Che Guevara: comunicación, dominación y liberación

01/12/2005
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En tiempos de euforia tecnológica en la comunicación, resulta fácil derivar hacia extremos al valorar el territorio que le corresponde a la dimensión comunicativa tanto en los procesos de dominación como sus contrapartes liberadores.

El actual sistema hegemónico capitalista otorga una renovada función a los medios de comunicación, tanto en el terreno económico - tal cual lo demuestran las grandes corporaciones mediáticas transnacionales de la industria cultural -; como en lo cultural[1] (que incluye lo ideológico). La evidencia más explícita está en esa guerra cultural, declaratoria del fin de las ideologías y la historia, e instauradora de un pensamiento único, en correspondencia con los objetivos neoliberales.

A su vez, un recorrido enumerativo de los hechos considerados como puntos de condensación de las resistencias, o de partida del movimiento social mundial contra la globalización capitalista neoliberal, confirma la particularidad comunicativa de los mismos: levantamiento zapatista, protestas de Seattle, Foro Social Mundial. Es lógico y acertado que, en contexto marcado por la concentración y comercialización extrema del sistema comunicativo hegemónico global, los grupos contrahegemónicos desarrollen espacios de comunicación e información alternativa, que garanticen tanto su visibilidad como los imprescindibles procesos de articulación de su amplia diversidad global. El uso de las tecnologías comunicativas – en particular de Internet – con tales propósitos, resulta coherente y oportuno, siempre que tengamos claridad sobre sus posibilidades pero igualmente sus limitaciones.

En respuesta a las circunstancias hegemónicas descritas, también ha resurgido una ya conocida tendencia a situar “lo comunicativo” como área preferencial, cuando no única, para los procesos de cambio social. A tales extremos habría llegado esta, que incluso desde el propio movimiento social mundial, para nuestra tranquilidad, se ha levantado la crítica a ese exagerado interés por lo comunicativo en cada una de las acciones – protestas, movilizaciones, etc. – que se realizan. Ello, en el peor de los casos, pudiera concluir, final y fatalmente, en una actuación de la resistencia, en un triste espectáculo del enfrentamiento, sin mayores consecuencias. De ahí que, cada vez con mayor insistencia, se exija pasar de la protesta a las propuestas, como expresión de una evolución no solo cuantitativa sino también cualitativa de los movimientos contra la dominación del capitalismo global neoliberal.

Frente a esta postura simplificadora del tema, se debe aclarar, en términos estratégicos, el lugar e implicaciones de lo comunicativo en los procesos de dominación y liberación. Se trata de lograr una comprensión y una práctica alejada de los extremos de la “centralidad comunicativa”, así como de concepciones instrumentales, que obvian la especificad y trascendencia de los espacios comunicativos en los procesos hegemónicos culturales.

Es con el propósito de contribuir en algo a tal objetivo, que proponemos una indagación preliminar, históricamente contextualizada, desde la dimensión comunicativa, en el pensamiento y la acción de Ernesto Che Guevara. Esto es, una búsqueda de nociones y hechos que nos conducen a una comprensión compleja y dinámica de la cuestión, en sus interrelaciones con lo económico y lo cultural, como parte de un análisis totalizador de la realidad social. Además de aportar en la visión compleja de ese “lugar de lo comunicativo” en la dominación y liberación, esto confirma también la vigencia y actualidad del legado teórico de Che Guevara sobre la lucha revolucionaria.

Ya en los análisis realizados por el joven Ernesto sobre la experiencia de la Guatemala de Jacobo Árbenz, en 1954, y su derrocamiento por parte de la acción conjunta de las fuerzas reaccionarias del capital nacional y norteamericano, se consideran los vínculos entre monopolios y medios de comunicación, en el propósito de cercenar toda práctica revolucionaria que amenace el régimen de explotación capitalista.

Sobre la base del análisis de los vínculos entre los intereses de la United Fruit y la burguesía guatemalteca, con la propaganda cotidiana de una prensa – tanto nacional como internacional - totalmente en manos de los grandes capitales[2], se develan las verdaderas intenciones y la necesidad de la creación de un clima de opinión pública favorable a los intereses imperialistas. Así, se señala cómo se construye un motivo justificador – en aquel momento de apogeo de la Guerra Fría, “el comunismo internacional”; ahora, ya sabemos cuál otro “ismo internacional” – de las acciones violentas de una nación (Estados Unidos) que se presentaba como paradigma y salvaguarda del llamado mundo libre.

