Egipto-Etiopia: Las aguas bajan turbias

18/03/2020
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Foto: https://www.elpais.cr
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Tras nueve años de negociaciones Egipto y Etiopía se encuentran en un punto muerto sobre el impacto que tendrá finalmente el llenado y la puesta en marcha de la Gran Presa del Renacimiento de Etiopía (ERGE) sobre el Nilo Azul, que se convertirá en la mayor central hidroeléctrica del continente, brindando electricidad a los 108 millones de etíopes y que dará a su economía (si bien en crecimiento, pero carente de recursos) el potencial energético para su despegue.

 

En 1978, el presidente Anwar Sadat, tras la firma del tratado de paz de 1979 con Israel, apuntó al unilateralismo en la gestión del Nilo, por lo que, la propuesta de la construcción de represas en Etiopía en las cabeceras del Nilo Azul, lo llevó a declarar: “El único asunto que podría llevar a Egipto a la guerra nuevamente es el agua”. En 1989, el egipcio Boutros Boutros-Ghali, exsecretario general de Naciones Unidas (ONU) había advertido: “La próxima guerra en nuestra región será por las aguas del Nilo, no por la política”.

 

La construcción de la ERGE, que se levanta en el Nilo Azul que aporta al Nilo el 84 por ciento de su curso, comenzó en abril de 2011, con un costo cercano a los cinco mil millones de dólares, financiados por capitales chinos. La construcción ha avanzado en un setenta por ciento y su llenado comenzará en julio; tendrá un fuerte impacto en el curso egipcio del Nilo, que es esencial, ya no solo para su agricultura, sino también para el funcionamiento de la Presa de Asuán. Su otro afluente, el Nilo Blanco, tributa solo el 16 por ciento de su flujo.

 

Gracias al Nilo, Egipto satisface el noventa por ciento de las necesidades de agua dulce, si le quitan solo el dos por ciento de su caudal, se afectarían a más de 200 mil pequeños agricultores, por lo que la finalización de la represa será desastroso para Egipto, ya que se estima que el agua que utilizara la ERGE, es de un sesenta por ciento. Para salvar la contingencia, el gobierno del presidente Abdel Fattah al-Sisi, desde el año pasado ha establecido una serie de restricciones al uso del agua, con multas y otras penalidades, aunque se desconoce cuanto más tendrá que achicar el uso de ella, una vez que la ERGE esté en pleno funcionamiento.

 

La dilación en las conversaciones etíopes-egipcias-sudanesas ha puesto a la diplomacia cairota en estado de máxima alerta, ya que las negociaciones siguen trabadas y el tiempo de llegar a un acuerdo se está agotando. Cuando Etiopía y Egipto deberían estar coordinando concesiones significativas, para evitar un choque que del campo diplomático podría saltar a medidas más contundentes, donde la opción militar es también muy posible.  Addis-Abeba, el pasado 26 de febrero, suspendió su participación en las conversaciones tripartitas, en las que mediaban los Estados Unidos, por lo que Donald Trump se comunicó con el presidente egipcio para asegurarle que seguiría con su esfuerzo de mediación.

 

La situación lleva a Egipto a una encerrona desesperante ya que su economía viene fuertemente golpeada, por la abrupta caída desde 2016 del turismo, su mayor fuente de ingresos, por las acciones del terrorismo wahabita, lo que ha obligado al presidente el general al-Sisi, a una importante inversión en armamento, con el fin de erradicar estos grupos que operan fundamentalmente en la península del Sinaí. En esta línea, el régimen ha desplegado una mega acción coordinada por las fuerzas armadas y de seguridad, llamada Operación Sinaí 2018, que ha puesto a la nación en pie de guerra y que, próxima a cumplir dos años, apenas han podido hacer mella en la Willat Sinaí, la organización más importante que opera en esa nación, tributaria de al-Qaeda global.

 

En esta última semana, el ministro de Relaciones Exteriores egipcio, Sameh Shoukry, emprendió una gira por siete países de la Liga Árabe (LA), que, aunque concitó el apoyo de sus socios, en términos reales la situación sigue exactamente igual. A pesar de que, como lo han detallado los voceros egipcios: “Si el agua significa electricidad para Etiopía, es un asunto de vida o muerte para Egipto”.

