Uruguay: el dilema del Frente Amplio

05/07/2019
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Opinión
uruguay_frente_amplio.jpg
Foto: ALAI
-A +A

El domingo 30 de junio, tuvieron lugar en Uruguay las elecciones internas partidarias, rumbo a las elecciones nacionales del domingo 27 de octubre (1).

 

Votó el 40% del padrón electoral superando el 37% de la elección anterior del año 2014.

 

Hay que señalar que desde que existen, nunca las campañas hacia las elecciones internas de los partidos han logrado la repercusión y entusiasmo popular que sí concitan las de elecciones nacionales.

 

En los dos partidos que de acuerdo a todas las encuestas tienen chance de disputarse el triunfo en las elecciones de octubre - el Frente Amplio (en el gobierno desde el año 2005) y el Partido Nacional - no hubo sorpresas en cuanto al candidato ganador de la elección que definió las candidaturas presidenciales de cada partido (el Ing. Daniel Martínez y Luis Lacalle Pou respectivamente).

 

El lunes 1º de julio la Corte Electoral dio los datos del escrutinio primario donde votaron 1.076.821 personas.

 

El Partido Nacional fue el más votado totalizando 448.132 votos (30.000 más que en 2014). Luis Lacalle Pou fue el ganador con el 54% y 240.943 votos, el segundo lugar fue para Juan Sartori logrando el 22% con 92.707 votos y Jorge Larrañaga terminó en tercer lugar con el 17 % y 78.450 votos.

 

El Frente Amplio obtuvo 255.072 votos (46.000 menos que en la anterior); el ganador fue Daniel Martínez con el 42% y 107.023 votos, el segundo lugar fue para Carolina Cosse con el 26% y 65.035 votos, Oscar Andrade se ubicó tercero con 23% y 58.817 votos y Mario Bergara finalizó en cuarto lugar con el 9% y 23.688 votos.

 

El Partido Colorado obtuvo 181.384 votos (41.000 más respecto a la de 2014); el economista Ernesto Talvi obtuvo un claro triunfo con el 54% y 97.447 votos, el expresidente Julio María Sanguinetti finalizó segundo con el 33% y 59.415 votos y José Amorín Batlle fue tercero con el 13% y 24.054 votos.

 

Los tonos de las campañas

 

El clima interno en cada partido durante la campaña electoral ha sido diametralmente opuesto. En el Partido Nacional hubo duros enfrentamientos entre precandidatos sobre todo entre Larrañaga y Sartori.

 

Por primera vez en el país, irrumpió como precandidato del Partido Nacional un joven outsider multimillonario que vivió la mayor parte de su vida fuera del país y de su realidad. Gastando millones de dólares en publicidad y en toda su campaña, Juan Sartori que votó el domingo por primera vez en su vida, logró ubicarse segundo entre los precandidatos, relegando a un tercer puesto al Senador Jorge Larrañaga de una extensa trayectoria política. Sin embargo sólo alcanzó un 22%; lo que indica que al menos por ahora no se repitió el fenómeno que se ha dado en otros países.

 

En el extremo opuesto, el Frente Amplio, como siempre, aprobó en diciembre del pasado año en su Congreso -corolario de meses de discusiones y elaboraciones en todos los organismos de base y sintetizadas en unidades temáticas centrales preparatorias – su programa único para el período 2020 – 2025 y a su vez decidió habilitar y respaldar cuatro precandidaturas en pie de igualdad; las de Daniel Martínez, Carolina Cosse, Óscar Andrade y Mario Bergara.

 

Más allá de las campañas de cada uno, se organizaron varios actos unitarios del FA con la participación y oratoria de los cuatro precandidatos. Y así con estos actos se inició y se cerró la campaña.

 

Hacia afuera, todos los discursos de los partidos de oposición hicieron hincapié en el problema de la inseguridad (tema que cala en forma importante en las capas medias) y trataron de mostrar una imagen de un país estancado y en crisis.

 

Por su parte el Frente Amplio se centró en mostrar las cifras que indican un crecimiento económico ininterrumpido en sus 15 años de gobierno (hecho inédito en la historia del país), así como indicadores que muestran a Uruguay como el país de mayor justicia distributiva en A. Latina. La pobreza bajó de un 39,9% en 2004 a un 8,1 al cierre del año 2018 y la indigencia en el mismo período bajó de un 4,7% a un 0,1%. Más allá de los logros económicos y sociales alcanzados, todos los precandidatos indicaron que había que profundizar muchos aspectos del proceso de cambios en el próximo período de gobierno.

