Monseñor Gerardi: para no perder la memoria
04/03/2008
- Opinión
Dentro de pocas semanas, se cumplirán diez años del asesinato de monseñor Juan Gerardi, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Guatemala.
El 26 de abril de 1998, de alguna manera se repitió el “Asesinato en la Catedral”, aquel cruento episodio en la historia de Inglaterra, cuando el obispo Thomas Becket fue matado en la catedral de Canterbury, en el año 1170, mártir en un conflicto medieval entre la Monarquía y la Iglesia.
Más de ocho siglos después, en Guatemala, donde habían quedado enfrentadas en posiciones contrarias el Ejército y la Iglesia católica, a pesar de haberse declarado ya el final del conflicto armado interno, nuevamente corre la sangre en las gradas de un altar. No es precisamente en la catedral esta vez, sino en el garaje de la parroquia San Sebastián, en la zona 1 de la ciudad capital, donde los asesinos golpean mortalmente la cabeza de Juan Gerardi.
Lo hacen 48 horas después de que en la Catedral, este obispo había presentado los resultados del Proyecto REMHI: Recuperación de la Memoria Histórica y donde había gritado con indignación: “¡Guatemala, nunca más!”, en defensa de los miles de víctimas. Ya que no pudieron hacerlo durante el solemne acto en plena catedral, lo mataron dos días después, en San Sebastián, en la oscuridad de la noche. Pero se trata de un crimen igualmente sacrílego, porque no hay catedral ni templo más sagrado que el ser humano vivo.
A los diez años de este cruento delito, tal vez la mitad de los guatemaltecos y guatemaltecas desconocen a monseñor Gerardi y por qué lo mataron. Porque la mitad de nuestra población es joven y no había nacido o al menos no tenía suficiente edad para entender el alcance de ese hecho de sangre y su significado. Lo mismo pasa en El Salvador, donde el ejército protagonizó otra repetición del “Asesinato en la Catedral”, al eliminar de un tiro a monseñor Romero y donde la juventud de hoy tampoco conoce a aquel Arzobispo profeta y mártir. Para esta mitad joven, la conmemoración de los diez años del martirio de Gerardi será la oportunidad para conocer y apreciar su personalidad, su vida, su lucha, su muerte violenta y, sobre todo, para retomar su bandera y continuar luchando por defender los derechos humanos y la dignidad de cada guatemalteco y cada guatemalteca.
Para la otra mitad, de quienes sí teníamos los años suficientes para analizar e interpretar la fecha histórica que ha inmortalizado a este profeta de la verdad y de la paz, la celebración del décimo aniversario que ya está anunciada y preparada con esmero, será el momento oportuno para recordarlo con gratitud y renovar nuestro compromiso en la lucha contra la impunidad, contra el olvido y contra el ocultamiento de lo que ha pasado y sigue pasando en nuestro medio, que no es otra que la lucha por un país distinto, tal como él profetizó dos días antes de caer martirizado.
Falta decir una palabra acerca del programa de actividades en la semana del próximo 19 al 26 de abril, tal como ha sido preparado por la comisión integrada por tres colectivos que son la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado, el Movimiento Monseñor Gerardi y la Conferencia de Religiosos y Religiosas de Guatemala: hay nuevas publicaciones que serán presentados al público, entre ellas una biografía actualizada sobre el obispo mártir, de Santiago Otero, y una revista conmemorativa; habrá un seminario internacional con el tema central “Construyendo la paz desde la verdad”, celebraciones, visitas a la cripta donde está su tumba, teatro, exposiciones fotográficas y foros regionales. Los organizadores llaman especialmente a participar en la Eucaristía del día sábado 26 de abril, a las 10.00 h. de la mañana en catedral y en la caminata al atrio de San Sebastián donde habrá un festival artístico.
Monseñor Gerardi fue un hombre de Iglesia, pero cuyo legado rebasa el nivel eclesial. De alguna manera se trata de un nuevo prócer, porque ha delineado el camino a la patria refundada, distinta, que vislumbramos en el horizonte, pero de la que aún nos separan muchas tareas y luchas. Todavía predomina la impunidad contra la que él peleó, convencido de que si no se aclara la responsabilidad de quienes han asesinado y masacrado y si esos responsables no son sancionados, aquel pasado de sangre podrá resurgir en cualquier momento y de hecho está resurgiendo en otras formas de violencia que siguen desangrando nuestra sociedad. El hecho de que hoy los criminales andan libres es una invitación a que repitan sus crímenes. Se saben protegidos por la a-nomia: por la permisividad de un país que, aunque tenga leyes, no las cumple y no castiga a los transgresores. Con Gerardi, hace falta decir ante este desorden: “¡Guatemala, nunca más!”. Es el sentido profundo que se quiere rescatar en el décimo aniversario de su muerte martirial.
