Crisis del capitalismo

08/10/2014
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Debilitamiento del capitalismo
 
El fin del capitalismo ha estado sujeto a predicciones que pronosticaron su fin, sin embargo ha prevalecido y se ha robustecido, aparentemente tiene más fuerza y vigor que antes; después de la caída de los países del “socialismo real”, es el sistema político y modelo económico que prevalece, a pesar, que los miembros del antiguo Pacto de Varsovia o de la Comunidad de Ayuda Mutua Económica (CAME), afirmaban que su derrumbe estaba próximo, fue lo contrario y lo inesperado, los aliados de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) fueron los que literalmente de la noche a la mañana desapareció su modelo económico y sistema político a finales de la década de los ochenta, para convertirse en lo que más criticaron durante la Guerra Fría, en capitalistas.
 
Los ideólogos del capitalismo al contemplar la caída de la comunidad socialista, afirmaron que se había llegado al fin de la historia, lo que significaba que el capitalismo lo declaraban eterno y que ya no tenía adversario ideológico, por lo que su esfera de influencia pasó a ser global.
 
La existencia de la Guerra Fría fue la lucha ideológica, política y económica a nivel mundial, en un contexto de guerras limitadas en algunos países de los diversos continentes, por mantener y ampliar sus zonas de influencia, de tal manera, que las luchas por la descolonización de los países imperiales de Europa y Estados Unidos, la derecha internacional las interpretó como una lucha entre el Este y el Oeste y no de Norte y Sur; de parecida forma, las luchas contra las dictaduras impuestas por los Estados Unidos, se tomaron como luchas ciudadanas por instaurar el “comunismo”.
 
Sin embargo, la existencia de la comunidad socialista obligó al capitalismo en particular en los países de Europa occidental, EE.UU. y Canadá a realizar avances en la salud, vivienda, educación, salarios, empleos y respeto a los derechos humanos, con el propósito de neutralizar o disminuir a la insignificancia los movimientos sociales y a restar militancia a los partidos de izquierda, es decir, el capitalismo le quitó las banderas de lucha, para evitar la ingobernabilidad y la desestabilización social que los condujera a la instauración del socialismo.
 
La caída del Muro de Berlín en 1989, es un hecho simbólico que se ha interpretado como la fortificación de la derecha mundial al convertirse incluso hasta Rusia al capitalismo, los principales dirigentes del gobernante Partido Comunista Ruso se transformaron ipso facto en capitalistas y varios de ellos en grandes empresarios.
 
En los países de Europa, debido a la crisis del capitalismo, y para mantenerlo de pie, los organismos internacionales financieros han obligado a los gobiernos europeos a desmantelar el estado de bienestar, lo que significa que se ha elevado en flecha la inseguridad, el desempleo, los embargos inmobiliarios, los recortes presupuestarios y la mercantilización de la educación y la salud, esta situación ha conducido a un deterioro de esos servicios, y un acelerado empobrecimiento masivo de sus poblaciones.
 
El aumento de la violencia, la inseguridad ciudadana, emigración, el terrorismo y el calentamiento global son expresiones del auge de capitalismo, este sistema y modelo político y económico respectivamente, es brutalmente violento, no respeta razas, ideologías, religiones, soberanías nacionales, seres humanos, ética, moralidad, arrasa o corrompe todo lo que le pueda estorbar, con el propósito de hacer crecer a la “n” sus fortunas.
 
Esta situación conduce al aumento de la desigualdad social, como efecto del proceso regresivo, que beneficia al sector elite financiero internacional y pernicioso a los ciudadanos que con sus impuestos y consumo subsidian a la oligarquía mundial, y cada vez reciben menos atención social de las instituciones del Estado (Moron, 2014).
 
Deterioro social y político
 
Los salarios han sido considerados como uno de los instrumentos que contribuyen al desarrollo social y al crecimiento económico, porque mantiene el nivel de consumo de bienes y servicios.
 
Asimismo los salarios contribuyen al fisco, para conservar cierta sanidad en los programas sociales y en la construcción pública, que favorecen al efecto multiplicador del dinero que mantiene el dinamismo en la economía.
 
Cuando Carlos Marx escribió los libros, Trabajo asalariado y capital, y Salario, precio y ganancia, lo que estaba en su esplendor era la mecanización de las fuerzas productivas, en El capital, realizó un minucioso análisis de la piedra angular del capitalismo, es decir, de la plusvalía, que era la fuente de enriquecimiento del capitalista y trabajo no remunerado al obrero.
 
Ahora con el alto nivel de desarrollo científico y tecnológico, existe una mejor mecanización con las tecnologías digitales y la robotización del proceso productivo, lo que permite aumentar astronómicamente la producción de mercancías a un costo marginal casi a cero, lo que significa que la ganancia capitalista es sin límites, además el tiempo de trabajo se ha acortado, el avance científico-tecnológico la elite global lo ha convertido en instrumento de dominación.
 
