¿Hacia una conquista comercial de los astros?
- Opinión
A propósito que la empresa SpaceX, en colaboración con la NASA, lanzaran la primera expedición privada de la historia al espacio, por intermedio de la nave Crew Dragon, la cual se estima volverá durante el mes de agosto a la Tierra, se ha abierto la posibilidad de construir una colonia humana en la Luna, lo que puede ser visto como parte de un proceso inédito, el cual podrá generar cambios impensados en la manera cómo no relacionamos con nuestro entorno.
Una colonia en la Luna que buscará concretarse el año 2023 y que no hace más que ilustrar un proceso histórico de conquista de los astros (estrellas, constelaciones, planetas, satélites, cometas, asteroides), que comenzará a gestarse desde el momento en que aparecieran las grandes civilizaciones patriarcales hace miles de años atrás, las cuales buscaron respuestas cósmicas para controlar los ciclos de la vida por intermedio de la agricultura, como consecuencia del paso del nomadismo al sedentarismo.
Es así como naciera en Sumeria, lo que hoy conocemos como astronomía (estudio de los astros) y astrología (influencia de los astros en la vida), las cuales servirán como instrumento para vincular a los astros con los dioses, permitiendo así justificar invasiones, guerras y la ocupación de territorios para una mayor expansión de la agricultura. Es decir, la posición de los astros era determinante para tomar algún tipo de decisión de parte de las estructuras de poder imperantes.
De ahí que las grandes civilizaciones en Babilonia, Egipto, Grecia, Roma, como la Maya, Inca y Azteca, sostuvieron su dominio militar y simbólico por intermedio del estudio de los astros, siendo los antecedentes patriarcales de la visión que tenemos hoy en día sobre el cosmos, concebido como el espacio exterior de la Tierra, siendo regido por ciertas leyes, que serán usadas para justificar jerarquías y privilegios de unos por sobre otros.
No obstante, no será hasta con la aparición del Renacimiento y el predominio de la Civilización Occidental, en tanto proceso patriarcal, colonial e industrial, dentro de un nuevo sistema mundo capitalista, que personas como Nicolás Copérnico, Galileo Galilei, Johannes Kepler e Isaac Newton, sentarán las bases teóricas de lo que hoy conocemos como ciencia moderna, la cual al separar lo racional de lo espiritual, generará una ruptura irreconciliable entre la astrología y la astronomía.
Una ruptura que dejará a la astronomía como la ciencia oficial sobre el estudio de los astros, mientras que la astrología quedará relegada, desde los estados, a una mirada irracional y atrasada al respecto sobre el impacto de estos sobre el ser humano, haciendo que ambas miradas sean completamente contrapuestas y determinadas por su uso o no del método científico.
En consecuencia, en el caso de la astronomía moderna, se desarrollará técnicamente a través de la denominada astronáutica, la cual se encargará de generar los conocimientos científicos para el diseño y fabricación de cohetes espaciales, buscando poner en órbita, para así llevarlos al espacio. Es decir, concretar el ideal renacentista, humanista y antropocéntrico, que busca poner al ser humano no solo por sobre otros seres vivos de la Tierra, sino también por sobre otros entes fuera de esta.
De ahí que no deba sorprender que la construcción de cohetes y la exploración espacial, iniciada a comienzos del siglo XX y puesta en práctica por nombres como Pedro Paulet, Roberto Hutchings Goddard, Konstantin Tsiolkovsky y Hermann Oberth, derivará en una carrera espacial en la posguerra sin precedentes, en un contexto de guerra fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética, en donde la llegada al espacio no fue más que una forma más de instalar el poderío científico, militar y económico de ambas potencias en la Tierra.
Una carrera espacial que tendrá como hito el primer lanzamiento de un satélite artificial al espacio de parte de la Unión Soviética en 1957 (Sputnik 1) y de Estados Unidos en 1958 (Explorer 1), pero que su punto más alto será lo realizado el 20 de julio de 1969, momento en el cual Neil Armstrong pasará a ser el primer ser humano en pisar la Luna, en la nave Apolo 11.
De ahí hacia adelante, será Estados Unidos quien liderará la carrera espacial, a través de distintas misiones, entre esas en planetas como Marte, por lo que, con la caída de la Unión Soviética, no tendrá después de eso ningún contrapeso, siendo así el país por lejos con más actividad en el espacio en la actualidad.
Se podrá decir que con la arremetida de China desde los 2000 en adelante, hay un intento de retomar la carrera espacial anterior. No obstante, nos encontramos en un momento diferente, ya que el poder de los grupos económicos ha aumentado tanto, como consecuencia de la transnacionalización de la economía financiera, que no debe sorprender que las grandes fortunas del mundo, como lo son el dueño de Tesla y SpaceX (Elon Musk) y el dueño de Amazon y Blue Origin (Jeff Bezos) se encuentren en una nueva cruzada por colonizar comercialmente el espacio.
Una cruzada que tiene por finalidad generar un nuevo mercado espacial desregulado desde los estados, lo que puede ser visto como una nueva invasión corporativa del cosmos, en donde en el caso de SpaceX, ha lanzado más de 240 satélites al espacio, y pretende instalar 4000 para el 2024, lo que está relacionado con la expansión a gran escala de la comunicación satelital.
Asimismo, la aparición de un nuevo modelo de negocios, denominado turismo espacial, puede ser visto como solo el comienzo de un proceso histórico inédito, el cual sumado a las toneladas de basura espacial generadas año a año, puede salirse completamente de control, trayendo consecuencias impensadas.
Por tanto, la necesidad por tanto de impulsar una nueva astropolítica, que haga frente a esta conquista comercial de los astros y que ponga en el centro el cuidado de la vida de la Tierra, como parte de un sistema mucho más amplio, sea quizás una forma de politizar los astros, los cuales se encuentran actualmente reducidos a lógicas cientificistas desde la astronomía y a lógicas tarotistas desde la astrología.
Andrés Kogan Valderrama
Sociólogo
Diplomado en Educación para el Desarrollo Sustentable
Magíster en Comunicación y Cultura Contemporánea
Doctorando en Estudios Sociales de América Latina
Integrante de Comité Científico de Revista Iberoamérica Social
Editor del Observatorio Plurinacional de Aguas www.oplas.org
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