Carrusel contra el Personero en Bogotá
- Opinión
En el carrusel mediático contra Rojas Birry, el sujeto se vuelve objeto de manoseo de algunos políticos oportunistas y medios de comunicación, que giran en torno a un mismo hecho, sin precisar su veracidad o alcance. Unos y otros repiten la misma historia, haciendo creer a los ciudadanos que la situación es cada vez más grave. Todos condenan al indio, sin que se sepa a ciencia cierta cuál es el delito. Lo único claro es el objetivo: derruir el gobierno del Polo Democrático en Bogotá
SIEC, Actualidad Étnica. Bogotá, marzo 16 de 2009. El personaje de moda es Francisco Rojas Birry, el primer indígena en la historia de este país en arribar a la Personería de Bogotá, logrando ocupar el segundo cargo de importancia en la ciudad.
En aquella oportunidad, hubo quienes cuestionaron su elección con el argumento de que no era ético que el organismo de control de la ciudad estuviera regido por una persona de la misma filiación política del alcalde, cuando en Colombia las castas dominantes nunca le han permitido a sus opositores ocupar la jefatura de los organismos de control, e históricamente sus contralores, sus procuradores, sus fiscales, etc., han sido los súbditos o allegados de los gobernantes de turno. Pero en el caso del personero, según sus contradictores, esto se convierte en un problema ético grave.
Ahora, frente al caso que nos ocupa, según Daniel Coronell “el reflector se puso sobre él, por cuenta de una investigación de la revista Cambio que incluía la grabación de una conversación entre Sandra Daza, asistente de David Murcia, y Giovanny Rojas, otro miembro de la cúpula de DMG”.
Varias imprecisiones en una sola frase: una, fue la Revista Semana, la misma donde Coronell es columnista, la que ventiló las grabaciones que vincularían presuntamente a Rojas Birry con DMG; dos, la difusión de este hecho por los grandes medios de comunicación, antes que una investigación periodística seria, corresponde a un propósito político donde el indígena es solamente un chivo expiatorio, pues ni siquiera podríamos aventurarnos a asegurar que los personajes de las grabaciones son de la vida real, como tampoco “éstos” se aventuran a precisar si el indígena recibió dinero alguno: “Hay que ir alistando 200 puntos para el señor Francisco Rojas Virrey –dice Geovanny-. Ese es nuevo... Ese tenlo en stand by porque me toca hablar con Santamaría. Eso toca llevarlo con bajo perfil”. (Cursiva y negrilla de Actualidad Étnica).
Tres, en las grabaciones divulgadas ni siquiera está claro que la persona referenciada, el tal Virrey, sea el personero de Bogotá; tan sólo se habla de alistar unos puntos, y por último se dice que dejen el asunto en stand by, o sea, que dejen la cosa quieta, parada, suspendida.
Así las cosas, el único elemento veraz de la grabación es la dirección del personero, como él mismo lo ha constatado. Lo demás es pura especulación, razón por la cual, el mismo funcionario se adelantó a solicitar la intervención de los organismos competentes (Fiscalía y Procuraduría), para el esclarecimiento de los hechos. Y esto también ha sido mal interpretado y manipulado por los medios de comunicación ligados al proyecto de derecha en Colombia, para generar otro escándalo en su contra y generar la opinión de que habrían méritos para iniciar investigaciones en su contra, cuando fue iniciativa del mismo personero que estos entes establecieran la verdad de los hechos.
“El reflector se puso sobre él, por cuenta de una investigación de la Revista Cambio…” ¿Cuál investigación? ¿La reproducción a pie juntillas de una serie de aseveraciones hechas por un grupo de concejales que de antaño se han erigido como los contradictores políticos del dirigente indígena? Aseveraciones malsanas, dicho sea de paso, pues no se corresponden al estatus de control político que debe tener el cuerpo edilicio.
Conocimos de la entrevista que Rojas Birry concedió, de buena fe, a los “investigadores” de la Revista Cambio, a propósito del supuesto carnaval de contratos “inoficiosos y extravagantes” de la personería. Y la verdad sea dicha, para nada se compadece el contenido de la misma con lo publicado por el medio.
