Cuando los enfrentamos nosotrxs, estómagos hambrientos, los imperialistas buscan sus armas

12/10/2020
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En 1965, el primer ministro de Ghana, Kwame Nkrumah, publicó un libro audaz: Neocolonialismo: última etapa del imperialismo. En este libro, Nkrumah documentó con gran detalle el modo en que las empresas multinacionales de Europa y Norteamérica —en estrecha colaboración con sus gobiernos— seguían sofocando las aspiraciones de las nuevas naciones de África. Como ejemplo, Nkrumah tomó su propio país, Ghana, que había sido conocido por el nombre colonial de “Costa del Oro” hasta 1957.

 

Una de las antiguas compañías coloniales, Ashanti Goldfields (una empresa británica), continuaba obteniendo enormes ganancias del duro trabajo de los mineros de oro de Ghana. Cuando el gobierno de Nkrumah intentó aumentar los impuestos a la empresa, los periódicos de Londres se escandalizaron. Nkrumah escribió sobre cómo el oro daba “un simple rendimiento simbólico” al pueblo de Ghana, mientras Ashanti Goldfields ofrecía enormes beneficios a sus accionistas europeos. Esto es el neocolonialismo, escribió Nkrumah.

 

El gobierno de Estados Unidos estaba furioso con las “irresponsables extravagancias” del libro de Nkrumah y decidió castigarlo negándose a concederle 300 millones de dólares en ayuda inmediata para cubrir los costos de la importación de alimentos. Nkrumah no se alteró. Decidió ir a Hanoi (Vietnam) a reunirse con Ho Chi Minh. Fue durante este viaje que el ejército de Ghana tomó el poder, impulsado y asistido por la CIA estadounidense y la inteligencia británica (M16). El intento de Nkrumah de construir soberanía y dignidad para el pueblo ghanés fue marginado.

 

La riqueza del país seguiría siendo drenada hacia las empresas multinacionales. La terrible injusticia del imperialismo, cuya forma colonial directa había sido derrotada cuando Ghana ganó la independencia bajo el liderazgo de Nkrumah en 1957, mutaría a una nueva forma, que Nkrumah llamó neocolonialismo. El neocolonialismo “significa poder sin responsabilidad, y para quienes lo sufren, significa explotación sin compensación”, escribió en su libro de 1965. Esta fórmula sigue intacta hasta hoy.

 

Sin embargo, se trata al concepto de “imperialismo” como si fuera anacrónico, como si ya no fuera útil para explicar la situación mundial. ¿Qué otro concepto nos puede ayudar a comprender por qué la deuda externa de los países en desarrollo, tanto la privada como la pública, ha aumentado durante la última década, y por qué esta deuda —que ya asciende a 11 billones de dólares— no puede ser pagada por países que tienen recursos de gran valor? Se estima que solo los recursos de la República Democrática del Congo tienen un valor de al menos 24 billones de dólares; mientras tanto, a pesar de que el Congo tiene la mitad de los recursos hídricos y de los bosques de África, 51 millones de residentes del país siguen sin acceso a agua potable, como resultado del subdesarrollo estructural de África. Un informe de la UNCTAD de comienzos de este años estima que los pagos del servicio de deuda por 2020-2021 serían de entre 2,7 y 3,4 billones de dólares (otra estimación muestra un límite superior de 3,9 billones, de los cuales unos 3,5 corresponden a pagos principales). Ni la suspensión ni la abolición están sobre la mesa, porque es a través de instrumentos como la deuda que se controla a los gobiernos y se drena la riqueza para enriquecer a las empresas multinacionales y los ricos tenedores de bonos.

 

 

Un libro reciente editado por Emiliano López del Instituto Tricontinental de Investigación Social en Buenos Aires, Las venas del sur siguen abiertas, ofrece una perspectiva rica sobre el debate en torno al imperialismo, con ensayos de Prabhat Patnaik, Utsa Patnaik, John Smith, E. Ahmet Tonak, Atilio Borón, y Gabriel Marino. El libro llega como parte de un proceso mundial conocido como Jornada Internacional de Lucha Antiimperialista, que comenzó el 5 de octubre en Caracas (Venezuela) con un seminario patrocinado por el Instituto Simón Bolívar y el Instituto Tricontinental de Investigación Social, y que termina el 10 de octubre con un festival antiimperialista. 

 

La Jornada Internacional de Lucha Antiimperialista publicó un Manifiesto por el futuro, que hemos incluido abajo:

 

Manifiesto por el futuro 

 

Cuando los enfrentamos nosotrxs, estómagos hambrientos, los imperialistas buscan sus armas. Cuando los imperialistas nos enfrentan, nosotrxs estómagos hambrientos, unimos nuestros brazos y marchamos hacia adelante.