Así, es denunciada su real naturaleza, como parte de los preparativos del terreno por los representantes del poder capitalista, de caballito de batalla con el cual se puede usar por ahora de la mentira organizada en toda su efectividad por la propaganda moderna, y luego, quizás, de la intervención económica y hasta, ¿por qué no?, la intervención armada[3].

Estas precoces reflexiones – reflejadas en cartas y artículos escritos sin el propósito de su publicación, sino más bien como ejercicio autorreflexivo -, se comprenden a partir del proceso de formación intelectual integral iniciado de forma autodidacta por Ernesto Guevara desde su adolescencia, que incluyó lecturas de las más diversas materias, desde literatura general hasta filosofía; así como por el conocimiento de la realidad latinoamericana logrado a través de los viajes realizados por Argentina primero y luego por todo el continente. Hacia ese entonces, ya comenzaba un proceso de acercamiento al marxismo, en un principio a través de referencias en sus lecturas filosóficas; un camino que continuaría con mayor aplicación durante su estancia en México y sería un continuo ascendente durante toda su vida.

Este proceso de profundización y radicalización de su pensamiento – resultado de la confluencia de ese ejercicio constante de la superación, en especial las lecturas marxistas, y de la praxis revolucionaria cubana, primero como comandante guerrillero en la Sierra Maestra y luego en su condición de miembro de su vanguardia dirigente -, tiene su expresión más elevada en sus tesis sobre la liberación socialista del mundo subdesarrollado. Como parte de estos análisis y demostrando una clara interpretación acerca de la función que cumplen los medios de comunicación masivos en el proyecto de la modernidad capitalista, se incluye la cuestión comunicativa – y ligada a ellos, la cultural -, en tanto uno de los subsistemas que integran el sistema de dominación global (en el doble sentido de su carácter abarcador de todas las esferas de la vida social y su vocación mundial) imperialista.

En los análisis que realizara Che acerca de los mecanismos de la estrategia dominadora del imperialismo, la dimensión comunicativa es considerada como uno de los canales, en el contexto de la llamada industria cultural, para trasmitir la cultura y la mentalidad – de enfrentamiento y competencia, de individualismo extremo, que hacen que todo el mundo, todo hombre, se convierta en lobo del hombre[4] – propios del capitalismo. De esta forma, se realiza el desentrañamiento de las complejidades de este esquema de opresión, en el cual cada elemento se integra al conjunto para cumplir una funcionalidad específica, pero siempre coherentemente con el gran objetivo del capital.

Che, en este sentido, no examina la propiedad privada - sobre todo en términos de grandes monopolios - de manera estrecha, solo como cuestión jurídica o “estrictamente económica”, de acumulación de objetos, sino en tanto gestante de un modelo, de un estilo de vida occidental, que a la vez que destructor de las fuerzas revolucionarias, resulta también exterminador de nuestra nacionalidad y de nuestra cultura. Una visión que enlaza las dos dimensiones – la ético-política y la económica – de los procesos hegemónicos y por ende de sus reversos, como aclarara el propio Gramsci, aunque esa segunda cuestión se suele olvidar, con sospechosa frecuencia, por ciertas concepciones revolucionarias postmodernas.

El sistema de explotación capitalista es analizado aquí desde una perspectiva marxista integradora, que indaga en las interrelaciones y complementariedad de las partes y el todo, no solo como un determinado modelo de producción, sino también como un patrón específico de apropiación de la realidad. Por tanto, el monopolio - como arquetipo de la propiedad privada, el arquetipo de la lucha del hombre contra el hombre, (…) el arma imperial que divide, que explota, y que degenera al pueblo[5] -, no ejerce su influencia solo en el terreno de la producción – al ofrecer determinados productos, con ciertas características congruentes con su estrategia explotadora -, sino que además vende su cultura en forma de películas, de novelas o de cuentos para niños, con toda la intención de ir creando en nosotros una mentalidad diferente[6].