 

La represa que se levanta a solo veinte kilómetros de su frontera con Sudán duplicará la capacidad de generación eléctrica del país, lo que le dejará, en concepto de exportaciones de energía, a Sudán, Sudán del Sur, Djibouti, Kenia y posiblemente Egipto, una ganancia anual de cerca de mil millones de dólares anuales, además de que se mejorará la navegación y el riego, ya que el Nilo Azul es propenso a grandes inundaciones, y la sedimentación que transporta reduce la capacidad de producción energética en las pequeñas presas que tiene en su curso. Para Addis Abeba serían clave estos beneficios, dada la profunda crisis económica que lleva a cientos de ciudadanos cada año a dejar el país: (Ver: Etiopia: La larga fila de los invisibles)

 

Al tiempo, Sudán, será beneficiado con la ERGE ya que aumentará significativamente la irrigación, lo que aumenta la preocupación egipcia.

 

En 2015, Etiopía, Sudán y Egipto habían concretado una Declaración de Principios que estipulaba una utilización responsable del río Nilo, que no causaría perjuicios de importancia a los otros países, lo que ha quedado finalmente la nada.

 

La postura egipcia buscaba, para salvaguardar la presa de Asuán, asegurar un acuerdo con Etiopía, que la obligue a liberar una cantidad determinada del caudal del Nilo Azul junto a estipulaciones por las que El Cairo pudiera monitorear el compromiso etíope, ya que Egipto estima que necesitará entre doce y veintiún años para superar el impacto de la baja en el suministro de agua.

 

El adiós etíope

 

La retirada de Etiopía ha dejado las negociaciones en un momento crítico, el Ministerio de Relaciones Exteriores del país considero inaceptables las pretensiones egipcias a las que catalogó de ventajosas solo para Egipto. En las reuniones de los días 27 y 28 de febrero, en las que solo participaron Sudán y Egipto con la presencia de Estados Unidos, se habría llegado a un acuerdo, a pesar de que faltaba el principal implicado que es Etiopia, sin embargo, El Cairo pretende darles legalidad a los acuerdos.

 

El Banco Mundial, que ha participado de las negociaciones como observador, se ha ofrecido a colaborar con su experiencia técnica para elaborar un acuerdo, ya que ha tenido un papel clave, en nada menos, que la disputa entre India y Pakistán, en el “Tratado de Aguas del Indo”, que resultó muy efectivo.

 

El primer ministro etíope, Abiy Ahmed, ganador del Premio Nobel de la Paz 2019, por haber terminado el conflicto de más de veinte años entre su país y Eritrea, siente que su país está en una etapa casi desconocida de crecimiento. Siendo el mayor de África, tiene   posibilidades de consolidarse como una potencia regional, pudiendo transformar el país para siempre, sacándolo de la pobreza y, gracias a la energía, haciéndolo atractivo para la inversión. Ahmed, el próximo 16 de agosto pone en juego su reelección en las presidenciales, sabe que dar un golpe de efecto frente a Egipto le abriría amplias posibilidades para hacerse con el triunfo.

 

Por su parte, el general al-Sisi necesita mantener el viejo liderazgo de Egipto, en Oriente Medio y África, por lo que no puede permitirse una crisis semejante con la caída de los suministros de agua. El impacto afectaría miles de hectáreas, hasta hoy productivas, de no revertirse la cuestión de la represa generaría un desplazamiento interno masivo, fundamentalmente hacia el Cairo, ya con sus servicios colapsados por las constantes llegadas de migrantes internos, ahora del Sinaí, lo que posiblemente generará remesones políticos.

 

La posibilidad de una guerra con esos pueblos que durante siglos se aprovechó de sus materias primas y se abasteció de esclavos, no es ajena al imaginario colectivo del pueblo egipcio, mucho más por su río, su posesión más valiosa, en esa geografía que lo confina en el desierto. Sin el Nilo el país está condenado a la desaparición. Sin embargo, alguna esperanza sobrevive: la presión estadounidense sobre Etiopía podría producir un cambio de ruta de Abiy Ahmed, a última hora. Pero, por el momento, Etiopía está aislada y Egipto acorralado.

 

El mítico Nilo, el río más largo del mundo, cuyo curso recorre once países a lo largo de sus 6300 kilómetros, que van desde los ríos ecuatoriales que alimentan el lago Victoria hasta el Mediterráneo. En su extensa historia acompaña la evolución de la humanidad desde el principios de la historia: En infinidad de momentos su corriente se ha teñido de sangre, aunque hasta ahora sus aguas, solo bajan turbias.

 

-Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC

 

 

 

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