Consideraciones sobre los efectos psicosociales de la guerra en Irak

27/04/2003
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Introducción Las siguientes palabras no intentan mostrar un aspecto novedoso del problema de "efectos psicosociales" en el marco de una guerra, sino más bien constituir reflexiones que tengan cierto grado de plausibilidad. Estas reflexiones son, en alguna forma, apuntes arriesgados, puesto que requerirían de conocimiento sobre el contexto (en el caso de cómo podría afectar a las víctimas directas de la guerra en Irak) y apoyo empírico que no se posee. Explicar estas reflexiones significa decir que son un hilar un tanto brusco y apresurado de diversas perspectivas y pensamientos, privilegiando algunas posturas y manteniendo otras fuera. Siendo fuertemente parcial en otras palabras. Es un discurso deudor de otras voces, pero que permiten conectarse a través de la idea de que la guerra y lo que se hace con ella (el modo en que se presenta y "vende", se comunica), tiene un resultado final en las víctimas y en los que ingenuamente se creen puros espectadores, alejados de ella, de dolor y deshumanización. De alguna forma, también descansa en la idea humanista de que la humanidad y la historia no están completas si falta alguien. Y el problema está en que faltan muchos. Muchos, demasiados: muertos y silenciados, a los que el ángel de la historia quisiera despertar y reunir y que no puede por el vendaval del progreso, según las fuertes imágenes de Benjamín. Como que la historia del progreso oculta su envés dialéctico que es la barbarie y el silenciamiento sobre esa barbarie. Para entrar en materia, hay tres tesis que son las que sustentan la presente reflexión: - El ser humano es construido a través de las relaciones sociales y la historia que le tocó vivir (esto se refiere a quienes son víctimas directas de la guerra) - El ser humano es construido a través del lenguaje y la comunicación (esto se refiere a quienes son espectadores de la guerra). - La guerra afecta las relaciones sociales, la historia, el lenguaje y la comunicación. Efectos sobre las victimas No es posible pretender abordar los "efectos psicosociales de la guerra" sin referirse a un hecho que por obvio, no deja de ser crucial. Lo específicamente psicosocial no surge de sí mismo. En otras palabras, lo psicosocial se produce, se crea, a través de los factores sociales, económicos, culturales, políticos e históricos en las que las personas y colectividades se desarrollan. Cuando se habla de lo psíquico o de la subjetividad no puede evitarse hacer una reflexión sobre aquellos factores (incluyendo los biológicos), que posibilitan esa subjetividad. Sin embargo, por razones de orden temporal, se deberá privilegiar algo que pueda considerarse específico de eso que es lo psicosocial, sin que por ello se abandone la premisa de ser creado en otras esferas. La guerra puede definirse como un evento catastrófico, que contrario a otros eventos de orden más natural, llevan la clara intención de provocar daño. La guerra es una catástrofe social, dirigida. Como lo menciona Walzer, la gente muere y, a menudo, muere en gran número. La guerra es un infierno (Walzer, M., 2001; p. 52). Obviamente, en este infierno que es la guerra, aún cuando existan elementos que la atemperen, se producirán efectos en las personas que la padezcan. Es conocido que la fuerza del impacto de catástrofes sociales se manifiesta en un aumento de los síntomas y problemas de salud en la población que sufre. La mayoría de actos violentos presenta algún tipo de respuesta sintomatológica. Las investigaciones epidemiológicas confirman que las víctimas de catástrofes y violencia extremas manifiestan cuadros sintomáticos en alrededor de un 25-40% de los casos. También se da esa frecuencia entre quienes participaron en combates de guerra y masacres (Beristain, C.M., 1999; p. 29). Después de los efectos físicos, de pérdida y destrucción que una guerra origine, desde la perspectiva psicosocial, el problema está en cómo afecta a la Salud Mental, operando como trauma y deshumanización. La Salud Mental, desde la perspectiva de Martín-Baró, no debe referirse sólo a un problema de ausencia de Psicopatología, ni a un problema eminentemente individual, sino a un carácter básico de las