Antes algunos de los procesos productivos podrían durar meses o semanas, ahora es cuestión de horas o de días, entonces por qué razón el trabajador en lugar de disminuir las horas laborales y de ganar un mejor salario, recibe un ingreso que no corresponde al costo de la vida y pierde sus derechos laborales conquistados hace más de un siglo, con la flexibilidad laboral impulsada por los grandes consorcios multinacionales. “La desigualdad económica crece rápidamente en la mayoría de los países. La riqueza mundial está dividida en dos: casi la mitad está en manos del 1% más rico de la población, y la otra mitad se reparte el 99% restante” (OXFAM, 2014).
 
El trabajador en lugar de mejorar su condición de vida se le deteriora, en un extremo fortunas exageradamente elevadas en trillones y, por el otro, salarios de hambre, que obliga a los trabajadores convertirse prácticamente en esclavos del capitalismo, porque son forzosados a endeudarse con las tarjetas de crédito, esta población tiene un futuro más que incierto, sombrío. “Peor aún, tan sólo 225 personas en el mundo poseen un patrimonio medio de 15,000 millones de euros” (Beluche, 2014).
 
Las tarjetas de crédito no son utilizadas únicamente para completar el bajo salario, sino también para satisfacer el consumismo compulsivo, instituido por los medios de comunicación globalizados, enfocados en la mundialización homogénea del consumo y de la cultura, crean necesidades falsas, además convierten la miseria humana en reality show, las guerras y las catástrofes causadas por los fenómenos naturales en programas de entretenimiento, deforman la opinión pública, es la banalidad de la realidad, que conlleva a formar una parálisis social mundial.
 
“¿Cómo es posible y por qué el endeudamiento individual se ha convertido en imprescindible para sobrevivir? George Caffentzis encuentra la respuesta en la devaluación progresiva del trabajo –a pesar del aumento de la producción- que se vivió primero en EE.UU. y recientemente en los países europeos” (Jiménez, 2014).
 
La pobreza fuente de enriquecimiento
 
Se ha causado una altísima productividad y concentración de la riqueza, por el otro lado, una distribución desigual, existen ganancias multimillonarias de la elite financiera mundial y de las transnacionales, mientras los trabajadores reciben salarios de hambre, por ejemplo el caso de la transnacional McDonald’s.
 
El Instituto de Trabajo y Empleo de la Universidad de California, realizó la investigación, Comida rápida, salarios de pobreza, publicada en el 2013, según este estudio, las cadenas de comida rápida, “en general, las empresas no les pagan el seguro de salud” (Zamorano, 2014).
 
Para el capitalismo el desempleo dejó de considerarse una reserva de mano de obra, que permitía recurrir en cualquier momento, y que constituía el factor que hacía mantener los bajos salarios, por haber más demanda de trabajo que oferta de empleos, en algunos momentos los capitalistas se aprovecharon de las necesidades existenciales de los sin trabajo y se utilizó en calidad de esquiroles.
 
Para el capitalismo los desempleados son desechos de la prosperidad, aparentemente indetenible del desarrollo del capitalismo a niveles nunca antes vistos, esta situación es global, pero en los países subdesarrollados se llega a situaciones aún más graves.
 
Esta problemática no puede ser abordada al tenor conceptual histórico, porque no es una lucha tradicional entre burguesía y proletariado, sino que es una lucha entre clase trabajadora y oligarquía mundial.
 
Es una lucha que ha traspasado las fronteras patrias, porque es el capital financiero y las empresas transnacionales las que indirectamente a través de los organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM), y los gobiernos “nacionales” los que imponen la injusticia mundial, la cual afecta a casi todos los países del mundo, en diferentes niveles de gravedad.
 
En el concepto de clase trabajadora, incluimos a los proletarios, clase media y burguesía, porque las oligarquías “nacionales” ha pasado a convertirse en socios ínfimos o en empleados ejecutivos de la oligarquía global, no hay que olvidar que las oligarquías “nacionales” le entregaron a los hoy sus amos, las instituciones del Estado, permisos de depredación, explotación y saqueo de los recursos naturales nacionales, los Tratados de Libre Comercio (TLCs), etc. Hoy la lucha es global contra la voracidad sin límites de ninguna naturaleza del capitalismo.
 
Los TLCs impulsados en el contexto de la Organización Mundial de Comercio (OMC), por las elites globales financieras y las empresas transnacionales para imponer la eliminación de las barreras arancelarias, lo que ha perjudicado la producción, industrialización y distribución del sector productivo de los países, especialmente del Sur.
 
Con la eliminación de las fronteras comerciales han convertido al mundo en su mercado, para que circulen libremente sus mercancías y productos agropecuarios, a bajo costo, donde los productores e industriales de los países del Tercer Mundo no pueden competir, porque además no cuentan con ningún tipo de subsidio ni seguros estatales, etc.
 
