Reflexionar, sentir y conversar el Buen Vivir en un lugar mágico
01/05/2014
- Opinión
En las primeras pinturas rupestres que conocemos de nuestros ancestros humanos originales, encontramos el primer momento en que el ser humano se “reflejó” a sí mismo en otro espacio, las paredes de las cavernas, y se convirtió así en objeto de su propio pensamiento. Nació así la reflexión. Estas fueron palabras de Maurice Capovilla, maestro cineasta brasileño, participante del “2° Encuentro Refletir (Reflexionar) Brasil, Buen Vivir, Rescate de la Feliz Ciudad”, realizado entre el 24 y 27 de abril recién pasados en Paraty, Brasil.
Las palabras
En un curioso juego de palabras, el nombre del encuentro: “Refletir”, en portugués que es el idioma de Brasil, tiene dos significados: “Reflejar” y “Reflexionar”, confirmando que tras miles de años, seguimos la aventura del pensamiento iniciada por nuestros ancestros.
No es el único juego de palabras. La otra parte del nombre, también en portugués, habla del Buen Vivir para el rescate de la “Feliz Cidade”, en español “Ciudad Feliz”, pero que se pronuncia igual en portugués que “Felicidade”, que significa en español “Felicidad”.
Una doble significación que recuerda a la usada por el humanista inglés Tomás Moro, cuando en 1516 publicó su famosa obra “Utopía”, inspirada en las noticias que como novedad llegaban de la recién encontrada Latinoamérica y sus órdenes sociales inéditos, diferentes y a veces opuestos a los del Europa. Pero Europa ya había sentenciado inapelablemente a esos pueblos como en estado de “atraso”, “incivilización” y “barbarie”, como lo confirmarán gigantes del pensamiento como Kant, Hegel y Marx. Un “epistemicidio” que aniquiló a esos pueblos como productores de conocimiento legítimo y válido, al lado del genocidio que los aniquiló físicamente.
En ese contexto, Moro usó esa inspiración latinoamericana originaria para una aguda crítica social del orden europeo, pero jugó significativamente con la ambigüedad al nombrarla. Utopía se compone de dos palabras del Latín, “Topos” que significa lugar y “Eu” que tiene dos significados posibles: “Sin” o “Buen”.
Pudo ser una especie de primer encuentro, o de primer asomo, al Buen Vivir. Pero Europa y el mundo que dominaba a su imagen y semejanza decidieron que sólo podía ser un “sin lugar”, un imposible. El maestro Eduardo Galeano, latinoamericano hasta la abstracción, jugará incluso con esa interpretación hegemónica escéptica y con inteligencia y belleza dirá que aún así, la Utopía sirve entonces como el horizonte que nos hace caminar.
Lo lúdico
Juegos de palabras que expresan una profunda convicción lúdica, en el mejor sentido de la palabra, como disfrute, como belleza, como libertad de creación, de posibilidades. Que se refleja en las palabras pero también en las cosas de esta ciudad. En sus casas y calles coloniales, como detenidas en el tiempo, llenas de colores vivos. En sus heladerías, cafés y bares culturales. En la música que lo habita todo. En sus barquitos multicolores y sus carruajes de caballos, adornando las calles empedradas, el río y el mar. En sus 365 islas, una por cada día del año, abrumadoramente verdes y azules y blancas. En sus innumerables talleres artísticos, llenos de colores y posibilidades.
Paraty
El propio nombre de la ciudad en que se realizó el evento, “Paraty”, inspira juegos de palabras. Mágica y misteriosa, a cuatro horas en bus de distancia actual de Río de Janeiro, fue creada por el colonialismo portugués para sacar por mar el oro que saqueaba de diversas regiones brasileñas como Minas Gerais y más tarde para el tráfico de seres humanos en esclavitud. Por esa razón era una ciudad secreta que no figuraba en los mapas a fin de impedir que piratas competidores pudieran arrebatar el botín.
La propia conservación, casi intacta de todo el hermoso casco de la ciudad colonial, se debe a otro proceso que la dejó también olvidada e invisible para el mundo, la pobreza. Aunque a lo largo del siglo XX hubo proyectos de “modernización” que planeaban derribar esa belleza histórica por completo, no pudieron llevarse a cabo por falta de financiamiento. Paraty, ya sin el oro colonial y el negocio de la esclavitud humana, no ameritaba inversiones de la república. Contradictoriamente, la pobreza salvó un hermoso legado histórico, arquitectónico y cultural.
Como otro círculo lúdico que se cierra, figura usada por los pueblos mayas, una de las más hermosas islas que rodean la ciudad se llama “Bom Jardim”, en español: “Buen jardín”.
El Buen Vivir
Aunque el nombre “Paraty” alude a un pez blanco típico de esta zona del Atlántico, también suena en español como algo que se entrega o da para otro/a cercano: “Para ti”. Una ciudad tan hermosa y tan mágica que bien podría dar origen, siguiendo el juego de palabras, a un sinónimo de “paradisíaco”, como “paratysiaco”.
Pero no es un paraíso. No muy lejos, en las orillas de este hermoso enclave histórico y turístico, donde la antigua cárcel colonial es ahora una biblioteca pública, existen barrios heridos por la filosa desigualdad de este Brasil sexta economía del mundo, donde mueren cada tanto, por las pugnas del narcotráfico, jóvenes anónimos, ignorados por los turistas que pueblan transitoriamente el bello casco colonial.
