Filantropía y privatización de la cooperación al desarrollo
- Opinión
La filantropía tiene buena prensa. Mezcla la compasión con el dinero y se beneficia de los efectos colaterales de la (in)cultura mediática generada por la llamada “prensa del corazón”.
La concesión del premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional a
La ideología de la privatización
Para abordar en las dimensiones de este artículo la privatización de la cooperación al desarrollo voy a basarme en un texto publicado hace algún tiempo [Carol C. Addelman. The privatization of Foreing Aid: Reassessing National Largesse (La privatización de
Addelman empieza afirmando que estamos en una “tercera ola” de la ayuda exterior norteamericana. Las dos anteriores (“ayuda” a Europa y Asia tras la 2ª guerra mundial y durante
Según Addelman, el factor fundamental mediante el cual los americanos “ayudan a los demás” está constituido por las fundaciones, las PVOS (“private voluntary organizations”, organizaciones privadas de voluntarios, equivalente a ONGs), corporaciones, universidades, grupos religiosos y donaciones individuales dirigidas directamente a “familias necesitadas”. Una estimación “conservadora” valoraría estos fondos en unos 35.000 millones de dólares, lo que equivaldría a tres veces y media
A partir de 1990, este proceso se habría manifestado particularmente en el desarrollo de la filantropía: entre 1990 y 2000, el número de fundaciones privadas pasó de
Finalmente, Addelman nos da la moraleja del cuento: Fundaciones, iglesias, universidades, hospitales, corporaciones, asociaciones de negocios, grupos voluntarios y inmigrantes que trabajan duramente (hard-working inmigrants) no sólo estarían entregando “dinero a los países en desarrollo”. Además entregarían “valores de libertad, democracia, espíritu empresarial y trabajo voluntario”. A la autora sólo le falta añadir la desvalorización de lo público y sus subordinación a los intereses privados para completar la versión oficial del american way of life. Ésta transmisión conjunta de dinero y moral neoliberal es la función política de la filantropía en la cooperación al desarrollo.
Gates-Hyde y Gates-Jekill
Hasta aquí la ideología de la privatización de la cooperación al desarrollo, expuesta con una claridad y una falta de escrúpulos que uno francamente agradece, en este mundo de la “ayuda internacional”, tan frecuentemente empapado de consensos entendidos como buenas maneras (“manners before morals”, “la cortesía por delante de la moral”, como diría Oscar Wilde). Veamos ahora la práctica.
El pasado 5 de mayo, el Premio Príncipe de Asturias fue otorgado a
Así, las fundaciones se alimentan de fondos provenientes de prácticas empresariales que contribuyen a crear los problemas sociales que la filantropía pretende aliviar. Más allá de los casos individuales, estamos ante un problema de sociedad: Gates, Buffett... y otros megamillonarios han acumulado su fortuna gracias a los privilegios fiscales, la desregulación de los mercados financieros, los dictados de
En una sociedad organizada dignamente, poseer estas inmensas fortunas (el “botín” de Gates o Buffet multiplica por cuatro el presupuesto anual de las Naciones Unidas: 9.500 millones de euros) sería considerado un “derecho in-humano”, rechazado por la sociedad y penalizado por las leyes. En cambio, en una sociedad como la nuestra, regida por el mercado, se valora la “generosidad” de
Las contradicciones de la filantropía
Las actividades filantrópicas tienen una obvia dimensión publicitaria que, además de satisfacer la vanidad de sus protagonistas, producen importantes efectos indirectos en sus negocios; así ocurre especialmente con las fundaciones vinculadas a las grandes empresas, que actúan frecuentemente como sociedades instrumentales al servicio de su casa matriz para la apertura de mercados y operaciones de lavado de imagen.
Pero finalmente, es cierto que, en ocasiones, los fondos de la filantropía contribuyen a la resolución de problemas sociales importantes. Hay aquí problemas reales a considerar, especialmente cuando estos problemas son planteados por personas que merecen admiración y respeto (lo cual entre paréntesis, no ocurre siempre: muchas veces el dinero encierra en el cajón los “códigos de conducta” por razones que no merecen ningún respeto).
Volvamos a
Comentando la concesión de Premio Príncipe de Asturias a
La vacuna RTS.S está patentada por uno de los gigantes de la industria farmacéutica,
Es muy instructivo conocer el trazado de la gestión por parte de Glaxo de su patente: las primeras investigaciones de la vacuna se hicieron en los laboratorios del ejército norteamericano, es decir, con dinero público. Glaxo vio oportunidades de negocio y se hizo con la patente. A los quince años abandonó la investigación porque no era rentable, pero mantuvo la propiedad de la patente. Posteriormente, los fondos provenientes de
Alonso considera que “parte de la lucha” por conseguir fármacos para las patologías que se ceban en los países pobres, para los que “no hay mercado”, reside en “interesar” a los grandes laboratorios. Constata que “no hay vacuna en el mundo” que no haya sido producida por estos laboratorios. Pero constata también que la mayoría de la gran industria ha cerrado los laboratorios destinados a investigar sobre estas enfermedades “no rentables”, lo cual explica que el 90% de los recursos mundiales de investigación biomédica esté destinado al 10% de problemas de salud, es decir a los problemas “rentables”.
Ésta es la clave: en realidad, los fondos públicos y de origen filantrópico destinados a combatir las enfermedades de los pobres se destina en realidad a hacerlas rentables para la gran industria que posee las patentes.
Se entiende muy bien que Pedro Alonso y su equipo busquen, por encima de todo, sacar adelante su investigación, que merece sobradamente el reconocimiento de la gente solidaria.
Su trabajo no es denunciar las contradicciones de la filantropía (y, en este caso, además de la cooperación pública española). Pero el nuestro, el de las organizaciones y movimientos solidarios, sí. Porque mientras la sanidad pública esté bajo las riendas del Big Pharma, no habrá derecho a la salud para las poblaciones empobrecidas del mundo, cuando ya existen los conocimientos y los equipos de profesionales médicos y sanitarios sobradamente capaces para hacer ese derecho realidad.
- Miguel Romero es Coordinador de Estudios y Comunicación de ACSUR-LAS SEGOVIAS
Agencia de Información Solidaria
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