 

El factor militar

 

Un partido recién creado, “Cabildo Abierto” que lleva como candidato al exComandante en Jefe del Ejército Guido Manini Ríos, sin tener lucha interna, obtuvo 46.887 votos y se ubicó como la cuarta fuerza política del país. Indica la existencia de una derecha dura, posiblemente nostálgica de la época dictatorial, que no hay que pasar por alto en el análisis.

 

Las perspectivas hacia octubre

 

Es preocupante que durante su campaña el Frente Amplio no planteó claramente (salvo en el caso de Andrade en alguna oportunidad) la necesidad de obtener los votos en la primera vuelta de las elecciones de octubre que aseguren mantener las mayorías parlamentarias propias como ha sido desde el 2005 hasta hoy.

 

Por el contrario, uno de los precandidatos, Mario Bergara manifestó el 3 de mayo: “Las mayorías parlamentarias fueron importantes sobretodo en el primer gobierno para permitir reformas estructurales, pero condicionan el juego político. A mí no me quita el sueño obtener las mayorías parlamentarias, en este último gobierno nos trajo más dolores de cabezas que soluciones. Incluso no nos permitió, por ejemplo con las FFAA o la inserción externa, discutir adecuadamente algunos temas”.

 

Considero que el compañero cometió un serio error en su análisis. Partiendo de un hecho puntual cierto, sacó una conclusión política general equivocada.

 

A diferencia del PT en Brasil que nunca las tuvo, el Frente Amplio en sus tres períodos de gobierno pudo aprobar leyes sólo con sus votos.

 

Por el contrario el PT debía negociar la aprobación de cada ley construyendo mayorías circunstanciales específicas. Para la aprobación de la siguiente, ya debía armar una nueva ingeniería con otros sectores que lo hicieran posible.

 

Esto no sólo le generó un gran desgaste, sino que además pagó el alto precio político consistente en que los contenidos de las leyes aprobadas no eran en muchos casos los que originalmente el gobierno hubiera deseado y planteado.

 

Finalmente en la campaña electoral, Fernando Haddad se limitó a mencionar los logros obtenidos en los gobiernos de Lula y Dilma sin denunciar el carácter retrógrado y fascistoide de Bolsonaro. Y cuando lo quiso hacer en los días finales de la misma, fue muy tarde.

 

En Uruguay algunos compañeros parecen olvidar los años de gobiernos blancos y colorados desde la salida de la dictadura en 1985 hasta el 2005, durante los cuales en el Parlamento votaban unidos en bloque sus leyes como si fueran una aplanadora y rechazaban toda propuesta de la izquierda (expresión puntual de la lucha de clases que nunca dejó de existir y sigue vigente).

 

La apuesta de la derecha – más allá de los discursos sobre propósitos de armar una coalición - no es ganar las elecciones de octubre (saben que el FA, muy probablemente con un margen menor, volverá a triunfar en una segunda vuelta); sino conquistar – ahí si coaligados - las mayorías parlamentarias que le permitan torpedear la labor legislativa del gobierno durante todo el período, como primer paso de su plan de reconquista del gobierno en el año 2025.

 

En definitiva estamos en una cruz de los caminos: o en la campaña de estos tres meses hacia octubre el FA reacciona, reverdece sus definiciones fundacionales y hace énfasis en que se contraponen dos proyectos antagónicos de país; el neoliberal privatizador que ya conocimos en los años 90 y nos llevó al abismo de la crisis del año 2002 y el de la izquierda, que sin dudas deberá profundizarlo en sus alcances para seguir avanzando hacia una realidad de mayor justicia social; y para ello insistir en la imperiosa necesidad de lograr una votación que asegure mayorías parlamentarias propias, o en caso contrario, de no hacerlo y perderlas, probablemente se iniciará un proceso de tránsito hacia una futura derrota.

 

Nota

 

1) De acuerdo a la legislación electoral, las elecciones internas son obligatorias para todos los partidos que se presenten a las elecciones nacionales (en las que se vota Presidente y la totalidad de miembros del Parlamento). El voto no es obligatorio para los ciudadanos en las internas; sí lo es en las nacionales.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

https://www.alainet.org/pt/node/200831?language=en
Subscrever America Latina en Movimiento - RSS