Un marco adecuado para pensar en el Buen Vivir, ese paradigma actual que recoge y re elabora para el presente y para el futuro, no para una supuesta vuelta imposible al pasado, el legado de los pueblos originarios latinoamericanos, especialmente andinos. Adecuado porque aquellas sociedades originarias tampoco fueron un paraíso. Hubo en ellas relación de estratificación social, dominación, conflicto y violencia.
Pero esas relaciones de estratificación, dominación, conflicto y violencia fueron diferentes a las europeas y, lo más importante, estuvieron limitadas y reguladas por una serie de principio inmanentes e inviolables que garantizaban que no existiera en ellas ni siquiera la idea de la explotación de los seres humanos más allá de su salud, de la desprotección de los más débiles y de la agresión a la naturaleza, a pesar de que tuvieron un intenso desarrollo tecnológico, un uso extensivo de la naturaleza para la producción de bienes y una creciente abundancia material.
En esas sociedades, que no eran perfectas, la dominación, aún después de ser establecida tras un conflicto violento, tenía por responsabilidad inviolable el cuidado de los dominados, la garantía de su bienestar y de su participación federada en el nuevo orden que podía establecerse tras el conflicto, tal como debía garantizarse siempre el equilibrio con la naturaleza y el cosmos.
El orden de dominación estatal se sustentaba siempre en un excedente producto de nuevo gran aumento de productividad que el nuevo grupo dominante debía traer con sus conocimientos, sin tocar en nada la propiedad comunal de los dominados, y ese orden estatal tenía por misión servir mejor a los pueblos dominados, a sus intercambios y su bienestar.
En ese orden, centenares de pueblos, entre los que había conflicto y violencia, vivían en una inviolable multiculturalidad donde se respetaban de manera absoluta todos los idiomas, donde se incorporaban todas las ricas y abundantes espiritualidades. Las mujeres eran un complemento indispensable de los hombres, no se concebía que fueran inferiores y ocupaban altos cargos de poder en el orden comunal, regional y estatal.
Justamente, porque no eran sociedades perfectas, no eran paraísos inalcanzables, sino que sufrían de la estratificación social, la dominación, el conflicto y la violencia, es que representan un legado inmensamente valioso. Porque a pesar de todo ello, y a diferencia del mundo occidental moderno, supieron poner límites y regulaciones inmanentes e inviolables a esas expresiones para garantizar un Buen Vivir a todos, no un vivir perfecto, sino uno bueno.
Algo que la modernidad occidental simplemente no logró alcanzar, a pesar de los múltiples y ricos legados que también ha producido y ahora dialogan con el Buen vivir y otros pensamientos emancipatorios para buscar respuesta a la aguda crisis civilizatoria actual. Porque no se trata de negar los inmensos, más aún, imprescindibles, aportes que esta modernidad occidental hoy en crisis nos entrega como legado y base para la nueva vida que necesitamos construir.
La responsabilidad
Ese componente esencial que el Buen Vivir rescata de nuestras sociedades andinas ancestrales, la de límites y regulaciones inmanentes e inviolables de la estratificación, la dominación, el conflicto y la violencia, como garantía del Buen Vivir, converge y se identifica en muchos aspectos con el de Responsabilidad. Uno de los tantos pensamientos y desarrollos emancipatorios generados a contra corriente en la modernidad occidental y que emerge con fuerza creciente como respuesta también a los críticos desafíos de la humanidad como una sola comunidad de destino internamente diversa.
La idea fundamental de que, aunque la lucha por los derechos, que surgió debido a su persistente negación en la historia, sigue plenamente vigente, en la medida que se mantiene esa negación en muchos ámbitos, los nuevos desafíos de esta época, hacen necesario complementarla con la lucha por las responsabilidades.
Kiribati y otras islas del Pacífico se hunden lentamente por el derretimiento de hielos que sube el nivel del mar, producto del calentamiento global. Sus cientos de miles de habitantes se están quedando sin territorio, sin país y sin nacionalidad. ¿Quiénes son exactamente los más responsables de ello? ¿Cómo construimos un orden donde quienes ejerzan el poder, tengan por responsabilidad inviolable garantizar el Buen Vivir de todos?
Lo que sigue
Esta convergencia entre Buen Vivir y Responsabilidad, pero también con múltiples y diversos otros pensamientos, desarrollos y paradigmas, conforman un dialogo de vocación mestiza, abierta, que se expresó en el espacio mágico de este encuentro. Reflexionando Brasil se reflexionó el mundo. Pero esta reflexión interactuó horizontalmente con las conversaciones y los sentimientos. El Buen Vivir nace necesariamente del Buen Reflexionar, el Buen Conversar y el Buen Sentir.
Las ricas y apasionadas reflexiones, por ejemplo, de los brasileños Nelton Friedrich (Água Boa), Sergio Mileto (Alampyme), Miriam Duailibi (ECOAR), Tiago Ferreira (Levante Popular da Juventude), Isis de Palma, Oriana White y “Mingo” T. Vasconcelos (OCA), y del pensador italiano Domenico De Masi, entre muchas otras, no sólo permitieron desatar la capacidad de soñar, imprescindible para cambiar la realidad, sino que también aportaron elementos útiles para las múltiples iniciativas y trabajos que todos los/as participantes desarrollan cotidianamente a nivel local.
Finalmente, también tendieron puentes y elaboraron mapas para continuar este movimiento de renovación civilizatoria hacia la importante cita de la COP 20 en diciembre en Lima, Perú, cumbre de los estados y de los pueblos para enfrentar el alarmante cambio climático en curso, donde la sociedad civil, agrupada en el Grupo COP20 ha convocado a un masivo encuentro mundial para incidir responsablemente en los resultados de la cumbre.
Ricardo Jiménez A.
https://www.alainet.org/pt/node/85217
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