relaciones humanas que define las posibilidades de humanización que se abren para los miembros de cada sociedad y grupo. En términos más directos, la salud mental constituye una dimensión de las relaciones entre las personas y los grupos más que un estado individual, aunque esa dimensión se enraíce de manera diferente en el organismo de cada uno de los individuos involucrados en estas relaciones, produciendo diversas manifestaciones ("síntomas") y estados ("síndromes") (Martín-Baró, I. 2000; p. 25). Si se toma en cuenta esa definición (que pone el acento en lo social) y de acuerdo a estudios teóricos y empíricos, es posible indicar que la guerra tendrá efectos sobre la Salud Mental de las víctimas, en este caso, de las personas y colectividades que conforman la sociedad iraquí. La guerra supone una alteración drástica de las relaciones sociales, una exposición a situaciones traumáticas y una amenaza a la vida misma de las personas. Lo que no se vió de la guerra en Irak o se tendió a invisibilizar y minimizar es el sufrimiento y dolor que vivió el pueblo iraquí. Los muertos, los heridos, los rostros ensangrentados, la pérdida de seres queridos, de objetos materiales, afectará inevitablemente la dimensión de la Salud Mental. Es obvio suponer que vivir bajo un régimen como el de Sadam Hussein repercute en la dimensión de Salud Mental. Las tiranías logran construir determinadas formas de relación que deshumanizan a las personas. Pero de alguna manera, las personas soportan las condiciones, las afrontan, a través de diversos mecanismos: el silencio, la evasión, los síntomas psicosomáticos (tal como ocurrió y ocurre aquí en Guatemala), el refugio en la religión o en ideales e ideologías, aún cuando tengan un carácter inhumano como en ese régimen, resistencia activa, etc. Sin embargo, en un enfrentamiento abierto como la guerra (por pretendidamente limpia que ésta sea, lo cual no deja de ser un planteamiento de carácter ideológico), es esperable que se presenten diversas reacciones, que en efecto, pueden incluir alivio si se vivencia como liberación (y se suman a otras condiciones como la prolongación y "calidad" de la ocupación de las fuerzas estadounidenses y británicas), o que pueden cargar las experiencias vividas anteriormente y provocar procesos de ruptura y quebranto psíquico. Los efectos que puede acarrear la guerra, considerados globalmente, pueden entenderse bajo algunas categorías básicas, entre ellas están: - Trauma - Deshumanización Trauma. El concepto de trauma tiene un origen desde la perspectiva clínica, que no por ello deja de ser valioso para la presente reflexión y para iluminar una de las posibilidades fuertemente plausibles de lo que cabe encontrar en las víctimas directas de la guerra de Irak. El trauma puede entenderse como una experiencia que aporta en poco tiempo un aumento de excitación tan grande a la vida psíquica que fracasa su liquidación o elaboración por los medios normales o habituales, lo que inevitablemente dará lugar a trastornos duraderos en el funcionamiento energético...Esto puede darse por un solo acontecimiento muy violento o por la suma de varios acontecimientos, alterando la economía del psiquismo y los principios que rigen la vida psíquica. (APUD Edelman, L. y Kordon, D. en Kordon, D. et al., 1995; p. 101). Sin embargo, el trauma no es sólo un evento o serie de eventos, puesto que ello significaría que toda persona sometida a hechos de determinada naturaleza "catastrófica" para el ser humano (como la guerra), tendría que vivenciar el trauma, cuestión que no es verificable en la realidad. Esto puede explicarse debido a que la problemática del trauma está vinculada no sólo al monto desestructurante del estímulo, sino también al sentido que este adquiere para cada persona, y a la posibilidad de encontrar o mantener apoyos adecuados para el psiquismo...