De suma importancia, en los análisis guevarianos acerca de estas interrelaciones entre economía, cultura y medios de comunicación al interior de la dominación capitalista, resultan sus exámenes desenmascaradores de la verdadera esencia y objetivos de la llamada Alianza para el Progreso, expresión del proyecto de sujeción y explotación continental de Estados Unidos en la década del 60. Tomando como punto de partida su condición eminentemente política – y no solo “técnica” o “económica”, como se pretendía presentar -, descubre y denuncia sus propósitos de contrarrestar, por todas las vías posibles, el ejemplo de la Revolución cubana para los pueblos de América Latina, y aislar a Cuba del sistema regional.

Como corresponde en un proyecto integral de dominación, las acciones no solo estaban dirigidas al área económica. Sobre todo, teniendo en cuenta el carácter timador de las supuestas iniciativas de desarrollo regional a emprender y por tanto su inevitable desprestigio con el transcurrir del tiempo, era imprescindible incluir, como complemento a los mecanismos de atadura económico-financiera, otros de naturaleza superestructural que coadyuvaran a la construcción del consenso desde el campo cultural e ideológico.

Justamente ese era el propósito del punto V del temario discutido en la sesión del Consejo Interamericano Económico y Social (CIES), efectuada en agosto de 1961 en Punta del Este, como bien señalara Che en su discurso ante esa reunión: permitir a Estados Unidos dirigir, controlar monopolíticamente, la política de los órganos de opinión latinoamericanos y, más allá incluso, de establecer un programa de medidas en América Latina para la regimentación del pensamiento (…) establecer el Mercado Común de la Cultura, organizado, dirigido, pagado, domesticado; la cultura toda de América al servicio de los planes de propaganda del imperialismo (…)[7].

Tales intenciones y su importancia esencial para la hegemonía imperialista, se comprenden cuando consideramos que – tal como señalara el propio Che en Guerra de guerrillas: un método -, la burguesía siempre trate de utilizar los métodos de la superestructura que ha formado para la opresión[8], a través del ejercicio de una violencia ideológica, de la cual el pensamiento único neoliberal resulta el más actual y completo ejemplo. Aunque, por supuesto, en los momentos de agudización de los conflictos y la lucha de clases, no dude en romper incluso sus propios contratos, su propia apariencia de “democracia” y ejercer las más total y ejemplar violencia contra el pueblo y sus rebeldías (hay una cronología de ejemplos en las décadas del 70 y 80 en nuestro continente, cuestión que también fue prevista por Che[9]).

La propuesta de sociedad que se enfrenta a este sistema de dominación, entonces, para ser coherente con las normas con que se establece el conflicto, también se plantea en términos de integralidad, abarcando todas las esferas de la vida, de una forma interrelacionada y compleja. Es, por tanto, coherente, encontrar en el pensamiento y la acción de Che en relación con el proceso revolucionario, ideas y hechos vinculados a lo comunicativo, sobre todo teniendo en cuenta la importancia que le otorgara, en cada una de las etapas del trayecto liberador y la gestación de la nueva sociedad, a los factores subjetivos, a la conciencia, la ética, la educación y la cultura.

El humanismo marxista de Che, para quien el hombre, en su doble condición de ser único y miembro de la comunidad, como el fundamental actor de ese extraño y apasionante drama que es la construcción del socialismo[10], remite también a lo comunicativo, teniendo en cuenta que esas interrelaciones entre el hombre como ser individual y ser social, tiene como uno de sus escenarios a la comunicación.

Desde la propia etapa de lucha, ya se pone de manifiesto en Che esa preocupación por las interrelaciones, como parte de un proceso educativo integral, entre el individuo y la comunidad (y la sociedad, entendida esta como el grado más complejo de lo comunitario), de la importancia de los espacios de socialización para la evolución de la comunidad como colectivo – que es lo más importante -, y de cada uno de sus miembros individualmente a la vez, incluidos aquellos más rezagados, a través de la interacción dialéctica con la propia comunidad.

Incluso en textos escritos por él anteriormente – como aquel que solo llegaría a ser un esbozo de libro, iniciado durante su estancia guatemalteca, sobre la función social del médico en América Latina - ya se reconoce la importancia de tener en cuenta los factores relativos a los movimientos de opinión en favor de la causa popular defendida[11] que se deben realizar simultáneamente a las acciones ejecutadas. En este punto, Che resalta la significación que tiene los elementos psicológicos, en esa labor de posesión creciente, por parte del médico, de las costumbres e interioridades domésticas del contexto, lo cual facilitará su labor educativa.