En general, a los grandes medios le han resultado inoficiosas las explicaciones que dio el personero sobre las nuevas acusaciones de los enemigos de su administración, que se supone eran el objeto de la entrevista. No les sirvieron las aclaraciones que hizo sobre cada uno de los contratos en cuestión; no le importó a los periodistas de Cambio, ni en general a ninguno de los grandes medios de comunicación interesados en arrinconar “contra las cuerdas” al líder indígena, que la Camioneta Ford Explorer en que se movilizaba el personero de la ciudad era un trasto viejo modelo 94 que cada mes ingresaba al taller por su mal estado, que tenía la caja de cambios descompuesta y reemplazarla costaba cerca de 20 millones de pesos, que el avalúo de ese vehículo apenas sí llegaba a los 8 millones de pesos, lo cual significa que valía más el arreglo que el carro, como está certificado en varios documentos que pudo establecer Actualidad étnica.
Tampoco sirvieron de nada las explicaciones sobre el contrato de suministro de café que hace muchos años tiene una entidad que atiende cada día a 858 empleados y a cerca de dos mil usuarios; ni las precisiones hechas sobre el contrato de suministro de papel higiénico, ni las del avalúo de los edificios de la entidad, que debe hacerse por disposiciones legales cada dos años, para actualizar las pólizas de seguros. Prefirieron especular y sugerir malos manejos de los recursos en la entidad.
En fin, todos a una como en fuente ovejuna, a los periodistas no les interesa la contratación de la Personería, como tampoco la excelente gestión del personero, al frente de los temas de la garantía de los derechos de los ciudadanos, y muy especialmente de las etnias indígenas y afrocolombianas. Sólo les interesa condenar al reo, dañar su imagen y mostrar las circunstancias en las que Rojas Birry se habría relacionado con David Murcia, para establecer algún nexo que les permita concluir que efectivamente recibió dineros de DMG para la campaña de Samuel Moreno.
Por eso el interés de auscultar, casi morbosamente, cada uno de los centavos que ha tenido el personero y los tiempos de dichos movimientos. Por eso el interés en ocultar, ahí sí, toda explicación o aclaración de los hechos, o los logros de su gestión al frente de una de las entidades más importantes de la ciudad.
¿Por qué el reflector sobre Rojas Birry?
Quizás la respuesta a esta pregunta la tenga el mismo columnista Coronell, quien también sufrió recientemente y en carne propia el reflector de la clase política en el poder, pero lamentablemente olvidó con rapidez cómo funciona el mecanismo.
En la capital del país se vive una guerra política que tiene como uno de sus principales escenarios el Concejo de la Ciudad. Allí, los políticos de las diferentes vertientes se destrozan de manera vergonzosa y hasta apolítica, en su puja diaria por el control de la ciudad. Unos, pretendiendo recuperar su gobierno casi monárquico perdido, otros, buscando posicionarse o retener el poder logrado.
La Personería y la Contraloría de Bogotá entre otros, hacen parte de esa cuota de poder que tanto añoran los concejales. La otra, es la Alcaldía, con toda su potencialidad burocrática y de ejecución presupuestal. El único limitante, que se erige además como un apaciguador de ánimos, es el pacto de gobernabilidad, que en Bogotá se sintetiza en una coalición de apoyo a la administración y que de alguna manera se extiende a la personería. Por eso, cuando aparece una suerte de eslabón perdido, todos tratan de asirse a él, para pescar en río revuelto.
Algunos ejemplos de esta afirmación: Para Duran Silva, el ´decano´ de los concejales de la capital, la controversia permanente con Birry es más de origen personal que política, él solo añora izar la presa, o sea, al indio, como un trofeo de guerra, y así lo ha demostrado en todas sus intervenciones del período, con distintos temas.
Para Duarte, un concejal dizque del Polo que le hace oposición a la administración del Polo, el hecho no es más que una oportunidad para ejercer presión a la personería y a la administración, mientras hace protagonismo político.
De Roux y Petro tienen motivaciones distintas, aunque los une una extraña interpretación de la ética y la moralidad pública; sin embargo, mientras el primero parece estar determinado por cierta ingenuidad política, el segundo hace gala de cierto pragmatismo oportunista, donde sus intereses personales están por encima de los intereses de su partido. Unos y otros, tal vez sin saberlo, le hacen el juego a un interés superior, donde el objetivo principal es la recuperación del poder sobre lo que ellos han considerado un inmenso “botín”, que se llama Bogotá, y Rojas Birry, el indio, no es más que un pobre incidente afortunado que la clase política aprovecha con sevicia y sin ninguna moralidad.