-e inmediatamente agregan algo que es de mucha importancia para esta reflexión- ...Pero tanto el sentido individual del trauma como la posibilidad de mantener u obtener los apoyos adecuados están vinculados en estos casos al procesamiento social de la situación traumática. Esto desde ya vinculado a las series complementarias de cada sujeto. (Edelman, L. y Kordon, D. en Kordon, D. et al., 1995; p. 103). Esto cobra bastante importancia debido a que con esta perspectiva se anuda la idea de que aún cuando lo traumático sea algo que se verifica o se encarna en la persona, no puede entenderse la experiencia traumática sin hacer referencia al entorno social en la cual se produce. Desde Martín-Baró, se puede considerar, incluso, que es el mismo entorno social el que llega a desencadenar los procesos y vivencias traumáticas. Es conocido que Martín-Baró propone la categoría de trauma psicosocial para designar aquellos eventos que no afectan a uno o algunos pocos individuos sino que repercuten en sectores más amplios de la población: comunidades y grupos sociales y que se producen por las relaciones sociales que se establecen en el seno de la sociedad. Para éste autor, en el caso específico de El Salvador en los años 80´s, el trauma debería considerarse como la cristalización o materialización en las personas de las relaciones sociales de guerra que se viven en el país (Martín-Baró, I., 2000; p. 80). Sin forzar mucho la idea que presenta, podría considerarse que la guerra en Irak irá a provocar un trauma (una fractura, una herida) en las relaciones sociales que se desarrollan en ese país y que afectarán la Salud Mental de las personas expuestas a la violencia vivida. Algunos factores que pueden considerarse a la hora de evaluar el impacto que la guerra tendrá en la Salud Mental de las víctimas iraquíes son, sin ser los únicos: - Cantidad y calidad de los eventos traumáticos. La cantidad puede pensarse en el número de exposiciones a situaciones o imágenes de dolor y la calidad a la intensidad y el significado que esas exposiciones tengan para los involucrados. - Apoyo de las redes familiares y comunitarias. Aquí podría considerarse el caso de los niños como el sector de la población más indefenso ante los sucesos. De acuerdo a diversos estudios, los efectos en los niños estarán mediados por la relación con la madre o el grupo familiar, que para usar una expresión psicoanalítica funcionan como continentes de la angustia, el temor, etc., que los niños presenten. En un estudio realizado con niños palestinos e israelíes en los 80´s, se considera que los factores que protegen a un niño o lo vuelven más vulnerable frente a las experiencias traumáticas son los siguientes: la situación socioeconómica de la familia, la felicidad de la vida familiar, y el sexo y la edad del niño (Punamäki, R-L. en Martín-Baró, I., 2000; p. 88). A manera de conclusión en este estudio se considera que las experiencias traumáticas de guerra y conflicto aumentan el sufrimiento psicológico y los problemas de salud mental, y los niños son especialmente vulnerables a este stress intencionado de la guerra (Punamäki, R-L. en Martín-Baró, I., 2000; p. 97). - Situación social previa a la guerra. Esto incluiría aspectos tales como la relación de las personas en torno al régimen político, su condición socioeconómica, las representaciones colectivas que se generan dentro de los grupos, etc. Esto también podría considerarse como cierto "grado de preparación" ante el evento traumático. - Por último, ha de considerarse el peso de las variables individuales. Si no todas las personas reaccionan de la misma manera, ello se debe a cuestiones que son propias de los individuos. Deshumanización. Otro aspecto a considerar dentro de los efectos de las víctimas de la guerra (dentro de las cuales caben incluso los soldados de las "fuerzas de la coalición") son los que pueden englobarse dentro del concepto de deshumanización. Si el fin primordial del ser humano es alcanzar grados mayores de humanización, la guerra afecta ese fin de varias maneras. En el caso de los soldados y las personas que presencian los combates o los efectos que éstos tienen, la exposición continua al horror puede producir como defensa, el embotamiento de los sentimientos y emociones, es decir, la muerte se observa con cierta indiferencia que permite el afrontamiento ante situaciones tan anómalas. En el caso de los soldados, el odio inculcado contra el enemigo que obliga a retirarle las características humanas, el matar puede despertar incluso, cierta complacencia. Pero también, y como aventura Samayoa, la guerra tienda a la deshumanización al producirse fenómenos cognitivo-valorativos empobrecidos y deformados. En el caso que él analiza, una