Una serie de hechos, antes y después del triunfo revolucionario, ejemplifican esta concepción educativa – entendida no solo en su acepción ilustradora, sino también en su dimensión técnica y político-ideológica -, a través de los medios de comunicación, en correspondencia con los nexos de doble sentido existentes entre educación y comunicación, ampliamente analizados por la pedagogía popular, que precisamente cuenta entre sus antecedentes reconocidos al pensamiento y la acción del Che Guevara.

Entre esos hechos, se incluyen: la fundación de El cubano libre y Radio Rebelde, en la Sierra Maestra; luego del 1 de enero de 1959, la creación de la revista Verde Olivo – dirigida especialmente a los miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias -, y de Prensa Latina – con una proyección latinoamericana e internacional -; así como la revista Nuestra Industria – con sus versiones económica y tecnológica – y la conformación de una Oficina de Divulgación en el Ministerio de Industrias. Labor educativa, a su vez, con una profunda raíz en una nueva ética de la comunicación: la de la verdad revolucionaria frente a la mentira reaccionaria.

Sin embargo estas relaciones de enseñanza-aprendizaje mutuas en la praxis revolucionaria, entre la vanguardia y el resto de los actores sociales, no se limitan al espacio comunicativo. Como parte del análisis de este proceso dinámico y dialéctico, es que Che plantea el concepto de interacción, al cual le atribuye una extraordinaria importancia. Este incluye la comunicación, pero no se reduce ni se consume en ella, sino que la trasciende, pues no hace referencia solo a una práctica discursiva, comunicativa, sino a la práctica en su conjunto – que incluye la acción, la actuación liberadora. Tal noción, por tanto, está en plena correspondencia con las concepciones marxistas acerca de la praxis revolucionaria, la condición esencialmente práctica de la vida social, así como la coincidencia de los procesos educativos – bidireccionales, múltiples y complejos - y de transformación social que tienen lugar como parte de estos.

Esta noción, se encuentra en relación directa con el hecho de que, en las concepciones y la praxis de Che, hay un nexo indisoluble entre acción y comunicación, como parte de esa integración coherente entre pensamiento y acción que atraviesa toda su vida. De forma radicalmente opuesta a esas tendencias analizadas que pretenden una cierta “acción comunicativa” como eje del cambio social, en Che encontramos una comunicación desde la acción revolucionaria, integrada al conjunto de procesos sociales que la conforman. La propia acción es analizada por él en su dimensión – digamos, corriendo el riesgo de cierto pancomunicacionismo – comunicativa, de persuasión y compulsión.

Esta cualidad de la acción, es analizada en cada una de las etapas de la lucha revolucionaria, siempre atendiendo a sus características específicas.

Así, en el período previo a la toma del poder, una labor de divulgación y propaganda adecuadas, está entre los factores que median ese tránsito del momento en que solo existe la conciencia de la necesidad del cambio y la lucha, a la convicción de la posibilidad del triunfo; el paso de ese período inicial en que la victoria es el mito que solo un revolucionario puede soñar[12], a la certeza de su obtención real. Una situación, esa primera, extraordinariamente cercana a la que, hace solo unos años, vivía el mundo: cuando para la gran mayoría, incluso de la izquierda, la probabilidad ya no del cambio, sino del simple resurgir de las fuerzas progresistas, era una quimera, poco menos que un imposible tras la polvareda de la caída del Muro de Berlín.

Sin embargo, no es la “simple y pura comunicación” la que logrará esa evolución. La imprescindible condición de posibilidad de esa comunicación es, precisamente, la propia existencia de la acción revolucionaria - del núcleo guerrillero, en el caso del método de lucha asumido por Che, a partir de un adecuado y profundo análisis del contexto en que se desarrolló su actuar revolucionario -, el motor impulsor del movimiento, generador de conciencia revolucionaria y de entusiasmo combativo[13], que se traduce en la gran enseñanza de la invencibilidad (…) prendiendo en las masas de los desposeídos[14].

