Unidad (en la diversidad) para qué

13/11/2013
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Dos perspectivas bien diferenciadas expresaron Cuauhtémoc Cárdenas y Miguel Ángel Mancera sobre la izquierda con motivo de que el Movimiento Regeneración Nacional concluyó la asamblea estatal número 20, que le exige la legislación para obtener su registro como partido político en agosto del próximo año, salvo sorpresa imprevista del Consejo General del Instituto Federal Electoral y, por cierto, nada recomendable.

 
Para el titular de la Jefatura de Gobierno de la ciudad, lo principal es que Andrés López Obrador reflexione “en su momento que cuando llegue la época de las contiendas, lo que más le conviene a la izquierda es estar unida”.
 
Desde hace mucho tiempo, recordó el doctor Mancera, Obrador “ha planteado la necesidad de encabezar una fuerza política de izquierda”, pero “lo más importante es que esté unida”. Dicho en abstracto acaso tenga razón, pero estos importantes temas no es pertinente abordarlos con la obsesión de la unidad en sí misma, y eludiendo las interrogantes de unidad con quién, para qué y en torno a qué.
 
Para marchar juntos en las elecciones del 5 de julio de 2015 y del 1 de julio de 2018, que pareciera ser la preocupación del jefe de Gobierno del Distrito Federal, es decir, una meta fijada por el calendario institucional. Y omite lo trascendente: En torno a qué programa, con cuáles candidatos y con qué plan de acción.
 
La historia de las izquierdas, en plural pues el singular además de errático no refleja la riqueza de su diversidad como atributo y no como desgracia, es abundante en ejemplos en que las alianzas, por ejemplo la conocida como “unidad a toda costa” en 1940, causó estragos en sus filas de tal magnitud que 73 años después no superan su alejamiento de los asalariados fabriles, rurales y de los servicios.
 
El ingeniero Cárdenas, formalmente bajo las órdenes del gobernante capitalino, le enmendó la plana al rechazar que Morena debilite a la izquierda, “pues por el contrario la fortalece. Es muy sano que haya muchos partidos políticos, vamos a ver qué hace como tal; simplemente le doy la bienvenida, pues mientras más opciones para los electores existan, me parece bien. Ojalá se pueda ir unidos”’ a las contiendas.
 
Como candidato presidencial de casi todas las izquierdas existentes en 1988, salvo por supuesto las armadas, Cárdenas Solórzano sabe por experiencia propia que fue posible la convergencia alrededor del Frente Democrático Nacional y su candidatura presidencial.
 
Seguramente por aquella experiencia singular es que Cárdenas posee una perspectiva más incluyente que Mancera quien, para fortuna de las izquierdas, no llega a la beligerancia declarativa de Jesús Zambrano quien al menor motivo se confronta con Obrador y éste ni se pone el saco ni le acusa recibo.
 
Tampoco debe esperarse una mayor vocación unitaria del presidente perredista ya que es previsible su corriente, Nueva Izquierda, resultará la más afectada con los avances que obtenga Morena. Además de que en su propia casa partidista toma forma una posibilidad para que Cárdenas sea candidato a encabezar el Partido de la Revolución Democrática, un cuarto de siglo después de su fundación, previa indispensable reforma estatutaria, escenario ante el cual Marcelo Ebrard ya anunció que “no retirará sus aspiraciones a ese cargo, pues no hay razones para hacerlo”, porque el partido se encuentra en el “extravío y la confusión”.
 
La materialización del anterior escenario no sólo oxigenaría las filas de aquel instituto caracterizado por la estridente disputa de espacios públicos y cuotas partidistas, en demérito del debate de las ideas y de los proyectos frente a los múltiples problemas nacionales y la trayectoria del partido del sol azteca.
 
 
 
 
 
https://www.alainet.org/pt/node/80799?language=es
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