17 millones de insurgentes
Con el pretexto de la supuesta subversión se está persiguiendo a la militancia correista, pero también a la militancia popular e indígena.
- Análisis
De acuerdo al Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, al día de hoy, somos un poco más de 17’350.000 ecuatorianos/as, si extrapolamos este dato, con la población mundial y la relacionamos con la interesante nota que nos entrega El País[1], del 13 de octubre de 2019, respecto al grado de concentración de la riqueza mundial que indica que el 1% más rico tiene tanto patrimonio como todo el resto de la humanidad junta, podríamos decir que en Ecuador, el 1%, es decir, 173.350 personas acumulan tanta riqueza como el resto de ecuatorianos/as. La nota además recalca que:
Esta enorme brecha entre privilegiados y el resto de la humanidad, lejos de suturarse, ha seguido ampliándose desde el inicio de la Gran Recesión, en 2008. La estadística de Credit Suisse, una de las más fiables, solo deja una lectura posible: los ricos saldrán de la crisis siendo más ricos, tanto en términos absolutos como relativos, y los pobres, relativamente más pobres.
No es objeto de este artículo profundizar en el análisis de las causas de este fenómeno de inequidad de dimensiones colosales, pero si indicar rápidamente que se debe al capitalismo financiero que predomina en estos días, comandado por el Consenso de Washington y sus instituciones, entre ellas, el Fondo Monetario Internacional (FMI), y el modelo neoliberal que imponen a los pueblos que han perdido su soberanía y vocación por manejar con cabeza propia sus asuntos. Esta pérdida de independencia, obviamente no es inocente, élites entreguistas y vinculadas a los negocios transnacionales, permiten y facilitan la entrega sin beneficio de inventario, de los recursos naturales y la fuga de capitales de las naciones, perpetuando el subdesarrollo. La desigualdad resultante afecta negativamente el desempeño de cualquier economía, ya que se debilitan las instituciones, se contrae el mercado nacional, se destruye la producción nacional, se reduce el ahorro y aumenta la criminalidad, entre otros.
Este rápido pantallazo de contexto socio-económico es necesario hacerlo frente a los anuncios militares de que van a enfrentar la insurgencia, así lo expresó el Ministro de Defensa Jarrín[2]; o lo señalado por el Comandante de la Fuerza Aérea Ecuatoriana (FAE), Gral. Campuzano, sobre “un plan contra la democracia”[3] en Ecuador. Nos preguntamos: ¿Qué insurgencia va a combatir Jarrín? La del trabajo humanitario realizado por varias universidades quiteñas, en especial, la de la Politécnica Salesiana, que por ello ha quedado muy prestigiada y prendada en el alma de los ecuatorianos, pues, como el mismo Jarrín lo dijo, en su lacaya cabeza ve subversión en la solidaridad de las universidades y estudiantes de medicina de la Universidad Central y Universidad Católica que atendieron a los heridos por una represión brutal. También sería interesante que el Gral. Campuzano nos explique, qué entiende por democracia. Tal vez este oficial, nunca se enteró de la famosa definición de Abraham Lincoln: “La democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”. Es decir, democracia no es el gobierno de unos cuantos privilegiados, que imponen un modelo económico que les favorece a costa del empobrecimiento de las grandes mayorías y la desconstitución del Estado Nacional.
Si este es el enfoque de estos señores oficiales, bueno, van a tener que enfrentarse a 17 millones de insurgentes, porque eso fue lo que aconteció durante el estallido social de octubre. Lo que empezó con unos pequeños brotes de protesta, que extrañamente fueron reprimidos por la Policía, con violencia extrema desde el inicio, se convirtió en un Paro Nacional, y en gran parte de la Sierra en levantamiento indígena, para transformarse en una verdadera insurrección o rebelión nacional que paralizó el país. La rabia acumulada, lo detonó el famoso decreto 883. Le recordamos Gral. Campuzano, ya que hablamos de democracia, que el pueblo ecuatoriano no votó por la política de gobierno que ha desenvuelto Moreno.
Ahí donde hay galopante desempleo y subempleo, ausencia de proyecto nacional y defensa de los intereses de la Nación, que en esencia no son más que los intereses de las mayorías, determinados elementos de la Fuerza Pública ven subversión. Esta óptica que se está tratando de posicionar, este encuadre que está implementando la prensa corrupta, naturalmente obedece a específicos intereses y a una estrategia que se está ejecutando.
La insurgencia de los pueblos contra el modelo neoliberal (versión más antisocial del capitalismo global), es, valga la redundancia, una rebelión de los pueblos contra un modelo económico que empobrece. Y este fenómeno se ha podido constatar en este glorioso mes de octubre de 2019, hechos como las victorias electorales de la izquierda o centro izquierda en Bolivia, Argentina y Colombia, y la insurgencia popular en Ecuador, Chile y Haití, son señales en ese sentido. Otro tema y problema es, si esas fuerzas populares/políticas saben liderar y gestionar de manera exitosa esa aspiración social y concretar lo que todo pueblo sueña, una sociedad equitativa, transparente y cohesionada bajo el paraguas de un proyecto de Buen Vivir o vivir con dignidad.