Luego de la toma del poder, esta interacción – en la cual se ligan acción y comunicación – aparece directamente ligada a la democracia, a su ejercicio en los campos político, social, económico, cultural; a la integración entre la vanguardia – en sus diferentes expresiones y niveles -, la masa y los individuos, como expresión de lo que, en las propias palabras del Che, resultan las raras interrelaciones que existen en el socialismo, entre el hombre, el individuo, y la sociedad[15]. Este par acción/comunicación resulta coherente en una lógica marxista – expresada en prefacio de Engels a la edición alemana de 1890 del Manifiesto Comunista -, según la cual, para el triunfo de las ideas expuestas en ese documento, “Marx confiaba tan solo en el desarrollo intelectual de la clase obrera, que debía resultar inevitablemente de la acción conjunta y de la discusión”.

En las concepciones y la práctica políticos guevarianos, lo comunicativo no solo se reduce a lo retórico, ni aquellas se limitan a lo segundo solamente – lo cual equivaldría, en palabras de Gramsci, a fundar la acción misma “sobre fraseología ampulosa, sobre el frenesí de las palabras, sobre el entusiasmo semántico” y a una actitud demagógica, no revolucionaria. Es, por el contrario, uno de los canales por los que transitan los imprescindibles diálogo e integración permanentes entre la vanguardia y el pueblo, requeridos en la praxis revolucionaria socialista. La comunicación, entonces, forma parte de los mecanismos de estructuración democrática de una conexión con la masa, de garantía de su participación consciente, cuya ausencia conduce, en el caso de las decisiones equivocadas, a la disminución del entusiasmo colectivo con tendencia a la paralización de la praxis.

La importancia estratégica de esa retroalimentación constante, educativa en ambos sentidos, se reitera también en la economía. En este caso, la comunicación resulta uno de los aspectos del Sistema Presupuestario de Financiamiento, concebido por Che no como simple fórmula económica, sino en tanto parte de una concepción general del desarrollo de la construcción del socialismo y [que] debe ser estudiado entonces en su conjunto[16]. Al entender el comunismo como un fenómeno de conciencia y no solamente un fenómeno de producción[17] y que la nueva economía pasa por una nueva cultura del trabajo, una nueva actitud ante este; la comunicación se considera en función de ambas dimensiones, las cuales se encuentran estrechamente interrelacionadas.

Las acciones informativas y comunicativas se plantean, por tanto, como espacios que coadyuvan en el propósito de poner en práctica estructuras organizativas y mecanismos ágiles e interactivos desde la base, dispositivos de planificación democrática, un sistema de dirección y una organización acertadas y efectivas, un control eficiente, una participación real y motivadora de los trabajadores en toda la gestión de la empresa, así como su permanente capacitación técnica y superación cultural e ideológica.

La importancia de lograr un sistema de comunicación con la gente tiene, por tanto una funcionalidad asociada a procesos fundamentales de la gestión empresarial, que destierra toda posibilidad de lectura idealista de lo comunicativo. Pero la cuestión no queda formulada solo en estos términos. Ese sistema comunicativo también tiene una significación humana esencial, pues hace que la gente se sienta gente[18], y deviene facilitador de la participación del individuo, imprescindible en el proceso de ligazón de este al proceso, de desarrollo de un verdadero sentimiento de pertenencia hacia la labor que realiza. En este proceso, se encuentra el germen de ese cambio profundo de actitud hacia el trabajo requerido en el socialismo y el comunismo, en que aquel deviene parte de la vida, y deja de ser un mal necesario para evitar otros males peores, tal como lo presenta la “ideología del trabajo” liberal.

La discusión – en espacios como asambleas, reuniones, etc. – debe ser el complemento del trabajo[19], una de las dimensiones de ese difícil pero imprescindible real contacto con las masas[20]. En ese sentido, y con una extraordinaria claridad acerca de los sesgos inherentes a todo proceso comunicativo, sobre todo los tecnológicamente mediados, Che considera imprescindibles, para que el dirigente alcance una real y compleja comprensión de la situación, la existencia de mecanismos que garanticen la vivencia, una relación directa con la realidad. Es con ese propósito del contacto total, que se orienta a los dirigentes del Ministerio de Industrias permanecer, cada año, directamente vinculado a la producción durante un período de tiempo determinado.

