Eppur si muove

Movimientos en la derecha argentina

27/01/2014
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La derecha argentina ha tomado nota de sus dificultades para articular un bloque orgánico capaz de disputarle el poder al kirchnerismo de cara a 2015. Sabe que los plazos se acortan, conoce la capacidad de resistencia aunque también la potencia dinámica del kirchnerismo, y por ello ha desplegado todas sus usinas operativas para intentar consolidar ese frente. Los medios opositores al Gobierno Nacional han probado la efectividad de su guerra de posiciones; sus trincheras no cejan en cargar a diario las baterías de un lenguaje dañado, que habrá que refundar luego; la tinta caliente de sus bobinas se desliza como la incandescencia de un magma ofuscado en un verano torvo. Clarín sigue siendo el diario más leído y por ello retiene la capacidad de fijar agenda, de instalar temas, de tergiversar los hechos, trastrocar la realidad y hasta ha prohijado su invención a través de noticias falsas. En la historia del periodismo hay antecedentes que nos remontan a Natalio Botana y Crítica, diario de su creación desde el cual conspiró para lograr la caída de Hipólito Yrigoyen. La Nación, La Prensa y Clarín (fundado por Roberto Noble en 1945) hicieron su trabajo para llegar a los bombardeos de 1955 y provocar el posterior derrocamiento de Juan Domingo Perón. Clarín, nuevamente con Noble, siguiendo los pasos de un Botana pero con filiación desarrollista, propició el final del gobierno de Arturo Frondizi –claro que otras variantes de tipo económicas y geopolíticas han intervenido en estos procesos–.
 
Pero lo novedoso en el periodismo y sus intrincadas relaciones con el poder político, por lo menos como las hemos conocido en el siglo XX y parte del presente, es este tono de guerra de trincheras (de posiciones) y guerra psicológica que tiende a volver irrespirable el aire que nos asiste para vivir. Acelerar la desestabilización es el objetivo para luego encarar el proceso de supresión de todo vestigio de kirchnerismo. La derecha empresaria y financista siente el desasosiego de no haber plasmado en acto aquella sentencia escrita por Claudio Escribano, en el diario La Nación, luego de conocer los planes de gobierno que Néstor Kirchner iba pergeñando casi como respuesta a las exigencias de los grupos económicos comunicacionales: “Los argentinos han decidido darse gobierno por un año”. Es así que la realidad es la realidad que los medios con posición dominante construyen y venden a diario. Es cierto también que esa “mercancía” tiene un poder de verdad, un poder advocatorio sustentado en los dichos populares: “Lo vi en la tele”, “lo escuché en la radio”, “lo leí en Clarín”, cuya raigambre es el recorte periodístico, base de la construcción periodística de la realidad.
 
A pesar del parteaguas histórico que significó la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, la hegemonía comunicacional sigue en manos de los empresarios y financistas con acciones que cotizan en la Bolsa de Valores local y mundial. Los tiempos de la ley, es sabido, son lentos. Los tiempos de la implementación efectiva de esa ley vienen demorados. El oficialismo ha construido una suerte de pequeño “vivac” comunicacional para enfrentar esa guerra establecida. Pero se ha detenido demasiado en ese retén, y muchas voces, muchos buenos periodistas, no acceden a los medios ni oficiales ni opositores. El desafío para quienes no calan en sus grillas es la construcción de una comunicación alternativa. Pero el camino de una comunicación popular y alternativa es arduo, complicado, sinuoso y, para mal de los pesares, los dineros, los capitales para hacerlo sustentable, son difusos o casi inhallables. Se dirá: queda el asociativismo, el cooperativismo. Sí, y hay ejemplos, claro, pero vienen con cierto respaldo anterior en el oficio; o entran en consonancia con el paradigma comunicacional a desplegar y fomentar. De lo contario, esos capitales son chúcaros y esquivos para quienes intentan otras vías de comunicación.
 
Pero volviendo a la derecha y la decisión tomada de disputar hegemonía de modo orgánico, es interesante detenerse en una nota escrita por Carlos Pagni, el 13 de enero pasado, en La Nación. La tituló “El Gobierno no se mueve; el resto, sí”. Inteligente ardid de este profesor de Historia e Historia de la Ideas Políticas devenido en columnista del matutino liberal –por lo menos en su denominación clásica–. Una inversión de movimientos en un tablero donde Pagni sabe que el kirchnerismo es dinámico y creativo, y que cuando parece no moverse es porque está pensando la jugada propia y la del adversario, ejercicio indispensable en toda estrategia y juego. ¿Es el movimiento siempre acertado? Bueno, en política las cosas son un poco más impredecibles que en el ajedrez.
 