Guatemala, 4 de marzo de 2008
- Juan Vandeveire
Centro de Información, AVANCSO
El 26 de abril de 1998, de alguna manera se repitió el “Asesinato en la Catedral”, aquel cruento episodio en la historia de Inglaterra, cuando el obispo Thomas Becket fue matado en la catedral de Canterbury, en el año 1170, mártir en un conflicto medieval entre la Monarquía y la Iglesia.
Más de ocho siglos después, en Guatemala, donde habían quedado enfrentadas en posiciones contrarias el Ejército y la Iglesia católica, a pesar de haberse declarado ya el final del conflicto armado interno, nuevamente corre la sangre en las gradas de un altar. No es precisamente en la catedral esta vez, sino en el garaje de la parroquia San Sebastián, en la zona 1 de la ciudad capital, donde los asesinos golpean mortalmente la cabeza de Juan Gerardi.
Lo hacen 48 horas después de que en la Catedral, este obispo había presentado los resultados del Proyecto REMHI: Recuperación de la Memoria Histórica y donde había gritado con indignación: “¡Guatemala, nunca más!”, en defensa de los miles de víctimas. Ya que no pudieron hacerlo durante el solemne acto en plena catedral, lo mataron dos días después, en San Sebastián, en la oscuridad de la noche. Pero se trata de un crimen igualmente sacrílego, porque no hay catedral ni templo más sagrado que el ser humano vivo.
A los diez años de este cruento delito, tal vez la mitad de los guatemaltecos y guatemaltecas desconocen a monseñor Gerardi y por qué lo mataron. Porque la mitad de nuestra población es joven y no había nacido o al menos no tenía suficiente edad para entender el alcance de ese hecho de sangre y su significado. Lo mismo pasa en El Salvador, donde el ejército protagonizó otra repetición del “Asesinato en la Catedral”, al eliminar de un tiro a monseñor Romero y donde la juventud de hoy tampoco conoce a aquel Arzobispo profeta y mártir. Para esta mitad joven, la conmemoración de los diez años del martirio de Gerardi será la oportunidad para conocer y apreciar su personalidad, su vida, su lucha, su muerte violenta y, sobre todo, para retomar su bandera y continuar luchando por defender los derechos humanos y la dignidad de cada guatemalteco y cada guatemalteca.
Para la otra mitad, de quienes sí teníamos los años suficientes para analizar e interpretar la fecha histórica que ha inmortalizado a este profeta de la verdad y de la paz, la celebración del décimo aniversario que ya está anunciada y preparada con esmero, será el momento oportuno para recordarlo con gratitud y renovar nuestro compromiso en la lucha contra la impunidad, contra el olvido y contra el ocultamiento de lo que ha pasado y sigue pasando en nuestro medio, que no es otra que la lucha por un país distinto, tal como él profetizó dos días antes de caer martirizado.
Falta decir una palabra acerca del programa de actividades en la semana del próximo 19 al 26 de abril, tal como ha sido preparado por la comisión integrada por tres colectivos que son la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado, el Movimiento Monseñor Gerardi y la Conferencia de Religiosos y Religiosas de Guatemala: hay nuevas publicaciones que serán presentados al público, entre ellas una biografía actualizada sobre el obispo mártir, de Santiago Otero, y una revista conmemorativa; habrá un seminario internacional con el tema central “Construyendo la paz desde la verdad”, celebraciones, visitas a la cripta donde está su tumba, teatro, exposiciones fotográficas y foros regionales. Los organizadores llaman especialmente a participar en la Eucaristía del día sábado 26 de abril, a las 10.00 h. de la mañana en catedral y en la caminata al atrio de San Sebastián donde habrá un festival artístico.
Monseñor Gerardi fue un hombre de Iglesia, pero cuyo legado rebasa el nivel eclesial. De alguna manera se trata de un nuevo prócer, porque ha delineado el camino a la patria refundada, distinta, que vislumbramos en el horizonte, pero de la que aún nos separan muchas tareas y luchas. Todavía predomina la impunidad contra la que él peleó, convencido de que si no se aclara la responsabilidad de quienes han asesinado y masacrado y si esos responsables no son sancionados, aquel pasado de sangre podrá resurgir en cualquier momento y de hecho está resurgiendo en otras formas de violencia que siguen desangrando nuestra sociedad. El hecho de que hoy los criminales andan libres es una invitación a que repitan sus crímenes. Se saben protegidos por la a-nomia: por la permisividad de un país que, aunque tenga leyes, no las cumple y no castiga a los transgresores. Con Gerardi, hace falta decir ante este desorden: “¡Guatemala, nunca más!”. Es el sentido profundo que se quiere rescatar en el décimo aniversario de su muerte martirial.
Guatemala, 4 de marzo de 2008
- Juan Vandeveire
Centro de Información, AVANCSO
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