La cualidad comunicativa - persuasiva, compulsiva – de la acción, se reitera aquí en el ejemplo. Che, ejemplo él mismo, otorgó una medular importancia a este en la transición socialista, como espacio principal de interrelación entre vanguardia y masas, entre individuo e individuo, como propulsor de todos hacia el futuro, como acicate al mejoramiento humano. En el área productiva, al analizar el valor del ejemplo, considera que para la tarea de la producción el mejor propagandista ideológico de la Revolución, es aquel que hace más[21]. Es en correspondencia con este ejercicio del ejemplo, que se comprende la importancia otorgada al movimiento emulativo en el incremento de la productividad y el desarrollo de la conciencia – a partir de la estimulación esencialmente moral. Emulación y divulgación van de la mano en la estrategia propuesta y en las acciones que se realizan como parte de esta transformación de la competencia desde una perspectiva socialista, pues es, básicamente, esta publicidad socializadora de los resultados emulativos, el método de reconocimiento moral más importante y la vía para el incentivo.

Pero la comunicación no es solo, para Che, canal para los procesos educativos, sino también espacio que debe ser sometido a un proceso de transformación educativa, como parte del cambio radical e integral, en una explícita referencia a una educación para la comunicación. Así, si bien reconoce que existe una cuota de cualidades innatas en el tema de la comunicación, diagnostica que hay otra parte que se aprende[22]. Y llega, también en relación con este aspecto, a desentrañar el sistema de dominación capitalista, al analizar cómo los capitalistas, motivados por su interés, aprenden y aun cuando no están muy ligados a la masa y no tienen ningún cariño a la masa, ni les importa para nada (...) lo hacen y los sistematizan y tienen especialistas en esos aspectos[23].

En ese proceso educativo holístico, Che llega incluso a concebir que el propio espacio económico-productivo – incubador de los fetiches capitalistas – trascienda el concepto y la idea de empresa, para acercarse lo más posible [a] la idea de la comunidad que debe existir entre todos los trabajadores de todos los niveles[24]. Es decir, se trata de cambiar por completo su sentido de este espacio enajenante, y convertirlo en sitio gestante de las nuevas relaciones sociales y humanas – entre ellas, las comunicativas – socialistas.

Las relaciones comunicativas por tanto, son analizadas como parte del conjunto de las relaciones sociales a refundar, en un proceso múltiple, simultáneo y de influencias recíprocas. Se trata de insertar lo comunicativo – sin deslumbramientos tecnológicos ni sutilezas deterministas -, en el lugar exacto que le corresponde dentro de la praxis revolucionaria, sobre la base del análisis integral de los contextos. Esto, a partir de una clara conciencia tanto de sus particularidades como de sus funcionalidades en el concierto de las relaciones sociales, tal como sucede – pero con un sentido diametralmente opuesto – en la estrategia de dominación del capital.

La importancia otorgada por Che a los factores subjetivos en una transición socialista coherente con su fin último comunista - cuestión reconocida como aporte fundamental a la teoría y la práctica revolucionaria, y elemento que demuestra su marxismo heterodoxo y humanista -, no conduce en lo más mínimo a una centralidad comunicativa y a los idealismos o subjetivismos, ni a los voluntarismos que de ellos se derivan. La comunicación se inserta como parte del proceso, en un doble sentido: como mediadora de las transformaciones en otros campos de la vida social y, a la vez, como relación social a trasformarse ella misma, como parte de la praxis revolucionaria en cada una de las áreas de la sociedad.

En ese nuevo proyecto civilizatorio integral que es el socialismo para el Che Guevara, la dimensión comunicativa, lejos de ser obviada como pretenden hacer ver algunos, deviene parte orgánica y coherente, integrada al propósito último de liberación definitiva y total del ser humano, de desamarre de sus potencialidades y perfeccionamiento continuo, hasta la sociedad del hombre nuevo. Pero no se trata de una comunicación en sí y para sí, sino una comunicación desde, para y como parte de la acción, como parte de una interrelación armónica del par marxista interpretación/transformación del mundo. No es, eso sí, el espacio para la actuación del enfrentamiento a la hegemonía capitalista, ni para el regodeo en discusiones que el propio Che calificara de estériles, en tiempos de urgencias de unidad, vital para enfrentar un sistema de dominación global.