guerra civil prolongada en El Salvador, considera que los patrones de adaptación ante una situación de esa naturaleza hacen que las personas tiendan a deformar la percepción de la realidad y a producirse patrones cognitivos rígidos y empobrecidos, entre los que se encuentran la desatención selectiva y el aferramiento a prejuicios, absolutización, idealización y rigidez ideológica, escepticismo evasivo, defensividad paranoide y sentimientos de odio y venganza (Cfr. Samayoa, J. en Martín-Baró, I., 2000). Atributos específicamente humanos como la solidaridad o la esperanza pueden verse gravemente afectados debido a la guerra, aunque también esta situación posibilite que en algunos casos, ciertas personas puedan lograr acciones ejemplares y de un profundo significado humano. Sin embargo, no se puede decir que sea la regla. EFECTOS SOBRE LOS "ESPECTADORES" Quizá uno de los efectos más funestos de la forma en que se presentan las imágenes y los discursos oficiales de la guerra, sea la desvalorización que ello produce en el lenguaje. Esto por la sencilla razón que sea como se defina al hombre, sea cual fuere el signo de sus relaciones con el mundo, el ser humano lo es por el lenguaje. Como lo indica Duch: la palabra humana constituye el centro neurálgico de las relaciones humanas porque, el apalabramiento de las relaciones del ser humano con la realidad...es uno de los fundamentos más primarios e incontrovertibles de la existencia humana. Ejercer el "oficio de hombre" equivale, de hecho, en dar consistencia verbal a la realidad y, pues, al mismo ser humano (Duch, Ll., 1998; p. 458). Es claro que la guerra por sí sola no basta para afectar el lenguaje y la comunicación, para producir daños en la palabra. No obstante, es un evento que acompaña al proceso de desvalorización del lenguaje. Que sirve como síntoma y como fuente para la pérdida de la palabra. Hay que notar que necesariamente, es un evento que producirá efectos en la comunicación y en las conciencias mundiales y que acompañará el proceso de pérdida de la palabra, de momento de epílogo (after word) del que habla Steiner. Sin embargo, antes de desarrollar la idea de perversión del lenguaje, es necesario mostrar el vehículo por lo cual ello se produce. En este caso dicho vehículo lo constituyen en buena medida, el aparato propagandístico del imperio y los medios de comunicación. No puede afirmarse seriamente que los medios de comunicación sean parciales. Además, el problema no es ese. El problema es que, tras una aparente objetividad o una reivindicación de objetividad por parte de los medios, se esconda una serie de operaciones que tienen como fin último, presentar la realidad de manera conveniente a los intereses de los Estados Unidos. En otras palabras, los medios de comunicación manipulan el discurso mediático diciendo que no lo hacen. El papel que cumplen es, por lo menos, ambiguo. De alguna manera proporcionan la posibilidad de estar al tanto e informados de los hechos más generales que suceden y sucedieron en la guerra de Irak. Sin embargo, las diversas limitaciones impuestas a los medios en lo que podían transmitir (y que en alguna medida son provocadas por la autocensura), al acto mismo que llevó a cabo Estados Unidos y a una serie de factores más, permiten afirmar que lo que transmitieron es una información manipulada. Envían mensajes de corte marcadamente ideológico (de manera consciente y en otras por ciertas premisas estructurales de los mismos) y también envían información falaz. Los medios reflejan la realidad y la modelan, y en este caso, influyen sobre lo que la gente pueda pensar respecto a ella. No mostrar a prisioneros estadounidenses, no mostrar a los muertos civiles (niños y mujeres), presentar una especie de videojuego macabro son elecciones que hacen los medios y que permiten orientar a la opinión pública en determinada dirección. La perspectiva que ofrece Chomsky sobre la filtración de las noticias llevadas a cabo por los medios de comunicación puede servir para comprender los alcances de la manipulación mediática. Según el modelo que elabora Chomsky, cada filtro es una forma de orientar, limitar, controlar y colorear a conveniencia del sistema, la información que se transmite en los medios de comunicación y que llega a sus "consumidores". De