Vivir en Uruguay en tiempos de coronavirus, en tiempos de paranoia mundial
- Opinión
Mucho se ha hablado de este virus, su cepa, su forma de contagio, su expansión, su mortalidad… Horas y horas de televisión, ríos de tinta en los medios gráficos, las redes sociales abarrotadas de coronavirus, desde memes a informes bacteriológicos.
El mundo paralizado por una pandemia que fue causa y efecto de una crisis económica mundial que marcará un antes y un después, mientras se camuflan y contrabandean políticas impopulares en esta pequeña esquina de América Latina. A raíz de este suceso que aún es incierto su final y sus consecuencias, se nos ha abierto el panorama para reflexionar sobre varias cuestiones.
Por comparativa, en el mundo, mueren miles de personas cada día por enfermedades curables, por falta de acceso a medicamentos, por guerras o por accidentes de tránsito y en cantidad superan a las muertes por coronavirus. Aquí en Uruguay han ocurrido cuatro femicidios en los últimos 10 días, y hasta el momento que se escribe este artículo no han ocurrido muertes por coronavirus.
La preocupación por un tema y otro son claramente abismales en su diferencia. ¿Cuál es la motivación de esta preocupación? ¿Hay más posibilidad de contraer coronavirus que sufrir un femicidio? ¿Es la posibilidad de que suceda algo, la fantasía que eso despierta lo que supera los datos crudos de la realidad?
El coronavirus ha dejado bastante al descubierto determinados mecanismos de este sistema que para algunos no se les hacía evidente. El poder de los medios de comunicación masiva, por ejemplo: quedó mucho más claro su poder de influencia cuando parece que solo existiera un solo tema en agenda.
De soslayo pasa casi inadvertida la suba del dólar o la devaluación uruguaya, la interna del partido Demócrata en Estados Unidos, las protestas en Chile, la de los chalecos amarillos en Francia, la manifestación golpista de los seguidores del ultraderechista brasileño Jair Bolsonaro. Todo ha sido desmantelado sin un policía, sin un golpe, sin un herido a raíz de este disipador invisible.
Luego se puso en debate el rol del Estado. Imaginemos el combate a esta pandemia con sistemas de salud privatizados, con Estados alejados de toda discusión y que dejan a la suerte del que pueda pagar un tratamiento, la solución a esto.
Debido a la cuarentena, se han paralizado gran cantidad de actividades laborales y allí, inevitablemente varios se dieron cuenta que los trabajadores son los que generan la riqueza, que han hecho y construido todo lo que está a nuestro alrededor, parafraseando al famoso diálogo de Espartaco.
El reconocido compositor y cantante Jorge Drexler compuso "Codo a codo", canción para tiempos del coronavirus, mientras los uruguayos dudan de compartir el mate con amigos, parientes, vecinos, mientras, refugiados en sus casas, son bombardeados por la industria del miedo de los medios de comunicación hegemónicos.
En Uruguay se han suspendido las clases hasta el 12 de abril en todos los niveles. La campaña por las elecciones municipales está decantando lentamente hacia su suspensión e incluso se está barajando la posibilidad de postergar las mismas que estaban previstas para el 10 de mayo.
Caso inédito en la historia uruguaya y a su vez le daría tiempo necesario a la candidata de la derechista Coalición Multicolor (en el gobierno desde el 1 de marzo) en Montevideo para poder ser conocida más allá de los barrios residenciales y de mayor poder económico.
Mientras tanto, en Uruguay el dólar subió por la crisis mundial, pero fue el país con mayor aumento porcentual en su cotización, en toda la región. Por el coronavirus se postergó la presentación de la Ley de Urgente Consideración (LUC), de 457 artículos del manual neoliberal, que mercantiliza la educación, criminaliza la protesta e inicia un proceso de vaciamiento de las empresas públicas.
Esta situación mundial representa fielmente a la Doctrina del shock que plantea Naomi Klein. La paranoia ha inundado a toda la población, desde el temor cuando alguien tose, pasando por los supermercados casi vacíos, el precio exorbitante del alcohol en gel, los barbijos y todo artículo de higiene, recomendados para la emergencia sanitaria.
El coronavirus ha hecho que los libertarios mundiales y autóctonos se llamen a silencio debido a que su mito de la libre concurrencia e intercambio de bienes y servicios se haya desplomado junto con la ley de oferta y demanda.
Toda crisis es una oportunidad. ¿Oportunidad para quiénes? ¿La sabremos aprovechar? Este sistema capitalista neoliberal financiero se está reconfigurando y es una incertidumbre lo que sucederá. La certeza que nos deja todo esto, en tiempos de virtualidad, cuarentena y videollamadas, es que la lucha sigue estando en las calles, salvo que se defienda o se conquiste un derecho desde el hogar.
Nicolás Centurión
Licenciado en Psicología, Universidad de la República, Uruguay. Miembro de la Red Internacional de Cátedras, Instituciones y Personalidades sobre el estudio de la Deuda Pública (RICDP). Asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)
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