La liberación de Ingrid Betancourt y la situación de las FARC

03/07/2008
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Opinión
-A +A
La liberación de 15 secuestrados en manos de las FARC, algunos de los cuales permanecieron en su poder cerca de 10 años y la mayoría de ellos más de seis años, no solo constituye una victoria política para el gobierno del presidente Uribe y para las Fuerzas Armadas de Colombia sino que significa quizás el más duro revés militar de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC.

Este revés militar se suma a la pérdida de parte de su mando central. Manuel Marulanda Vélez, máximo líder de este grupo durante toda su existencia (1964), quien murió por un infarto cardiaco a finales del mes de marzo así como la pérdida de Raúl Reyes en operativo militar en el vecino territorio ecuatoriano a comienzos de marzo y a lo que se sumó el asesinato, por su guardia personal, de otro miembro del Secretariado, Iván Ríos durante el mes de abril pasado. A ello habría que sumar la muerte de Martín caballero máximo líder de las FARC en los departamentos de la Costa Atlántica colombiana así como la muerte de Gustavo Rueda Díaz, alias el “Negro Acacio”, sindicado de ser el coordinador de las operaciones relacionadas con el narcotráfico así como la muerte de Milton Sierra Gómez, alias JJ en Buenaventura, significan golpes muy fuertes a la estructura militar de dicha guerrilla.

La ofensiva militar desatada sobre ellas después de la ruptura y el fracaso de los diálogos de paz iniciados por el gobierno de Andrés Pastrana Arango (1998-2002) que dieron el triunfo a Álvaro Uribe Vélez en las elecciones de mayo de 2002 que fue precisamente el momento del secuestro de Ingrid Betancourt, mostraron una equivocación política en el mando guerrillero. En efecto, durante el gobierno de Pastrana al tiempo que se negociaba en la zona de despeje del Caguán se inició un profundo proceso de reestructuración de las Fuerzas Armadas con el apoyo de los Estados Unidos. Pero quizás el golpe más certero que jamás entendieron los mandos de las guerrillas es que su falta de decisión para negociar no solo los aisló sino que los condujo a una estruendosa derrota política. Uribe recibió un mandato para adelantar una guerra sin cuartel contra ellas y como resultado de la ofensiva militar se produjo un profundo repliegue de las guerrillas a lo profundo de la selva con lo cual se vieron debilitadas para su accionar militar. Hoy se sabe que enfrentan graves problemas de comunicación entre sus frentes para operar con un mando nacional, también se sabe que enfrentan problemas logísticos y este último revés militar así como la entrega de alias Karina una de las guerrilleras más sanguinarias en la historia de ese grupo, muestra entonces que también tienen problemas de desmoralización en sus mandos medios y en sus bases. Cientos de deserciones son el resultado de la situación por la que están atravesando.

La liberación de Ingrid Betancourt junto a otros 11 colombianos y tres norteamericanos, es una excelente noticia. En primer término porque el secuestro es un delito abominable. Estas personas jamás debieron ser secuestradas y mucho menos en nombre de un supuesto proceso de lucha revolucionaria. El desprestigio y el odio que muchos sectores de la población colombiana manifiestan contra las FARC, tiene que ver en buena parte de esa población, con la práctica del secuestro y con el desprecio y prepotencia que siempre han mostrado por los derechos de la población civil. Las FARC deberían entender de una vez por todas que deberían liberar sin condiciones o al menos sentarse a negociar un acuerdo humanitario para que las personas secuestradas recobren cuanto antes su libertad. Aún siguen en poder de esta organización unas 25 personas entre civiles y militares que ellos piensan canjear por guerrilleros presos en las cárceles. Pero hasta ahora este intercambio humanitario ha resultado imposible por las posiciones intransigentes tanto del gobierno como de las FARC. Mientras las guerrillas piden una zona despejada para la negociación, el gobierno se niega y ahora con el rescate de los 15 secuestrados tiene una posición de fuerza ventajosa y una opinión pública ampliamente favorable a su posición intransigente. Las FARC, deberían acelerar la entrega de los secuestrados y para ello, como propuso Ingrid Betancourt, podrían utilizar la mediación del presidente de Venezuela Hugo Chávez o el presidente del Ecuador, Rafael Correa. Pero esa debe ser una exigencia que los demócratas deberían incluir no solo a los llamados por ellos “canjeables” sino a los cerca de 700 secuestrados que aún mantienen en cautiverio.

Las perspectivas de las FARC

Muchos analistas vienen pronosticando la derrota militar de las FARC y también lo proclama así el Gobierno y los mandos militares. Es verdad que las FARC han sufrido duros golpes y enfrentar serios problemas como los hemos planteado líneas atrás, pero, están aún lejos de ser derrotadas militarmente. Quizás el mayor problema que enfrentan no sea solo militar sino político. Sus acciones han fortalecido un proceso de derechización del país al punto que la pregunta que muchos se formulan es si la derrota militar nos llevara a una suerte de “dictadura civil”, es decir, de un régimen que no respeta la división de los poderes, que incluso acusa sin ninguna prueba que los más altos jueces son aliados de las guerrillas y de los narcotraficantes; un gobierno que se ha beneficiado de los paramilitares y que tiene a 58 de sus parlamentarios investigados por nexos con estos grupos armados ilegales y que se niega a apoyar una reforma política para que los saque del Congreso; en fin, un gobierno que compró el voto definitivo para su reelección, este gobierno, con todos estos problemas de legalidad y de legitimidad goza de una popularidad superior al 80% según las encuestas.

Porque hay que decirlo de manera clara: las FARC, se han convertido en la tabla de salvación del gobierno cuando él más las necesita. En el momento en que la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia comprobó que Yidis Medina, había vendido su voto para que la reelección fuera aprobada en el año 2004 en el Congreso de la República, cuando esa misma Corte había compulsado copias para que la Corte Constitucional resolviera sobre la legalidad del Acto Legislativo que permitió su reelección, en el momento en que el Procurador General de la Nación formuló pliego de cargos contra un ex ministro del Interior de Uribe, Sabas Pretelt de la Vega y contra el Ministro de Protección Social, Diego Palacio Mejía al tiempo que también formuló cargos contra el Secretario General de la Presidencia de la República, en este mismo momento se produce la operación militar que conduce al rescate de los 15 secuestrados incluida la más visible de todos los secuestrados, Ingrid Betancourt.

Con esta liberación los colombianos, parecieran dispuestos a perdonar todos los desmanes del gobierno de Uribe, quien en medio de la euforia de la liberación de los secuestrados mantuvo su propuesta de convocar un referendo para repetir las elecciones de 2006 y arreció sin tener pruebas en sus denuncias sobre nexos entre los más altos magistrados de la justicia con terroristas y narcotraficantes. El talante autoritario de Uribe nos puede conducir a una suerte de dictadura civil. Y lo más grave es que con la excepción de la rama judicial que ha enfrentado con valor el reto el resto de los organismos estatales brillan por su ausencia y la sociedad civil mayoritariamente respalda políticamente al gobierno.

- Pedro Santana Rodríguez, Presidente, Corporación Viva la Ciudadanía

Fuente: Semanario Virtual Caja de Herramientas
Corporación Viva la Ciudadanía. www.vivalaciudadania.org
https://www.alainet.org/de/node/128536?language=en
America Latina en Movimiento - RSS abonnieren