 

Nuestra humanidad está amenazada por un virus invisible que se propaga rápidamente; pero desde hace mucho tiempo nos han desafiado otros virus, como el desempleo, el hambre, el racismo, el patriarcado, la desigualdad y la guerra. Esos virus se manifiestan de forma diferente en distintas partes del mundo, atacan fuertemente las vidas de trabajadorxs y campesinxs, y de quienes experimentan el impacto de la desigualdad social; mientras tanto, hay una minoría de personas que se benefician de la devastación.

 

El sistema capitalista no tiene respuestas para estas crisis; sus políticas son huecas. En lugar de buscar una manera de alimentarnos y albergarnos, los capitalistas construyen vastas maquinarias de destrucción: fuerzas policiales y militares que sofocan la vida de la clase trabajadora en las naciones ricas y del campesinado y la clase trabajadora en las naciones más pobres. Si un país pobre trata de erguirse, busca ejercer su soberanía, se utiliza un arsenal entero de poderes contra él: poder financiero, diplomático y militar. Nos dominan con armas, pero también con ideas. Tratan de convencernos de que sus puntos de vista son los correctos.

 

Los administradores del sistema capitalista se apresuran a desenfundar sus armas y apuntar a adversarios distantes, a conducir sus tanques hacia nuestras tierras y a ocupar nuestros hogares, a destrozar la naturaleza y a destruir nuestro mundo. Para ellos es más fácil provocar guerras que llenar el estómago de los seres humanos con comida. Prefieren enardecer a la gente con patrioterismo y racismo antes que manejar el hecho de que se trata de un sistema fracasado, que depende cada vez más del trabajo de cuidado de las mujeres no reconocido y de las duras condiciones de trabajo impuestas a lxs mineros y trabajadorxs de las fábricas.

 

Líderes de movimientos populares de todo el mundo leen el Manifiesto por el futuro.

 

El planeta está en llamas, los virus avanzan, el hambre acecha la tierra, pero incluso en este desastre, nosotrxs, la vasta mayoría de lxs habitantes del planeta, no hemos renunciado a la posibilidad de un futuro. Esperamos algo mejor que esto, un mundo más allá de las ganancias y los privilegios, un mundo más allá del capitalismo y del imperialismo, un mundo que cante la canción de la humanidad. Nuestros corazones son más grandes que sus armas, nuestro amor y nuestra lucha superarán su codicia y su indiferencia.

 

Nuestros movimientos están plantando muchas semillas. Necesitamos regarlas, cuidarlas, asegurarnos de que florezcan. Construiremos un futuro que atesore la vida antes que las ganancias, un futuro de hermandad entre los pueblos, en lugar de guerras racistas, un futuro en el que las jerarquías sociales sean abolidas y disfrutemos de la dignidad mutua.

 

Solo cuando está suficientemente oscuro se pueden ver las estrellas. Ahora está lo suficientemente oscuro.

 

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El 9 de octubre de 1967, Che Guevara fue asesinado por agentes de la CIA en Bolivia. Lo habían capturado dos días antes, y —a pesar de las órdenes de mantenerlo con vida— se les informó que debían matarlo. Como parte de la Jornada Internacional de Lucha Antiimperialista, casi veinte editoriales de izquierda han publicado el libro titulado Che en veinte idiomas, desde malayalam hasta español. El volumen recoge dos textos clásicos del Che —“El socialismo y el hombre en Cuba” (1965) y “Mensaje a la Tricontinental” (1967)— junto con un prefacio de María del Carmen Ariet García (del Instituto Che Guevara, de La Habana, Cuba) y una introducción de Aijaz Ahmad (miembro principal, Instituto Tricontinental de Investigación Social). El ebook se puede descargar de manera gratuita en nuestro sitio web.

 

En enero de 1965, el Che viajó a Ghana, donde se reunió con Nkrumah para conversar sobre Cuba, Latinoamérica y el asesinato del líder del Congo, Patrice Lumumba, en 1961. El Congo estaba en las mentes de Nkrumah y el Che; cuando el Che creó una tropa de combatientes en Tanzania, tomaron el nombre de “Brigada Patrice Lumumba”. El asesinato de Lumumba —impulsado por la inteligencia belga y la CIA— perturbó tanto a Nkrumah como al Che. Un año después, Nkrumah fue derrocado en un golpe de Estado apoyado por la CIA; dos años más tarde, el Che fue asesinado por los hombres de la CIA. El impacto de las acciones de la CIA puede medirse en la derrota de los proyectos de soberanía en gran parte del Tercer Mundo. Ya es hora de que conmemoremos el 9 de octubre como el Día Internacional por la Abolición de la CIA.

 

Boletín Tricontinental, 41 (2020)

 

 

https://www.alainet.org/pt/node/209282
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