¿En dónde está realmente la subversión?
Si entendemos la subversión como amenaza a la seguridad del Estado, la subversión no está en el campo popular, hace mucho tiempo las izquierdas en el Ecuador comprendieron que la vía guerrillera o mucho peor el terrorismo, no tienen viabilidad en nuestro país, por muchas razones, entre ellas, la existencia de unas FF.AA con carácter nacional-popular, que en su historia tiene a su haber hitos importantes, como por ejemplo, la Revolución Juliana, liderada por oficiales jóvenes, su participación en la Gloriosa junto al pueblo, el gobierno del Gral. Rodríguez Lara; y en el derrocamiento de presidentes, como en el caso de Lucio Gutiérrez, las FF.AA se negaron a agredir al pueblo. El papel represivo básicamente ha estado en manos de la Policía, y solo con pocas excepciones esa actitud ha sido asumida por las FF.AA.
Las declaraciones e intenciones de Jarrín y otros funcionarios es, al parecer, buscar modificar de raíz esa postura histórica de las FF.AA y transformarla en un órgano represivo. Pero el tema es más complicado que eso. En las manifestaciones se pudo observar a personas muy violentas y drogadas. Ese patrón se ha observado también en las guarimbas venezolanas y el terrorismo de Daesh en Siria, por ejemplo. Las drogas que ingieren les hace perder el sentido de toda preservación personal y las vuelve muy violentas. Son mercenarios contratados justamente para infiltrase en las manifestaciones, generar vandalismo planificado, a más del vandalismo que oportunistas aprovechan en este tipo de ocasiones, con el objetivo de deslegitimar la protesta social, darles escenas a la prensa corrupta para que la población se despiste y no comprenda, en este caso, las razones que provocaron el Paro Nacional, como se pudo constatar cuando se prendía la TV. Pero lo grave, y ese podría ser el objetivo que aspiran alcanzar, es inventarse una subversión, que justifique la implementación de un Estado policiaco-terrorista en el Ecuador. Los ‘alienígenas del Norte’ son expertos en crear subversiones, estados islámicos, etcétera, lo han hecho muchas veces en muchas partes del globo. Esto los militares lo comprenden muy bien ya que en las academias se estudia conceptos como guerra híbrida, guerras de falsa bandera, guerras por encargo, etcétera. Yo prefiero utilizar el término, guerra no convencional de amplio espectro, porque integra de manera compleja todas las opciones. La aplicación de ese tipo de guerras ha destruido países como Libia y Siria.
Los sectores populares conocen muy bien la táctica de la infiltración para adulterar sus luchas, durante el Paro Nacional, por ejemplo, en el sector del Condado (norte de Quito), los barrios indígenas-populares bajaron hasta la arteria principal para imposibilitar los saqueos de vándalos que se acercaban al sector acomodado del Condado, justamente bajo la premisa de impedir que se desvirtúe la acción popular. Este tipo de hechos no fueron la excepción durante la rebelión popular.
Entonces la subversión, desde el punto de vista político-ideológico, no está en la izquierda, sino en la derecha, o en una derecha disfrazada de izquierda, como el MPD y su ‘brazo armado’ el GCP –Grupo de Combatientes Populares-, derivación del Partido Comunista Marxista Leninista del Ecuador. El Gral. Roque Moreira ex jefe del Comando Conjunto, en una entrevista denunció la participación de esos elementos en las manifestaciones y eran los que al parecer implementaban técnicas de guerrilla urbana. De pedir el voto por un banquero, como lo hizo el MPD en las últimas elecciones a prestarse a conformar bandas paramilitares para justificar la represión, hay un solo paso. Y si esto no fuera así, Colombia tiene mucho paramilitarismo de exportación. Los laboratorios de subversión financiada por los ‘alienígenas del Norte’ para combatir a los gobiernos nacional-populares en Nuestra América, han demostrado ser muy sofisticados en la reciente historia.
Otro dato que va en esa dirección son los falsos positivos que el gobierno de Moreno, tiene el “mérito” de haber inaugurado en nuestra historia. En ese sentido, aún no han quedado esclarecidos todos los hechos que se produjeron en la frontera norte y que llevaron a justificar la instalación de bases militares gringas en nuestro país. Durante las manifestaciones, el incendio de la Contraloría, que insólitamente la incendiaron durante tres días, bajo ‘custodia policial’, como se pudo observar en todos los videos que circularon en redes sociales y que los manifestantes presentes lo denunciaron, es otro elemento que indica que la subversión no está en el lado del campo popular. La Inteligencia Militar, susceptible de ser manipulada, debe abrir el abanico del análisis y plantearse la existencia de actores ocultos que buscan aplicar la doctrina gringa del caos creativo. De las otras instituciones de Inteligencia que existen en el país, no albergamos ninguna esperanza.