- Lázaro Bacallao Pino, periodista e investigador del Centro de Estudios Che Guevara, La Habana Centro de Estudios Che Guevara

Notas

[1]Las declaraciones, en 1997, de un Comandante de las Fuerzas Armadas Norteamericanas – Ralph Peters -, corroboran estos estrechos vínculos entre economía y cultura, dúo al que se incorpora, no faltara más, lo militar: “El papel que desempeñarán en realidad las fuerzas armadas estadounidenses será el de mantener el mundo seguro para nuestra economía y abierto a nuestro asalto cultural. A tal fin, daremos muerte a un gran número de personas” (Citado por Susan George, en su libro Informe Lugano. La Habana, Editorial Ciencias Sociales, 2002).

[2] Guevara, Ernesto Che: La clase obrera de los Estados Unidos… ¿amiga o enemiga? Artículo escrito aproximadamente en abril de 1954, enviado a su familia y publicado por primera vez en Aquí va un soldado de América, de Ernesto Guevara Lynch, 1987.

[3] Ídem.

[4] Guevara, Ernesto Che: Discurso en el acto de despedida a las Brigadas Internaciones de Trabajo Voluntario, 30 de septiembre de 1960.

[5] Ídem.

[6] Ídem.

[7] Guevara, Ernesto Che: Discurso en la Conferencia del Consejo Interamericano Económico y Social (CIES), en Punta del Este, 8 de agosto de 1961.

[8] Guevara, Ernesto Che: Guerra de guerrillas: un método. Septiembre de 1963.

[9] En su discurso ante la XIX Asamblea General de las Naciones Unidas, el 11 de diciembre de 1964, Che denunció esa estrategia de la violencia imperialista en América Latina, tanto en sus expresiones de ese momento, como en sus proyecciones futuras:

“Se producen intervenciones solapadas por intermedio de las misiones militares que participan en la represión interna, organizando las fuerzas destinadas a ese fin en buen número de países, y también en todos los golpes de estado, llamados «gorilazos», que tantas veces se repitieron en el continente americano durante los últimos tiempos.

“Concretamente, intervienen fuerzas de los Estados Unidos en la represión de los pueblos de Venezuela, Colombia y Guatemala que luchan con las armas por su libertad. En el primero de los países nombrados, no sólo asesoran al ejército y a la policía, sino que también dirigen los genocidios efectuados desde el aire contra la población campesina de amplias regiones insurgentes y, las compañías yanquis instaladas allí, hacen presiones de todo tipo para aumentar la ingerencia directa.

Los imperialistas se preparan a reprimir a los pueblos americanos y están formando la internacional del crimen. Los Estados Unidos intervienen en América invocando la defensa de las instituciones libres”.

[10] Guevara, Ernesto Che: El socialismo y el hombre en Cuba. 12 de marzo de 1965.

[11] Guevara, Ernesto Che: La función social del médico en América Latina. Libro inconcluso, del que elaborara solo algunos acápites entre 1954 y 1956.

[12] Guevara, Ernesto Che: Guerra de guerrillas: un método. Septiembre de 1963.

[13] Guevara, Ernesto Che: El socialismo y el hombre en Cuba. 12 de marzo de 1965.

[14] Guevara, Ernesto Che: Guerra de guerrillas: un método. Septiembre de 1963.

[15] Guevara, Ernesto Che: Intervención en la Reunión Bimestral del Ministerio de Industrias, 11 de julio de 1964.

[16] Guevara, Ernesto Che: Intervención en la Reunión Bimestral del Ministerio de Industrias, 12 de octubre de 1963.

[17] Guevara, Ernesto Che: Intervención en la Reunión Bimestral del Ministerio de Industrias, 21 de diciembre de 1963.

[18] Guevara, Ernesto Che: Intervención en la Reunión Bimestral del Ministerio de Industrias, 5 de diciembre de 1964.

[19] Guevara, Ernesto Che: Intervención en la Reunión Bimestral del Ministerio de Industrias, 10 de agosto de 1963.

[20] Guevara, Ernesto Che: Intervención en la Reunión Bimestral del Ministerio de Industrias, 5 de diciembre de 1964.

[21] Guevara, Ernesto Che: Intervención en la Reunión Bimestral del Ministerio de Industrias, 20 de enero de 1962.

[22] Guevara, Ernesto Che: Intervención en la Reunión Bimestral del Ministerio de Industrias, 5 de diciembre de 1964.

[23] Ídem.

[24] Guevara, Ernesto Che: Intervención en la Reunión Bimestral del Ministerio de Industrias, 11 de julio de 1964.

https://www.alainet.org/de/node/113675?language=en
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