esa cuenta, cada uno de ellos opera reduciendo y seleccionando lo que puede pasar a publicarse, convirtiéndose efectivamente en formas de censura que operan sin que la audiencia y los propios medios se den cuenta claramente de lo que está sucediendo en su accionar. Los filtros que menciona y sus características más importantes son: Magnitud, propiedad y orientación de los beneficios de los medios de comunicación - El carácter de gran empresa de los medios de comunicación, que impide que cualquier persona o grupo interesado pueda llegar a competir con éxito dentro de este mercado. Es sólo el gran capital el que puede efectivamente controlar la propiedad de los medios. Esto es ya una gran barrera para que las grandes mayorías o un grupo subalterno o marginal pueda competir y emitir sus opiniones dentro de un medio de comunicación importante, que llegue a influir en un gran número de gente. Los medios de comunicación son grandes grupos contra los cuales no se puede competir debido a lo prohibitivo de la inversión, son millones de dólares los que se necesitan actualmente para montar y garantizar la supervivencia de un medio. Esto es una de las consecuencias de la economía de mercado. Es la supervivencia del más apto (económicamente). - Dado su carácter de empresas, son sumamente plegables a los intereses del mercado, lo cual se convierte en una fuerte presión para la comunicación que se pueden permitir. Esto hace que se apeguen a lo conveniente no a lo importante. Existe la tendencia hacia una mayor integración de los medios de comunicación en el sistema de mercado (Chomsky, N., 1990; 32). - El carácter de gran empresa, hace que los medios de comunicación estén estrechamente vinculados a las decisiones de otras grandes empresas, tales como bancos, inversiones comerciales que empujan y controlan el mercado. Esto hace que busquen la rentabilidad de los medios, no necesariamente su veracidad. Es imposible no citar literalmente su conclusión: En resumen, las empresas dominantes en los medios de comunicación son grandes negocios, están controladas por personas muy poderosas o por directivos sometidos a severas limitaciones por parte de los propietarios y otras fuerzas orientadas hacia los beneficios del mercado, y están estrechamente unidas y tienen importantes intereses comunes con otras grandes empresas, con los bancos y con el gobierno (Chomky, N. 1990; 42) Para hacer negocios se necesita el beneplácito de la publicidad - Los anunciantes tienen un poder real sobre la viabilidad económica de los medios. A medida que existió una mayor inversión publicitaria, los medios que gozan de su apoyo pueden reducir costos y mejorar su calidad de publicación, lo cual pone en desventaja a los medios que no gozan de este apoyo. Esta es una razón muy fuerte que originó el declive de la prensa obrera de Estados Unidos. - Un periódico dirigido a los pobres, con tendencias radicales o dirigidos a la clase obrera, que no sean convenientes a las empresas, no encuentran apoyo de los anunciantes, que no se interesan en quienes no pueden comprar cosas o quienes les critican. Los anunciantes se convierten en organizaciones normativas de referencia a cuyas exigencias y demandas deben acomodarse los medios de comunicación si desean tener éxito (Chomsky, N., 1990; 46). Esto explica también los silencios de los medios informativos respecto a problemas de ciertas empresas o personas del medio que los apoyan poderosamente en cuanto a publicidad se refiere. Las empresas apoyan periódicos o medios conservadores que reflejen sus posiciones políticas o intereses. - Los medios funcionan como empresas que se basan en las ganancias, en buena medida éstas ganancias son producidas por el favor publicitario, lo cual elimina algunos temas que ofendan o molesten a los anunciantes. Suministro de noticias a los medios de comunicación - Existe una relación simbiótica entre los medios de información y las fuentes o principales lugares donde se producen las noticias. Es decir, los medios dependen en buena medida de las fuentes gubernativas y empresariales para lo que publiquen, lo que introduce un sesgo originario en la publicación de información. - Lo que dicen "los expertos" es algo que se cree. Estos expertos son parte de las fuentes de información y lo que