Para la derecha ecuatoriana y el gobierno de Moreno, el apoyo brindado al autoproclamado Guaidó y sumarse a todos los esfuerzos que ha hecho y hace el gobierno estadounidense para derrocar al gobierno legítimo de Maduro, no es subversión, pero sí es subversión encontrar tras el súper bigote de Maduro la explicación y la tremenda fuerza que tuvo el estallido social producido en Ecuador. Realmente no vale la pena gastar tiempo en el análisis de la retórica morenista por risible e insustancial.
Por otro lado, lo que intenta el gobierno de Moreno, es romper la unidad lograda en el campo popular durante el Paro Nacional, para ello se emplea profusamente en la persecución de los dirigentes correístas, aplicando un lawfare agresivo y desvergonzado. Determinada dirigencia indígena debería asimilar el nuevo escenario que trajo como resultado el Paro Nacional y no prestarse para el viejo truco de “divide y vencerás”. Se debe reconocer dos cosas: la militancia correísta no fue la inspiradora ni la organizadora del levantamiento popular, pero tampoco la dirigencia indígena lo fue, los acontecimientos realmente rebasaron y sorprendieron a todos. Pero en el marco de la situación presentada, la CONAIE supo darle alguna dirección a ese proceso y se logró una gran victoria, derogar el decreto 883. Se vivió un momento insurreccional, pero sin organización política popular articulada que pueda canalizar ese relámpago revolucionario, todo fue en gran parte espontáneo, esa fue la realidad. Entonces el reto inmediato es lograr esa articulación y fortalecer la unidad popular. El gobierno se esmerará mucho para que eso no ocurra, y si para ello tiene que inventarse una supuesta subversión, lo hará.
Y con el pretexto de esa supuesta subversión, no solo se seguirá persiguiendo a la militancia correísta, sino también a militancia popular e indígena, como de hecho está ocurriendo. Se busca colocar al pueblo en condición de sometimiento.
El Paro Nacional trastocó los escenarios
El ánimo popular no se planteó por objetivo derrocar a Moreno, aunque la consigna “Fuera… tal… fuera” se coreaba ‘por tradición’ en las calles. La aspiración popular se centraba sobre todo en frenar el paquetazo, y para ello, lo fundamental era exigir la derogatoria del decreto 883. La derogatoria de este decreto contribuye a poner una contención a la implementación del neoliberalismo en Ecuador. Si los poderes fácticos no le han renunciado a Moreno, es sencillamente porque se quedaron sin piso y sin poder ejecutar las clásicas salidas a este tipo de crisis. El gobierno de Moreno está clínicamente muerto y sostenido a regañadientes por la oligarquía, digo a regañadientes porque Moreno es ahora un gobierno con poco margen de maniobra, que solo podrá llevar a cabo cualquier iniciativa con autoritarismo y represión y violando la Constitución todas las veces que sean necesarias. Se seguirá viendo con claridad que es la derecha la que lo sostiene. Además, Nebot se esmeró mucho en dejar manifiesto que protegía a Moreno durante el Paro Nacional, y de ahí su auto sepultura, como de igual manera lo hicieron Lasso y Bucaram. Por tanto, cada día que pasa, con la nula credibilidad de Moreno, la derecha se desprestigia constantemente por más que ciertos actores hagan malabares para encubrirse o mostrarse contradictores de Moreno. La derecha al día de hoy ha quedado con muy disminuidas posibilidades electorales.
Lo anteriormente señalado no significa que la derecha se quede quieta, todo lo contrario, buscará una salida a su encrucijada. Frente a esto vemos básicamente dos escenarios: 1) Acentuar el carácter dictatorial que ha asumido este gobierno, y en ese marco, bloquear toda posibilidad de participación electoral a una opción nacional-popular; de plano ya dábamos por hecho que se buscaría negar la actuación electoral a la corriente correísta, pero ahora creemos que esto se puede ampliar a toda opción electoral que represente auténticamente al bloque popular; 2) Que se invente una especie de ‘Tercera Vía’ que permita drenar por un cauce controlado un buen porcentaje de votación, por decirlo de alguna manera, insurrecta, pero para que se vuelva creíble una opción de esta naturaleza, tendrán que cooptar a actores supuestamente insurrectos, es decir, preparar otra traición.
Lo normal sería, que se permita el libre juego electoral de todas las expresiones políticas, y que sean los ciudadanos los que decidan, pero con mucha probabilidad, esto no sucederá, la derecha sabe que corre riesgo si se permite la participación de la corriente correísta, mucho más si se logra consolidar una unidad amplia, que incluya a la CONAIE y otros movimientos sociales. Si ese es el plan, Gral. Campuzano, al que usted se refería sobre 'atentar contra la democracia ecuatoriana', estamos de acuerdo. Se está destruyendo la democracia y los responsables de esto, no están en el campo popular. No es de interés de las organizaciones sociales que nuestra sociedad entre en una espiral de violencia, ni que se rompa el orden constitucional, todo lo contrario, lo que se quiere es que se respete la Constitución y se fortalezca el sistema democrático.
29 de octubre de 2019
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