La Izquierda fue fundamental en la derrota del fascismo uribista
16/06/2014
- Opinión
La Izquierda democrática y social fue un factor central en la derrota del candidato uribista, Oscar Ivan Zuluaga. Merced al apoyo decidido de las distintas corrientes en que se expresa dicho campo político, el Presidente Santos logró salir elegido con más de un millón de votos de ventaja, recogiendo un amplio apoyo ciudadano a la política de paz y diálogos con las Farc.
Un papel tan destacado de la Izquierda incidiendo en el curso político de la sociedad, nunca se había dado en la historia nacional. La Izquierda siempre ha sido marginal, debido a múltiples factores, entre los que se destaca la violencia contra sus militantes, la persecución, el atropello y la vulneración de sus derechos fundamentales. Obviamente han jugado un papel no menos importante su sectarismo, el dogmatismo y sus discursos completamente desencajados de las costumbres y la cultura de los colombianos.
En las elecciones recientes de parlamentarios, sus resultados fueron muy mediocres, lo que hizo que algunos observadores sugirieran su colapso y extinción.
Sin embargo, con ocasión de las elecciones presidenciales, se postuló como candidata a la Doctora Clara López, la principal dirigente del Polo Democrático Alternativo, quien fue acompañada como fórmula vice presidencial por Aida Avella, la destacada líder de la Unión Patriótica.
La presencia pública de las dos dirigentes se caracterizó por su efectividad en la interpelación democrática y social de los colombianos. Su defensa de la paz fue enérgica y convincente.
Gracias a su acción, en la primera vuelta de la elección presidencial, la candidata del Polo obtuvo cerca de 2 millones de sufragios, la segunda votación más importante de la Izquierda en su historia, después de la de Carlos Gaviria en el 2006.
Como quiera que se hizo necesario realizar la segunda vuelta electoral, el Polo Democrático dejo en libertad a sus militantes para votar por cualquiera de los dos candidatos, Santos o Zuluaga. Aida Avella, rápidamente anunció su voto por Santos y por la paz, días después, López se pronunció en igual sentido y en esa determinación fue acompañada por otros destacados dirigentes de la Izquierda.
Fue esa voluntad la que se tradujo en el millón de votos que le dio el triunfo a Santos y al proceso de paz que lleva un largo trecho avanzado. Además, fue el punto clave de la derrota de Uribe y su candidato.
El regreso de Uribe al poder con sus procedimientos violentos, las chuzadas a la oposición, los falsos positivos, el saqueo a la salud, la brutal acción de los paramilitares, la violación de los derechos humanos, los montajes judiciales y la agresión permanente a los países vecinos, era motivo de alarma general y de preocupación de todos los sectores progresistas y civilizados de Colombia.
Adicionalmente, los anuncios hechos por Zuluaga frente a los diálogos de paz, para interrumpirlos y desconocer los avances y acuerdos alcanzados, colocando la sociedad ante el escenario de la profundización de la guerra civil interna, motivaron la reacción masiva, con los niveles de un plebiscito, de millones de ciudadanos que votaron para respaldar las conversaciones de paz con las Farc.
Con el apoyo de la Izquierda ganó la paz y se dio un rechazo terminante a la guerra a perpetuidad.
Sin embargo, la posición de apoyo a Santos asumida fue impugnada por el Moir, un grupo maoista sectario y conservador, y por su senador Jorge Robledo, un personaje sesgado y dogmático, quien se cree dueño de la verdad revelada. Con tesis absurdas y argumentos oscuros que coincidieron con los de Uribe Velez, Robledo y el Moir desataron una campaña de infamias y mentiras para deslegitimar la oportuna posición de respaldo a Santos, de Clara López.
El voto en blanco promocionado por Robledo era un apoyo indirecto al candidato del fascismo y un ataque al proceso de paz. Nada extraño este comportamiento. En otros países de Sur América estas sectas maoistas han terminado encuadradas en los campos más ultraconservadores, como es el caso de Bandera Roja en Venezuela, cuyos dirigentes han sido los principales enemigos de la revolución bolivariana.
Lo curiosos es que pasadas las elecciones, otros matices de ultraizquierda, completamente descontextualizados, ajenos a los sacrificios de la guerra, dueños de esplendidas comodidades postmodernas, han salido a estigmatizar el apoyo de la Izquierda a Santos y a su política de paz. No han vivido la guerra, y pegados a elucubraciones y abstracciones sobre la lucha de clases, se dan la libre para condenar y descalificar, con frases altisonantes, la adecuada posición política de la Izquierda revolucionaria en la actual coyuntura. Son unos pendejos de tiempo completo que se van quedando solos como orates al estilo de Uribe Velez y Robledo. Es el coro de retrógrados que idolatran la guerra, a la que defienden por igual con argumentos fascistas o de supuesta izquierda. Hay que ver la soledad y repudio en que se encuentra el jefe de los paramilitares y parapoliticos.
Para esos personajes, Lenin, por ejemplo, no debió llamar a participar en las elecciones de la Duma en 1907, después de la derrota revolucionaria de 1905; o los soviéticos no debieron aliarse con las potencias occidentales para derrotar a Hitler en la segunda guerra mundial; o el Partido Comunista Chileno no debió entrar a la coalición que recientemente eligió a Bachelet como la Presidenta de Chile.
Mi punto de vista: Oportuno el apoyo del Polo, de la Unión Patriótica, del Partido Comunista, de los socialistas caucanos, de los intelectuales progresistas, de los sindicatos, de la ex Senadora Piedad Córdoba y de otros prestantes lideres revolucionarios a la reelección de Santos y al proceso de paz. Lo que venga después es asunto de nuevas estrategias de unidad en el campo de la Izquierda.
Soy partidario de que dicha Izquierda atienda el llamado del Presidente Santos para que participe en el gobierno y profundice el compromiso del Estado con la paz. Figuras claves de la Izquierda deben acceder a posiciones administrativas de peso del próximo gobierno para que refuercen las acciones que pongan fin al conflicto interno. La Izquierda debe participar activamente en el diseño y elaboración del Plan para la paz de la administración que se inaugura el 7 de agosto del año en curso.
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