamentable, está todo desorientado. En Argentina hoy es un terror salir a la calle. No hay seguridad, hay robos, la gente no come. El Presidente prometió –a mí no porque yo no lo voté ni lo votaría jamás– y engañó a mucha gente que iba a cambiar esto y lo otro, y hoy estamos peor que en mucho tiempo. La presidencia que está haciendo Macri es la peor de todos los tiempos. Los argentinos merecemos lo que tenemos porque lo votamos”, dijo Diego Maradona, este domingo.

 

A nadie llama la atención que el jefe de policía de la Ciudad de Buenos Aires sea un hombre muy cercano al presidente de Boca, Daniel Angelici, operador del mandatario (y expresidente de Boca) Mauricio Macri. Seguramente el gobierno esté intentando borrar de Internet las declaraciones del Presidente reclamando que la final se jugara con público visitante y las que le siguieron de la siempre dispuesta Bullrich, quien justificó esa idea con la frase: "El que no arriesga, no gana".

 

Es importante recordar que ambos ministerios de seguridad (de la Ciudad y de la Nación) y las distintas fuerzas policiales deberán coordinar en solo unos días un megaoperativo de seguridad por la cumbre del G-20, que paralizará buena parte del transporte público y militarizará la Ciudad de Buenos Aires.

 

Si los de la final futbolera era la prueba final de la operación de seguridad, falló. De nada sirvió que el gobierno saliera a la caza de ácratas y musulmanes, ni que agentes de inteligencia de más de veinte países (en especial los estadounidenses e israelíes) sigan recorriendo la zona ribereña de Buenos Aires, con sus sofisticados equipos y disfrazados de espías.

 

Rubén Armendáriz

Periodista y politólogo, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

 

 

 

 

https://www.alainet.org/pt/node/196789
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