estos proveedores oficiales muestran es una información que generalmente se reconoce como objetiva. - Las fuentes de información "no confiables", en este caso se podría decir casi "no oficiales", exigen una investigación más cuidadosa sobre lo que informan, lo que origina mayor gasto de tiempo y recursos para que se compruebe. No cuentan con la aceptación y credibilidad casi automática de las fuentes oficiales. - Existe una desigualdad enorme de recursos entre las diversas fuentes de información. Los organismos estatales u organizaciones comerciales cuentan con un presupuesto enorme para producir información con sus propios canales, en contra de presupuestos reducidos de medios y grupos críticos o alternativos. - La subvención de noticias y publicidad que generan las principales fuentes de información oficial sesga necesariamente la información a favor del gobierno y del mercado. Además, como lo señala Chomsky, debido a los servicios que proporcionan, a los continuos contactos que genera su actividad normal y a la dependencia mutua, los poderosos pueden utilizar relaciones personales, amenazas y recompensas para influenciar y coercionar aún más a los medios de comunicación. Éstos pueden sentirse obligados a dar por buenas historias extremadamente dudosas y a acallar sus críticas para no ofender sus fuentes de información y perjudicar su estrecha relación con éstas. Resulta muy difícil llamar embusteras a las autoridades de cuyas informaciones depende uno, aunque éstas nos digan grandes mentiras (Chomsky 1990; 56 y 57). El "con el mazo dando" de los reforzadores de opinión - Existe un control directo sobre los medios a partir de lo que éstos pueden publicar y que ofendan a grupos poderosos. Son en un mejor chapin "jalones de oreja" a los medios que se atreven a poner en circulación información que atente en contra de los intereses del gobierno y del mercado, que pueden poner en aprietos a los medios. Es una "respuesta crítica" a lo que los medios publican. Gobierno y mercado tienen a su disposición influencias personales, instrumentos legales y represalias comerciales que pueden utilizar para ejercer censura. - Hay instituciones en Estados Unidos que se dedican específicamente a una acción de censura y que los medios sigan el orden del día empresarial y una política exterior de corte conservador y línea dura (Chomsky, N., 1990; 66). - Además, como conclusión lógica de lo anterior, los medios se prestan a los juicios de esta crítica de los grupos poderosos a partir de dedicarle atención respetuosa y oídos a lo que señalen. Por último y en el momento en que desarrolla este modelo, Chomsky propone el anticomunismo como sombrilla ideológica con la cual se filtra la realidad en los medios de comunicación. En este momento, dicho filtro ya no opera. Sin embargo ha sido sustituido por la ideología del "antiterrorismo" que lo sustituye y funciona de forma muy similar. Primero porque divide al mundo en buenos y malos y además porque ofrece una justificación a las propias acciones y una condena a las acciones de aquellos sobre los cuales recae la nominación de terrorista. Dicho lo anterior, se puede considerar que esa manipulación de los medios y el lenguaje mismo sobre el que descansan lleva a un proceso de perversión de la palabra. G. Steiner, elabora la idea, que obviamente es discutible, de que después de Auschwitz, después de Hitler, el alemán perdió parte de su vitalidad y energía por la deshumanización en la que se vió inmerso. Además, también indica que esta deshumanización se produjo por el uso perverso del lenguaje. Es decir, que el lenguaje lleva la marca, pero también produce perversidad cuando se le emplea mal, como lo que actualmente ocurre. No sólo como resultado de esa mentira ideológica con la que los señores de la guerra manipulan el lenguaje, sino como proceso humano que tiene larga data y debería ser (a juicio de quien esto escribe), una de la preocupaciones centrales de los estudiosos de las ciencias sociales y humanas. Steiner lo planea de manera clara: Los idiomas son organismos vivos. Infinitamente complejos, pero organismos a fin de cuentas. Contienen cierta fuerza vital, cierto poder de absorción y desarrollo. También pueden experimentar la decadencia y la muerte...Un idioma tiene en su interior el germen