Pagni nos distrae con una crónica de vasos comunicantes donde las “organizaciones sociales” se mueven buscando una relativa homogeneidad. Luego sabremos que esas organizaciones no son otras que la CGT de Hugo Moyano y la CGT de Luis Barrionuevo, quienes se reunieron el viernes 10 de enero en Mar del Plata bajo la iniciativa de “unificar el movimiento obrero” y presentarles a los presidenciables en la carrera hacia 2015 –Massa y Scioli– un programa de medidas que los interpele. Continúa Pagni cronicando y distrayéndonos con los augurios de posibles saltos hacia el massimo, de gobernadores que aún permanecen en las filas kirchneristas gracias a “una disciplina atada a razones fiscales”.
 
Pero lo jugoso, lo sustancial de este artículo, está en la decisión de los “hombres de negocios” de conformar un frente político de derecha, con una organicidad fundamentada en un texto escrito por Santiago Kovadloff, quien oficia de articulador o escriba ideológico de lo que se ha dado en llamar Foro de Convergencia Empresarial, que por el momento cobra la forma de seminarios a los que han asistido entidades del campo, la UIA, AEA, Adeba (la banca nacional), ABA (bancos extranjeros), la Cámara Argentina de Comercio, las cámaras de comercio española, estadounidense y brasileña; ACDE, IDEA, la Comisión de Justicia y Paz, y el Colegio de Abogados.
 
El texto escrito por Kovadloff, y que circula por estos foros, abreva en la necesidad –aquí la cuestión central– de lograr unificar al arco disperso de la derecha nacional para orgánicamente entrar en la compulsa electoral y, de hacerse con la victoria, establecer (o restablecer) un bloque hegemónico de poder que reponga la supremacía de los mercados por sobre el Estado Nacional; que restituya la subordinación de la política a la economía. El texto de Kovadloff sostiene que “el país enfrenta un problema de naturaleza política, por las dificultades que encuentra una dirigencia desarticulada para liderar un cambio modernizador; y que debe activarse una red sectorial a fin de distender el clima público de este año y acordar una agenda para más allá de 2015”. Hemos llegado, sí, a lo central. Quien no se mueve, o lo intenta fracasando hasta ahora, es la derecha. Y en este camino de activación de esa red sectorial –bloque hegemónico– Pagni sostiene que, indefectiblemente, se tendrán que encontrar –o enfrentar– Macri y Massa. Se ha cerrado el círculo, aunque a modo de final, Pagni interroga –o compele– a los que adscriban al Foro, preguntándose retóricamente: “Cualquier esquema de gobernabilidad posterior a 2015 deberá basarse en un acuerdo. ¿Qué características tendrá? ¿Será el improbable armado de una coalición electoral como la que formó la oposición en Venezuela? ¿O se parecerá a la convergencia mexicana, en la que todos los partidos se comprometieron con un pliego de reformas estructurales?”.
 
Es decir, la suma difusa de lo que podría ser la integración electoral de la UCR (Ernesto Sanz), el socialismo ( Hermes Binner), la Coalición Cívica (Elisa Carrió), el GEN (Margarita Stolbizer) y Libres del Sur (Humberto Tumini), en una suerte de Alianza “socialdemócrata” que presente ese pliego de reformas “estructurales”; o la consolidación de una derecha dura, neoliberal-capitalista al estilo Capriles en Venezuela. Éstas son las fórmulas que esgrimen los operadores ideológicos de la derecha argentina para batir al kirchnerismo.
 
Intuyo, aunque el periodismo se hace con fuentes, datos y hechos contrastables, que los “hombres de negocios” no dudarán mucho en elegir una de las dos caras de una moneda acuñada con imperceptibles, ambiguas, diferencias.
 
- Conrado Yasenza Periodista. Director de La Tecl@ Eñe (http://lateclaene.wix.com/la-tecla-ene)
 
Miradas al Sur, Año 7. Edición número 297. Domingo 26 de Enero de 2014
https://www.alainet.org/pt/node/82674
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