Ocaso del capitalismo
 
El fin del capitalismo no va a ser el resultado de una lucha global de la humanidad en contra los desastres ambientales, económicos, políticos, culturales y sociales que genera.
 
La defunción del capitalismo será provocada por uno de dos factores, por una Tercera Guerra Mundial (el teatro bélico no estará ubicado en una zona geográfica determinada, sino será un una guerra global, por primera vez tocará suelo estadounidense) o por una crisis financiera internacional, ambos escenarios están en construcción, lo que no podemos afirmar cuál de los dos será el detonante, es fuerte probable que ocurra en la primera mitad del presente siglo.
 
El réquiem del capitalismo será dado por manifestaciones y desordenes sociales multitudinarios a nivel planetario, para pedir la honra fúnebre de la causa de los males nacionales y mundiales, para que los gobiernos retomen el control y dejen de ser vasallos de las élites financieras, transnacionales y de los organismos internacionales imperialistas.
 
El capitalismo y el imperialismo dañan a la población, incluso a la estadounidense.
 
Actualmente, existe una indignación generalizada por los sectores trabajadores y desempleados en el orbe, por la involución social y económica que está produciendo el capitalismo en esta última fase financiera y de servicios, que le ha permitido apropiarse de recursos naturales; sobornar a jefes de Estado y a altos funcionarios de gobiernos, de casi todos los países del mundo, lo que significa que hay un supra gobierno mundial.
 
Han surgido movimientos internacionales contra el capitalismo para crear un mundo mejor, tales como Observatorio de la Deuda y de la Globalización, Indignados, Ocupa Wall Street, Huelga de la Deuda, Movimiento Antiglobalización, Movimiento Altermundista, Foro Social Mundial, etc. Estos sujetos sociales agrupan a miles de organizaciones que pertenecen a los movimientos sociales nacionales y de ONGs, en suma representan a millones de ciudadanos.
 
Lucha contra las elites globales
 
Las elites globales no reconocen leyes nacionales, por tanto es necesario crear una Instancia Económica Internacional, con el mismo nivel y estatus de la Corte Penal Internacional y el de la Corte Internacional de Justicia, para que controle el fiel cumplimiento de sus códigos de conducta, cuyas violaciones sean multadas y penalizadas.
 
Asimismo, crear un impuesto a las ganancias globales, con el propósito de constituir un fondo económico, con el objetivo de realizar préstamos a los países con tasas preferenciales y facilidades de pago, para promover el desarrollo de los Estados.  
 
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) calculó que para el año 2006, “las transacciones financieras en el mercado cambiario sobre pasaba los mil millones de dólares por día, y que un impuesto de 0.1% produciría algunos 150 mil millones de dólares por año. Este monto bastaría suficientemente para erradicar la pobreza en el mundo” (Busino, 2006).
 
Crear un nuevo orden económico internacional basado en la solidaridad y equidad, de igual forma reestructurar la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en el contexto de la actual realidad de las relaciones internacionales, en este mismo sentido, desmercantilizar la educación, la salud, la vivienda, desaparecer los paraísos fiscales y regreso al patrón oro.
 
En lo que respecta a los países de América Latina, en la medida que construyan sus propios paradigmas económicos, políticos, jurídicos, sociales y culturales, se alejen del etnocentrismo, del sistema financiero y monetario internacional, refunden sus Estados, construyan instrumentos de integración económica y política, se acerquen a Rusia, China, India e Irán, es decir, busquen nuevos mercados para exportar sus productos y realizar intercambio comercial, lograrán surfear de mejor forma la profundización de la crisis internacional del capitalismo.
 
Una de las relaciones comerciales de América Latina con los países desarrollados es de abastecedora de materias primas, necesarias para el funcionamiento de las economías centrales, es una relación de interdependencia con los países europeos, sin embargo, éstos con los TLCs han tratado de aumentar la dominación y explotación en algunos países con gobiernos anti nacionales y pro imperialistas.
 
En Europa, “podríamos decir que sin la importación de materias primas minerales habría un peligro para 271 millones de puestos de trabajo, directos o indirectos, y gran parte de estas materias primas minerales vienen de América Latina” (Preciado, 2013).
 
América Latina ha dado pasos importantes para hacerle frente al colonialismo de parte de los países capitalistas centrales, a través de instrumentos de integración, por ejemplo la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA), el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), la Unión de Naciones del Sur (UNASUR), el Acuerdo de Cooperación Energética con algunos países del Caribe y de América Central con el gobierno Bolivariano de Venezuela (PETROCARIBE).
 
A este esfuerzo anticapitalista e imperialista se le suma el nuevo Banco de Desarrollo, acordado en el 2014, por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (BRICS), con un capital de 100.000 millones de dólares, que aspira a convertirse en una entidad de desarrollo alternativo más importante del mundo.
 
 
BIBLIOGRAFÍA
 
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https://www.alainet.org/de/node/104088
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