No de otra manera puede entenderse que sea el indio, Rojas Birry, quien ocupe la carátula de Cambio, mientras se opacaba el hecho político real del momento: la participación del Alto Consejero Presidencial para los Municipios, Félix Alfázar, ese sí vinculado en los negocios de DMG, y quien a la postre se vio forzado a renunciar para entre otras dar un mensaje presidencial de lo que supuestamente debiera hacer el Personero.
Pero en el mismo caso también aparece relacionado Cesar Mauricio Velásquez, léase bien, Secretario de Prensa del Palacio de Nariño, y Oscar Iván Palacio, persona muy cercana al Presidente, según la versión de Cambio. Y no ha pasado nada, no se ha levantado ninguna suspicacia ni Petro ni De Roux salieron a pedir su renuncia.
Otros hechos de singular importancia se han sucedido en el último mes, pero ha sido el nombre del indígena el que aparece por arte de birlibirloque para ser comidilla de la prensa. Y ¿qué es lo nuevo que tanto llama la atención de la prensa bogotana en el caso del Personero? Nada, excepto la misma grabación, en torno a la cual se ha fabulado hasta la saciedad.
Los medios se han ensañado morbosamente con la familia del indígena, y de paso han pretendido involucrar a una institución que ha sido manejada con una pulcritud excesiva, como pudo constatar este medio en conversaciones con miembros de los distintos estamentos de la personería.
Es una lástima, que siguiendo los pasos de la Señora María Isabel Rueda, Coronell también resulte un caballito de batalla del carrusel montado para “tumbar” al Personero y al Polo en el Distrito; que no escatime esfuerzos y falsee la historia cuestionando su vida política como concejal y congresista, omitiendo que fue él precisamente el responsable de que se consagraran los derechos indígenas y afrocolombianos en la Constitución Política de Colombia; que omita explicar que los indígenas son sólo dos entre cien para hablar en el senado, y que su condición de minoría de las minorías les impide incidir, así sea mínimamente en las decisiones del congreso.
Bástenos recordar los debates irrisorios sobre las violaciones a los derechos humanos de los indígenas en el congreso, donde los aborígenes, además de poner los cientos de muertos, le quedaron debiendo a esa clase política corrupta y terrateniente empotrada en el parlamento.
Se le olvida al columnista que el modelo político no está diseñado para que las minorías saquen adelante sus proyectos, a no ser vendiéndole el alma al diablo, y si el líder indígena lo hubiera hecho, no estaría en el Polo sino en Cambio Radical o en la U, y no tendría problemas financieros como el embargo del que también se inculpa.
Todos parecen unidos en el propósito de condenar al indígena, sin permitirle siquiera el derecho a la defensa. Lo presumen culpable y lo condenan. Y hablamos del indígena, porque el periodista Arismendi de Caracol se atrevió a relacionar su condición de funcionario cuestionado con su calidad de indio que “representa de algún modo a todos los indios del país”. Desconoce el periodista que, al margen de cualquier error que haya podido cometer en su vida, cuando sus hermanos lo han llamado para defender sus derechos este indio siempre ha estado ahí, y que junto con Muelas, independientemente del fuerte trabajo de las organizaciones y personas que impulsaron y apoyaron el proceso constituyente, él es el autor de los derechos étnicos en la institucionalidad colombiana, porque fue gallo que en ese espacio supo dar la pelea.
También olvidan que los hechos de DMG, en los que resultaron involucrados ingenuamente miles de colombianos de todas las esferas, incluyendo la familia presidencial y los periodistas, no tienen nada que ver con su gestión como personero ni es su gestión la cuestionada.
Así, resulta montado un tinglado donde unos medios, retroalimentan las aseveraciones mal intencionadas de otros y atizan las contradicciones internas del Polo para lograr su único y verdadero objetivo: demoler el proyecto político elegido por los ciudadanos e instaurar el proyecto uribista en la capital, en donde según los mismos medios, es el “único lugar del país donde no funciona la seguridad democrática.
Sólo resta esperar que ese carrusel mediático no se traslade a los organismos que tienen por misión proteger los derechos de las personas y la seguridad institucional del país, es decir, a la Procuraduría General de la Nación y a las cortes.
- Actualidad Étnica - SIEC
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