de la disolución de diversas maneras. Los actos mentales que fueran otrora espontáneos se vuelven usos mecánicos y fríos (metáforas muertas, símiles en conserva, clichés). Las palabras se tornan más y más ambiguas. En vez de estilo hay retórica. En vez de uso común y preciso, jerga. Extranjerismos y radicales foráneos dejan de enriquecer el flujo sanguíneo de la lengua indígena. Se limitan a ser engullidos permanecen como instrusiones extrañas. Todos estos fracasos técnicos convergen en un fracaso sustancial: el lenguaje deja de configurar el pensamiento para proceder a embrutecerlo (Steiner, G., 1990; 134). Dentro de todos los factores que llevan a una situación en la que el lenguaje y la comunicación se vuelven factores de total alienación y fuente de desencuentros, se podría señalar uno en particular: el desgaste, la trivialización, la tergiversación que la propaganda y los medios de comunicación hacen del lenguaje, de los mitos de corte nacionalista (en este caso imperialista), que imponen al transmitir lo "que sucede". Cuando se usa para mentir, para crear al enemigo, para deshumanizar al otro. Piénsese un momento en el uso que se le da a la palabra terrorista. Por ejemplo, se dice que dos mujeres (una de las cuales estaba embarazada) que matan a 4 soldados realizan una acción terrorista. Un atentado suicida, lo cual conlleva una condena moral. Curiosamente, el hecho de que una bomba destruya un centro comercial y mate a mujeres y niños es un error de la guerra y sus víctimas son llamadas de manera totalmente eufemística "daños colaterales". Un avión es derribado por los propios estadounidenses y a eso se le llama "fuego amigo". Habría que preguntarle al piloto que tan amigo le resultó ese fuego. El uso de la palabra coalición también deja en que pensar. Se dijo que la "coalición bombardeó Bagdad". Habría que contar cuántos aparatos pertenecientes a las fuerzas aéreas de los países centroamericanos participaron en esas acciones. Y la lista se podría ampliar... El odio y la vulgaridad, las mentiras y lo falaz anidan en la construcción del lenguaje, que vale decir, es un elemento clave para la construcción de la subjetividad, que participa en la construcción de lo que somos, en el centro mismo de nuestra intimidad. Esto debe llevar a considerar que en las raíces del lenguaje, en su polisemia y ambigüedad radicales, anida la posibilidad de hacerlo un lenguaje vivo o transformarlo en una máquina de mentiras, de desencuentros y desvinculación con el prójimo que es, al final de cuentas, lo que sucede cuando se le manipula a tal extremo. Es, entonces, cuando el horror se hace palabra neutra y aparece como partes pretendidamente asépticos de la guerra, cuando las imágenes transmitidas ocultan más de lo que muestran o banalizan la muerte y la miseria. De lo que se han cuidado extremadamente los estadounidenses y las cadenas de televisión que ellos controlan, es transmitir imágenes lo más limpias de una guerra tecnologizada, que no por ello deja de acarrear destrucción y muerte. Si se pervierte el uso del lenguaje, algo ocurre en el mismo y en la vida que éste expresa y moldea. Para el caso alemán que comenta Steiner esto se entiende al indicar que los idiomas contienen inmensos depósitos de vida. Pueden absorber masas de histeria, incultura y mojigatería (George Orwell puso de manifiesto que le estaba ocurriendo lo mismo al inglés actualmente). Pero todo tiene un límite. Si se utiliza para concebir, organizar y justificar Belsen; si se usa para ingeniar detalles de los hornos crematorios; si se emplea en la deshumanización del hombre a lo largo de doce años de bestialidad calculada, algo irremediable acaba por ocurrir en su interior. Si se hace palabra de cuanto hicieron Hitler, Goebbels y los cien mil Untersturmführer, las palabras se convierten en vehículos de terror y falsedad. Algo irremediable acaba por ocurrir a las palabras. Aldo de las mentiras y del sadismo acaba por instalarse en el núcleo del idioma. Imperceptiblemente al principio, al igual que las ponzoñas de la radiación, se infiltran inadvertidamente en los huesos. Pero el cáncer se declarará y asimismo la destrucción de la esencia. El idioma dejará de desarrollarse y ostentar frescura. Dejará de poner en movimiento, en la medida en que es empleado para ello, sus dos funciones principales: el vehículo del orden humano que llamamos ley y la comunicación de la agilidad del espíritu que llamamos gracia (Steiner, G., 1990; 140-141). Aún cuando la apreciación de Steiner contenga ciertos elementos que pueden parecer de cierta aristocracia académica, se tiene también un correlato importante en la opinión, de estas latitudes, en el pensamiento de Galeano. Como su obra deja ver, en el mundo actual, la mentira y el engaño son la norma de la comunicación desde las instituciones de poder militar, económico y político. En el caso que nos compete, se puede decir ...que nunca se dice muerte, sino desaparición física; tampoco son muertos los seres humanos aniquilados en las operaciones militares: los muertos en batallas son bajas, y los civiles que se la ligan sin comerla ni beberla, son daños colaterales (Galeano, E., 2001; p. 42). El mismo mundo pierde parte de su realidad y las palabras pierden fuerza, sufren desgaste y llegan a significar, en muchos casos, lo contrario a lo que originalmente servían(1). El problema al cual finalmente nos enfrentamos es: En la época de la información de alcance gigantesco –con las características que se vieron en el modelo de información propuesto por Chomsky y en otros procesos que lo acompañan- ¿Cómo se deberán emplear las expresividades humanas para poder evitar las trampas de la incomunicación, es decir, de las palabras sin contenido ideológico, emocional y experencial? Porque el peligro que ahora mismo asedia al lenguaje humano se puede resumir con una expresión: ausencia real. En lugar de ser el vehículo de la presencia, las expresividades humanas, con frecuencia, se han transformado en señales de vacío; el vacío en forma de opresión, de vulgaridad, de desmantelamiento de las creencias, de perversión de las palabras más sublimes (Duch, Ll., 1998; 461). Como conclusión, se podría indicar, que el lenguaje y la propaganda que se hace sobre la guerra a través de los medios de comunicación, además de su carácter claramente ideológico, contribuye a ese proceso de perversión del lenguaje en el cual nos encontramos. La exposición continua a las mentiras y propaganda falaz con que los medios de comunicación inundan, en lugar de permitir el conocimiento de la realidad y permitir la acción sobre ella, contribuye al proceso de alienación a través de la perversión del lenguaje. * Elaborado por Mariano González para el panel "Efectos políticos, éticos, psicosociales" organizado por la Licenciada Gabriela Orantes Nota: (1) Una muestra de ello lo constituye la palabra interés. Interés viene de inter esse, es decir de estar entre. Estar interesado significa estar entre eso que interesa. Que eso por lo cual uno tiene interés es algo en lo cual uno está de lleno. Actualmente una de las formas más fáciles de deshacerse de un tema que no importa o de expresar esa no importancia es utilizar la expresión ¡Qué interesante!, lo cual deja ver que eso que se toca como tema, importa realmente un bledo. Bibliografía Beristain, C.M. et al. (1999). Reconstruir el tejido social. Un enfoque crítico de la ayuda humanitaria. Editorial Icaria Antrazyt. Barcelona. Chomsky, N. (1990) Los guardianes de la libertad. Propaganda, desinformación y consenso en los medios de comunicación de masas. Trad. Carme Castells. Editorial Crítica. Barcelona. (1988). Duch, Ll. (1998). Mito, interpretación y cultura. Trad. Francesca Babí i Poca Domingo Cía Lamana. Editorial Herder. Barcelona. Galeano, E. (2001) Patas arriba. La escuela del mundo al revés. Editorial Siglo XXI de España Editores. Madrid. Sexta Edición. Kordon, D. et al., (1995) La impunidad. Una perspectiva psicosocial y clínica. Editorial Sudamericana. Buenos Aires. Martín-Baró, I (comp.) (2000) Psicología social de la guerra: trauma y terapia. Editorial UCA Editores. San Salvador. Tercera Edición. Steiner, G. (1999) Lenguaje y silencio. Ensayos sobre la literatura, el lenguaje y lo inhumano. Trad. Miguel Ultorio. Barcelona. Editorial Gedisa. (1976). Walzer, M. (2001). Guerras justas e injustas. Un razonamiento moral con ejemplos históricos. Trad. Tomás Fernández Aúz y Beatriz Eguibar. Barcelona. Editorial Paidos (1977).
https://www.alainet.org/de/node/107412?language=es
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